Análisis semanal 113: Trump y su oposición: primeros enfrentamientos(22 de febrero de 2017)

Año: 
2017

 

Los emblemáticos cien días que se le brindan a todo gobierno en los Estados Unidos para establecer sus prioridades se han quedado cortos frente al estilo del nuevo presidente Donald Trump. En términos generales, es costumbre de todos los nuevos ocupantes de la Casa Blanca establecer una serie de decretos ejecutivos que establezcan algunas políticas generales. Esta estrategia permite utilizar los medios para señalar las calidades del nuevo presidente, al tiempo que su imagen hace olvidar al anterior, y se brinda la impresión de que se están cumpliendo las promesas de campaña. Muchos de esos decretos terminan por no cumplirse, o cumplirse de forma escalonada a lo largo del mandato (sin duda todos recordamos el decreto de eliminación de la base de Guatánamo, firmado por el presidente Obama, aún sin cumplir).

En tal sentido, ¿qué tiene de singular el primer mes de Trump? 

Efectivamente, el nuevo Presidente ha establecido una prohibición de visado por 90 días a ciudadanos de siete nacionalidades (Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen), mientras revisan los procedimientos y se refuerzan los controles del visado. Estos países ya se encontraban calificados como peligrosos anteriormente, y que ya tienen un proceso de visa con un sistema reforzado de seguridad. Igualmente, ningun acto de “terrorismo” le ha sido imputado a nacionales de esos países en los últimos años. Además, el decreto prohíbe por 120 días el ingreso de refugiados sirios, pese a que existieran procesos preexistentes para el otorgamiento de esa condición, lo que pone en peligro a esas personas, pues se otorga a quienes se encuentren en situaciones de peligro inminente en su país. Acciones similares habían sido tomadas por el presidente Bush tras el 11 de setiembre de 2001. En esta ocasión, la prohibición ha sido llevada a estrados judiciales, que como medida cautelar han establecido la suspensión de la medida, hasta tanto se conozca por el fondo la razonabilidad constitucional de esta. 

Por otro lado, se anunció la construcción de un muro en la frontera con México. La prensa internacional ya se ha encargado de establecer la existencia de al menos 1000 kilómetros que cuentan con vallas, alambradas y muros sólidos entre otros mecanismos que pueden considerarse barreras físicas. Incluso existe un tratado de regulación de la zona fronteriza entre ambos países que regulan la edificación de este tipo de obras que data de la década de 1970, para proteger los causes de los ríos Colorado y Bravo. Así como el endurecimiento del trato a migrantes ilegales, el cual ya de por sí lo es (en los últimos dos años se han producido más de 400,000 deportaciones de centroamericanos, por ejemplo).

Más allá de la fanfarria de los anuncios, este mes nos permite observar con claridad la división existente dentro de los Estados Unidos, que también pudo percibirse en la elección presidencial. De acuerdo con un estudio de 2016, efectuado por Pew Reserch Center, las minorías son cada vez más fuertes en los Estados Unidos. Para 2055 no existirá en ese país  una mayoría que se considere blanca, según el estudio. Este elemento implica una recomposición de la identidad que pasará por disputas y acomodos, que no necesariamente son pacíficos. Asimismo, esa misma institución ha venido perfilando estudios que demuestran una clara división política sobre derechos civiles, que también se ha traducido en una división religiosa, que debe ser estudiada con mayor detenimiento para comprender los cambios en la cultura estadounidense en las décadas porvenir.

En esta línea, las acciones de Trump en estos meses y, posiblemente, a lo largo de su gobierno, se encuentran dirigidas a defender y cumplir con el plan de campaña que fue apoyado por sus votantes, quienes consideran que esas acciones no solo son correctas, sino indispensables. A estas les seguirán recortes en el presupuesto nacional, probablemente en áreas claves como ambiente, cultura, y apoyo de los Estados Unidos a programas de las Naciones Unidas.

No obstante, la embestida de Trump y su grupo ha visto un levantamiento de las fuerzas que se le oponen dentro de los Estados Unidos, que se encuentran más allá de los votantes del partido Demócrata. En esta línea, la oposición al actual gobierno nos muestras cuatro variantes: por un lado, las organizaciones sociales de derechos civiles que han gestionado una serie de marchas en diversas ciudades de los Estados Unidos, que han protagonizado demandas ante los tribunales federales, y que consiguieron la suspensión de algunas de las normas establecidas por la orden ejecutiva de Trump. Estas agrupaciones, con grados diversos de disgregación entre sí, han conseguido, en torno a la oposición a Trump, encontrar formas para agruparse y trabajar en conjunto. Será necesario el correr de los meses para entender que tan fuerte será el lazo de unión que la oposición a las medidas del Ejecutivo contra grupos minoritarios pueda alcanzar.

El segundo rostro de la oposición se encuentra en el partido Demócrata, tanto en el Congreso como en los gobiernos estatales que aún controlan. Es así como en el Senado y la Cámara de Representantes lograron atrasar los nombramientos del gabinete del nuevo gobierno, aún sabiendo que difícilmente podrán impedirlos (salvo por el caso del nominado a la Secretaría de Trabajo). Pero se muestra como una señal de que las cosas no serán tan fáciles cuando el Ejecutivo tenga que remitir proyectos de reforma de impuestos, sostener cambios profundos en el sistema migratorio, y pasar presupuestos. Igualmente, las filtraciones de conversaciones entre el consejero presidencial de Seguridad, Michael Flynn, recientemente destituido, y autoridades rusas han dado la suficiente materia crítica para iniciar un ataque directo contra el Gobierno. A pesar de ello, el entramado demócrata, con líderes envejecidos en el Congreso, se encuentra lejos de una nueva integración, y la conformación de nuevos liderazgos. 

Por otro parte, en algunos estados y ciudades, calificados como santuarios de inmigrantes donde los demócratas son fuertes, los fiscales generales han señalado que no acatarán la orden en cuestión, al calificarla como inconstitucional. Es decir, nos encontramos ante un enfrentamiento entre el Estado central y los estados federados, ese enfrentamiento no será fácil; sus efectos en la organización política de los Estados Unidos deben ser evaluados a lo largo de los próximos años.

La tercera cabeza de la oposición son los funcionarios públicos que no se sienten representados por la política de Trump. Por ejemplo, en el Departamento de Estado (para nosotros el Ministerio de Relaciones Exteriores) se han producido dos acciones de amplio contenido simbólico de los diplomáticos de carrera. Hace pocos días renuncio todo el gabinete interno conformado por funcionarios de alto nivel del Departamento, que representan el motor de las decisiones administrativas de toda la red de Embajadas y Consulados de los Estados Unidos en el mundo. Este hecho no será fácil de subsanar en el corto plazo. Por otra parte, por medio del denominado “canal de discenso”, un mecanismo mediante el cual los funcionarios diplomáticos pueden expresar sus consideraciones en torno a las decisiones políticas de la administración, se gestionó un memorando, filtrado a la prensa y apoyado por 100 diplomáticos, que establece una dura crítica a la orden de prohibición, y la califica como inconstitucional. Asimismo, establece los efectos negativos para la imagen de los Estados Unidos, y daños concretos a empresas que tienen contratos en los países en cuestión.

La cuarta línea de oposición ha estado compuesta por aquellas empresas que han encontrado en la migración y en la búsqueda de personal externo a los Estados Unidos un mecanismo para su crecimiento (Starbucks, Facebook, Ford, entre las más connotadas), las  que han señalado su oposición a la orden, así como el apoyo para sus empleados. En esta misma posición se encuentran las grandes empresas de los medios de comunicación (Washington Post, New York Times), que han informado ampliamente sobre los movimientos sociales existentes. Es claro que las voces disidentes tendrán una amplia cobertura por los medios que han estado en conflicto con la nueva administración desde la campaña electoral, y serán claves a lo largo de la presidencia de Trump.

En síntesis, las acciones del presidente Trump y su grupo de estrategas son novedosas en cuanto a su estilo, Twitter sigue siendo la plataforma de uso para su difusión, y ácidos comentarios contra sus opositores; el fondo lo es menos como hemos argumentado. La reacción de distintas fuerzas en el coloso del norte resulta, por el contrario, un elemento de cambio, los nuevos gobiernos no afrontan tanta oposición desde tantos frentes en las primeras semanas. En este sentido, en los próximos días debe estudiarse cómo evolucionan las estrategias de ambas partes, el nombramiento de los nuevos miembros del gabinete será un punto de inflexión para contrarrestar las actividades de la burocracia, y el nombramiento de un nuevo juez en la Suprema Corte para seguir con la agenda política de la administración. Por otra parte, la capacidad de bloqueo desde diferentes bandos en el Senado y Cámara Representantes a la agenda económica (impuestos y planes de revitalización económica) será importante para debilitar la confianza de los votantes de Trump para las, desde ahora, decisivas elecciones de medio período, el 6 de noviembre de 2018.