Una ola de protestas y huelgas se extiende por Europa, amenazando con paralizar la producción agrícola en el continente. Iniciando en Francia, la movilización se ha propagado a países como Italia, Bélgica, Alemania, Polonia, Rumania y España. Los sindicatos agrarios demandan que se tomen medidas de emergencia, una menor burocracia y una remuneración justa ante la caída de ingresos y pérdida de competitividad debido a las regulaciones de la Unión Europea (UE), especialmente en el uso de pesticidas y las importaciones.