Tal y como se reseñó en un análisis anterior (1), el pasado 29 de junio tuvo lugar la Cumbre de Presidentes del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), durante la cual tuvo lugar la transición de la presidencia pro témpore del Sistema de Costa Rica a Panamá. En la declaración, que destaca por su brevedad y concreción, se nombró a Marco Vinicio Cerezo Arévalo, expresidente de Guatemala, como nuevo Secretario General para el periodo 2017-2021.
Cabe destacar que Cerezo cuenta con un perfil y una trayectoria que le hacían un candidato natural para el máximo cargo dentro del SICA. Electo en una segunda vuelta electoral en 1985, su presidencia marcó el inicio de la era democrática en Guatemala, al tiempo que se convertía en el primer civil en dirigir el país desde 1966 (2). Sin embargo, es su participación determinante en el proceso de paz centroamericano su principal legado a la región. A pesar de que la paz guatemalteca se firmara varios años después de su presidencia, es durante su mandato que se sientan las bases del diálogo que permitió alcanzarlos. Al mismo tiempo, fue Cerezo quién impulsó en sus inicios el proceso de paz con los acuerdos de Esquipulas I, los que fueran los antecedentes de Esquipulas II, donde finalmente se firmaron los acuerdos de paz centroamericanos.
El nombramiento de Cerezo puede verse como un triunfo de la visión más idealista de la integración centroamericana. En su condición de fundador y presidente de la Fundación Esquipulas para la Integración Centroamericana (3), el expresidente ha venido insistiendo en la necesidad de revisitar los acuerdos de paz, actualizarlos, para así buscar saldar las deudas pendientes de Esquipulas II. En un discurso pronunciado con motivo del 25 aniversario de los acuerdos de paz (4), el expresidente Cerezo lo definía así:
Hace falta, como evidencié por primera vez en 2008, en la Universidad de Toledo, un Esquipulas III, un nuevo pacto que nos permita enfrentar de forma integral nuestros problemas de seguridad, pero principalmente los conflictos estructurales, para que podamos avanzar hacia el desarrollo económico y social con equidad y no perder lo que hasta ahora hemos alcanzado.
La iniciativa, que fue acogida por el PARLACEN en conjunto con la Fundación Friedrich Ebert, realizó consultas en los países de la región y logró ser incluida en la Declaración de Presidentes del SICA de 2008, donde se aprobó iniciar un proceso de reflexión y discusión al respecto (5). Asimismo, los resultados del proceso de consulta sirvieron como insumo de varias estrategias regionales para el sector agrícola y rural (6).
Son grandes los retos que enfrenta el nuevo Secretario General: la integración centroamericana mantiene el permanente reto de convertirse en una plataforma que realmente potencie el desarrollo de la región. Las críticas por la falta de resultados o la escasa transparencia siguen acompañadas de la ausencia de un compromiso tangible y continuo de los Estados miembros, a lo que suma una marcada dependencia de los fondos externos para financiar, y en muchos casos sostener, la institucionalidad regional. En esta línea, de previo asumir la presidencia pro témpore, el presidente Solís lanzó una serie de fuertes críticas al Sistema (7). Si esta criticidad se tradujo en reformas o avances puntuales durante al término de su presidencia queda pendiente de ser revisado en un futuro análisis.
Siete años después del ‘Relanzamiento del SICA’ (8), la última declaración presidencial busca alinear la integración regional con la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (9), a lo que se suman los esfuerzos realizados por Costa Rica con las dos próximas presidencias pro témpore (Panamá y República Dominicana) para dar continuidad a algunas de las iniciativas impulsadas durante el semestre terminado. El Secretario Cerezo asume el desafío de conducir un proceso de futuro incierto, pero de una importancia, así como de un potencial, inconmensurable para Centroamérica.