Análisis semanal 155: Venezuela: El Negocio Riesgoso de Rusia & China (14 de agosto de 2017)

Año: 
2017
Autor(es): 

 

Conforme la crisis política y económica de Venezuela sigue su curso y la controversial Asamblea Nacional Constituyente (ANC) concreta sus primeras decisiones, el aislamiento diplomático parece ser otro problema más para Caracas. La Declaración de Lima, firmada por 12 cancilleres Latinoamericanos, desconoce la legitimidad de la ANC y del gobierno de Nicolás Maduro, mediadas similares fueron anunciadas por la alta representante de las relaciones exteriores de la Unión Europea. Como si fuera poco, el Mercosur suspendió al país de manera indefinida del bloque, y el gobierno de Donald Trump impuso sanciones económicas en contra de Maduro y otros funcionarios del gobierno venezolano, dejando a la nación suramericana en una situación débil en el ámbito de la política internacional. Y aunque el gobierno de Maduro recibió el apoyo de un grupo de países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Cuba, y otras islas del Caribe –la mayoría aliados tradicionales del ALBA-, estos poco pueden hacer para ayudar a Caracas con la crisis, más allá de un apoyo moral.

Fuera del continente americano, Moscú es quien ha proveído soporte político y económico a Caracas, pero sin duda, la mayor fuente de financiamiento ha llegado desde China. Ambas naciones han facilitado millonarios préstamos a Venezuela -quien ha ofrecido lucrativos intereses usando como garantía su petróleo-, así como también, cuantiosas inversiones directas por lo que la presencia de compañías chinas y rusas es común en Venezuela, especialmente en el sector petrolero. Se estima que Caracas sostiene una deuda de alrededor de 17 billones de dólares con Rusia, una suma que parece insignificante en comparación a los 65 billones de dólares que Venezuela le debe a China.

Rusia fue la primera y única potencia en darle un espaldarazo político a Caracas, mediante un comunicado a través de su cancillería, donde llamó al reconocimiento del proceso de la Asamblea Constituyente en Venezuela, así como evitar actos injerencistas que intensifiquen la crisis en el país; al mismo tiempo, llamó al dialogo y a respetar el voto popular, mientras criticó a la oposición por negarse a participar y tratar de sabotear las elecciones (1). De esta manera, Putin sigue con su tradición de respaldar a sus amigos bajo toda circunstancia, como lo ha hecho con otros países aliados en tiempos de crisis.

Además, los medios rusos le dan una cobertura diferente a la crisis venezolana, comparada con los medios occidentales tradicionales. Por ejemplo, RT, una cadena internacional de televisión rusa, enfoca sus críticas sobre la oposición y denuncia como los intereses foráneos agravan la crisis, lejos de comunicar acerca de la escasez de alimentos y los muertos en las protestas como lo hace CNN.

En el campo económico, la empresa petrolera Rusa Rosneft acaba de invertir más dinero en su homóloga venezolana Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Más de un billón de dólares fueron entregados bajo el concepto de pago por adelantado, por el cual Rosneft espera recibir el equivalente en crudo y derivados. La misma empresa entregó un préstamo por $1.5 billones de dólares a PDVSA el año pasado (2). Según un reporte de la agencia Reuters (3), estos dineros acaban en las arcas del gobierno de Maduro, que los utiliza para evitar la bancarrota, pagando los intereses y otros prestamos provenientes de los demás acreedores que no reciben petróleo a cambio de la deuda, y así, manteniendo a flote la frágil economía venezolana por unos meses más. Mientras que Rosneft revende el crudo venezolano a otros países, o sencillamente lo acumula esperando una mejora en los precios internacionales.

Al otro lado del Océano Pacifico, Beijing ha mantenido silencio en cuanto a la crisis en Venezuela, y probablemente seguirá así; un silencio que no sorprende tomando en cuenta la política china de no interferencia en los asuntos internos. Esto a pesar de que las relaciones China-Venezuela crecieron de manera exponencial desde la llegada de Hugo Chávez al poder, convirtiendo a Beijing en uno de los principales socios de Venezuela y su mayor inversor. China siempre ha manifestado la importancia de su amistad con Venezuela, y ambas naciones coinciden en sus discursos al hablar de la defensa de la soberanía nacional, pero Beijing siempre ha mantenido cierta distancia del discurso anti-imperialista y bolivariano del Chavismo, y de la carga ideológica que eso supondría en preferencia a su pragmatismo político. Por lo que es muy difícil esperar soporte político procedente de China durante esta crisis, al menos no público.

Los medios chinos parecen ser más neutrales, en comparación a los rusos, al referirse a la crisis. China Daily y Global Times -principales voces en inglés de los medios de comunicación en China- han reportado la escasez de productos básicos, así como los más de 100 muertos como resultado de las últimas protestas, sin embargo evitan hacer críticas al gobierno de Maduro.

En cuanto a las finanzas, China ha sido el salvavidas de Caracas con innumerables préstamos e inversiones. Los $65 billones de dólares han sido invertidos en su mayoría en petróleo –donde china recibe la mayor parte del pago en crudo venezolano al igual que Rusia-, pero además, la minería, infraestructura logística, comercio, proyectos ferroviarios, etc., han captado parte de la inversión. Por ejemplo, el China Development Bank (CDB) otorgó cerca de $37 billones de dólares en préstamos a Venezuela entre el 2008 y 2015; posteriormente,  la creciente crisis provocó que el CDB decidiera dar un periodo de gracia a Caracas, y relajara los términos para evitar empeorar la situación (4). Y aunque los préstamos procedentes del país asiático han disminuido considerablemente, China parece estar apostando por la minería como alternativa, al mismo tiempo que diversifica la economía venezolana extremadamente dependiente del petróleo. Dos compañías mineras CAMCE y Yankuang Group acordaron invertir $400 millones en la Corporación Venezolana de Minería para restaurar la explotación minera de carbón y las operaciones portuarias, además otros $180 millones de dólares para desarrollar la industria del níquel (5).

Fuente: Reuters.

Como se puede apreciar, Rusia, y especialmente, China han hecho una inversión enorme en Venezuela. Pero más allá de la amistad y las alianzas políticas, toda inversión conlleva riesgos. Por lo tanto, si la crisis en Venezuela estalla en un conflicto mayor, Moscú y Beijing podrían perder no solo un amigo, sino además, muchos de los billones invertidos. No por nada, China ha disminuido los préstamos, asimismo, han surgido voces de preocupación por la inversiones chinas en el exterior. Mediante un artículo, el think tank Anbound, con sede en Beijing, hace eco del creciente riesgo que las inversiones chinas están corriendo en Venezuela, mientras que otros analistas recuerdan el caso de Libia donde tanto China como Rusia sufrieron grandes pérdidas.

El mejor escenario para estos inversores sería que la ANC –que ya adelantó las elecciones regionales para octubre- logre apaciguar las aguas políticas y sociales el tiempo suficiente para reactivar la economía venezolana promoviendo una diversificación, o en la mejor de las suertes, esperar por un alza en el precio del petróleo suficientemente alta para provocar otro periodo de bonanza. Lamentablemente, este escenario parece poco probable debido a la incertidumbre y polémica que rodea a la ANC y sus decisiones. Además, es poco probable que las aguas políticas se tranquilicen incluso si hay elecciones justas en octubre, si el gobierno y la oposición no llegan a un verdadero acuerdo que restaure la gobernabilidad. Al mismo tiempo, los precios del petróleo siguen estando muy por debajo de lo deseado.

Un escenario más oscuro y confuso sería el estallido de la crisis. Si la oposición sale vencedora y llega al poder –democráticamente o no- hay muchas posibilidades de que no reconozcan gran parte de la deuda adquirida durante el gobierno de Maduro alegando que esta financió una dictadura que atentaba contra los Derechos Humanos. De hecho, algunas voces en la oposición han insinuado ideas similares, y acorde con el diario Financial Times, “representantes informales del gobierno chino se reunieron con la oposición para tratar de garantizar el pago de la deuda en caso de un cambio de gobierno” (6). Igualmente, la oposición ha criticado las inversiones rusas en el área petrolera, acusando a Moscú de aprovecharse de la situación de Venezuela lejos de ayudar. En caso contrario –si Maduro o el Chavismo sigue en el poder-, Venezuela será aún más dependiente de los flujos de dinero provenientes de Rusia y China, pero seguir apoyando a Maduro en medio o después de un conflicto tendría un costo político internacional muy alto.

Por el momento, solo queda esperar cuáles serán las primeras grandes reformas de la ANC, así como los resultados de las próximas elecciones, y el accionar político de ambos bandos. Lo cierto y triste es que la crisis continua, por lo que las inversiones y el apoyo a Venezuela se han convertido en una apuesta. Moscú y Beijing tendrán que decidir si subir las apuestas y el riesgo simultáneamente, o buscar otras alternativas.