Análisis semanal 147: La Crisis de Catar (2017): Posibles Implicaciones para el Conflicto Israelí-Palestino (17 de julio de 2017)

Año: 
2017

 

La suspensión de relaciones diplomáticas del 6 de junio de 2017 entre Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto por un lado y Qatar, por otro, es el reflejo de un nuevo arreglo geopolítico emergido a partir de la primavera árabe del año 2011. La nueva configuración está bifurcada por dos tipos de Estados regionales: un bloque que busca promover su política exterior y sus intereses extranjeros a través del apoyo de grupos terroristas islámicos y uno cuya política exterior ‘se opone’ al surgimiento de esos grupos. Las fisuras del nuevo arreglo geopolítico han liberado ondas sísmicas a través de todo el Medio Oriente, las cuales dificultan un posible reajuste entre los intereses diametralmente opuestos de los Estados involucrados en la crisis. También la falta de recalibración podría tener prospectivamente consecuencias en otro ámbito más cercano a Israel, la Franja de Gaza. 

Brevemente, el bloqueo constituyó el cierre en gran parte del comercio marítimo y terrestre del Golfo con Qatar.  Las principales aerolíneas, como Emirates, Gulf Air, Flydubai y Etihad Airways, cancelaron vuelos; ciudadanos qataríes que vivían en los Estados participantes en el bloqueo tenían sólo dos semanas para regresar a Catar. Pero, ¿qué motivó el bloqueo?

Existen dos posibles interpretaciones de la crisis. La perspectiva que se tome al respecto depende de la parte que escuchemos. No obstante, una combinación de las dos posiciones proporciona un mejor panorama de la situación. La primera perspectiva es de carácter político. Bajo esta perspectiva, los Estados regionales sunitas, liderados por Arabia Saudita, buscan alinear a Catar con su política exterior, mientras contrapesan la expansión iraní.  Efectivamente, si filtramos la presente crisis a través de este prisma, la movida contra Catar es una maniobra encabezada por los saudíes con el fin de restringir al disidente Catar o de traerlo en línea con la política del Consejo de Cooperación para los Estados del Golfo (CCEG), organización donde Arabia Saudita determina el tono de relaciones entre los Estados miembros y cuya autopercepción es de ser el hegemón regional.

Permitir que Catar persiga una política exterior bifurcada de la política exterior saudita y la de sus aliados en el Medio Oriente podría socavar la preeminencia saudí en el sistema regional del poder. ¿Por qué se presenta esta situación? Pues bien, mientras que Arabia Saudita y sus aliados buscan aislar a los iraníes, Catar tiene una relación cercana con Irán que otros Estados suníes no poseen, y con el cual comparte campos de gas de gran magnitud. Chiita Irán, especialmente un futuro Irán nuclear, es el competidor más fuerte por la supremacía regional del poder para Arabia Saudita. Así, en la ecuación del poder entran diversas variables: el apoyo iraní a grupos terroristas chiitas como al libanés Hezbolah, empleo del Ejército Mahdi (1) con el fin de construir una arquitectura de seguridad regional que favorezca sus intereses y le permita proyectar poder material, la intervención en Siria apoyando al régimen del presidente Assad, y su asociación con una Rusia que busca asimismo reafirmarse en la región. Estos factores en conjunción con un Catar que persigue una política exterior independiente, cuyo fin es maximizar su influencia regional e internacional, es una mezcla tóxica que para Arabia Saudita y sus aliados, que conlleva ‘desestabilización de la región.’

La complejidad se agrava debido a que el canal estatal Al Jazeera es crítico de los Estados tradicionales del Golfo Pérsico. También debido a la presencia de una base militar de Turquía en suelo catarí. En consecuencia, para castigar a Catar, el eje ha requerido que Catar cumpla con 13 demandas, entre ellas, que termine sus relaciones diplomáticas con Irán, así como su intervención en los asuntos internos de los países soberanos, cierre Al Jazeera y la base militar turca. En esencia, el objeto del aislamiento es traer en línea la conducta catarí con la de los estados del Golfo, en términos militares, políticos, sociales y financieros (2). Catar rechaza las acusaciones, además de no estar dispuesto a cumplir con las demandas. Las fracturas han conllevado al pequeño Estado a un mayor acercamiento con Irán y Turquía, Estados que han venido a su rescate. La movida refleja las fisuras de una organización disfuncional y dividida que, de no ser reparadas, servirían de catalizador de la deconstrucción de un orden regional que ha sido ensamblado sobre Estados autoritarios, mientras se da paso a la supremacía regional iraní.  

La segunda posición que explica el aislamiento contra Catar es de carácter estratégico, y se enmarca dentro de la estructura de la sobrilla de seguridad del CCEG, al mismo tiempo apoyada por Occidente. Los Estados Unidos tienen una base militar en Catar que no puede ser comprometida. Desde la base, los Estados Unidos proyectan poder militar en la región y de la cual la seguridad de Catar y del eje también depende. Además, los Estados Unidos consideran a Irán como una amenaza estratégica seria. En consecuencia, la mantención de un bloque de Estados suníes unido, focalizado en ‘nuevas’ amenazas, es vital para la seguridad regional y los intereses de Occidente, según esta posición. En contexto, durante el discurso pronunciado el 18 de mayo de 2017 frente a representantes de 55 países islámicos (con la excepción de Irán), en su visita a Arabia Saudita, el presidente Donald Trump instó a los musulmanes a combatir la crisis del extremismo islámico y de terrorismo; exhortó a sacarlos de comunidades, lugares de culto, de su tierra santa y de la faz de la tierra (3).  Por lo tanto, el discurso sirvió de parapeto para llevar a cabo el bloqueo contra Catar. Con el despliegue de tales acciones se reconoce que Catar representa un reto estratégico mientras se reconoce su trascendencia para la estabilidad de la alianza. ¿Por qué se presenta esta dualidad?

Doha ha proporcionado apoyo y mantenido una relación duradera y mutuamente beneficiosa con grupos terroristas en el Medio Oriente, mientras ha subestimado el antagonismo que crea esta simbiosis entre sus vecinos sunitas. La raíz del conjunto actual de relaciones problemáticas de Qatar es clara: desde la primavera árabe, el modus operandi del Estado ha sido de canalizar el apoyo financiero, diplomático y material a través de grupos islámicos afiliados a la Hermandad Musulmana (4). Catar, en alineamiento con Turquía, ha construido una plataforma de sustento para estos grupos que, mientras que no democráticamente liberales, buscan cambios políticos a través de elecciones y ser parte de la arquitectura del poder interno. La percepción catarí es que su asociación con la Hermandad Musulmana presenta un cambio positivo futuro. En consecuencia, desde la perspectiva de Catar, estar al frente de esta tendencia mostraría el liderazgo supuestamente progresista del Estado, (5) posición que reta el estricto tradicionalismo saudita.

Así, Catar y el islam político es un fenómeno que el eje Arabia Saudita y los demás Estados sunitas temen. El temor se funda sobre la percepción que poseen estos Estados sobre estos movimientos populares: se considera que los mismos representan una amenaza para el orden regional y para estabilidad política interna. La Hermandad Musulmana, por ejemplo, entró al poder en Egipto en 2012 mientras que cuestionó la legitimidad política de todas las monarquías de los Estados del Golfo. Sin embargo, de manera sorprendente, la Hermandad Musulmana participa activamente en el sistema político jordano, (6) y kuwaití (7). Entonces, el reto para el eje es desarrollar una estrategia común que tenga el fin de coartar el revisionismo de estos movimientos mientras se reconstituye y protege el sistema de poder interno de los Estados sunitas. El bloqueo es precisamente una forma de inmovilizar el apoyo catarí a grupos terroristas islámicos, de  contener el revisionismo y de geopolíticamente disciplinarlo y mantenerlo dentro del perímetro del status quo.    

Asimismo, Catar, en desafío a Riad, ha patrocinado a otros grupos terroristas islámicos. Cortejar a los islamistas de la Hermandad Musulmana, a grupos salafistas, a Al Nusra en Siria con el objeto de derrocar al régimen del Presidente Assad, o a grupos terroristas derivados de la Hermandad Musulmana como Hamas, ha servido como un instrumento de avance de la política exterior, o como un amplificador de poder del pequeño Estado con respecto a Arabia Saudita. Esta posición explica por qué Arabia Saudita haya demandado el cese de apoyo catarí para grupos terroristas.

La paradoja que se presenta es que Arabia Saudita de la misma forma ha apoyado a grupos terroristas como Al-Qaeda (15 de los 19 terroristas de los atentados de 11 de Setiembre fueron nacionales de Arabia Saudita), el Estado Islámico, los Talibanes, entre otros. Similarmente, Arabia Saudita comparte una interpretación extrema del Islam con el Estado Islámico, conocida como Wahhabismo o Salafismo, la cual, en su forma más extrema, aboga por incitación de violencia, apostasía castigable con la pena de muerte, las mujeres tienen pocos derechos, los musulmanes chiitas son heréticos, y condena abiertamente a cristianos y judíos (iglesias y sinagogas no son permitidas) (8). No obstante, este Estado no está incluido en la lista de Estados patrocinadores de terrorismo en los Estados Unidos o la Unión Europea (9).  En conexión, el 11 de julio de 2017 Catar firmó un acuerdo con los Estados Unidos en el que se compromete a combatir la financiación de terrorismo. Catar espera que el memorándum de entendimiento al mismo tiempo sea también una medida contra sus vecinos (10).

Dentro del contexto de la turbulenta dinámica regional, la cuestión del conflicto israelí-palestino es afectada. Efectivamente, Catar ha proporcionado apoyo financiero y humanitario para la Franja de Gaza y diplomático para Hamas, grupo que no reconoce la legitimidad del Estado de Israel. Considerando que la Franja ha sufrido devastación material debido a las guerras entre Hamás e Israel, la ayuda financiera ha relativamente tenido un efecto estabilizador en el área. Sin embargo, mientras que el efecto estabilizador ha favorecido a ambas partes, el nuevo compromiso de suspender el apoyo financiero y diplomático ha comenzado a empujar a Hamás a buscar apoyo en Irán.

En efecto, un Catar debilitado daría potencialmente paso a la influencia de Irán sobre Hamás y en la Franja de Gaza. No obstante, esta nueva relación debe considerarse en el contexto más amplio de la proyección estratégica iraní en el Levante. La concentración de milicias respaldadas por el los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica en las Alturas del Golán sirio es esencial para el mantenimiento de un corredor territorial contiguo que Irán está desarrollando desde Teherán hasta Beirut. La presencia iraní en la frontera entre Siria e Irak, y el apoyo por proximidad a grupos terroristas en Líbano, Siria y Yemen solidifica esta realidad militar y mejoran la maniobrabilidad estratégica de Irán en la región. Este alcance favorece a Hamás porque facilitaría el establecimiento de un eje de resistencia contra Israel. El eje Irán-Hamás es políticamente significativo porque el patrocinio renovado de los islamistas sunitas permite a Irán reavivar su posición pre-primavera árabe, la cual consiste en tener una agenda inter-sectaria contra Israel, alejando las percepciones internacionales de sus actuales operaciones por proximidad centradas en grupos chiitas.

Es de preverse que la actual ayuda iraní para Hamás sea específicamente para proyectos militares. La historia es clara. Teherán, por ejemplo, ha desempeñado un papel clave en ayudar a Hamas a producir cohetes en el interior de Gaza. En 2012, el jefe de la Guardia Revolucionaria Iraní admitió que sus fuerzas enseñaron a Hamas cómo producir una variante del Fajr-5, proyectil de largo alcance que se ha utilizado para atacar los suburbios de Tel Aviv. La reanudación de la ayuda iraní permitiría a las Brigadas Qassam acceder tanto al dinero en efectivo como a armamento, debido que se ha vuelto mucho más difícil recientemente para Hamás rearmarse (12).

También el vacío dejado por Catar, así como el aislamiento de Hamás, podrían conllevar a la construcción de nuevas alianzas de otros grupos terroristas en la región con Irán con el fin de auto protegerse de los Estados sunitas, aumentándose con tales acciones mayor inseguridad en la región. Un Hamás aislado, con un renovado apoyo de Irán, aumenta el riesgo de un conflicto con Israel subyacido por el ímpetu de mostrar que aún es relevante en el teatro palestino. Asimismo, se presenta el escenario de que Hamas podría surgir como un grupo fuerte en los incipientes esfuerzos de Irán para rodear estratégicamente al Estado judío y perturbar los esfuerzos de los Estados Unidos y del Golfo para negociar un acuerdo de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, donde Catar había servido previamente como una fuerza moderadora. De igual manera, la normalización de los lazos con Teherán endurecería las posiciones políticas del grupo, reforzando sus ambiciones de despojar a la Autoridad Palestina de su ya debilitada autoridad. Teherán no tiene mucho que perder en esta crisis y más que ganar debido al aislamiento internacional al que se ha sometido.

Aún más, una eventual crisis humanitaria en la Franja de Gaza aumentaría las complejidades. El 9 de junio de 2017 Israel, a petición de la Autoridad Palestina, redujo la cantidad de electricidad suministrada a la Franja de Gaza en un 40%. La movida de la Autoridad Palestina debe de entenderse dentro de la coyuntura regional. La acción de la Autoridad Palestina, en aquiescencia con las demandas de detener el apoyo a terrorismo, toma ventaja de las condiciones ambientales presentes; el fin también es aislar y debilitar a Hamás, evitar su posible expansión a Judea y Samaria, así como de tomar el poder en Gaza, controlado por ese grupo desde 2007. Hamás ha amenazado con una nueva ‘explosión’ de violencia contra Israel y la Autoridad Palestina (11), causante de relevancia para buscar asimismo apoyo en Irán.

A meneara de conclusión, la crisis diplomática en el Medio Oriente es bifróntica y requiere de un manejo político efectivo. Por un lado, existen Estados que buscan detener el ‘apoyo’ al terrorismo y de realinear a un Catar descarrilado con la política exterior de Arabia Saudita y sus aliados. Detener la aproximación catarí hacia Irán implica asimismo la contención iraní en la región. Por otro, se presenta el escenario de aquellos Estados que promueven terrorismo como instrumento de promoción de los intereses nacionales. Qatar ha sido uno de ellos. El objetivo subyacente es la lucha por la supremacía en el poder regional.

No obstante, el vacío dejado por Catar impulsa el apoyo iraní para Hamás, contraproducentemente generando nuevas amenazas para la estabilidad de los Estados regionales, incluyendo Israel. La política de mantener el estatus quo parece ser la opción viable en la Franja de Gaza. También las coyunturas actuales fomentan un acercamiento estratégico entre Israel y el resto de los países árabes. Después de todo Arabia Saudita y los Estados del Golfo Pérsico comparten el interés mutuo con Israel de contrapesar la creciente influencia geopolítica iraní en la región, y de prevenir el riesgo de mayor desestabilidad causado por grupos terroristas islámicos como el Estado Islámico en Siria y la Península del Sinaí, Hezbollah en Líbano en las cercanías de las Alturas del Galán u otros grupos terroristas palestinos como Yihad Islámica Palestina,  Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, Frente Popular para la Liberación de Palestina, entre otros. Además, a estos factores le debemos adjuntar las complejidades de la intervención saudí en Yemen en el año 2015, los conflictos en Iraq y Siria y violencia en Líbano.  En consecuencia, la crisis diplomática ha generado coyunturas en la que los Estados árabes reconocen que el peligro en la región no es Israel, sino que, en contraste, Israel puede ser un aliado estratégico potencialmente fuerte. El príncipe saudí Turki al-Faisal al respecto ha afirmado que, con la cooperación entre los países árabes e Israel, las amenazas pueden ser enfrentadas, de donde vengan, sea Irán o cualquier otra fuente. También la cooperación permitirá una mucha mejor fortificación en una situación de paz entre los países árabes y Israel, para lo cual no existe ninguna dificultad particular en hacerlo. Asimismo, reconocen que el conflicto israelí-palestino no es el mayor problema actual; el riesgo primario es un Catar desalineado, división en los Estados del Golfo, la Hermandad Musulmana, el Estado Islámico, el régimen de Assad en Siria, Hezbollah, la expansión geopolítica iraní, su nueva relación simbiótica con Hamás, y a establecer con otros grupos terroristas en la región (13). En otras palabras, el enemigo es un común denominador entre Israel y los Estados árabes. 

Mientras la dinámica política de las presentes coyunturas permanezca sin cambiar en el Medio Oriente, Egipto, Jordania y los Estados del Golfo Pérsico actuarán concertadamente mientras recalibran sus intereses estratégicos con Israel. El epicentro de los problemas regionales ha sido detectado en una nueva tectónica que relega a un segundo plano el conflicto israelí-palestino.       

Notas

  1. Stanford University, ‘Mapping Military Organizations,’ http://web.stanford.edu/group/mappingmilitants/cgi-bin/groups/view/57
  2. Wintor, P., ‘Qatar given 10 days to meet 13 sweeping demands by Saudi Arabia.’ The Guardian, 23 June 2017, https://www.theguardian.com/world/2017/jun/23/close-al-jazeera-saudi-arabia-issues-qatar-with-13-demands-to-end-blockade
  3. Calfas, J., ‘Read President Trump's Full Saudi Arabia Speech.’ Time, 21 May 21 2017, http://time.com/4787609/donald-trump-saudi-arabia-speech-2/
  4. Roberts, B.D. ‘Qatar and the Brotherhood.’ Survival,  Vol. 56, No. 4, August–September 2014, p. 23
  5. Boghardt, L.P., ‘Qatar Is a U.S. Ally. They Also Knowingly Abet Terrorism. What's Going On?’ New Republic, 6 October 2016, https://newrepublic.com/article/119705/why-does-qatar-support-known-terrorists
  6. Véase Bondokji, N., ‘The Muslim Brotherhood in Jordan: Time to Reform.’ The Brookings Institution, 2015, https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2016/06/en-muslim-brotherhood-in-jordan.pdf
  7. Cafiero, G., ‘Kuwait’s Pragmatic Islamists.’ Middle East Institute, 8 February 2017, http://www.mei.edu/content/article/kuwait-s-pragmatic-islamists
  8. Freedom House, ‘Saudi Publications on Hate Ideology Invade American Mosques.’ Center for Religious Freedom, 2005, https://freedomhouse.org/sites/default/files/inline_images/Saudi%20Publications%20on%20Hate%20Ideology%20Invade%20American%20Mosques.pdf; Clifford, E., ‘Financing Terrorism: Saudi Arabia and Its Foreign Affairs.’ Brown Politcal Review, 6 December 2014, http://www.brownpoliticalreview.org/2014/12/financing-terrorism-saudi-arabia-and-its-foreign-affairs/; Wells, C., “Understanding Saudi Arabia.” Indianapolis: Alpha Books, 2003.
  9. Morello, C & Fahim, K., ‘Qatar Agrees to Combat Terrorism Financing under Deal with U.S.’ The Washington Post, 11 July 2017, https://www.washingtonpost.com/world/qatar-agrees-to-curb-terrorism-financing-under-deal-with-us/2017/07/11/1a86e3b0-a041-4300-ab03-c840d8a19bcf_story.html?utm_term=.fc918ab0cb34
  10. Irán  acordó reanudar su apoyo financiero para Hamas, informó el martes el periódico en árabe Asharq al-Awsat, con sede en Londres; Asharq al-Awsat citado en Bridges for Peace News, ‘Iran to Resume Funding for Hamas, Report Says,’ 6 June 2017, https://www.bridgesforpeace.com/2017/06/iran-resume-funding-hamas-report-says/;    Carlstrom, G., ‘The Qatar Crisis Is Pushing Hamas Back to Iran.’ The Atlantic, 14 June 2017,  https://www.theatlantic.com/international/archive/2017/06/qatar-crisis-saudi-arabia-hamas-iran-syria-gcc-gaza/530229/
  11. Maini-Thompson, A., ‘Qatar’s Crisis is Iran’s Opportunity’. The Jerusalem Post, 13 June 2017, http://www.jpost.com/Opinion/Qatars-crisis-is-Irans-opportunity-496757  
  12. Sánchez, R., ‘Israel cuts Gaza Electricity after Palestinian President Says He will no Longer Pay the Bill for Hamas.’ The Telegraph, 12 June 2017, http://www.telegraph.co.uk/news/2017/06/12/israel-cuts-gaza-electricity-palestinian-president-says-will/
  13. Totten, M., ‘The New Arab–Israeli Alliance.’ World Affairs, http://www.worldaffairsjournal.org/article/new-arab%E2%80%93israeli-alliance