Temblores políticos en Israel
Mientras muchos de los medios de comunicación, analistas e incluso académicos siguen con bastante estupefacción las políticas que Donald Trump ha empezado a implementar, así como las que ha cortado de raíz y descontinuado, en otras partes del mundo también suceden hechos que deben preocupar a la comunidad internacional. Donald Trump no es un producto de la casualidad, y tampoco es un caso aislado, ni particular ni único. Aunque abordar las causas que llevaron a alguien como Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos se escapa de los propósitos de este análisis, sí resulta necesario aclarar lo anterior para entender que el mundo se encuentra en un contexto actual, con ya lleva varios años formulándose, en que el nacionalismo, la xenofobia, y elementos políticos que no pueden ser catalogados de otra forma más que totalitarios, se encuentran en pleno apogeo.
Nuevamente, esto no es nuevo, y podría decirse que de una u otra forma estos elementos siempre han existido, pero es con la victoria y la toma de posesión de la Presidencia de los Estados Unidos por parte de Donald Trump que estos elementos, se podría decir, están adoptando un carácter de hegemónicos. No sólo existen políticos fuera del poder que no tienen miedo en externar este tipo de posicionamientos políticos, como Marie Le Penn en Francia, sino que también existen políticos en el poder que han externado desde un inicio este tipo de posicionamientos, y que con el triunfo de Trump se han vuelto aún más vociferantes y poderosos. Este es el caso de Benjamín “Bibi” Netanyahu.
Las anteriores líneas son necesarias para entender el posicionamiento del líder político israelí, quien lidera al Estado de Israel desde el 2007 hasta la actualidad, y que a finales de los años 90s también había sido Primer Ministro de Israel. Netanyahu es un político israelí que no ha mostrado ningún reparo en promover políticas discriminatorias, especialmente contra la población palestina, irrespetar el derecho internacional al promover cada vez más nuevos asentamientos en territorios palestinos, y promover una política de mano dura por encima de cualquier tipo de políticas que busquen una adecuada redistribución de la riqueza. Netanyahu incluso fue el artífice de obstruir completamente la implementación de los Acuerdos de Oslo que Yitzhak Rabin, el primer ministro Israelí de aquel entonces, el presidente estadounidense Bill Clinton, y el líder palestino Yasser Arafat habían logrado, y que prometían solucionar, no totalmente, pero por lo menos gran parte del conflicto israelí-palestino.
Benjamín Netanyahu y Donald Trump son políticos hechos bajo un mismo molde, y precisamente por ello fue que apenas Trump tomó posesión de la Presidencia de los Estados Unidos el 20 de enero del 2017, Netanyahu sintió tener carta libre para realizar las políticas de su preferencia, sin que tuviera que sufrir una obstrucción o crítica internacional de peso. Para nadie es un secreto que la Administración Obama y la Administración Netanyahu, y específicamente estas dos personalidades, no tenían la mejor relación, y el ahora ex presidente Obama ha sido el primer Presidente estadounidense en permitir que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) emitiera una resolución en contra de los asentamientos ilegales de Israel sobre territorio palestino (1). Ahora, sin el lastre que significaba las malas relaciones con Obama, Netanyahu se siente libre para ejecutar sus políticas de asentamientos, ilegales, en detrimento del pueblo palestino, sus derechos humanos, y el derecho internacional.
El Gobierno del Likud, partido al que pertenece Netanyahu, anunció la construcción de más de 3,000 nuevos asentamientos en el territorio palestino de Cisjordania, así como Jerusalén del Este, en un total irrespeto a las resoluciones de las Naciones Unidas al respecto y a los derechos del pueblo palestino (2). Esta medida del Gobierno de Netanyahu responde a dos causas en específico: en primer lugar, estos nuevos asentamientos son una cortina de humo para distraer la atención pública, nacional e internacional, de escándalos políticos de corrupción en el que se ha visto envuelto el gobierno israelí, y específicamente el primer ministro Netanyahu. En segundo lugar, estos nuevos asentamientos son una medida para calmar y consolidar a la base electoral del Likud, que en su mayoría favorece la creación de asentamientos sobre territorio palestino, frente a los escándalos políticos recientes.
Actualmente, a Netanyahu se le investiga por dos casos de corrupción diferentes. El primer caso, apodado caso 1000, refiere a la entrega de regalos, equivalentes a gigantescas cantidades de dinero, provenientes de personalidades del mundo empresarial, nacional e internacional, relacionados con el sector financiero, los medios de comunicación, e incluso Hollywood, entre otros, a la familia de Netanyahu. Se sospecha que es posible que el Primer Ministro israelí haya otorgado favores políticos a cambio de recibir este tipo de regalos. Aunque la investigación aún continúa, la ley israelí establece que todo político debe reportar la recepción de regalos que sobrepasen el valor de los US$70 millones de dólares, algo que Netanyahu no ha cumplido, elevando con ello las sospechas en su contra (3).
El segundo caso de corrupción, llamado el caso 2000, envuelve a Netanyahu en pagos de sobornos en relación con dos de los principales medios de prensa del país: Yedioth Ahronoth e Israel Hayom. El primer medio de comunicación es crítico de Netanyahu, mientras que el segundo es el principal medio que se encuentra a favor del político israelí, incluso su dueño es amigo personal de Netanyahu (4). La investigación del caso aún continúa, pero existen sospechas de que Netanyahu recibió algún tipo de soborno por parte del dueño de Yedioth Ahronoth para aprobar una ley que venía a perjudicar al medio simpatizante de Israel Hayom (5).
No obstante, estos no son los únicos escándalos políticos en los que se encuentra envuelto el gobierno de Israel actualmente. El medio de comunicación qatarí, Al Jazeera, trajo a la luz mediante un reportaje encubierto, que se prolongó desde junio hasta noviembre de 2016, cómo un Enviado Especial del Gobierno israelí a su Embajada en el Reino Unido buscó confabular, mediante contactos dentro del gobierno británico, en contra de parlamentarios británicos, y miembros del Gabinete de Theresa May, la primer ministra, que eran considerados demasiado críticos de Israel y pro-palestinos (6). El reportaje demostró hasta qué punto el Estado de Israel ha incurrido en este tipo de prácticas para procurar que los gobiernos de las principales potencias se encuentren a su favor en el conflicto israelí-palestino (7).
Al final de cuentas, el Enviado Especial israelí se vio forzado a renunciar a su cargo dentro de la Embajada y salir de suelo británico, mientras que el Gobierno de Netanyahu se vio forzado a emitir una disculpa pública, y a afirmar que las acciones de esta persona no reflejan en ninguna medida la posición del Estado de Israel (8). No obstante, algunos afirman que el perfil del Enviado Especial israelí encaja perfectamente en el perfil de un agente de inteligencia, precisamente por sus vínculos con el sector militar y de inteligencia israelí (9).
Debido a todos estos escándalos políticos que han surgido en las últimas semanas, y sumado a que el Gobierno de Netanyahu se siente lo suficientemente cómodo para seguir con sus políticas de asentamientos de forma más intensa luego de la toma de poder de Trump en los Estados Unidos, es que el Gobierno Israelí anunció estos más de 3,000 nuevos asentamientos en Jerusalén del Este y Cisjordania. Pero esta no ha sido la única cortina de humo que ha buscado utilizar Netanyahu para distraer la atención pública de estos escándalos. Otra cortina de humo ha sido la polémica ocasionada por un Tweet de Netanyahu en el que se mostraba a favor de la construcción del muro que Donald Trump propone en la frontera de Estados Unidos con México. En el Tweet, Netanyahu no sólo mostró un total irrespeto hacia el pueblo mexicano, sino que de paso mostró su desprecio por el pueblo palestino. El Tweet del Primer Ministro israelí decía lo siguiente: “El Presidente Trump tiene razón. Yo construí un muro sobre la frontera sur de Israel. Éste detuvo toda la inmigración ilegal. Un gran éxito. Una gran idea” (10). Esto ocasionó toda una polémica, que incluso ha hecho que se le critique al político israelí precisamente por apoyar, e incluso realizar, políticas parecidas a las de la Alemania nazi, específicamente en relación a los muros con que los nazis detenían en campos de concentración a los judíos (11).
A pesar de todo lo anterior, Netanyahu y su Gobierno cometen un gran error en creer que la Administración Trump es una aliada de sus políticas. Puede que el Gobierno de Trump en los Estados Unidos esté a favor de las políticas de asentamientos del actual Gobierno de Israel, pero eso no significa que, en el eventual caso que estas políticas de asentamiento le ocasionen a Israel consecuencias como el aislamiento político internacional, sanciones internacionales, o incluso algo mucho peor, como una acción militar, por ejemplo, la Administración Trump realmente busque defender al Estado de Israel. Especialmente si se toma en cuenta que existen voces anti-semitas dentro de la Casa Blanca, como la del principal asesor presidencial, Steve Bannon, vinculado al movimiento anti-semita estadounidense, alt-right (12).
Lo que sí queda claro con la situación política actual en Israel, es que ya no es posible una solución negociada por las partes en el conflicto israelí-palestino. Incluso cabría preguntarse si alguna vez esto realmente era una opción para solucionar el conflicto, debido a la gigantesca asimetría de poder entre las partes. Aunque la resolución de las Naciones Unidas fue un paso en la dirección correcta para que la comunidad internacional busque forzar a las partes, especialmente a Israel, a una solución real al conflicto, son necesarias acciones más proactivas y explícitas que meras declaraciones de gobiernos oponiéndose a los asentamientos, o resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, a las que Israel actualmente no tiene problemas de infringir. Por lo pronto, queda por ver si Benjamín Netanyahu y el Likud logran sobrevivir o no a estos escándalos políticos que han sacudido a Israel.