La encrucijada electoral europea
Durante los últimos meses, las elecciones generales y regionales en países importantes de Europa Occidental han captado la atención de los interesados en política internacional. Los Países Bajos, en marzo; luego en Francia, en mayo y junio; Reino Unido, en junio; y, por último en Alemania, en septiembre próximo, han recibido una enorme cobertura mediática. Cada una de estas elecciones tiene efectos extendidos, pues sus implicaciones no sólo afectan a los países donde se desarrollan sino también a la estructura de la integración europea, y -en caso británico- a las relaciones de convivencia entre la Unión y el Reino Unido.
El trasfondo y resultados de las campañas
A grandes rasgos, se ha planteado en esta coyuntura un enfrentamiento entre libertad comercial versus proteccionismo, integración versus aislacionismo y cosmopolitanismo versus nacionalismo. En esta línea, se han llegado a plantear estos procesos como una barrera que evite un efecto "dominó" frente al avance de la ultraderecha populista, euroescéptica, nacionalista y xenófoba. En esta línea el discurso político parece orientarse a la bipolaridad, el uso maniqueo de los conceptos y la tendencia a endurecer posiciones respecto al tema migratorio como un instrumento para atraer a votantes indecisos sensibles a ese tipo de discurso.
Los resultados han sido ambivalentes para las agrupaciones políticas en los distintos países. No obstante, puede notarse el debilitamiento de los otrora partidos más fuertes y tradicionales de Europa occidental, a pesar del triunfo del centro derecha en todos los casos. Así, si bien en Holanda (VVD) y Reino Unido (Partido Conservador) el centro derecha ha obtenido la victoria, está no se ha producido de forma absoluta, además, se ha conseguido con menos caudal de ventaja que en las elecciones anteriores. Incluso, en Francia, el movimiento "En Marcha" (que se ubicó como centro) consiguió un triunfo por sobre la tradicional opción del centro derecha, el partido Republicano.
Por otro lado, en Holanda y Francia las opciones socialdemócratas experimentaron un duro castigo electoral, que no alcanzó al laborismo inglés que celebró una leve mejora, mientras que la incertidumbre se posa sobre los resultados que pueda obtener el partido socialdemócrata alemán en setiembre. El futuro de los partidos de centro izquierda parece tornarse en uno de los componentes que deben observarse con mayor atención, la renovación de estructuras, la recuperación de un discurso menos orientado al mercado y más a la elaboración de políticas públicas más cercanas a sus orígenes serán indispensables para recuperar el favor de un electorado que ha dejado de sentirse representado por estas opciones políticas.
Los partidos de ultraderecha: el PVV holandés; el Frente Nacional francés, aunque esperaban mejores resultados, obtuvieron avances respecto a anteriores procesos electorales; lo mismo se espera de Alternativa por Alemania, que podrá acceder por primera vez al Parlamento alemán.
Los partidos izquierda también obtuvieron una mejora en su posición política, especialmente en el caso francés (Francia Insumisa). Igualmente, los partidos ecologistas parecen mantener su influencia en los procesos electorales y las coaliciones de gobierno fruto de estos: en Holanda obtuvieron el mejor resultado histórico y en Alemania nuevamente se proyecta que entrarán a formar parte del Parlamento.
El fortalecimiento de los candidatos ajenos a la carrera política
Sin embargo, más allá de los partidos bastante maltrechos, los procesos en cuestión, especialmente el caso francés, han permitido la consolidación de la figura del candidato "no tradicional". Este personaje surge gracias a los cuestionamientos de los partidos políticos tradicionales, golpeados por la crisis y, en el caso de la izquierda, por el alejamiento de los partidos tradicionales de políticas consistentes de reivindicación de derechos sociales.
Así, la narrativa de estos candidatos, que surgen de cualquier espacio del espectro ideológico, se nutre de la desazón y las acusaciones de corrupción contra el político tradicional, las inquietudes del desempleo del joven profesional, el reto de los flujos migratorios y la imposibilidad de las instituciones de la integración para alcanzar sus metas. El éxito de un lenguaje distinto en las formas, políticamente retador; la construcción de una trayectoria alejada de la carrera política, así como la detección de ideas de los principales miedos del electorado son los instrumentos de mayor utilidad para el éxito de estas campañas.
Elecciones en Europa del Este: entre occidente y Rusia
Menos publicitados son los procesos en Europa Oriental. Donde se han celebrado elecciones en Serbia y Bulgaria (adelantadas) en marzo, y se efectuarán elecciones legislativas en República Checa, en octubre; y presidenciales en Eslovenia en noviembre.
En Europa del Este el enfrentamiento se da entre opciones proocidentanles y pro rusas. Así en Serbia y Bulgaria ha ganado centro derecha orientadas a la Unión Europea por sobre las opciones socialistas y ultraconsevadoras. Lo que equilibra la existencia de gobiernos nacionalistas, pro rusos, en Polonia y Hungría. Empero, no se ha detenido el avance de la ultraderecha como un actor fundamental en los próximos años en estos países, muy golpeados por la crisis económica de finales de la primera década de este siglo.
Los retos de la Europa unificada
Tras los procesos electorales efectuados y aquellos que llegarán en los próximos meses las dudas siguen en pie. Podrán Macron y Merkel relanzar el proceso de integración, lo que implica hacerlo más popular, mediante la reducción de las medidas de austeridad y, mientras enfrentan los retos de una nueva relación con el Reino Unido. De qué forma se podrá revertir el crecimiento de la ultraderecha y de los movimientos de izquierda euroescépticos. Adicionalmente, deben garantizar la posibilidad de mantener cercanía a sus socios en Europa Oriental, tentados para volver a la egida de una Rusia dispuesta a recuperar sus zonas de influencia tradicionales.
En el plano geopolítico global los cuestionamientos y dudas no son menores. Cómo podrán los políticos europeos replantear sus posiciones ante los Estados Unidos, Rusia y China; para no quedar afuera de la decisión de los más relevantes cambios geopolíticos de los últimos años. Es así como, sin estar desarticulados y vencidos como se indica en algunos centros de poder, las sociedades europeas enfrentan retos similares a los que experimentaron tras la segunda posguerra.