Recientemente, los Estados Unidos aprobó, por medio de su Poder Legislativo, una serie de sanciones en contra de Rusia, Corea del Norte e Irán de forma unilateral. Mientras las sanciones contra Corea del Norte siempre han mostrado ser ineficientes para detener las ambiciones de Pyongyang, por otro lado, las sanciones en contra de la República Islámica de Irán atentan contra todos los logros alcanzados por el acuerdo nuclear entre el G5+1 e Irán. No obstante, las sanciones más preocupantes son las impuestas contra Rusia, por sus posibles repercusiones internacionales.
Si bien Trump estaba de acuerdo, e incluso abogaba por mayores sanciones contra Corea del Norte e Irán, en lo que se refiere a Rusia, siempre mostró reservas, arguyendo que prefería tener libertad para negociar con Rusia, con miras a obtener un mejor acuerdo entre las potencias. Estas reservas de Trump, compartidas por su secretario de Estado, Rex Tillerson, no han hecho más que profundizar las sospechas en su contra de colusión con las autoridades rusas para lograr la victoria electoral que lo llevó a la presidencia estadounidense. Al final de cuentas, y a pesar de las reservas de Trump, éste se vio obligado a firmar y promulgar la nueva ley de sanciones en contra de estos tres países, principalmente debido a que el Congreso estadounidense contaba con los suficientes votos para resellar la ley, sin importar si el Presidente la vetaba o no (1).
Lo interesante de esta ley, entre varios factores, es que se mezcla una serie de argumentos para justificar las nuevas sanciones contra Rusia. Entre estos están: que esta ley es una respuesta a la intromisión rusa a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016—lo cual a su vez supone un golpe de legitimidad contra Trump (2)—, que las sanciones han sido efectivas para detener las ambiciones rusas en Ucrania, y que las nuevas sanciones son una forma para proteger a los Estados Unidos y sus aliados (3). Obviando la primera justificación, las siguientes son en el mejor de los casos engañosas, y en el peor de los casos, mentiras descaradas.
En primer lugar, aunque las sanciones previas contra Rusia sí han afectado la economía de este país, poco o nada han hecho para detener las jugadas geopolíticas de Rusia en el mundo, especialmente en Ucrania y Siria. Mientras la guerra en Ucrania sigue rampante—por más que los medios hayan perdido interés en cubrir el conflicto, lo cierto es que este continúa con sus efectos devastadores sobre la población civil de este país del este de Europa—, la posición rusa en Siria no se está debilitando, sino que se continúa fortaleciendo, especialmente luego del anuncio de que los Estados Unidos dejaría de financiar y armar a la oposición en Siria (4). Para ser aún más tajante, pocas veces, por no decir ninguna, una potencia rival decide ceder en sus aspiraciones internacionales ante otras potencias producto de sanciones políticas o económicas. Si Rusia no lo hizo en el 2014, luego de las sanciones por su anexión de la península de Crimea, es poco probable que lo haga con estas nuevas sanciones.
Otro aspecto interesante de esta ley de sanciones, en lo que refiere a Rusia, es que se centra principalmente en proyectos económicos rusos, especialmente aquellos que se encuentran en el área energética y tengan que ver con Europa. Las sanciones también incluyen sancionar a empresas rusas en el área de la informática, cibernética y ciberseguridad; acción previsible por el supuesto rol de Rusia en las elecciones no solo de los Estados Unidos, sino también en algunos países europeos. De toda la gama de sanciones, las que se pueden catalogar de tener una naturaleza más política son aquellas que buscan afectar a las agencias de inteligencia y seguridad rusas, como la FSB y la GRU, como también aquella que busca la denegación de visas y transacciones a personas de origen ruso que se sospechen de tener relación con la violación de derechos humanos en Siria (5).
Aunque estas sanciones de carácter político no son de poca monta, lo cierto es que el énfasis se encuentra realmente en las sanciones económicas, especialmente aquellas que buscan directamente afectar proyectos energéticos ruso-europeos. En palabras más específicas, las sanciones buscan impedir la realización del proyecto del gasoducto Nord Stream 2, el cual es un proyecto energético que busca suministrar de gas natural a países de Europa occidental, principalmente Alemania y Austria, a través de la construcción de un gasoducto que atraviese el mar Báltico y los países Bálticos, sin tener que pasar por Ucrania y Polonia. Esto ha hecho que autoridades rusas califiquen las nuevas sanciones de ser realmente la declaración de una “guerra comercial” oculta (6). Por otro lado, autoridades de Alemania y la Unión Europea han criticado las nuevas sanciones contra Rusia, afirmando que afectan la seguridad energética europea, y que realmente lo que buscan es imponerle a Europa la compra de gas natural líquido procedente de los Estados Unidos (7).
Estas nuevas sanciones estadounidenses, por lo tanto, se pueden ver como una astuta jugada geopolítica y económica, que busca en primer lugar reducir la influencia de Rusia en Europa, y en segundo lugar aumentar la influencia estadounidense en Europa, por medio de la venta de gas natural líquido al continente europeo. No obstante, esto no beneficia algunos principales aliados europeos de Estados Unidos, concretamente Alemania, como se quiso justificar en el texto de la ley. No sólo Rusia es un socio comercial más importante para Europa, y mayor aún para Alemania, que los Estados Unidos, sino que comprarle gas natural a los rusos es más barato que el gas natural líquido de procedencia estadounidense. Además, varias empresas europeas se encuentran involucradas en la construcción del Nord Stream 2, junto con la empresa estatal rusa de energía, Gazprom (8). Asimismo, la ruta de este nuevo gasoducto le permitirá a Rusia venderle gas natural a Europa mucho más barato que antes, ya que reduce la cantidad de países por los que transita, reduciendo con ello los costos de paso que los rusos deben pagarle actualmente a países como Ucrania y Polonia para llevar su gas natural a Europa occidental. Como se le quiera ver, las nuevas sanciones contra Rusia son un mal negocio para Europa.
A todas luces, las nuevas sanciones de los Estados Unidos contra Rusia no pueden verse sino como una forma en que la potencia norteamericana desesperadamente busca mantener su posición de hegemonía en el sistema internacional, en momentos en donde se ve su relativa decadencia, equiparando, aunque sea un poco, el tablero de juego en que las potencias internacionales compiten por la supremacía internacional. Pero con estas sanciones los Estados Unidos no sólo está afectando a Rusia, sino que también a uno de sus principales aliados, Alemania, ya sea intencionalmente o inconscientemente, como se ha demostrado anteriormente.
Esto se puede entender como un factor más para el distanciamiento entre Alemania y los Estados Unidos, que empezó con la elección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. No obstante, estas sanciones van más allá de las posibles diferencias que puedan existir entre Merkel y Trump, ya que provienen del mismo establishment político estadounidense, lo que puede llegar a cimentar de forma más concreta la separación entre ambos países. Ya varias autoridades europeas han dicho que responderían inmediatamente a las sanciones contra Rusia si empresas y negocios europeos se ven afectados (9). Dado que es previsible que esto suceda, quedará por ver cómo es que la Unión Europea, comandada por una fuerte alianza germano-franca, responderá en su momento.
Pero yendo más allá de los roces coyunturales que puedan suceder entre potencias aliadas, lo cierto es que un efectivo distanciamiento entre Alemania y Estados Unidos puede tener consecuencias desestabilizadoras para todo el sistema internacional, posiblemente mucho mayores que las que Rusia y China puedan llegar a cometer, en sus ambiciones por un cambio en el orden internacional. Esto porque si bien la teoría realista afirma que uno de los factores que puede llevar a la desestabilidad de un sistema internacional, y a su cambio por otro, es un Estado revisionista del status quo (10), lo cierto es que aunque Rusia y China puedan catalogarse como Estados revisionistas, también se han visto beneficiados por el statu quo de la política internacional actual—tomando en especial consideración su rol con veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Alemania, por el otro lado, más que verse beneficiada por el statu quo actual, es una potencia dependiente de la potencia hegemónica, al menos en seguridad, que vio construirse el actual orden internacional, sin jugar un papel predominante en esta construcción. Además, Alemania no cuenta con un asiento permanente ni con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y su poder e influencia mundial es mucho más discreto que el del resto de potencias, como los Estados Unidos, China, Rusia, Francia y el Reino Unido. Por lo tanto, de querer Alemania realmente revisar, e incluso cambiar, el actual orden internacional, podría ser el actor más desestabilizador de todo el sistema. Esta posibilidad no debe olvidarse en momentos en que los europeos, comandados por Alemania, han afirmado varias veces que ellos mismos deberían tomar en sus manos los asuntos europeos, desde que Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos. Asimismo, recientemente se ha empezado a hablar de una alianza de seguridad exclusivamente europea (11), lo que podría en su momento ser una alternativa a la OTAN, y al predominio de los Estados Unidos en materia de seguridad europea. Con esto no se quiere decir que si Alemania buscara revisar o cambiar el statu quo internacional actual, oponiéndose a los Estados Unidos como potencia hegemónica, y buscando aumentar su poder e influencia exterior, un gran conflicto internacional vaya a suceder, sino que solamente sería el factor desestabilizador más importante del sistema internacional construido desde la posguerra.
Por otra parte, los Estados Unidos parecen cada vez más sumidos en sus propios problemas internos, reduciendo con esto el margen de acción efectivo que pueda desempeñar en la arena internacional. Como argumenta Fareed Zakaria, uno de los factores que hicieron que los Estados Unidos lograra llegar a ser una gran potencia internacional fue el triunfo del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo para comandar la política exterior del país, y poder convertir el poder nacional en poder estatal, con el objetivo de proyectar su poder e influencia internacionalmente (12). Con la nueva ley de sanciones, pareciera ser que, por primera vez en un largo tiempo, la lucha entre el Ejecutivo y Legislativo estadounidense por controlar la política exterior del país se activa nuevamente. La nueva ley establece que el Presidente no podrá suavizar o levantar las sanciones contra Rusia, a menos de tener aprobación del Congreso estadounidense. Esta es una amarra efectiva contra Trump, pero también contra cualquier otro presidente posterior que se siente al mando del Ejecutivo. Asimismo, esto puede volver a calentar el fuego de la ambición del Legislativo estadounidense por controlar la política exterior del país, a expensas del Ejecutivo, lo cual reduciría, por las razones anteriormente expuestas, la efectividad con que los Estados Unidos podría proyectar su poder en la escena internacional.
A partir de todo lo anterior, solo se puede concluir que las nuevas sanciones contra Rusia, más que asegurar la hegemonía internacional de los Estados Unidos, realmente alejan a sus propios aliados, creando una división en la alianza occidental para beneficio político de Rusia (13), al incentivar a Alemania a adquirir un papel más preponderante en la escena internacional, a la vez que limita la forma en que Estados Unidos ha proyectado su poder efectivamente en la política internacional, a pesar de las reservas justificadas que se puedan tener contra Donald Trump. Quedará por ver qué realmente sucede, aunque todo parece indicar que por emprender acciones unilaterales en busca de mantener un statu quo internacional a su beneficio, Estados Unidos realmente ha contribuido al proceso de sustitución del actual orden internacional.
Notas
1. Flegenheimer, M. (2017). With New Sanctions, Senate Forces Trump’s Hand on Russia. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/2017/07/27/us/politics/senate-russia-sanctions-trump.html.
2. Borger, J. (2017). Russia sanctions: Trump signs bill imposing new measures. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/us-news/2017/aug/02/donald-trump-sanctions-russia-signs-bill.
3. US Congress. (2017). Countering America's Adversaries Through Sanctions Act. Recuperado de: https://www.congress.gov/bill/115th-congress/house-bill/3364/text#toc-H3420FDCB95BC4483B63B45D6E38E3C66.
4. Sanger, D. (2016). Donald Trump Likely to End for Rebels Fighting Syrian Government. The New York Times. Recuperado de: https://www.nytimes.com/2016/11/12/world/middleeast/donald-trump-syria.html.
5. US Congress. (2017). Op cit.
6. Rampton, R. y Zengerle, P. (2017). Trump signs Russia sanctions bill, Moscow calls it ‘trade war’. Reuters. Recuperado de: https://www.reuters.com/article/us-usa-trump-russia-idUSKBN1AI1Y4.
7. BBC News. New US Russia sanctions bill riles Germany and Austria. Recuperado de: http://www.bbc.com/news/world-europe-40299760; Erlanger, S. y MacFarqhar, N. (2017). E.U. Is Uneasy, and Divided, About US Sanctions on Russia. The New York Times. Recuperado de: https://www.nytimes.com/2017/07/25/world/europe/eu-uneasy-about-impact-of-new-us-sanctions-on-russia.html.
8. Ibíd.
9. Ibíd.
10. Moure-Peñín, L. (2015). El realismo en la teoría de las relaciones internacionales: Génesis, evolución y aportaciones actuales. En Del Arenal, C. y Sanahuja, J. (eds.). (2015). Teorías de las Relaciones Internacionales. Madrid: Tecnos.
11. O’Connor, T. (2017). EU Launches Own Defense Against Russia, Responding to Trump NATO Funding Comments. Newsweek. Recuperado de: http://www.newsweek.com/eu-defense-fund-tackle-russia-military-trump-nato-622648.
12. Zakaria, F. (1998). From Wealth to Power. The Unusual Origins of America’s World Role. New Jersey: Princeton University Press.
13. Nougayrede, N. (2017). As the US and EU square off over Russian sanctions, only Putin can win. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/jul/31/europe-us-russia-sanctions-putin-washington-eu-donald-trump.