Identidad nacional y política exterior. Algunos componentes teóricos
La investigación de la relación entre los procesos de construcción de identidad nacional y política exterior no ha sido un tema de interés en la región centroamericana (1). Por el contrario, los análisis de política exterior han estado más vinculados con el concepto de interés nacional o con elementos micro, ligados con la personalidad de los tomadores de decisiones. De tal manera, se han descartado algunos componentes vinculados con el esquema de valores propio de las élites o de los grupos subalternos que influyen directamente en este tipo de decisiones. Desde esta perspectiva, estas cortas líneas se encuentran dedicadas a, desde un abordaje teórico, plantear la relación entre ambos fenómenos.
Para los efectos de este texto, se entiende identidad como “… el proceso por el cual los actores sociales construyen el sentido de su acción [pertenencia a una comunidad] atendiendo a un atributo cultural (o conjunto articulado de atributos culturales) al que se da prioridad sobre otras fuentes posibles de sentido de la acción.” (2) Será nacional cuando los elementos de pertenencia se encuentran vinculados con elementos que “en principio distinguen a una comunidad política”.
El estudio de la influencia de la identidad nacional en los procesos de formulación y ejecución de la política exterior se intensificó con el final de la Guerra Fría. En esa coyuntura, un numeroso grupo considerable de países enfrentaron el reto de reconstruir su identidad nacional, dado los cambios geopolíticos generados por la caída de la Unión Soviética, la consiguiente reducción de la influencia ideológica del pensamiento marxista en los discursos nacionales; así como el avance acelerado de los procesos de integración regional y nacional (Por ejemplo, la Unión Europea y Alemania, respectivamente) (3).
Contribuyó, asimismo, a la elaboración de este tipo de estudios la reducción del peso en el ámbito académico de las teorías (neo) realistas de las relaciones internacionales, dominantes hasta ese momento, que restan relevancia a los componentes psicológicos y axiológicos del comportamiento de sujetos (individuales o colectivos) que se vinculan internacionalmente (4). Concomitantemente, se elaboran estudios historiográficos y sociológicos que revisaban críticamente el concepto de identidad nacional que se remontaban a la década de 1980, cuando surgió una fecunda discusión académica a partir de textos como los de Bennedict Anderson y Eric Hobsbawn (5). En estos textos, el proceso de conformación de la identidad fue desmitificado de su carácter inmutable e inherente a las comunidades políticas, para establecer que la construcción de identidad es dinámica y constituye un instrumento dentro de los procesos de lucha por el poder en una sociedad.
En este sentido, de la serie de trabajos publicados sobre esta relación se distingue el carácter dialéctico de sus componentes pues se afectan mutuamente, que produce -al menos- tres tipos de situaciones: (a) la política exterior como reflejo de la identidad nacional, (b) la política exterior como instrumento para la construcción de la identidad nacional y (c) la política exterior y la construcción del rol internacional del Estado. Estos acercamientos se separan para facilitar su análisis, pero es normal que interactúen, aunque en diferentes grados, en otros términos, al mismo tiempo el desarrollo de la política exterior puede reflejar un proceso interno, lo puede fortalecer y generar una imagen internacional.
(a) La política exterior como reflejo de la identidad nacional
Este constituye uno de los fenómenos más identificados por la literatura especializada. Los estudios en cuestión parten del supuesto que la política exterior refleja las visiones propias de la realidad doméstica y, por consiguiente, la conducción de esta refleja la identidad forjada internamente. De tal forma, los mitos y valores que se construyen en el ámbito interno condicionan el entramado de códigos con que se analiza la realidad internacional (6).Por ejemplo, en los países que se conciben como potencias ambientales tenderán a llevar al plano internacional este tipo de iniciativas.
(b) La política exterior como instrumento para la construcción de la identidad nacional
En este abordaje la política exterior no necesariamente refleja una construcción interna, sino que pretende contribuir a su desarrollo. ¿Cómo? Ante la debilidad de los agentes en el plano interno, se elaboran discursos y acciones en el plano internacional que, dependiendo de su éxito, pueden ser llevados al plano interno para robustecer y consolidar su posición como productores de los procesos de identidad nacional (7). Por ejemplo, en momentos de debilidad algunos actores dirigen su discurso a atacar a otros en el plano internacional, estas acciones permiten crear una distracción y un motivo para llamar a la “unidad nacional” para defender los intereses estatales, lo que permite galvanizar las divisiones internas.
(c) La política exterior y la construcción del rol internacional del Estado
La tercera línea se fundamenta en el concepto de rol declarado desarrollado por William Lahneman (8). Para este autor, los actores pretenden con sus actos y discursos crear una imagen de los Estados que representan ante sus contrapartes, esta se reproduce constantemente con el objetivo de asumir un rol en la sociedad internacional. Desde esta perspectiva, una de las funciones de la política exterior consiste en construir una identidad que se intenta introducir en los otros actores, para que esas percepciones condicionen su comportamiento hacia el emisor del mensaje. Por ejemplo, la colaboración de un Estado con misiones de paz o en procesos de cooperación triangular permiten establecer una imagen de actor comprometido con ciertos valores de la comunidad internacional.
¿Cómo operan estas categorías en casos concretos? En el transcurso de los próximos análisis se estudiarán los casos de Rusia, Brasil y México siguiendo estos abordajes.
Notas
1- Se entiende por política exterior las acciones – planificadas o no – que van dirigidas hacia otros actores internacionales.
2- Castells, Manuel, Globalización, Estado y sociedad civil: el nuevo contexto histórico de los derechos humanos, Isegoría, 22, (setiembre 2000),5-17, 9. En dirección electrónica: http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/518/518. Revisado 23 de noviembre de 2017.
3- En este desarrollo fue fundamental el texto Bloom, William, Personal Identity, National Identity and International Relations, Londres, [Cambridge University Press], 1990. Sobre los cambios en el estudio de la política exterior ver Beasley, Ryan y Snarr, Michael, “Domestic and International Influences in Foreign Policy”, en Beasly, Ryan y otros (editores), Foreign Policy in Comparative Perspective. Domestic and International Influences on State Behavior, Washington D. C., [CQ Press], 2002, pp. 321-348.
4- Prizel, Ilya, National identity and Foreign Policy. Nationalism and Leadership in Poland, Russia, and Ukraine. Edimburgo, [Cambridge University Press], 1998, pp. 12-37. Ejemplo de este viraje pueden verse en Wallace, William, “Foreign Policy and National Identity in the United Kingdom”. International Affairs (Royal Institute of International Affairs 1944-), Vol. 67, No. 1 (enero, 1991), pp. 65-80; Smith, Antony, “National Identity and the Idea of European Unity”. International Affairs (Royal Institute of International Affairs 1944-), Vol. 68, No. 1 (enero, 1992), pp. 55-76; y, Aggestam, Lisbeth, “Role Conceptions and the Politics of Identity in Foreign Policy”, Working Papers, ARENA Centre for European Studies, N° 99/8 (1999).
5- Anderson, Bennedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, [Fondo de Cultura Económica], 1991; y Hobsbawn, Eric y Ranger, Terence (editores), La invensión de la tradición, Barcelona, [Editorial Crítica], 2002.
6- En este sentido ver Hixson, The Myth of American Diplomacy…, pp. 13-15; Wallace, “Foreign Policy and National Identity…”, pp. 66-68.
7- Prizel, National identity and Foreign Policy…, p. 19.
8- Lahneman, William, “Changing Power Cycles and Foreign Policy Role-Power Realignments: Asia, Europe, and North America”, International Political Science Review, Vol. 24, No. 1, (enero 2003), pp. 97-111.