Análisis semanal 80: El camino para la paz en Colombia

Año: 
2016

 

Cartagena de Indias, otrora uno de los principales puertos de la América colonial y donde hace ya veinte años García Márquez finalizara su libro Noticia de un secuestro, fungirá como sede de la firma de los históricos acuerdos de paz de Colombia entre el Gobierno y las FARC-EP. El lunes 26 de setiembre la ciudad recibirá a los más altos dignatarios de América y el mundo, entre los que se cuentan más de 15 presidentes de América Latina, el Secretario de Estado de EE.UU, el Secretario General de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, los presidentes del Banco Mundial, del Fondo Económico y del Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros (1).

La firma propiamente de los acuerdos está programada para las 5:00 pm, y estará precedida por un acto de homenaje a las fuerzas militares y la policía, una ceremonia litúrgica oficiada por el Secretario de Estado del Vaticano, y finalmente, por los discursos del presidente colombiano Juan Manuel Santos y del número uno de las FARC-EP, Rodrigo Londoño, alias Timochenko. El acuerdo aún deberá ser refrendado por el pueblo colombiano en el plebiscito dispuesto para el próximo 2 de octubre, para cuya aprobación se necesitará al menos de 4,5 millones de votos.

El texto del acuerdo consta de 297 páginas (ver el texto aquí) (2), y se estructura en seis grandes temas: reforma rural, participación política, cese al fuego y dejación de las armas, solución al problema de las drogas ilícitas, víctimas, e implementación y verificación. El proceso de negociación tuvo lugar durante los últimos cuatro años, con Cuba y Noruega como países sede facilitadores del proceso, y ha sido la principal apuesta del gobierno de Santos. Esto le ha llevado a enfrentarse de quién fuera ministro de defensa, el expresidente y senador Álvaro Uribe, detractor del diálogo con las FARC-EP y, junto al expresidente Andrés Pastrana, caras visibles de la campaña del "No" al proceso del 2 de octubre.

El primero de los puntos del acuerdo es, sin duda, central para la resolución del conflicto fratricida que ha desangrado a la sociedad colombiana por los últimos 60 años: la reforma agraria. Desde los inicios del conflicto a mediados del siglo XX, aunado a las reivindicaciones sociales y laborales, la distribución de la tierra fue un elemento central de la lucha popular. Mientras que los puntos acerca de la transición de las FARC-EP hacia la vida institucionalizada, la amnistía y el cese al fuego han sido históricamente elementos obligatorios de cualquier proceso orientado a la finalización de un conflicto civil de magnitudes similares, la reforma agraria apunta atender los asuntos estructurales que dieron vida al conflicto, lo que dada su complejidad es en muchas ocasiones evadido por los actores políticos. Tal fue el caso de los proceso de paz de Centroamérica: se pensó en lograr la democracia a través de elecciones libres, ignorando la importancia de los aspectos estructurales que dieron origen a las guerras en la región (3). Esto tuvo como resultado "democracias malas" que presentan debilidades institucionales que las hacen especialmente vulnerables a la penetración de la corrupción y el crimen transnacional organizado (4).

Fuente: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6042399

Las iniciativas de este primer punto incluyen: la creación de un fondo de tierras para los campesinos desposeídos, la apertura de una jurisdicción agraria, el desarrollo de programas de infraestructura y asistencia técnica, así como de acceso a servicios de financiamiento, vivienda y salud; lo que demuestra la priorización que la atención al agro colombiano recibe dentro del acuerdo, al tiempo que se constituye en un vivo ejemplo de la integralidad de los asuntos abordados dentro del acuerdo.

Cabe destacar el apartado sobre la atención de las víctimas, en tanto parte desde un enfoque de justicia restaurativa, el cual buscar en esencia restaurar el tejido social mediante el resarcimiento de las víctimas del conflicto. Para estos fines se crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición, dentro del que se incluye: una comisión para el esclarecimiento de la verdad, una unidad especial para la búsqueda de personas desaparecidas, una jurisdicción especial para la paz (responsable de juzgar las violaciones de Derechos Humanas así como de otorgar amnistías e indultos) y una serie de medidas de reparación integral, que abarcan las acciones orientadas a la reparación de las víctimas, así como la reparación de los territorios, poblaciones y colectivos más afectados con la guerra. Estas medidas, como lo señala el mismo texto del acuerdo, tienen mayor efectividad si se aplican de manera articulada y complementaria, razón por la cual el Sistema no se queda solo en una comisión de la verdad o solo en una jurisdicción especial, sino que combina acciones de diverso tipo para lograr el máximo de justicia y reparación del daño posibles.

Finalmente, los mecanismos de implementación y verificación, que incluyen instancias para la resolución de diferencias, así como el acompañamiento de la comunidad internacional para garantizar la implementación de los acuerdos, son una muestra del compromiso real existente con los acuerdos, lo que además es un requisito básico para que los acuerdos no terminen siendo ‘palabras que se lleva el viento’.

De cara al plebiscito del próximo 2 de octubre, el gobierno colombiano enfrenta el reto de vencer el abstencionismo. Más allá de la amenaza fantasma que pueda representar el "uribismo", agrupado en el Partido Centro Democrático, el verdadero desafío lo constituye alcanzar el 13% del padrón electoral que se definió como el umbral mínimo necesario para el proceso. En caso de lograrse el refrendo popular, iniciará la fase de adaptar la institucionalidad colombiana para, en primera instancia, dar sustento legal a las acciones por desarrollar.

Queda pendiente aún retomar las negociaciones con el Ejército Popular de Liberación (EPL), iniciadas en marzo de 2016 pero estancadas en medio de las tensiones que permanecen debido a los secuestros que esta guerrilla ha realizado en los últimos meses y la exigencia del gobierno de su liberación para poder sentarse a negociar. Sin embargo, setiembre de 2016 será recordado como un mes histórico para Colombia, en tanto las armas empezaron a callar y la paz pudo, finalmente, volver a caminar entre los colombianos.

Notas

(1) Elpaís.com.co. 2016. Así será el acto de firma del acuerdo entre el Gobierno y Farc en Cartagena. 24 de setiembre. Disponible en: http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/proceso-paz/noticias/asi-sera-acto-firma-acuerdo-paz-entre-gobierno-y-farc-cartagena

(2) Disponibles en: https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/files/acuerdo-final-1473286288.pdf

(3) Rojas, M. 2010. Centroamérica: ¿anomalías o realidades? Nueva Sociedad. Disponible en: http://nuso.org/articulo/centroamerica-anomalias-o-realidades/

(4) Torres, E. 2010. Las democracias malas de Centroamérica. Nueva Sociedad. Disponible en: http://nuso.org/articulo/las-democracias-malas-de-centroamerica-para-entender-lo-de-honduras-una-introduccion-a-centroamerica/