Análisis semanal 102: Nueva cara al timón de las Naciones Unidas: ¿Quién es António Guterres? (16 de enero de 2017)

Año: 
2017

 

El primero de enero de 2017, el Secretario General saliente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, le entregó las riendas del organismo más importante de la institucionalidad internacional a su sucesor António Guterres. El portugués de 67 años ha sido primer ministro en dos ocasiones, y desde el 2005 hasta el 2015 dirigió el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Una figura discreta pero reconocida, Moon lo caracterizó como alguien a quien “se le veía allí donde importa, en los frentes de conflictos armados y donde haya sufrimiento humano” (1). A todas luces, difícilmente alguien más comedido que su predecesor.

La elección de Guterres fue singular en diversos aspectos. Es el primer Secretario General que ha sido previamente Jefe de Gobierno. Durante un proceso histórico de votación, por primera vez se hizo a un lado el proceso tradicional de selección a puerta cerrada por unos cuantos países poderosos, para favorecer un método más transparente que incluyó discusiones públicas con cada uno de los candidatos para que presentaran sus propuestas de campaña por el puesto diplomático más importante del mundo. Con el resultado, también se descartaron tanto la tradicional alternancia regional del puesto -cuyo turno correspondía a Europa del Este- como a los llamados para elegir por primera vez a una mujer. Pero ¿quién es António Guterres?

Ingeniero por educación, se involucró en la política de su país cuando fue elegido como miembro del parlamento por el partido socialista en 1976, las primeras elecciones tras la revolución. El joven Guterres se dejó crecer el bigote en honor al expresidente chileno Salvador Allende (2).

Continuó cosechando popularidad hasta que en 1995 fue electo como Primer Ministro, si bien con una minoría parlamentaria. A pesar de lo anterior, el buen desempeño de sus políticas socialcristianas le valió la reelección, pero una minoría parlamentaria, el estancamiento de la economía, y la muerte de su esposa, entre otras posibles razones, lo llevaron a la renuncia a la mitad de su periodo, en 2002. Poco después fue visto visitando varias veces a la semana los barrios de escasos recursos que circundan Lisboa, donde les daba clases de matemática gratuitas a los niños. Nunca dejo que lo filmaran, fotografiaran o documentaran estas visitas de ninguna forma. De allí en adelante tornó su interés a la diplomacia internacional.

Al hacerle frente al puesto de Secretario General, las elevadas aspiraciones de Guterres serán encontradas con retos del mismo calibre. Se verá enfrentado a la inminente toma de poder de Donald Trump en Estados Unidos, quien ha sido explícito en su desdén público por la institucionalidad internacional en general, y la ONU en particular. Guterres desde luego está consciente de ello y ya tiene programada una reunión oficial, poco después de su inauguración. Los Estados Unidos son, por mucho, el contributario más significativo al presupuesto de la ONU, aportando más del 20% de los fondos. El monto correspondiente al año fiscal de 2017 ya fue asegurado por Obama, pero lo que suceda después de allí es tan incierto como el proceder de Trump en otras cuestiones vitales de la política internacional, como el accionar ante nuevas provocaciones geopolíticas por parte de Rusia y China, o los esfuerzos por combatir el cambio climático (3).

Previendo la incertidumbre que muchos académicos y experimentados diplomáticos ya ven venir, el nuevo Secretario General se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin el 24 de noviembre anterior. La apremiante situación de la guerra civil siria presenta posiciones divergentes entre Moscú, los Estados Unidos y la Unión Europea, en cuanto al fin de las hostilidades y la división del poder entre el presidente Bashar al-Assad y el liderazgo sunní, que debe ser conciliada de alguna forma si se pretende avanzar hacia una resolución que termine la carnicería insensata de civiles (4).

En cuanto al conflicto entre Israel y Palestina, ha manifestado que enfatizará en la importancia de que Israel cumpla con lo estipulado en la controversial Resolución 2334 del Consejo de Seguridad (que condena los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados desde 1967, incluyendo Jerusalén Este), apoya la solución de los dos Estados basada en las Resoluciones 242 y 339, también del Consejo de Seguridad, y en el Acuerdo de Oslo y la Iniciativa Árabe para la Paz de 2002. Sin embargo, de acuerdo con la reacción de Israel ante la reciente Resolución 2334, esta tarea requerirá un trabajo titánico.

Finalmente, entre la complicación de los juegos geopolíticos de Rusia y China, a raíz del involucramiento del primero con las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la continuación de tensiones en Ucrania, que ha llevado incluso a la movilización de tropas y armamento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Polonia (5) por un lado; y la construcción de islas artificiales con presencia militar en el mar del Sur de China, en deliberada provocación hacia países como Japón y Corea, que tienen reclamos activos de soberanía en el mismo (6), por el otro; el deterioro de las condiciones de vida en Venezuela (7), y conflictos antiguos sin resolver como el de Sudán del Sur (8), el puesto se ha convertido en una verdadera prueba de valor.

Durante las actividades públicas de debate para el proceso de selección, así como en sus pocas declaraciones desde que asume el cargo, ha perfilado como sus propiedades fortalecer el rol de la institución en materia de operaciones de establecimiento y mantenimiento de la paz, urgiendo a que “el 2017 sea un año de paz”, y asegurando que “solo las soluciones globales pueden lidiar con los problemas globales, y las Naciones Unidas son la piedra angular de este enfoque”, por lo que “se necesita mediación, arbitraje y una diplomacia creativa”. Específicamente, planea involucrarse personalmente en los conflictos de Siria e Israel, así como en la implementación del acuerdo nuclear con Irán (9).

Su segunda prioridad más importante parece ser la de reformar, para replicar el éxito obtenido con su estrategia para ACNUR. Bajo su mando, se aplicó un abordaje amplio sobre las responsabilidades de la organización, ensanchando las categorías de protección y las definiciones. Mientras que la organización creció sin precedentes para atender el aumento igualmente exponencial de refugiados, se preocupó porque los fondos y las donaciones se utilizaran en el campo, y no en gastos administrativos (10).

Asimismo, pretende dirigir el enfoque a la prevención de crisis, en lugar de su manejo una vez que han ocurrido, para lo que indica la necesidad de sólidas alianzas entre organizaciones regionales, instituciones internacionales y financieras, y el sector privado (11).

Aseguró que aliviar el sufrimiento de aquellos en situaciones vulnerables, particularmente refugiados, personas en zonas de conflicto, y la igualdad de género, serán asuntos de especial atención. Su gabinete de hecho refleja esa búsqueda de representación igualitaria y paridad de género en los altos mandos, que otros Secretarios habían prometido (12). Por último, menciona como temas de importancia el cambio climático y la buena comunicación institucional.

A António Guterres, su período como Primer Ministro parece haberle conferido importante experiencia para negociar y cimentar buenas relaciones con las autoridades de la Unión Europea. Diversos miembros del Parlamento Europeo lo describen en una entrevista como “un negociador hábil, un diplomático sobresaliente, y un gran hombre” (13). Sin embargo, como se deriva de lo anterior, su nuevo puesto dista muchísimo de ser fácil.

Durante los diez años de Ban Ki Moon, las Naciones Unidas recibieron duras críticas por actuar muy poco y muy tarde, como suele suceder. Los Cascos Azules en sus esfuerzos de reconstrucción tras el terremoto de Haití, desataron una epidemia de cólera que mató 9 mil personas, de la cual intentó evadir responsabilidad. Se han reportado casos de abuso sexual a niños y mujeres en la República Centroafricana, perpetrados por esta misma fuerza, y el gobierno de Sri Lanka reprimió brutalmente una insurrección tamil en 2009 sin que se tomara ninguna posición decisiva al respecto.

Guterres, sin embargo, tampoco ha estado exento de críticas. Entre algunas que se le han lanzado está que su estilo parece ser el emitir declaraciones vagas acerca de las problemáticas, sin desafiar directamente a los gobiernos o sus acciones, evadir la toma de decisiones que impliquen una potencial disminución de su popularidad, y balancear los asuntos de modo que nadie resulte molesto, considerándolo en ocasiones “demasiado conciliador”, lo cual pone en duda cómo se desenvolverá en el puesto de Secretario General.

A fin de cuentas, con una comunidad internacional que da la impresión de ni ser comunidad, ni tener la voluntad o capacidad de liderar con lo que ello implica, a las puertas de esta nueva era, aquellos involucrados más de cerca en la institucionalidad internacional parecen perder de vista que la ONU no es ni más ni menos que los 193 países que la componen. Que lo anterior sea una afirmación reconfortante o inquietante, es debatible.