Análisis semanal 561: Partidos políticos en crisis: casos en diversas latitudes (22 de julio de 2024)

Fuente: El Comercio, 2020

La diversidad de partidos en varios países suele ser signo de su salud democrática, en otros algunos un efecto de la fragmentación social que atraviesa. En cualquiera de los aspectos, suele haber partidos más institucionalizados o tradicionales que otros. Por ello, es de interés observar cómo en algunos de esos países han entrado en crisis, perdiendo su caudal de votos y cediendo (sin desearlo) su estancia en los diversos puestos de poder. Tal situación, cabe destacar, no es un síntoma que atañe únicamente a las democracias latinoamericanas, sino que impacta a diversos Estados alrededor del planeta.

El 2024 ha sido un año en el que se han llevado a cabo diversas elecciones en las que se eligen primeros(as) ministros(as), presidencias, legisladores(as) y toda una serie de puestos de representación elegidos por la ciudadanía, pero que le son concedidos en su mayoría a personas integrantes de partidos políticos, cediendo a estos últimos un papel fundamental dentro de los sistemas de democracia y sistemas de gobierno. Países como México, Sudáfrica o Reino Unido ya han llevado a sus votantes a las urnas, mientras países como Estados Unidos y Venezuela aún se encuentran en vilo por la incertidumbre del qué pasará.

Sudáfrica y el Congreso Nacional Africano

Recientemente se realizaron elecciones generales en Sudáfrica, las cuales estuvieron marcadas por los cuestionamientos y el debilitamiento del partido Congreso Nacional Africano, principalmente a causa de casos (algunos sin confirmar) de corrupción.[1]

Tal partido fue parte de los diversos grupos que hicieron frente al apartheid en Sudáfrica, aliándose, a pesar de sus inclinaciones no violentas, a algunos grupos armados, como el llamado “Lanza de la Nación”[2], hasta que en 1994 logra llegar al poder, llevando a Nelson Mandela como abanderado, y convirtiéndose durante los siguientes treinta años en el partido más dominante de la política sudafricana. No obstante, esto le ha provocado un profundo desgaste político, debido a su incapacidad por responder a las nuevas necesidades del electorado.[3] Si bien el presidente Cyril Ramaphosa logró obtener un segundo mandato presidencial, este tuvo que ser mediante un gobierno de unificación nacional, ya que su fuerza legislativa en el congreso no logró ser lo suficientemente alta para declararlo presidente por la sola cuenta del partido.

Uno de los factores que llevó a la difícil posición de Ramaphosa fue el surgimiento del partido uMkhonto weSizwe (MK), el cual postuló en un primer momento al ex presidente Jacob Zuma. A pesar de que Zuma fue impedido de participar como candidato a la presidencia debido a sus expedientes por corrupción (algunos ya condenados), el partido también obtuvo un interesante apoyo, al punto de que, con tan solo unos meses en la arena política, logró colocarse como la tercera fuerza política.[4] A su vez, la Alianza Democrática (AD) también consiguió una fuerte aceptación en el nivel de votos, lo cual le permitió ser la segunda fuerza del congreso y el partido con el cual Ramaphosa tuvo que crear conciliaciones para tener acceso a su segundo mandato.

Reino Unido y el regreso de los Laboristas

Otro país que tuvo elecciones generales de manera reciente fue Reino Unido. En el caso de este país, se dio la estrepitosa caída del Partido Conservador, liderado por el primer ministro saliente Rishi Zunak. Tal agrupación obtuvo apenas 121 escaños, representando un desplome electoral después de haber obtenido más de 300 escaños en 2019.

Debido a este resultado, el Partido Laborista logró llegar a 412 escaños, lo cual le permite erguirse no solo como el nuevo partido en habitar 10 Downing Street, sino que tal cantidad de escaños le permitirá gobernar de manera “solitaria”, pues sobrepasa los 326 que exige la legislación para poseer una mayoría decisiva. La victoria obtenida permite al líder del partido, Keir Starmer, de 61 años, convertirse en primer ministro. Starmer ha sido caracterizado por ser un político más moderado que su predecesor en el liderazgo del laborismo, Jeremy Corbyn, lo que permitió postular al partido como una agrupación con nuevo rostro, comprometido con el cambio y el bienestar y con políticas de ideología más centrista.[5] Así, el Partido Conservador, si bien no salió de la arena política, se vio relegado a un puesto de oposición en el cual no tiene mucho margen de maniobra, esto tras haber estado catorce años al frente de Reino Unido.[6]

México y el continuismo de MORENA

El 2 de junio de 2024 México llevó a cabo elecciones generales, las cuales estuvieron protagonizadas principalmente por Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y la tardía aparición de Jorge Álvarez Máynez, en representación, respectivamente, de la coalición MORENA, PT y PVEM, la coalición PRI, PAN y PRD, y el partido Movimiento Ciudadano.[7]

Con al menos un 59 % de los votos a su favor, Sheinbaum resultó ganadora, convirtiéndose en la primera presidenta de México y provocando que MORENA obtenga otro sexenio en el gobierno mexicano. Además, la agrupación también logró mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, lo cual le otorga a la agrupación un fuerte y amplio eje de maniobra política para llevar a cabo los proyectos que tiene planteados. La victoria no solo marca seis años más de gobierno para su movimiento, sino que también marca otro golpe al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de manera casi hegemónica durante al menos setenta años hasta el 2000, que apareció la victoria de Vicente Fox con el Partido Acción Nacional (PAN) y su continuismo en 2006 con Felipe Calderón. Este último también recibió un fuerte impacto, puesto que perdió gran parte de su base electoral con la victoria de MORENA[8].

Costa Rica y las crecientes pérdidas del PLN

No solo las elecciones presidenciales o generales han marcado el 2024. Para el caso de Costa Rica, su contribución electoral se da por las elecciones municipales, en las que se eligen síndicos, concejales y alcaldes de 84 municipalidades. El 04 de febrero el PLN sufrió otro revés en sus aspiraciones electorales, pues la agrupación apuntaba a pasar de 43 a 50 alcaldías, sumando siete cantones a su dominio. No obstante, duplicó su número en negativo, pues lejos de ganar, perdió 14 alcaldías en el país. Este golpe se suma a las fuertes pérdidas que ha tenido el partido desde el lento desplome del bipartidismo en el país, entre las cuales vemos, por ejemplo, que ha pasado de poseer mayorías en el parlamento (o al menos ocupar mínimas negociaciones para llegar a esta), a ser solo la principal fuerza del legislativo con 19 diputaciones, lo cual, si bien les sigue dando cierto papel político, es signo de su debilitamiento[9].

Liberación Nacional fue el partido predominante en la política costarricense desde la fundación de la Segunda República en 1949, alternándose el poder con coaliciones que formarían después el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). Durante muchas décadas Liberación Nacional logró consolidarse como el partido más permanente y fuerte del país.[10] Desde un inicio, lograba la mayoría en el parlamento o necesitaba de mínimas negociaciones con la oposición para lograr sus proyectos, hecho que empezó a verse desdibujado con la aparición de opciones como Movimiento Libertario (ML) o el Partido Acción Ciudadana (PAC), así como otra serie de partidos que a partir de 1998 empezaron a fragmentar cada vez más el parlamento.

La fatiga electoral: el precipicio de los partidos políticos

Como se vio, son diversos los países en donde los partidos políticos más hegemónicos han ido en creciente declive, algunos más recientes que otros. Claro está que  lo anterior es solo una ejemplificación de algunas de las realidades en diversas latitudes de la escena internacional, no obstante, son diversos los países y partidos que enfrentan estos retos en mayor o menor medida.

Los crecientes escándalos de corrupción han sido, en gran manera, detonantes de la fatiga del electorado que, en aras de castigar a los hegemones, optan por abstenerse al voto o entregarlo a otro partido en el cual vea, sino plena, al menos alguna esperanza; como en el caso del desplome del PRI en México[11], el debilitamiento del PLN en Costa Rica[12] y el descenso del ANC en Sudáfrica[13], entre otros. Asimismo, temas como la creciente pobreza han puesto en jaque la estabilidad política de los partidos. Utilizando el caso del ANC en Sudáfrica, este fue uno de los temas que provocó el descontento de su base electoral, ya que al llegar a su fin el apartheid, los sudafricanos vieron la esperanza de mejorar sus capacidades económicas y adquisitivas, demanda a la cual el ANC no ha podido responder de manera completamente complaciente.[14] Por el contrario, al menos un 20 % de su población vive bajo el umbral de pobreza, mientras el 80 % de la riqueza del país está distribuida en una de cada diez personas.[15] Temas iguales, o al menos similares, afectan al Partido Conservador en Reino Unido: crisis en servicios públicos y la educación, casos de corrupción en los que se señalan al ex primer ministro Boris Johnson, y el marcado fracaso del Brexit le han dado una estocada al partido.[16]

Auge de nuevos partidos

Ante la escalada del descontento con los partidos tradicionales, un factor que ha provocado la pérdida de gran parte de su caudal electoral ha sido la aparición de nuevos partidos que logran captar la atención y el apoyo de la ciudadanía. Continuando con los casos anteriores, en el caso de México, el PRI, el partido más antiguo de la historia actual mexicana, y el PAN, fundado en 1939, fueron relegados a ser oposición de MORENA, partido joven que existe desde 2011 y llegó al poder en 2018.[17] Sudáfrica, por su parte, vio cómo el Congreso Nacional Africano cayó en amenazante picada debido a la irrupción del MK, fundado en diciembre de 2023, y que si bien quedó en tercer lugar del legislativo, representó una enorme fuga de votantes para el partido, que había dominado la arena por treinta años.

Costa Rica, sin quedarse atrás, vio la irrupción del Partido Acción Ciudadana (PAC) y el Movimiento Libertario (ML) a finales del siglo XX. Si bien no lograron arrebatarle la presidencia en primera estancia a los partidos hegemónicos, alcanzaron llevar al país a la desconocida situación del balotaje en 2002, además de lograr quitarle escaños tanto al PUSC como al PLN en la Asamblea Legislativa. A su vez, con el nacimiento de nuevos partidos en años posteriores, se observa un congreso cada vez más fragmentado, y en paralelo, un debilitamiento progresivo del PLN. En 2014 y 2018 el PAC logra arrebatar la administración del Poder Ejecutivo[18], y en 2022 este poder lo arrebata el Partido Progreso Social Democrático (PPSD), agrupación fundada hasta 2018.

Por último, aunque en Reino Unido volvió al poder el Partido Laborista, que es uno de los partidos tradicionales, gran parte de la pérdida de los conservadores se debe a la alza del partido Liberal Democrats y Reform UK. Este último no sobrepasó los cinco escaños en el parlamento, pero representó una enorme fuga de votantes del conservadurismo, que pasaron de votar por la representación de Sunak, a optar por darle apoyo a Nigel Farage, famoso impulsor del Brexit.[19]

Comentarios finales

Los partidos políticos representan un eje transversal en la representación democrática, siendo los principales medios para lograr la representación ciudadana y capaces de captar el apoyo popular. No obstante, es visible, con lo recientemente expuesto, cómo las agrupaciones partidarias tradicionales o hegemónicas de diversos países se han empezado a enfrentar a la crisis de identidad, en las cuales no logran capitalizar el apoyo que hasta hace unas décadas lograban obtener con creces. En su lugar, la ciudadanía, en gran parte de los casos, ha optado por castigar los oficialismos de manera contundente, arrebatándoles el apoyo y, por ende, el derecho a gobernar sobre sus respectivas naciones.

Las personas se han inclinado por nuevas opciones políticas en las cuales confían, al menos un poco, para recuperar la esperanza, bajar los índices de corrupción y pobreza y, además, alcanzar al menos un poco de confianza en la democracia y los partidos. Es de interés observar que no solo es una realidad de Costa Rica o América Latina; países expuestos en este documento son del continente americano, europeo y africano, permitiendo asegurar que la crisis de los partidos no es algo local, sino algo que se desenlaza por el descontento social, sin importar la latitud. Como consecuencia, los partidos tradicionales deben, en el menor plazo posible, reinventarse para poder al menos mantenerse vigentes en la arena política.