Tarde o temprano, en cada administración, los viajes al exterior de los funcionarios públicos llegan a crear polémica. En términos generales, las salidas al extranjero de los servidores del Estado son en Costa Rica mal vistas, y se asocian regularmente a derroche, privilegios e incluso vagabundería. Esta posición, que es azuzada por la prensa, rebela muchas veces actitudes parroquiales y otra serie de prejuicios, y subestima el hecho de que, en nuestro tiempo, los viajes de los funcionarios pueden constituir una valiosa herramienta para impulsar los intereses nacionales del país. Ciertamente es necesario establecer criterios de conveniencia, pues como lo han mostrado varios medios periodísticos en las últimas semanas, la razón de algunos viajes al exterior de funcionarios del poder ejecutivo, o de los diputados, parece irrelevante.
En todo caso, la discusión suele quedarse en lo accesorio y no en lo primordial. Comparar la cantidad de viajes de los presidentes de la República en determinado período de tiempo para determinar “quien ha viajado más” (1), determinar cuál ministerio ha efectuado más viajes (2), o estimar el costo por dimensiones de las comitivas presidenciales o viáticos (3), no parecen ser criterios suficientes para valorar los viajes al exterior, especialmente cuando es el Presidente quien viaja. Una valoración seria sobre los viajes presidenciales debería ir más allá de lo aparente y enfocarse en lo sustancial, que es la prosecución del interés nacional del Estado. Es decir, criterios como los beneficios políticos, económicos o estratégicos reales que cada viaje representa, la articulación efectiva de cada uno de ellos con los ejes primordiales de la política exterior, o la proyección de la influencia del país en la política internacional deberían ser los parámetros idóneos para evaluar los viajes del presidente.
En este sentido, cabe plantear una evaluación preliminar de los alcances de la gira que el Presidente Solís llevó a cabo en Europa del 3 al 11 de junio. Durante la visita a Francia se logró fortalecer la cooperación en la enseñanza del francés, y en la capacitación del capital humano e innovación. El Presidente Solís y los ministros de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior se reunieron con empresarios franceses, sin embargo, no se obtuvo ningún resultado concreto en materia de promoción de inversiones hacía nuestro país.
El encuentro con la Canciller de Alemania, Ángela Merkel se enfocó en la identificación de oportunidades y alternativas para implementar un modelo de educación dual en Costa Rica inspirado en la experiencia alemana, que vincule universidades, colegios técnicos y la empresa privada, con el objetivo de crear más trabajo para las personas jóvenes (4).
En Ginebra, la cita del presidente con representantes de agencias de Naciones Unidas posibilitó un acuerdo para construir un programa de cooperación integral con estos organismos (5). Por otro lado, el Presidente fue designado como “Patrón Global de la Juventud y las Tecnologías de Información y Comunicación”, por parte del Diálogo Global de Jóvenes y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (6).
Finalmente, el Presidente Solís y el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Manuel A. González, reiteraron la urgencia de ratificar el Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (AACUE) a la mayor brevedad posible por parte de los 13 países que aún no lo aprueban en sus congresos, y externaron a sus contrapartes diplomáticas europeas la preocupación por el “fortalecimiento militar de Nicaragua”, y la cercanía de este país con Rusia.
Como se puede apreciar, la gira presidencial de ocho días muestra alcances limitados. Prácticamente el único alcance concreto fue el acuerdo sobre la enseñanza del francés. No se logró ningún avance sustancial en materia de promoción de inversiones, un tema preocupante si se toma en cuenta que Costa Rica es el único país de la región que sufrió una disminución en la Inversión Extranjera Directa (IED) entre 2013 y 2014 (7), y que varios especialistas cuestionan la falta de una estrategia gubernamental en este campo (8). Políticamente, la denuncia del “fortalecimiento militar de Nicaragua” es comprensible en el marco del conflicto que involucra a nuestro país con el vecino del norte, pero es obvio que esto tiene un escaso interés en las cancillerías europeas, en donde nuestro litigio con Nicaragua carece de cualquier importancia.
Más allá de sus costos o el número de funcionarios que integraron la comitiva, la primera gira europea del Presidente Solís arroja un balance muy modesto, que debe ser sometido a una consideración autocrítica por parte de los responsables de conducir nuestra política exterior.
Notas
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