El grupo de los G-7 es el foro informal en que las economías más industrializadas del mundo, e incluso se podría decir que los países con mayor cuota de poder mundial, se reúnen para debatir diversos temas de su interés, no solo económicos y políticos, sino también de salud, ambientales, de seguridad, etc., como sucedió este pasado 7 y 8 de junio de 2015 en su Cumbre anual, esta vez realizada en Baviera, Alemania. Este grupo se conforma por las principales potencias occidentales más Japón, a saber: Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá. Este a su vez representa apenas el 11% de la población mundial, pero un tercio de la economía del mundo (cincodias.com, 2015), mostrando con ello la distribución desigual de riqueza que impera globalmente. Dado el carácter tan importante que representan los integrantes de este foro, resulta de igual importancia la necesidad de analizar las declaraciones que el G-7 haga luego de sus cumbres, ya que esto dice mucho sobre sus posiciones a diversos problemas mundiales, así como los intereses de potencia de cada integrante, y si estos intereses están alineados con los intereses del resto de potencias que integran este foro internacional. Este artículo analiza principalmente las declaraciones y posiciones del G-7, manifestadas en su pasada Cumbre, con respecto al conflicto entre este grupo y Rusia por la situación bélica que se ha desarrollado en Ucrania desde 2014.
Luego del fin de la Guerra Fría, Rusia se vio incorporada en este foro por 16 años desde que el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, invitara a su entonces homólogo ruso, Boris Yeltsin a una cumbre del G-7 (Johann, 2015). Desde entonces al foro del G-7 se le conoció como el foro del G-8, hasta que se desencadenara el conflicto ucraniano en 2014 entre las potencias occidentales, principalmente la Unión Europea y los Estados Unidos, y Rusia, por mantener la primacía de la influencia económica y política en este país del este de Europa. Desde el 2014 la realidad de este foro ha cambiado, volviendo a su formato previo a la inclusión de Rusia, aunque sin una lucha ideológica entre las partes en conflicto, sino que en realidad lo que se desencadena entre las partes es una lucha de poder sobre los mercados mundiales, y los puntos estratégicos geopolíticos y geoeconómicos. Fue precisamente en esta lucha de poder sobre los mercados mundiales lo que llevó al conflicto en Ucrania, y a la exclusión de Rusia, por segundo año consecutivo, a la participación en las Cumbres de este foro, y no se prevé su pronta reincorporación al grupo.
La declaración conjunta de los líderes de la Cumbre del G-7, con respecto al conflicto en Ucrania, establece la necesidad del endurecimiento de las sanciones contra Rusia por su involucramiento en este conflicto, el cual opone a las fuerzas del Gobierno ucraniano contra las fuerzas de separatistas pro-rusos del este del país. Aunque era de por sí sabido que las sanciones internacionales contra Rusia se iban a endurecer, resulta significativo notar en la declaración cómo los integrantes de este grupo alaban y apoyan “los pasos que el Gobierno ucraniano está tomando para implementar comprehensivamente las reformas estructurales, y se urge al liderazgo ucraniano que continúe decisivamente con la transformación necesaria y fundamental en línea con el FMI y los compromisos de la Unión Europea” (G-7, 2015). Se demuestra con esto la falta de compromiso de este grupo con la búsqueda de la paz, y con las vidas inocentes que mueren en el conflicto bélico que continúa desarrollándose, ya que su principal motivación es arrastrar a Ucrania a la esfera de influencia de las principales potencias occidentales, la Unión Europea (Alemania y Francia principalmente) y los Estados Unidos. Esto no resulta diferente en absoluto del interés ruso de mantener a Ucrania, a toda costa, bajo su esfera de influencia.
Aunque en la declaración del G-7 se establece el compromiso de los países con la solución diplomática del conflicto en Ucrania, mediante la implementación del Acuerdo de Minsk de febrero de 2015, pareciera ser que una potencia ha empezado a tomar un camino que se distancia un poco de la diplomacia. Se trata de los Estados Unidos, el cual, según afirman fuentes de seguridad cercanas al Presidente Obama, se estaría tomando la decisión de enviar carros de combate, tanques, vehículos de infantería y armamento pesado para una fuerza de hasta 5.000 soldados estadounidenses a los países del Báltico y el este de Europa; solo falta el aval del Presidente (El País Internacional, 2015). Esta medida de disuasión, que eleva el nerviosismo en ciertos países de Europa que temen una escalada al conflicto, se podría haber tomado ante la medida de Rusia de que las muertes del ejército ruso sobrellevadas en tiempos de paz sean secreto de Estado, así como a una nueva escalada de la violencia en el país, debido a una nueva ofensiva de los separatistas pro-rusos (Johann, 2015).
Desgraciadamente, debido a las posiciones y posturas del G-7 emanadas en su declaración conjunta producto de su pasada Cumbre en Alemania, así como a las medidas unilaterales tomadas por los Estados Unidos, y también por la postura pro conflicto de Rusia, no se prevé una pronta solución a este conflicto que cada vez cobra más vidas civiles. No hay que engañarse pensando que este es un conflicto ideológico, sino que hay que entender la realidad tal y como es: una lucha por la dominación de los mercados mundiales entre potencias capitalistas. Y como muchas veces sucede en los conflictos entre potencias, el interés por el ser humano, la tolerancia, la solución pacífica de los conflictos y la paz suelen ser los últimos valores a tomarse en cuenta para determinar las acciones a seguir.
Fuentes consultadas
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