Luego de que a inicios de diciembre el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu despidiera a sus titulares de Hacienda y de Justicia, Yair Lapid y Tzipi Livni respectivamente, el Jefe de Gobierno israelí convocó a elecciones anticipadas para marzo de 2015, dando inicio a una de las campañas políticas de Israel más polémicas y decisivas dese el inicio del siglo XXI. Estas elecciones pueden marcar el hito de sacar del poder al partido que ha gobernado a Israel desde los últimos 14 años, es decir por casi todo el tiempo que se lleva del presente siglo, el partido Likud, liderado por Netanyahu, el cual ha ejercido como Primer Ministro desde el 2009 hasta la actualidad, y que antes ya había ocupado este puesto de 1996 a 1999. Pero no sólo por esto las elecciones del martes 17 de marzo de 2015 se presentan como significativas, también se puede atribuir a esto el hecho de que el tema de la seguridad no sea el prioritario para los votantes, sino que más bien el tema que se ha posicionado como prioritario es la situación de desigualdad socio-económica que vive el país a partir del incremento sostenido del costo de vida (Strikland, 2015).
Israel es un país cuyo sistema político de democracia liberal se administra bajo la forma de gobierno parlamentarista, con lo cual se entiende que en las elecciones sus ciudadanos eligen a sus representantes, y estos se encargan de conformar Gobierno. De esta forma, el Poder Ejecutivo (así como el Jefe de Estado y el Jefe de Gobierno) es elegido por el Parlamento, y no directamente por medio del voto popular. Por lo general, dado que en el parlamentarismo se da una mayor representación de partidos en el Congreso, el Gobierno se conforma a partir de una coalición de varios partidos cuya finalidad es precisamente gobernar, ejerciendo el puesto de Primer Ministro el líder del partido con más escaños en el Parlamento. Asimismo, su sistema electoral es de representación proporcional, con lo cual se le asegura cierta representación a las minorías, aunque el umbral para acceder a una curul haya subido recientemente de un 2% de los votos válidos emitidos a un 3,25%, con lo cual se provocó un hecho histórico dentro de la política israelí al unirse los cuatro partidos más grandes de árabes-israelís en una Lista Unida (Al Jazeera, 2015).
La anterior contextualización del régimen político israelí sirve como preámbulo para entender la importancia de las próximas elecciones legislativas en este país. Actualmente el país se encuentra dividido en una gran cantidad de partidos políticos, que oscilan de la extrema derecha a la izquierda, con la presencia de nacionalistas, religiosos y de partidos de árabes-israelís, los cuales representan el 20% del total de la población de Israel (Al Jazeera, 2015). En este collage de partidos políticos, tendencias, posiciones e ideologías, dos partidos parecen pelear por la mayoría del voto popular, el partido gobernante Likud liderado por Benajmín Netanyahu y la Unión Zionista, que se conforma por el partido Laborista de Israel de Isaac Herzog y el partido Hatnuah de la ex ministra de Justicia Tzipi Livni.
A pesar de la existencia de dos grandes partidos, que al parecer concentran la mayoría de la intención de voto de los ciudadanos de Israel, lo cierto es que ambos se encuentran en un empate técnico sobre cuál concentra más intención de voto, con la Unión Zionista un poco por encima del Likud, y en la cual ninguno alcanza una clara mayoría para Gobernar. En la última encuesta realizada antes de las elecciones la Unión Zionista se espera que obtenga alrededor de 24 escaños legislativos, mientras que el partido Likud obtendría alrededor de 21, obligando a cualquiera de los dos de negociar con los partidos que conformarían el resto de las 120 curules que componen el parlamento o Knesset israelí, o incluso entre ellos, para lograr conformar Gobierno. Según esta última encuesta, se espera que el resto de partidos en obtener escaños sean el Habayit Hayehudi (de derecha) con 13 curules, Kulanu (de centro) con 8, Yisrael Beitenu (nacionalista de derecha) 6, Yesh Atid (de centro) con 13, Shas (religioso) con 7, Yachad Ha’am Itanu (religioso-nacionalista) con 4, United Torah Judaism (religoso) con 6, Meeretz (de izquierda) con 5, y la Lista Unida conformada por los cuatro partidos políticos más grandes de árabes-israelís, Balad, Taal, el Movimiento Islamista y el Hadash con 13 escaños legislativos (Haaretz, 2015).
Dado este panorama político, de quedar conformado verdaderamente de esta forma el Knesset, cualquiera de los dos partidos más grandes, el Likud y la Unión Sionista, pueden conformar gobierno si logran consolidar una coalición con varios del resto de partidos que integran el órgano legislativo que sean afines a sus intereses. Pero cabe preguntarse qué significa que alguno de estos partidos llegue al poder y cuáles propuestas plantean para la dirección futura del país.
Empezando por el Likud y Benjamín Netanyahu, actualmente partido gobernante, este se ha centrado casi exclusivamente en el tema de la seguridad nacional, apuntando a la necesidad de responder adecuadamente ante las supuestas amenazas del programa nuclear que está desarrollando Irán, la existencia y expansión del Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIS por sus siglas en inglés), de la organización Hezbollah en el Líbano, y de radicales palestinos como Hamás (si es que se pueden catalogar como radicales o terroristas) o la Jihad Islámica. Ante este contexto internacional tan “desesperanzador”, el Likud aboga ser el único partido lo suficientemente fuerte como para poder liderar al país.
En cuanto a la paz con los palestinos, el Likud muestra su histórica posición de obstaculizar los esfuerzos en pro de las negociaciones de paz bilaterales. Cuando de 1996 a 1999 Netanyahu fue Primer Ministro, este se encargó de obstaculizar y reducir en gran parte los Acuerdos de Oslo a una mera retórica (Levy, 2010). Cuando en el 2009 logra llegar nuevamente al poder, la relación con los palestinos nunca ha estado tan mal. Netanyahu no sólo ha mantenido el bloqueo sobre la Franja de Gaza, también ha intervenido militarmente este territorio en el 2014 devastándolo, lo que le ganó un sin número de críticas a nivel internacional y provocó que Israel se viera cada vez más aislado internacionalmente. Actualmente las negociaciones de paz bilaterales están abandonadas. Pareciera ser que a Netanyahu solo le interesa complacer a los intereses expansionistas ilegales de ciertos sectores, especialmente en lo que refiere a Cisjordanía, sin importar la opresión y la precariedad en que viven miles de palestinos.
El Likud no propone nada nuevo, tanto en lo que refiere a las problemáticas nacionales como tampoco en lo que refiere a los desafíos que Israel debe afrontar internacionalmente. Este partido ha mostrado una intransigencia extraordinaria hacia el programa nuclear iraní, que ni siquiera las agencias de inteligencia israelís comparten, como se ha demostrado en declaraciones realizadas por el ex jefe de la agencia de inteligencia israelí Mossad, Meri Dagan (Haaretz, 2015 [B]). Asimismo, bajo el liderazgo de Netanyahu el país se ha aislado internacionalmente cada vez más, e incluso ha enojado a sus aliados, especialmente al Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, luego de su discurso en el Congreso estadounidense el martes 3 de marzo de 2015.
Por otra parte, la Unión Sionista liderada por Isaac Herzog, a pesar del nombre nacionalista que ostenta, ha mostrado mayor capacidad de dirigirse a las preocupaciones de la población israelí, y ha mostrado mayor disposición de tratar el tema de la paz con los palestinos. Herzog ha planteado medidas para mejorar la situación económica del país, en donde el costo de la vida ha aumentado un 16% en sólo dos años, y en que los precios de comprar o alquilar casas suben continuamente pero los ingresos de los hogares no (Strickland, 2015). Asimismo, Herzog ha promovido la solución de dos Estados bajo las fornteras previas a 1967 para lograr la paz con los palestinos, la cual ha sido la tesis histórica del partido que representa, el partido Laborista de Israel (Tharoor, 2015). Este mantiene que lograr esta solución es un proceso paulatino que debe ser negociado entre israelís y palestinos, pero mantiene que el futuro Estado palestino debe ser uno sin ejército, en donde Israel mantiene su control sobre los lugares donde hayan los mayores asentamientos de judíos y sobre toda Jerusalén (Hatuqa, 2015).
En lo que refiere a las relaciones con los Estados Unidos, Herzog ha manifestado que tiene toda la disposición de reconstruir los puentes con Washington, luego de que Netanyahu enojara con su discurso al Congreso estadounidense al Presidente Obama. Además, afirmó que confía en el acuerdo que los Estados Unidos logre llegar con Irán en las negociaciones del P5+1 con este país en cuanto a su programa nuclear. No obstante, existe un punto en común entre ambos líderes, ya que estos ven como una amenaza a la seguridad nacional de Israel a Irán, especialmente a su programa nuclear (Sanz, 2015).
Las elecciones del 17 de marzo de 2015 en Israel marcan la decisión de la población israelí de seguir en pro de una política conflictiva, belicista, en el trato para con los palestinos y en el contexto regional e internacional, o de cambiar por una política más moderada, propensa al diálogo, pero que no necesariamente significa la solución definitiva de los problemas y desafíos que Israel debe afrontar en su relación con los palestinos y en el contexto regional e internacional en que se encuentra. Si algo ha demostrado la historia reciente de Israel es que por más que sus gobernantes estén dispuestos a llegar a la paz con los palestinos, hay sectores nacionales e internacionales cuyo interés es precisamente que el conflicto perdure, complicando con esto la solución de un problema ya de por sí complicado por sí mismo. Por otro lado, están quienes consideran, por justificadas razones, que cualquiera que se elija siempre seguirá siendo más de lo mismo, y que la única diferencia real entre Netanyahu y Herzog es que mientras uno declaradamente no desea la paz sino que promueve el conflicto, el otro emplea a su beneficio deseos candorosos sin llegar nunca a las acciones concretas que generen resultados (Hatuqa, 2015). No obstante todavía es muy temprano para juzgar o afirmar cualquier cosa, habrá que esperar lo que decidan los ciudadanos del Estado de Israel en estas elecciones.
Fuentes consultadas
Al Jazeera. (2015). Israel’s Arab parties hope for unity to win. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.aljazeera.com/news/2015/03/israel-arab-parties-hope-unity-win-150308065111823.html.
Haaretz. (2015). Zionist Union mantains lead of 2-4 seats over Likud in final polls. . [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.haaretz.com/news/israel-election-2015/1.646762. [A].
Haaretz. (2015). Ex-Mossad Chief Dagan: I would have resigned if Netanyahu ordered Iran strike. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.haaretz.com/news/diplomacy-defense/1.646938.
Hatuqa, D. (2015). West Bank sceptical over Israeli elections. Al Jazeera. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2015/03/west-bank-sceptical-israeli-elections-150315055752174.html.
Levy, G. (2010). Tricky Bibi. Haaretz. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/tricky-bibi-1.302053.
Sanz, J. (2015). El laborista Herzog, el líder que resucitó al centroizquierda israelí. El País Internacional. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/11/actualidad/1426102306_192941.html.
Strikland, P. (2015). High cost of living under fire ahead of Israelí vote. Al Jazeera. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.aljazeera.com/news/middleeast/2015/03/high-cost-living-fire-israeli-vote-150307120312370.html.
Tharoor, I. (2015). A guide to the political parties battling for Israel’s future. The Washington Post. [en línea] [consultado el 15/03/14]. Disponible en: http://www.washingtonpost.com/blogs/worldviews/wp/2015/03/13/these-are-the-political-parties-battling-for-israels-future/.
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