Análisis Semanal 83: El conflicto asimétrico: ¿por qué la ONU ha fracasado en Siria? (17 de octubre de 2016)

Año: 
2016

La crisis en Siria se inició durante la Primavera Árabe en el año 2011, con la brutal represión ejercida por el gobierno contra sus opositores. Desde esa fecha no muestra señal alguna de llegar a un final por medios diplomáticos o militares. La violencia desmedida ha resultado en el sitiado de miles de víctimas inocentes, más de 300 mil muertes (1), miles de personas desplazadas internamente y millones de refugiados, producto de hacer pasar hambre a civiles como método de combate y todo tipo de asedio contra la población civil (2). Armas químicas han sido usadas por las fuerzas militares del régimen sirio;  bombardeos indiscriminados ejecutados por Rusia usando bombas incendiarias en áreas urbanas bajo control de las fuerzas opositoras al régimen han resultado en destrucción de la infraestructura civil crítica como hospitales, casas, negocios, escuelas, esencialmente destrucción del país y devastación de la nación, acciones violaciones graves a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, lo que constituye crimen de guerra (DIH).  El Estado Islámico ataca sin impunidad directamente a civiles con bombas suicidas humanas y automóviles en áreas controladas por el enemigo, en calles llenas de civiles y cerca de hospitales (3).

La suspensión del acuerdo limitado de alto al fuego alcanzado entre los Estados Unidos y Rusia el 10 de setiembre del 2016 agravó la cuestión. Bajo los términos del acuerdo, la coalición encabezada por los Estados Unidos y Rusia se comprometían a detener las hostilidades entre los grupos de oposición y las fuerzas del Presidente sirio, Bashar al-Assad, mientras concomitantemente convergían en atacar de manera conjunta a un enemigo común: el Estado Islámico y Al-Nusra. Sin embargo, el ‘consenso’ fue elusivo. El acuerdo fue suspendido por el presidente Assad, después de que la coalición atacara tropas del régimen de Assad. La interpretación de los ataques es divergente; para los Estados Unidos los ataques fueron un error; en contraste, Rusia afirma que fueron deliberados. Mientras tanto, durante el debate anual 71 de la Asamblea General, Ban Ki-moon afirmó que representantes de gobiernos han ignorado, facilitado, participado, planeado y ejecutado atrocidades infligidas contra la población civil por todas las partes involucradas en el conflicto (4). La reunión de emergencia sostenida por el Consejo de Seguridad (CS) el 25 de setiembre de 2016 para analizar la situación precaria de Alepo sirvió de escenario para que los potencias se hicieran mutuas recriminaciones. El impasse diplomático no permitió encontrar ninguna solución al conflicto (5).  La única sugerencia fue que los Estados Unidos y Rusia deberían encontrar una solución, acentuando con tal sugerencia el evidente fracaso de la ONU para ingeniar una solución al conflicto.

 La crisis es un reto serio que cuestiona la credibilidad de la ONU.  Por admisión propia, la organización debe aceptar con vergüenza, responsabilidad y sentido común de humanidad el horror que se desarrolla en Siria. Esta es la mejor acción humanitaria y, si la organización no logra el cese de las hostilidades del todo, al menos debe de alcanzar un cese de 48 horas semanales entre las partes responsables del conflicto en cuyo caso contrario el Consejo de Seguridad (CS) estaría del lado equivocado de la historia así come del lado errado de muertes inevitables. (6) El Informe del Secretario General sobre la Situación en el Medio Oriente del 29 de setiembre de 2016 continúa afirmando que, no obstante, la voluntad unida de todos y cada uno de los miembros del CS es proveer las posibilidades para alcanzar el cese de las hostilidades (7). Según el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, la cuestión se reduce a que hay muchos actores con muchas agendas diferentes involucrados en el conflicto (8).

En contexto, si diseccionamos los elementos subyacentes que explican la crisis competencial de la ONU en Siria, inferimos dos inductores sistémicos de inefectividad: primero, la naturaleza cualitativa del conflicto y, segundo, a prima facie la parálisis crónica del CS debido al uso del veto.  No obstante, la raíz profunda del problema yace en el interés nacional de los Estados. Aquí nos concentraremos en la naturaleza del conflicto debido a su peculiaridad.

Pues bien, el conflicto entre el régimen sirio, las fuerzas de oposición y los grupos terroristas es de carácter asimétrico. El conflicto asimétrico es una anomalía sistémica que rompe con lo ortodoxo y militarmente convencional. Típicamente, en los conflictos interestatales los combatientes son Estados. Según la Declaración de San Petersburgo de 1968 la única finalidad legítima que los Estados deben proponerse durante la guerra es el debilitamiento de las fuerzas militares del enemigo; que, a este fin, basta con poner fuera de combate al mayor número posible de soldados, así como la eliminación de armas que causan sufrimiento innecesario. También el Protocolo Adicional I y II a las Convenciones de Ginebra taxativamente consagran el principio de distinción entre combatientes y no combatientes, o entre objetivos militares legítimos, por un lado, y personas civiles que no participan directamente en las hostilidades y bienes de carácter civil, por otro lado. El daño incidental causado a excombatientes y civiles producto de los ataques a objetivos militares legítimos es, a veces, inevitable en la neblina de la guerra, no obstante, justificable si han sido ejecutados sin intención de causar ese daño y sometidos a la norma de la proporcionalidad. El examen del daño incidental, en contraposición al daño intencional, es el razonamiento de la cuestión.

La naturaleza frontal del combate, la paridad relativa de fuerzas militares de los combatientes, la finalidad clara de debilitar al enemigo facilita la implementación y discernimiento de la maquinaria normativa del DIH durante el conflicto, así como la consecución de una victoria rápida y la conclusión de un tratado de paz. En consecuencia, la imputación de responsabilidad por violaciones a las normas humanitarias es, en principio, un proceso más simple desde que los combatientes basan toda su estrategia en el principio de reciprocidad que les permite aislar a la población civil del combate.

En contraste, los conflictos asimétricos nos presentan un escenario diferente. En efecto, en este tipo de conflicto los enemigos corresponden a fuerzas irregulares que se enfrentan a combatientes. En otras palabras, el factor de ruptura corresponde a la obliteración de las categorías binarias consagradas en el DIH, debido a que la  confrontación es entre combatientes—ejército regulares de los Estados—y no-combatientes—fuerzas irregulares—; entre  los que ejecutan la violencia organizada y la ‘desorganizada;’ los que se distinguen y los que no se distinguen durante las hostilidades; entre los que pueden aportar armas y los que no deben aportar armas de acuerdo a las Convenciones de Ginebra.  La disparidad de poder abismal entre los contendores los obliga a recurrir a medios y métodos de guerra ilegales con el fin de reducir el diferendo estructural de sus capacidades materiales. En consecuencia, un actor no-estatal camuflado entre la población civil toma ventaja de su inferioridad táctica y operacional, con el fin de explotar las vulnerabilidades extremas del actor estatal militar y tecnológicamente superior en un conflicto con ausencia de plazos. La explotación del principio cardinal de distinción le permite al actor no-estatal más débil sobrevivir en un conflicto donde ganar es evitar que el contendor con mayor capacidad militar convencional obtenga una victoria rápida. El conflicto puede durar por años sin resolverse; entre más se desacelere el conflicto más desgaste sufrirá el contendor más fuerte, y muchos más daños colaterales excesivos causará a la población civil inocente.

El colapso del principio de distinción tiene por objetivo reducir la barrera de protección impuesta por el principio de proporcionalidad, de manera que el actor más fuerte se vea obligado a ejecutar intencionalmente ataques indiscriminados. Considerando que en escenarios asimétricos el adversario más débil no puede ser alcanzado, porque en todo caso es un actor fluido muy bien camuflado entre la población civil, entonces la interrogante que emerge para el actor estatal es ¿quién o qué puede ser atacado?  En conflictos asimétricos existen muy pocos, o no existen del todo, objetivos militares legítimos que atacar (9). ¿Cuáles son las fuerzas militares que hay que debilitar o derrotar? ¿Cómo diferenciar a un civil que explota el principio de distinción, y vulnera el de inmunidad civil debido a su participación directa, o indirecta, en las hostilidades de los genuinamente inocentes, si ninguno usa distintivo alguno? ¿De dónde provienen los ataques?

Pero las preguntas son las mismas para el actor no-estatal. El desbalance de poder material le permite al más débil alcanzar objetivos militares legítimos muy bien protegidos. La superioridad del poder de fuego, sistemas de detección y vigilancia, inteligencia, entre otros, le permite al actor estatal protegerse con mayor facilidad y de atacar sin restricción alguna. Si una confrontación frontal y abierta no es posible, ¿cuál es el mejor campo de batalla? Implementar el principio de distinción es exponerse a extermino. De hecho, ataques contra las fuerzas regulares carecen de toda viabilidad.  Esencialmente, ¿qué y quién puede ser atacado para socavar la superioridad convencional del más fuerte? Una victoria rápida carece de viabilidad; un plan de paz tampoco tiene sentido si una de las partes carece de legitimidad y reconocimiento. La única alternativa de pelea es recurrir a medios y métodos de ataques irregulares: bombas suicidas humanas y en automóviles en centros urbanos, el escudaje, ataques directos contra civiles e la infraestructura civil; esencialmente terrorismo.

El terrorismo es un método asimétrico de ataque que ningún Estado tolera. Rebeldes que luchan paralelamente en un mismo teatro de conflicto representan una amenaza política y militar para el régimen que buscan cambiar. También son difíciles, sino imposible, de distinguir de terroristas, a menos que se expongan a extermino siguiendo las normas debidas del combatiente. Civiles que escudan a blancos legítimos o que se encuentran posicionados en áreas de donde provienen los ataques son además vulnerables al daño intencional.  En un teatro asimétrico en realidad no existe distintivo alguno que guíe la conducta de las hostilidades. En consecuencia, todo civil es catalogado como terrorista o potencialmente de peligro, y no queda otra alternativa más que atacarlo intencionalmente. Esta asunción conduce a que la categoría binaria entre combatientes y no combatientes sea sustituida por la noción de participación en escala en las hostilidades (10). Así, entre más atada esté la población civil al conflicto más vulnerable es al daño intencional. Debido a que la geografía del blanco corresponde a espacios urbanos, el radio de acción de los ataques necesariamente resulta en daños colaterales excesivos inevitables, que son ‘justificados’ bajo la sombrilla de la necesidad militar. Después de todo, la norma de la proporcionalidad permite que se maten a civiles. Para ambos actores la ‘necesidad’ estratégica es la misma: si el banco de objetivos militares es agotado rápidamente o simplemente no existe, entonces, no queda otra alternativa más que recurrir al daño intencionado contra la infraestructura y población civil con el fin de tener alguna posibilidad de combate. En consecuencia, las asimetrías del conflicto desencadenan una situación en la que no hay mucho que nadie pueda hacer para detener la escalada de la violencia.

La característica distintiva del conflicto asimétrico es el daño intencionado contra la población civil. Las ventajas estratégicas que la población civil confiere para ambos actores es la misma: la explotación de daños colaterales excesivos con el fin de prevalecer, y esencialmente sobrevivir, comprometer su reputación moral, desgastarlo desacelerando un conflicto que no se puede decidir por medios militares, intensificación de la violencia con el fin de multiplicar adherentes. Los resultados son catastróficos: fragmentación territorial, el colapso de la autoridad gubernamental, carencia total de responsabilidad criminal internacional, escalada de la violencia y terrorismo, violaciones graves a los derechos humanos, multiplicación de los actores estatales y no-estatales que tienen intereses en el conflicto, cambio en la balanza regional del poder, y geopolíticamente globalización del conflicto.  

Las asimetrías imperantes en la crisis siria reflejan esta realidad compleja. En efecto, unos 64 Estados están involucrados en varios conflictos asimétricos internos desarrollándose al mismo tiempo (11), y entre 1000 y unos 1200 grupos armados organizados (12) participan en las hostilidades operando desde ‘adentro.’  Los Estados han invocado el derecho a la autodefensa individual o colectiva y la intervención humanitaria para justificar el uso de la fuerza, que ha tomado la forma de ataques aéreos, o tropas en el terreno. (13). La escalada de la violencia ha contribuido a la multiplicación y radicalización de grupos terroristas como Al-Nusra y el Estado Islámico. Esencialmente, los conflictos involucran a cuatro partes: el gobierno y sus fuerzas, la oposición secular moderada, la oposición islámica extrema—Sunní y las fuerzas kurdas. Cada uno de estos grupos es apoyado por una miríada de actores adicionales, locales y externos, diferentes (14) y difíciles de ser identificados. La seguridad humana está en manos de guerrillas, señores de la guerra, grupos terroristas, milicias extranjeras y civiles opositores al régimen, (15). La interconexión de estas inseguridades ha conllevado a la fragmentación extrema del poder del Estado, de su base territorial, sectarismo, al colapso crítico de la infraestructura y de la economía, y al control de los recursos en manos de los actores armados no-estatales como el Estado Islámico (16).

Los actores están encerrados en varios conflictos de desgate por control territorial, cambio o mantenimiento de régimen y, sobre todo por la supervivencia, factores que no permiten ningún tipo de compromiso y resolución del conflicto. Para el régimen de Assad todo oponente es un terrorista que debe ser exterminado. Negociación con terroristas es legitimarle sus reclamaciones, conflación que no permite transición política a un nuevo régimen ni una solución diplomática y militar del conflicto. Aún, desde que los oponentes son civiles camuflados en ambientes urbanos sin posibilidad de detección, desde donde atacan, entonces no queda otra alternativa más que atacar a la población civil indiscriminadamente para destruirlos. Así, el régimen, apoyado por Rusia, ha recurrido al bombardeo de las fuerzas de oposición y grupos terroristas escudados en centros urbanos, usando aviones de guerra, artillería, misiles, bombas de penetración de bunkers e incendiarias, causando devastación a gran escala, muertes, heridos en gran escala (17), y los consecuentes desplazamientos masivos de la población.

La percepción actitudinal agrava la crisis. El régimen se auto-describe como víctima de una estrategia concertada y perseguida por Israel, Occidente y los países árabes pro-occidentales. De acuerdo con el régimen, el objetivo de la estrategia es afirmar los intereses de Occidente e Israel en la región con la ayuda de los aliados regionales como Arabia Saudita y Qatar; del mismo modo destruir al denominado eje de la resistencia, compuesto por Siria, Irán, Hezbolá y Hamás. Para tales efectos, según Assad, los Estados pro-Occidentales emplean grupos islámicos extremistas y terroristas (18). Esta actitud hace eco de las acusaciones hechas por Rusia contra los Estados Unidos el 29 de setiembre de 2016. En efecto, Rusia acusó a USA de promover el terrorismo, mientras que USA acusó a Rusia y Siria de barbarismo y de acarrear responsabilidad especial en detener el conflicto (19).

Mientras tanto, la ONU marginalmente se limita a condenar

enérgicamente las constantes vulneraciones y conculcaciones sistemáticas, generalizadas y manifiestas de los derechos humanos, y todas las vulneraciones del derecho internacional humanitario cometidas por las autoridades sirias y las milicias progubernamentales, incluidos los combatientes terroristas extranjeros y las organizaciones extranjeras que luchan en favor del régimen sirio, en particular Hezbollah (20).

¿A qué se debe el fracaso del CS? Las asimetrías complejas del conflicto son de tal magnitud que encontrar una solución es difícil de pronosticar. El fracaso es evidente. Como se expresó con antelación, las asimetrías imperantes imponen una lucha por la sobrevivencia y no una victoria militar, en consecuencia, no permiten compromiso alguno que permita la resolución del conflicto.  Además, un arreglo de seguridad colectiva es difícil de conseguir debido a que los actores involucrados no se retirarán de Siria al menos que todos se retiren. Pero ¿por qué y cómo deben de retirarse si 64 Estados y 1200 grupos diferentes de ‘combatientes’ extranjeros tienen intereses que defender? La retirada total de un actor puede ser interpretada por el oponente como victoria. Así, por ejemplo, la retirada de los rebeldes podría ser la victoria para Assad; o la de Rusia podría garantizar la supremacía e influencia de Occidente en Siria. Una solución política y diplomática necesita del consenso de la multiplicidad de todos los actores posicionados dentro y fuera del régimen sirio, cuestión que solo puede ser lograda cuando los mismos tengan razones para creer que puedan preservar su posición de poder en el proceso, lo que les permitiría asegurar la máxima inmunidad, la protección de sus intereses, y una determinación a largo plazo de la orientación de la política exterior Siria.

En contraste, estos grupos actúan deliberadamente fuera del ámbito normativo del derecho internacional. Las violaciones graves a los principios humanitarios demandan criminalización, vicisitud que no están dispuestos a aceptar, especialmente si observan que el actor estatal que oponen es legitimado por otros Estados: Rusia y China han usado el veto para asegurar a Assad en el poder; Occidente apoya a las fuerzas de oposición siria, incluyendo a los kurdos; Turquía apoya a los opositores del régimen, pero ataca a los Kurdos; el Estado Islámico es opuesto por todos y ataca a todos. En consecuencia, los legitimados tienen menores posibilidades de ser penalizados por la comisión de los mismos crímenes universales que cometen grupos terroristas como el Estado Islámico. En vista de las atrocidades cometidas por el régimen, las fuerzas sirias de oposición no podrían participar en un proceso que otorga a los principales responsables de esas atrocidades inmunidad judicial por completo y sin perder su credibilidad. El Estado Islámico estaría en todo caso fuera de todo proceso de negociación.  Desbalances del sistema legal internacional son un oxímoron que desincentivan el cumplimiento de las normas humanitarias.

De igual importancia, la fraccionalización de los actores involucrados en los conflictos armados es de grado extremo. En conflictos asimétricos multipartidarios, la determinación o identificación de los actores que participan directamente en las hostilidades es una tarea difícil, sino imposible, de alcanzar, distintamente en lo concerniente a las redes de grupos terroristas. Mientras que por un lado el régimen de Assad es una estructura concreta que toma ventaja de la fraccionalización para brutalmente asegurar su poder y sobrevivencia, la naturaleza cualitativa de los actores no-estatales armados no permite que sean enganchados en procesos de paz o negociación, a menos que estén dispuesto a negociar sus intereses, como se ha expresado anteriormente. ¿A quién enganchar si no se sabe quién es el que participa directamente en las hostilidades? Y si existe posibilidad de identificación, ¿cuáles son los que se deben enganchar? ¿Cómo detener su capacidad de reproducción?

El incremento gradual en el número y naturaleza multipartidaria de los involucrados, el grado extremo de fraccionalización de las fuerzas de oposición siria, la naturaleza descentraliza de las redes de grupos terroristas, y el alto nivel de participación de los actores externos, estatales y no-estatales, pronostica que los conflictos en Siria serán muy prolongados, letales y de suma resistencia a los esfuerzos internacionales por resolverlos pacíficamente (21). El uso del veto agrava en el CS la situación. En el plano de estas circunstancias es difícil visualizar un plan de la ONU muy bien estructurado y comprensivo, aceptado consensualmente por toda la multiplicidad de actores con el fin de detener la violencia. Además, si tal plan es ingeniado, el mismo enfrenta la problemática de la llegada continua de yihadistas extranjeros radicalizados que mantienen la vitalidad y el círculo de la violencia (22). Los conflictos han sido terreno fértil que nutre la capacidad de reproducción del Estado Islámico, su expansión y control territorial, así como la capacidad de resistencia del régimen. El conflicto ha sobrellevado un proceso de metástasis, alcanzando sistémicamente dimensiones globales. Alcanzar la paz de momento es un objetivo prospectivo que debe esperar a expensas de la vida de inocentes. 

Notas

  1. “Russia under fire at UN as air strikes pound Syria's Aleppo”, The Mail on Line, 26 September 2016,  http://www.dailymail.co.uk/wires/afp/article-3806363/Fresh-strikes-pound-Aleppo-ahead-UN-Syria-talks.html
  2. The situation in the Middle East, Report of the Secretary-General on the implementation of Security Council resolutions 2139 (2014), 2165 (2014), 2191 (2014) and 2258 (2015) (S/2016/796), Security Council Seventy-first year 7780th meeting Thursday, 29 September 2016, http://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/s_pv_7780.pdf; El Consejo de Derechos Humanos, La situación de los derechos humanos en la República Árabe Siria, http://ap.ohchr.org/documents/S/HRC/d_res_dec/A_HRC_33_L30.pdf
  3. Amnesty International, Syria: Annual Report 2015/2016, https://www.amnesty.org/en/countries/middle-east-and-north-africa/syria/report-syria/; Human Rights Watch, Syria, https://www.hrw.org/middle-east/n-africa/syria
  4. “UN head: World Leaders ‘Have Blood on their Hands’ over Syria Conflict,” The London Post,  http://thelondonpost.net/2016/09/un-head-world-leaders-have-blood-on-their-hands-over-syria-conflict/
  5. Farnazz Fassihi, “U.N. Security Council Holds Emergency Meeting Sunday on Syria. Diplomats Say Meeting Called Following Acceleration of Fighting in Aleppo,” The Wall Street Journal, 25 September 2016,  http://www.wsj.com/articles/u-n-security-council-holds-emergency-meeting-sunday-on-syria-1474838566
  6. The situation in the Middle East, Report of the Secretary-General on the implementation of Security Council resolutions 2139 (2014), 2165 (2014), 2191 (2014) and 2258 (2015) (S/2016/796), Security Council Seventy-first year 7780th meeting Thursday, 29 September 2016, http://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/s_pv_7780.pdf
  7. Ibid.
  8. Mehdi Hasan, “Has the UN Failed in Syria?,” Aljazeera, http://www.aljazeera.com/programmes/upfront/2016/09/failed-syria-160923192457782.html
  9. Michael L Gross, “Asymmetric War, Symmetrical Intentions: Killing Civilians in Modern Armed Conflict,”  Global Crime, Vol. 10, No. 4, 2009, p. 321  http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17440570903248262
  10. Ibid, p. 325
  11. The Global Coalition to Counter ISIL, U.S. Depart of State, http://www.state.gov/s/seci/261626.htm
  12. Christopher M. Ford, “Syria: Can International Law Cope?  Workshop Report”, International Law Studies, Vol. 92, 2016, p. 314, http://stockton.usnwc.edu/ils/vol92/iss1/10/; Elise Labott, Official: Al Qaeda-affiliated groups gaining strength in Syria, CNN, 21 July 2013, http://security.blogs.cnn.com/2013/07/21/official-al-qaeda-affiliated-groups-gaining-strength-in-syria/
  13. Ibid.
  14. David E. Cunningham, Kristian Skrede Gleditch & Idean Salehyan, “Non-State Actors in Civil War,” in David Bake, et. al., Peace and Conflict 2016, London: Rutledge.
  15. ARK Group DMCC, “The Syrian Conflict: A Systems Conflict Analysis,” ARK, 2016, p. 12, http://cdacollaborative.org/publication/the-syrian-conflict-a-systems-conflict-analysis/
  16. Ibid, p.8.
  17. Amnesty International, Syria: Annual Report 2015/2016, https://www.amnesty.org/en/countries/middle-east-and-north-africa/syria/report-syria/; Human Rights Watch, Syria, https://www.hrw.org/middle-east/n-africa/syria
  18. Muriel Asseburg and Heiko Wimmen, “The Civil War in Syria and the Impotence of International Politics” in Marc v. Boemcken et. al. (ed.) Peace Report 2013, p. 72, German Institute for International & Security Affairs, http://www.swp-berlin.org/en/publications/swp-research-paper-detail/article/the_civil_war_in_syria_and_the_impotence_of_international_politics.html
  19. Kareem Shaheen & Julian Borger, “Two Aleppo Hospitals Bombed Out of Service in 'Catastrophic' Airstrikes, The Guardian,” 28 September 2016, https://www.theguardian.com/world/2016/sep/28/aleppo-two-hospitals-bombed-out-of-service-syria-airstrikes
  20. The situation in the Middle East, supra nota 2 & 6
  21. David Cunningham, Barriers to Peace in Civil Wars, Cambridge: Cambridge  University Press, 2011; Ulrich Pilster, Tobias Böhmelt, “Predicting the duration of the Syrian insurgency, Research & Politics”, DOI: 10.1177/2053168014544586, August 2014, http://rap.sagepub.com/content/1/2/2053168014544586; Eric Schmitt & Mark Mazzetti, “U.S. Intelligence Official Says Syrian War Could Last for Years”, New York Times, 20 July 2013, http://www.nytimes.com/2013/07/21/world/middleeast/us-intelligence-official-says-syrian-war-could-last-for-years.html?_r=0
  22. Muriel Asseburg and Heiko Wimmen, supra nota 18.