Suite Habana

 

A finales de junio pasado, tuve la oportunidad de entrevistar al historiador cubano, Dr. Antonio Álvarez Pitaluga, en ocasión de la reciente publicación de su libro “miradas culturales a la historia de América Latina: ensayos para un debate” por la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, en Nicoya. La primera parte del libro consta de cinco ensayos por medio de los cuales el autor hace una revisión de la historia cubana.

En uno de los ensayos, “Retrospectiva histórica del cine cubano (1959-2020)”, el doctor Álvarez señala que en la cinematografía cubana la película “Suite Habana” (2003), del director Fernando Pérez, inaugura un proceso de percepción y de sensibilidad realista y descaranado sobre la sociedad cubana a través del cine. La película pone a rodar el lente sobre los cuerpos de diez personas en la ciudad de La Haba (que bien pudiera ser en Cienfuegos, Pinar del Río u otra ciudad), diez historias que revelan el estado de ánimo de una sociedad que ya no persigue el mismo sueño, un sueño único, sino que ahora, son varios, muchos sueños y que, en su mayoría, son inconclusos.

Suite Habana es la muestra de una estética social que ya no descansa sobre los hitos revolucionarios de “patria o muerte”, sino sobre otro tipo de sueños, de esperanzas que se hacen, deshacen y rehacen en los solares de los vecindarios, en las calles y en toda actividad que se desarrolle en cualquier ciudad en la isla.

Trece años después, el mismo director, Fernando Pérez, lanzó “Últimos días en la Habana” (2016), en donde, a su criterio, la situación social había empeorado. Suite Habana surgió al calor de una apuesta económica basada en el turismo, las exportaciones de níquel, el ingreso recibido por remesas y de una alianza especial con la revolución bolivariana inaugurada por Hugo Chávez. Mientras que, la segunda película, es el resultado de una economía que enfrentaba la muerte de Fidel Castro, los efectos de la crisis financiera global sobre el turismo, el ascenso al poder de Donald Trump, el endurecimiento de medidas hacia la isla y el debilitamiento de las exportaciones de servicios médicos a Venezuela.

Dice el profesor Álvarez Pitaluga que este tipo de cine mostró el estremecimiento de la sociedad cubana ante la realidad no deseada, el “terror de la pesadilla”, el fin del sueño revolucionario común acentuado por la crisis de los últimos quince años y la lenta capacidad de las instituciones para tomar decisiones y promover cambios. La actual constitución política se aprobó hasta el año 2019, cuando ya, como se muestra en “últimos días en la Habana”, muchos de los sueños cubanos se concretaban dejando la isla. El cine, desde hace casi veinte años nos viene anunciando la finalización del llamado “excepcionalismo cubano”, como afirmó mi buen amigo, Andrés Serbín, hace pocos días en una entrevista en Buenos Aires.

La actual Constitución Política de Cuba fue aprobada y ratificada por la Asamblea Nacional de Poder Popular, en febrero del año 2019, mientras tanto, el Presidente Trump anulaba los avances propuestos en la Hoja de Ruta del Presidente Obama y, además, desenfundaba más de doscientas (243) nuevas medidas que agravaron el crisis social y económica de la ciudadanía en los solares que muestran las películas, mencionadas anteriormente.

En 1993, Tomás Gutiérrez y Juan Carlos Tabío lanzaron el largometraje “Fresa y chocolate” en donde ya se advertía esa estética social de la población cubana, pero que no convergían en los solares, en las calles, en las plazas de la Habana. Esta película mostró el control revolucionario sobre los patios de las casas. Hoy, los sueños se multiplican por la isla, pero, además, se están congregando no solo en los solares, sino, además, en las calles, en las plazas, en las redes sociales.

Quizá, como dijo Fernando Pérez, en una carta leída en Casa de América, Madrid (2016), en ocasión de un coloquio internacional sobre cine cubano, “la verdadera utopía, como lo confirman los más sencillos habitantes, tendrá que ser el resultado de los más diversos sueños individuales y no de un único sueño programado y general.”

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