El 3 de setiembre de 2017 Corea del Norte llevó a cabo su sexta prueba nuclear subterránea. Las pruebas han sido complementadas con el incipiente desarrollo de un sistema de misiles balísticos de alcance intermedio (MBAI) e intercontinental (MBIC). Las pruebas aceleradas en conjunción a la tecnología de misiles balísticos implica que Kim Jong-un ha desarrollado un sistema de armas con las que podría atacar posiblemente a los Estados Unidos continentales. El 4 y 28 de julio y el 28 de agosto de 2017, por ejemplo, Corea del Norte probó misiles balísticos Hwasong-14, está última fecha sobre la isla de Hokkaido del norte de Japón. En respuesta, los Estados Unidos desplazó el 28 de julio Bombarderos B-1B sobre espacio aéreo surcoreano, en conjunción con aviones de guerra japoneses y surcoreanos. Cada prueba nuclear ha constituido una aproximación a lo que décadas de conversaciones internacionales han intentado evitar: un arma nuclear en manos de uno de los Estados más impredecibles del mundo. La paciencia estratégica, los años de postura e intentos de negociación por potencias extranjeras no han detenido el emergente potencial norcoreano de armas nucleares.
Es poco probable que ese Estado abandone el programa nuclear ya que éste es un elemento central de la estrategia de seguridad nacional; si Corea del Norte no se desnuclearizó anteriormente, a pesar del aislamiento y las sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional, es difícil que lo haga ahora cuando ya ha alcanzado en gran medida el objetivo. El programa desafía el estatus quo estratégico, desde la península coreana hasta el régimen global sobre no proliferación de armas nucleares. Su pequeño programa de armas nucleares (se calcula que tenga unas 30) y MBIC, pero en crecimiento rápido, ha sido acompañado de una retórica de agresión. También ha introducido una gran complejidad en el paisaje global de seguridad, imponiendo enormes costos geoestratégicos y militares no sólo sobre Corea del Norte misma, sino sobre los Estados vecinos y Occidente, principalmente los Estados Unidos. La región está atrapada en un callejón sin salida aparente; en otras palabras, en un dilema de la seguridad regional concentrado e intenso que pone bajo presión la estabilidad del ambiente global de seguridad. A la luz de este breve panorama dos interrogantes deben de someterse a juicio crítico; primero, ¿Por qué el líder supremo Kim Jong-un quiere armas nucleares?; segundo, ¿Cuáles son las opciones estratégicas de Corea del Norte y de Occidente?
¿Por qué el líder supremo Kim Jong-un quiere armas nucleares?
Las intenciones por nuclearizarse podrían ser una mezcla de factores que incluyen la supervivencia del régimen, posicionamiento como potencia en el famoso Club Nuclear (prestigio) y competencia por el poder. Con relación a la supervivencia del régimen, las ambiciones nucleares de Kim Jong-un son una expresión de la política de identidad del régimen. Esta conjetura adquiere sentido si observamos que la legitimidad del liderazgo político de la dinastía Kim está enraizada en una narrativa de defensa contra un Estados Unidos ‘implacablemente hostil’. La Guerra de Corea de 1950-53, enmarcada en la propaganda norcoreana como resultado de la guerra contra los Estados Unidos, es un instrumento de socialización fuerte. Es utilizada para representar a los Estados Unidos, ante el pueblo norcoreano, como un enemigo que tiene la intención de destruir a Corea del Norte. Para la generación más vieja del país que participó en la Guerra y que recuerda las acciones estadounidenses durante el conflicto, cuando prácticamente todos los centros urbanos fueron obliterados por los bombardeos enemigos, esta narración es convincente, por lo tanto, es reforzada sistemáticamente para la población en general en los mensajes políticos diarios del Estado. (1) Según el cálculo estratégico de Pyongyang, la única garantía de la sobrevivencia nacional es la posesión de una capacidad creíble de armas de destrucción masiva. En consecuencia, si los Estados Unidos son una potencia convencionalmente superior y con armas nucleares, con 28.000 soldados establecidos en Corea del Sur y mantiene la política de una opción nuclear del primer ataque, que según Pyongyang amenaza al país y al régimen, claramente la única disuasión son las armas nucleares.
En el contexto de las actuales tensiones geopolíticas, la respuesta de “fuego y una furia nunca antes vistas,” vociferadas por el presidente estadounidense Donald Trump el 9 de agosto de 2017, frente a las amenazas norcoreanas, tienen el efecto contraproducente de solidificar el desarrollo del programa nuclear, su correlación con la identidad política y supervivencia del régimen, concomitantemente ensanchando el dilema de seguridad regional.
El cálculo racional norcoreano, de igual forma, persigue el objetivo estratégico aparente de desacoplar a los Estados Unidos de sus aliados asiáticos. El propósito buscado por Kim Jong-un es posicionarse relativa y ventajosamente en la balanza del poder regional, para la cual necesita una disuasión creíble. Así, entre más creíble y efectiva sea su disuasión nuclear más coherencia y acoplamiento necesitarán sus adversarios para contrapesar el potencial norcoreano. Teóricamente existe una fuerte postura de disuasión nuclear entre los Estados Unidos y sus aliados que busca detener a adversarios armados con armas nucleares. En contraste, si bien es cierto que el plan nuclear norcoreano e intenciones no han desacoplado a sus adversarios, han expuesto la inhabilidad de los Estados Unidos y sus aliados regionales en detenerlo. También en llegar a un acuerdo unificado y fuerte referente a Corea del Norte que incluya a China y Rusia.
No obstante, frente a este panorama, Corea del Norte está bajo presión y tiene tres opciones estratégicas sobre mesa. Primero, una de transformación y estabilización, en la cual se asegure la sobrevivencia del régimen y su recuperación económica, mientras se motive positivamente la integración sistémica del Estado en el teatro internacional. El incentivo a cambio sería que Kim Jong-un suspenda voluntariamente sus armas nucleares por un alto nivel de beneficios económicos y diplomáticos. A pesar de su atractivo, esta opción es recusable, a como implicado, tomando en cuenta, además de todo, el prestigio y poder que las armas nucleares acarrean, así como su vitalidad del régimen.
La segunda opción es de compromiso. Bajo esta opción, Corea del Norte debe establecer un tipo de congelamiento intermedio del programa nuclear y de las capacidades militares convencionales. La idea es que Kim Jong-un pueda continuar parcialmente con el desarrollo y retención de cierta capacidad material de disuasión nuclear, mientras se preserva al régimen y se mantiene la norma de no proliferación de armas de destrucción masiva; todo a cambio de beneficios y asistencia económica. El fin es estabilizar la situación estratégica regional, evitar la carrea de armamentos, mientras se mantiene una puerta abierta para presentes y futuras negociaciones. Para ello un sistema de verificación y control sólido es necesario, así como acuerdos entre las partes. Esta opción tiene asimismo problemas, tomando en cuenta el presente estado de desarrollo del programa nuclear y de los MBIC, reiteradamente, asociado con la política de identidad, el aislamiento y el existente régimen de sanciones económicas establecidas por la comunidad internacional contra Corea del Norte. Del mismo modo es dudosa debido al emplazamiento de tropas estadounidenses en Corea del Sur, la falta de transparencia, apertura y naturaleza general del sistema político norcoreano; al respecto político, el estatus soberano clásico y la paridad de poder buscados por Kim Jong-un en el sistema internacional. Aún más China ha sido el sustento de la vida económica para Corea del Norte, contraviniendo el régimen de sanciones. Es en el interés de China mantener el apoyo económico norcoreano y mantener el estatus quo; detenerlo podría conllevar a implosión seria del Estado. Una implosión podría desatar una crisis de refugiados grave que buscarían protección en China y, posiblemente, al estacionamiento de tropas estadounidense en la región fronteriza china.
También estos factores afectarían la dinámica regional del poder y el estatus quo de relaciones interestatales del triángulo global de poder que incluye a China y Rusia. En efecto, los Estados Unidos han emplazado el THAAD (Terminal de Defensa de Área a Gran Altitud, por sus siglas en inglés) en Corea del Sur. China se siente nerviosa y se opone firmemente a THAAD porque tiene razones para creer que el radar del sistema cubre parte de China y, en consecuencia, socavando su propia disuasión nuclear. Al mismo tiempo, Corea del Sur y Japón verían una retirada estadounidense de THAAD negativamente, a la luz de la amenaza directa que Corea del Norte representa para su seguridad nacional. Retroceder en el emplazamiento de THAAD podría ser interpretado como un desmantelamiento del compromiso de los Estados Unidos con la seguridad japonesa y surcoreana, mientras se confiere ventaja a Kim Jong-un, líder que busca el desmantelamiento de las tropas y sistema THAAD.
Tercero, la opción de bandwagoning tampoco es viable porque implicaría cooperación con los Estados más fuertes, incluyendo a los Estados Unidos en la ecuación. (2) En esta dinámica Corea del Norte tendría que reacomodarse de acuerdo a los intereses económicos y la lógica de seguridad china y entre la dinámica de poder chino y estadounidense con el fin de neutralizar la percibida amenaza estadounidense. China tendría que funcionar como balanceador. Esta estrategia se contrapone a los cálculos racionales y estratégicos norcoreanos. Además, existe otra complejidad que conculca la viabilidad de bandwagoning: China no intenta funcionar como balanceador, sino que como reductor de la influencia estadounidense en la región. También, Corea del Norte busca reafirmar, a como implicado, su autonomía dentro de esta dinámica y en el sistema internacional de estratificación del poder, sin importar los incentivos.
Es de preverse que Pyongyang continúe con el desarrollo tecnológico del programa nuclear y de MBIC. Las opciones estratégicas están cerradas, coyuntura que acarrea tres implicaciones que Pyongyang debe calcular, considerando la pequeña capacidad operacional nuclear norcoreana en su presente estado. Primero, Corea del Norte posee y, posiblemente, tendrá una fuerza nuclear demasiado pequeña por algún tiempo para poder ser utilizada en un primer ataque. La carencia de paridad tecnológica, el nivel de desarrollo debido y tamaño creíble del poder nuclear dificultarían intento de desarmar a un adversario superior implementando una estrategia de contrafuerza o contrapeso. Esta desventaja obliga a Pyongyang a recurrir a una estrategia de contravalor que apunte a ciudades surcoreanas, japonesas, a bases militares estadounidenses en Japón o, inclusive, Guam, a como ha amenazado recientemente. Si Pyongyang es capaz de mejorar sus misiles balísticos de largo alcance, la parte continental de los Estados Unidos podría ser añadida a la lista de objetivos, conllevando a un cambio serio en el paisaje estratégico de Washington. (3)
Segundo, Corea del Norte tratará de mantener la estrategia de un segundo ataque. Pero para ello debe asegurarse que parte de sus fuerzas nucleares sobrevivan a un primer ataque y, en consecuencia, tomar represalias. Igualmente, si Corea del Norte optara por desplegar misiles capaces de acarrear cabezas nucleares en plataformas de lanzamiento, estas estructuras serían altamente visibles y vulnerables a ataques preventivos y anticipados. Para hacer frente a esta vulnerabilidad, Corea del Norte tendría dos opciones probables que podrían garantizar la supervivencia: almacenar los misiles en sitios aislados subterráneos, a como lo ha hecho hasta ahora en túneles de montaña y después sacarlos para su lanzamiento; o cambiarlos de sitio constantemente, haciéndolos más difíciles de ser objeto de ataque. (4)
La tercera opción estratégica implica la sorpresa; si Corea del Norte tiene dudas sobre la capacidad de sobrevivencia de su arsenal nuclear, podría adoptar una postura de lanzamiento rápido bajo advertencia repentina. En otras palabras, las fuerzas nucleares deben estar en alerta roja y constante para ser usadas con poca advertencia y tiempo. (5) Esta postura es de alto riesgo. Ciertamente, un error de cálculo con relación a las intenciones del adversario escalaría la lógica de un conflicto mayor con consecuencias nefastas. Esta premisa nos lleva al segundo interrogante.
¿Cuáles son las opciones estratégicas de Occidente?
Las opciones estratégicas de Occidente son muy limitadas y reflejan la postura norcoreana. En efecto, la diplomacia, continuo aislamiento y sanciones económicas severas no han compelido al régimen a entrar en negociaciones. El régimen ha sido autosuficiente. Tampoco poner bajo presión a China como inductor de maniobrabilidad ha funcionado, a como expuesto con antelación.
Una alternativa es la decapitación de Kim Jong-un, derribar al régimen, estructuras de comando y substituirlo por un líder o régimen que quiera desnuclearizarse. Tal acto terminaría el punto de parálisis entre Corea del Norte, los Estados Unidos y Corea del Sur, mientras se soluciona finalmente la cuestión de Kim Jong-un. El presidente Trump parece ser partidario de un cambio de régimen. (6) Sin embargo, no existe precedente alguno en el aparato normativo del derecho internacional que induzca a pensar que el uso de la fuerza bajo estas circunstancias es permisible. La noción de asesinato selectivo no parece encajar dentro de este esquema. Acercarse al líder ‘desde adentro’ es una tarea difícil, sino imposible, de alcanzar, tomando en cuenta la naturaleza sumamente cerrada del Estado, la seguridad interna y del régimen en particular. Un ataque aéreo o uso de drones contra el líder se dificulta por las mismas razones. Del mismo modo habría que estar en control de inteligencia confiable y del espacio aéreo norcoreano. Una muerte repentina de Kim Jong-un podría desatar una respuesta militar. Tampoco hay garantía alguna de que un cambio de régimen tenga como prioridad la desnuclearización. La decapitación es de alto riesgo y enfrenta oposición de China y Rusia. (7)
La viabilidad de otras opciones militares es asimismo cuestionable. Una alternativa es ejecutar ataques quirúrgicos convencionales limitados y sostenidos por sorpresa contra la infraestructura militar permitiendo concomitantemente la sobrevivencia del régimen. El determinativo del uso de la fuerza sería coartar la voluntad del régimen para continuar con el desarrollo del programa nuclear y los BMIC o destruirlos del todo. Para ello la estrategia de un primer ataque preventivo y anticipado, decisivo y rápido, deben asegurar que Kim Jong-un no tiempo para responder. También debe basarse en inteligencia confiable. La cuestión sería justificarlos, considerando la aclamada norma de la soberanía clásica del Estado y, a como explicado, las disposiciones normativas del derecho internacional, como la inmediatez o inminencia del peligro, no existen otras opciones más que la militar, proporcionalidad, entre otras. Aún si ataques eventuales se son justificados, esperar que Kim Jong-un no responda es una entelequia.
La opción militar enfrenta dos riesgos altos. Primero, es de esperase que Corea del Norte tenga muy bien escondidas las zonas de almacenamiento. También que ese Estado esté en capacidad de contra atacar siguiendo la estrategia de contravalor antes mencionada, en la que resulten miles de muertes, inclusive antes de un posible empleo de armas nucleares. Corea del Norte sigue siendo el país más militarizado de la tierra. La credibilidad de sus fuerzas militares permanece en gran parte intacta en su potencial para defender el Estado e infligir daño a Corea del Sur, especialmente a Seúl. Además, Corea del Norte mantiene un número formidable de Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF), artillería de largo alcance desplegadas hacia adelante, un gran arsenal de armas químicas, la mayor fuerza de misiles balísticos de corto alcance en el mundo y el programa de armas nucleares, a como indicado, que incluye tanto de plutonio como de uranio enriquecido. También ha demostrado clara disposición de emplear fuerza letal. En efecto, los norcoreanos torpedearon la corbeta surcoreana Cheonan el 26 de marzo de 2010, matando a 46 de los 104 marineros a bordo (aunque negando firmemente la responsabilidad). También disparó artillería a la isla de Yeonpyeong en noviembre de ese año, matando a dos militares surcoreanos ya dos civiles. Sin invadir el Sur, Corea del Norte tiene muchas maneras de infligir daño y sembrar el terror. (8)
Segundo, una escalada hacia una guerra convencional más amplia que involucre a otros actores no podría descartarse totalmente. La contención de un conflicto, en contexto, es muy difícil de establecer una vez desatada la violencia armada. Sin embargo, esta opción está fuera de los cálculos estratégicos, considerando que Washington ha estado involucrado en otros conflictos recientes como Siria y Afganistán. Tampoco se tiene la garantía de una posible neutralidad china y rusa en el tablero geopolítico de un posible conflicto más amplio. Ataques preventivos y anticipados podrían inducir el apoyo militar chino-ruso para los norcoreanos. (9) En todo caso China y Rusia han pedido conversaciones multilaterales como la única solución.
Finalmente, si un milagro diplomático no ocurre, los Estados Unidos y sus aliados tienen la opción de o realizar un ataque nuclear, pero tal acción de difícil de concebirse por razones éticas, entre otras, o aceptar a Corea del Norte como una potencia nuclear. Después de ser aceptado como parte del club nuclear, los Estados Unidos y sus aliados podrían que buscar mecanismos de contención contra las ambiciones nucleares de Corea del Norte o disuadirlo de lanzar posibles ataques desde Pyongyang. Pero aceptar a Corea del Norte como potencia nuclear es correr riesgos. Del mismo modo constituye un trago amargo difícil de ser bebido. Este escenario también podría contaminar y traer implicaciones directas y negativas con respecto las opciones referentes a Irán; Estado también motivado por el deseo de alcanzar estatus nuclear, cambiando la dinámica en el Medio Oriente.
El precedente ya ha sido establecido e Irán ha observado con cautela y aprendido de la lección norcoreana. El 24 de setiembre Irán probó un nuevo misil balístico el Khorramshahr, tomando ventaja de las coyunturas presentes y, posiblemente, en interacción directa con Pyongyang. El común denominador geopolítico no es coincidente. La experiencia norcoreana da fuerza a los objetivos iraníes en establecerse como un poder dominante y, por implicación, a la red de grupos terroristas apoyados por Irán en el Medio Oriente. Ambos Estados alegan confrontar al mismo enemigo. La mezcla sistémica es tóxica y debe someterse a constante escrutinio. Mientras no se resuelva la cuestión norcoreana, el problema iraní continuará. Corea del Norte es un problema sin solución...excepto el tiempo. (10)
Notas
1. Nilsson-Wright, Nilson, ‘In North Korea Standoff, What Does Kim Jong-un Really Want?,’ The Royal Institute for International Affairs, 14 August 2017, https://www.chathamhouse.org/expert/comment/north-korea-standoff-what-does-kim-jong-un-really-want
2. Seong-Ryoul, Cho, ‘North Korea’s Security Dilemma and Strategic Options,’ The Journal of East Asian Affairs, Vol. 23, No. 2 (Fall/Winter 2009), pp. 69-102; Landau, B. E., ‘North Korean ICBM Tests: No Surprises, No Good Answers,’ Tel Aviv University’s Institute for National Security Studies, Insight No. 962, 7 August 2017, http://www.inss.org.il/publication/north-korean-icbm-tests-no-surprises-no-good-answers/; Campbell, C., ‘Whoever Becomes South Korea's New Leader Has Three Options for Dealing With Kim Jong Un. None Are Great’, The Time, 10 March 2017, http://time.com/4697763/south-north-korea-park-successor-kim/
3. Roehrig, Terence, ‘North Korea's Nuclear Weapons: Future Strategy and Doctrine,’ Harvard Kennedy School: Belfer Center for Science and International Affairs, May 2013 https://www.belfercenter.org/publication/north-koreas-nuclear-weapons-future-strategy-and-doctrine
4. Roehrig, Terence, ‘North Korea's Nuclear Weapons: Future Strategy and Doctrine,’ supra nota 3.
5. Roehrig, Terence, ‘North Korea's Nuclear Weapons: Future Strategy and Doctrine,’ supra nota 3.
6. Osborne, Samuel, ‘Donald Trump Appears to Threaten Regime Change against North Korea: 'They Won't Be Around Much Longer,’ Independent, 24 September 2017, http://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/donald-trump-north-korea-tweet-threat-regime-change-kim-jong-un-ri-yong-ho-a7963951.html
7. Shi, T, & Tweed, D., ‘China and Russia Warn the U.S. Not to Seek North Korean Regime Change,’ Bloomberg Politics, 12 September 2017, https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-09-12/in-sanctioning-kim-china-and-russia-warn-u-s-no-regime-change
8. ‘The Conventional Military Balance on the Korean Peninsula,’ International Institute for Strategic Studies, http://www.iiss.org/en/publications/strategic%20dossiers/issues/north-korean-security-challenges-4a8d/nksc-05-chapter-3-cb59
9. Le Miere, Jason, ‘China Would Join Forces with North Korea if U.S. Launches Pre-emptive Strike,’ Newsweek, 11 August 2017, http://www.newsweek.com/china-north-korea-preemptive-strike-649802
10. Buden, Mark, ‘How to Deal With North Korea. There Are No Good Options. But Some Are Worse Than Others,’ The Atlantic, July/August 2017, https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2017/07/the-worst-problem-on-earth/528717/; Clarke, H. & Bozorgmehr, S.’Iran Tests New Ballistic Missile Hours After Showing It Off at Military Parade,’ CNN, 24 September 2017, http://edition.cnn.com/2017/09/23/middleeast/iran-ballistic-missile-test/index.html