Centroamérica en su laberinto

La integración centroamericana es un imperativo geográfico, económico, social e histórico.  Aún cuando hay fuertes divergencias entre los países, estos han logrado avances en el proceso de integración. En las negociaciones con la Unión Europea lograron superar el escollo de la representación única y consensuar una vocería rotativa, así como retomar la senda de la negociación después del retiro de Nicaragua el pasado mes de abril. En principio,  los Estados centroamericanos están preparados para dar fin al proceso del Acuerdo de Asociación con Europa en la reunión que sostendrán en Tegucigalpa.

No obstante, el pendiente es muy grande y no pareciera solucionarse con el Acuerdo de Asociación. Un mayor grado de integración económica a partir de la Unión aduanera no se ha logrado, conforme lo pedido por la UE (que después contemporizó)  antes de iniciar las negociaciones. Faltan como 350 productos por armonizar y el tema del arancel único tiene trabadas las negociaciones. El especialista costarricense Dr. Jaime Granados dijo en una reciente conferencia en la Escuela de Relaciones Internacionales de la UNA  que “la desconfianza en la recaudación del arancel único” es uno de los aspectos que dificulta el avance de la Unión Aduanera. Debe definirse si se cobra por el país donde entra la mercancía o por el país de destino final.

El proceso negociador de este Acuerdo de Asociación muestra las llagas abiertas de Centroamérica, parafraseando al escritor uruguayo Eduardo Galeano. Digo esto porque el acuerdo de libre comercio (uno de los tres componentes del Acuerdo de Asociación y el más importante para Europa),  a quien más beneficia es a Costa Rica y a Guatemala, países que acaparan más del 50% del comercio con la Unión Europea. Los demás, especialmente Nicaragua y Honduras, no tienen las condiciones de desarrollo relativo que les permita,  en breve tiempo, favorecerse de la puesta en práctica del acuerdo de libre comercio con la UE. Esto explica la posición de Nicaragua de exigir un fondo para el desarrollo o la cohesión social que crispó los nervios de algunos centroamericanos. Difícil decir si el monto es desproporcionado frente a la tragedia social de este país, cuyo sistema económico expulsa  permanentemente a sus trabajadores y trabajadoras, especialmente hacia Costa Rica, donde no se tienen cifras definitivas sobre los cientos de miles de nicaragüenses que viven o sobreviven aquí.

Es natural que Nicaragua quiera sacar el mejor  partido en la única gramilla que tiene para jugar: la cooperación internacional.  Por eso  ¿Hasta dónde el Acuerdo de Asociación realmente profundiza la integración centroamericana? Es una pregunta cuya respuesta no queda sustentada con lo hecho hasta ahora, más bien pareciera lo contrario. No podría ser de otra manera cuando observamos que los países más que el interés regional procuran su propio beneficio (esto no es nuevo), pero se suma a esa debilidad regional el pésimo desempeño político de dos países: Nicaragua y Honduras que suman tensiones a los añejos problemas sociales que ambos arrastran. El ALBA de Chaves no despunta en esta región.

En el contexto de la crisis financiera internacional Europa está en lo suyo y en este proceso de apertura comercial no representan ningún movimiento altruista ni filantrópico,  como alguien podría creer. La senda ha sido trazada en el documento “Una Europa Global: Competir en el Mundo” (Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social, del 4 de octubre de 2006). Las discrepancias centroamericanas se han incrementado en este proceso de negociación, perjudicando la incipiente integración regional, y beneficiando a la parte más fuerte,   lo que curiosamente también se ha producido en el Caribe en el proceso de negociación con los europeos. La CEPAL[1] lo ha advertido.

Ante la panorámica regional y en el contexto de una crisis global de difícil recuperación,   el Gobierno de Costa Rica y sus instituciones deben realizar los mayores esfuerzos por propiciar la integración económica y social centroamericana. La actitud  negativa ante la integración centroamericana y aislacionista favorece los intereses extra regionales y en consecuencia perjudica al país. Quisiéramos ver una política exterior más protagónica,  con la camiseta del regionalismo bien posicionada en el istmo centroamericano. Seamos luz en este laberinto y no confusión.