Análisis semanal 3: Reapertura de relaciones EEUU-Cuba. El cálculo de una potencia (2 de marzo de 2015)

Año: 
2015
Autor(es): 

Cuando en su discurso de diciembre de 2014 el Presidente estadounidense Barak Obama dio a conocer que su país estaba en conversaciones con el Gobierno cubano con el fin de reestablecer sus relaciones diplomáticas, mucha gente, tanto en los Estados Unidos como Cuba, así como en toda Latinoamérica y el Caribe se llenó de entusiasmo. Mucha de esta gente se emocionó de tal anuncio probablemente por diferentes razones, unos creyendo que esto significaría el fin del mandato del Partido Comunista en la isla, otros sin prever un cambio de régimen creyeron que por fin el embargo económico que la isla sufre a manos de los Estados Unidos por fin se levantaría. Lo cierto es que sin importar las razones, el discurso del Presidente Obama llenó de ilusión a muchos grupos y a mucha gente. Algo que contribuyó mucho a esta emoción fue el claro tinte idealista con el que Presidente estadounidense elaboró su discurso. Sin embargo, si una cosa la historia ha enseñado es que cuando un mandatario de algún país utiliza un razonamiento idealista para fundamentar las acciones de su país en materia internacional, en realidad hay un claro interés político oculto detrás de tantos deseos candorosos.

La historia ha demostrado que se repite, no siempre bajo las mismas circunstancias y protagonistas, pero sí bajo los mismos escenarios (Waltz, 1988). El contexto mundial actual se asemeja mucho al que existía durante las primeras décadas del siglo XX, aunque claro está sin que sus protagonistas principales se ubiquen solamente en Europa, y sin una dominación colonial, de corte político-territorial, de las potencias sobre el resto del mundo. Una diferencia que también hay que apuntar entre la actualidad y los años que transcurrieron previo a la Primera Guerra Mundial es el legado que dejó en el mundo la lucha de las superpotencias durante la Guerra Fría entre los Estados Unidos (EE.UU.) y la Unión Soviética (URSS), especialmente en el marco de las relaciones EE.UU-Cuba. Aun así, a pesar de todas estas diferencias, el carácter del contexto mundial es sumamente similar al que imperó durante la primera parte del siglo XX, en que lo que existía eran varias potencias, con ciertas diferencias de poder entre ellas, luchando por la primacía político-económica mundial. Eso mismo es lo que está ocurriendo actualmente entre potencias como los EE.UU., la Federación Rusa, la República Popular de China, la República Federal de Alemania y la República Francesa como principales protagonistas. Es decir, tanto en la primera parte del siglo XX como en la segunda década del siglo XXI lo que impera en el mundo es una multipolaridad.

La anterior descripción del balance de poder mundial actual sirve para contextualizar y entender más plenamente el por qué los EE.UU. está interesado en la reapertura de las relaciones con Cuba, ahora más que en cualquier otro momento previo. Esto en el entendido de que el significado de lo que supone reestablecer las relaciones con Cuba para los EE.UU. no es banal, sino que es un cambio trascendental en su política exterior. Como lo dijo el
Presidente Barak Obama, la reapertura de las relaciones significa romper con más de 50 años de política estadounidense con respecto a la isla. Al poder entender esto, se puede empezar a entrever que hay algo más allá de simplemente razones “humanitarias” en la reapertura, como quiso dar a entender el mandatario norteamericano en su discurso en diciembre de 2014 (La Jornada, 2014).

Si en efecto la razón primordial para la reapertura es por una consideración meramente de carácter humanitario, como los EE.UU. quiere dar a entender, ¿por qué no levantar el embargo unilateral que este país tiene hacia Cuba? En este sentido, ¿por qué se tomó la decisión de acercarse al régimen cubano cuando el Presidente estadounidense no cuenta con la mayoría de su partido en el Congreso, sabiendo que para levantar el embargo se necesita la aprobación de su Poder Legislativo? Por lo tanto, es muy poco probable que se pueda levantar el embargo en el actual contexto de la política norteamericana, ya que para ello se necesita el aval del Congreso estadounidense, pero tanto en el Senado como en la Cámara de representantes la mayoría de sus integrantes la ostenta, no el Partido Demócrata del Presidente, sino el Partido Republicano, el cual se ha posicionado en contra de la decisión de reestablecer las relaciones con la isla caribeña (Antena3, 2014).

Al hacerse estas interrogantes a la luz del contexto político actual, tanto de la potencia norteamericana como del mundo, se puede empezar a vislumbrar cuál es el interés de los EE.UU. en la reapertura de relaciones con Cuba. Y este interés no refiere a cuestiones humanitarias, ni de derechos humanos, sino que es probable que exista un interés claro de esta potencia en alinear el actuar político de la isla a su conveniencia a través del soft power, o en otras palabras, el poder que se ejerce sobre otro a través de la influencia cultural y económica por encima del poder militar y el uso de la violencia (Nye, 2005).  Es poco probable que en el cálculo estadounidense se haya contemplado eliminar el embargo a la isla mientras se siga manteniendo el gobierno del Partido Comunista y de los Castro, como tampoco se consideró cerrar la prisión estadounidense en Guantanamo. Por más que esto último fue una promesa de campaña del Presidente Barak Obama durante su reelección, y que luego de que se comunicó el establecimiento de negociaciones para reabrir las embajadas entre ambos países, él mismo descartó (Godos, 2015). Bajo esta dirección, es más probable que la apertura hacia Cuba sea paulatina, con el objetivo de ir minando el régimen cubano actual, y cambiarlo en su momento por otro, afín a los Estados Unidos.

La reapertura de relaciones con Cuba pareciera obedecer más a un cálculo de EE.UU., como potencia mundial, en no volver a reproducir errores pasados. Dado el contexto mundial actual en que existe un conflicto bélico en Ucrania entre Rusia y Occidente, en que China económicamente ha sabido insertarse en la región Latinoamericana [capital chino es el principal inversor en el proyecto de construcción de un canal interoceánico en Nicaragua (BBC Mundo, 2013), por ejemplo], elevando con todo esto las alarmas en Estados Unidos, y en que Rusia se ha insertado también en la región a través de la venta de armamento a Venezuela y Nicaragua (defensa.com, 2015 [A]), la decisión de reestablecer relaciones con Cuba cobra otro sentido.

Con lo anterior se puede ver que la lucha por el poder político y económico actual no está solo en Europa y Medio Oriente, sino que también existe una lucha por el poder de forma indirecta en una región de la que los Estados Unidos siempre ha sido celoso en mantener su hegemonía desde el establecimiento de la Doctrina Monroe, pero que ahora se empieza a ver poco a poco amenazada. Para ello, la potencia norteamericana necesita reafirmar su predominio político en la región, empezando en los lugares más cercanos geográficamente, y que cuentan con una importancia geopolítica y geoeconómica clave, especialmente si estos lugares poseen experiencias de previa hostilidad hacia la potencia. Geográficamente cercanos porque son estos lugares los que pueden poner a los EE.UU. en una situación de mayor vulnerabilidad ante algún ataque, mientras que geopolítica y geoeconómicamente clave, ya que la potencia norteamericana debe asegurarse sus principales vías de navegación, tanto de su comercio como de su flota militar.

Todo esto apunta a la necesidad de los Estados Unidos de alinear a Cuba a sus intereses como potencia, ahora que se está empezando a ver amenazado en su propia región, dada su especial ubicación en el mar Caribe para la navegación de las rutas marítimas de Europa a América, y su cercanía geográfica a la potencia (Grosfoguel, 1997, pp. 123-127). Un escenario similar al sucedido en 1962 con la crisis de misiles soviéticos en Cuba es un escenario que Estados Unidos quiere evitar a toda costa que vuelva a suceder. Existen muchas opciones para evitar que esto suceda, pero mantener la política tradicional de esta potencia hacia la isla no era una de ellas. Asimismo, la opción con más probabilidades de éxito en evitar el escenario de crisis mundial de 1962 es quitarle a Cuba cualquier incentivo de aliarse con una potencia hostil a los intereses estadounidenses, y esa es la opción que la potencia norteamericana pareciera estar siguiendo con el proceso de apertura de las relaciones entre ambos países. El hecho de que el ministro de defensa ruso Sergeui Shoigu visitara Cuba en febrero de 2015 (defensa.com, 2015 [B]) hace que los Estados Unidos deseen más aún desestimular cualquier tipo de alianza de la isla caribeña con alguna potencia hostil a los intereses norteamericanos.

Esta consideración de que el acercamiento de los EE.UU. hacia Cuba obedece más a un cálculo político bajo el prisma de la seguridad nacional que ha razones humanitarias se confirma con la presentación de la nueva estrategia de seguridad nacional del Presidente Obama para sus dos últimos años de discurso. En la presentación de la nueva estrategia de seguridad nacional, el Presidente Obama dijo que el acercamiento hacia Cuba obedece a reforzar el compromiso de la potencia hacia el continente americano, mediante medidas que no obedezcan únicamente a la lógica del poder militar de este país (Diario Las Américas, 2015).

Además de las anteriores consideraciones, existe otra razón que eleva la importancia de los EE.UU. de hacerse con Cuba. Esta importancia refiere a que Cuba ha representado un bastión para la izquierda latinoamericana y caribeña (incluso mundial), y de alinearse con una potencia capitalista significaría darle un duro golpe a todos los partidos y gobiernos de izquierda en la región, especialmente Venezuela. Esto, si se logra materializar en cambios de gobierno de izquierda a derecha en ciertos países de la región gobernados ahora por fuerzas progresistas podría suponer un freno a la inserción de China y Rusia en la región, ya que este tipo de gobiernos históricamente se han mostrado, de cierta forma, más alineados a los intereses de los EE.UU. En momentos en que los Estados Unidos deben velar por sus intereses en tantas regiones, con distancias geográficas significativas, como Europa Oriental, Medio Oriente, e incluso el este asiático, un escenario como el desarrollado anteriormente significaría no tener que preocuparse por su “patio”, y atender plenamente sus intereses de potencia en estas otras partes del mundo.

Por lo tanto, la decisión de reestablecer las relaciones diplomáticas con Cuba es una jugada con un gran significado en el tablero de ajedrez en la lucha por el poder político y económico mundial. Especialmente si se considera que los Estados Unidos era la potencia hegemónica mundial al iniciar el siglo XXI, y que ahora ha sido rebasado por China como segunda potencia comercial (Bolaños, 2014). Más allá de cualquier consideración humanitaria, de derechos humanos, de libertad, o cualquier otro deseo candoroso que los Estados Unidos quiera usar para justificar su decisión de buscar la reapertura de las relaciones con Cuba, lo cierto es que en realidad está buscando asegurar sus intereses como potencia, y su hegemonía en el continente americano. Primordialmente si se considera que la potencia se encuentra  en un contexto en donde debe proteger sus intereses en diversas partes del mundo al mismo tiempo, las cuales muchas poseen conflictos armados, donde se empieza a ver desplazado económicamente, y en que su hegemonía en América Latina y el Caribe empieza a verse reñida por otras potencias.

Fuentes consultadas

Antena3. (2014). El Congreso de EEUU  dificultará a Obama el acercamiento a Cuba. Periódico digital. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://www.antena3.com/noticias/mundo/congreso-eeuu-dificultara-obama-acercamiento-cuba_2014121900023.html.


BBC Mundo. (2013). El enigmático empresario chino detrás del canal de Nicaragua. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130625_china_nicaragua_canal_empresario_wang_jing_men.shtml.

Bolaños, A. (2014). China sobrepasa a EE.UU. como líder del comercio mundial al cierre de 2013. Periódico El País [España]. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://economia.elpais.com/economia/2014/01/10/agencias/1389323246_619546.html.

Defensa.com. (2015). El ministro de Defensa ruso aterriza en Nicaragua  procedente de Venezuela en una gira que le llevará también a Cuba. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14665:el-ministro-de-defensa-ruso-aterriza-en-nicaragua-procedente-de-venezuela-en-una-gira-que-le-llevara-tambien-a-cuba-&catid=55:latinoamerica&Itemid=163. [A]

Defensa.com. (2015). El ministro de Defensa ruso en Cuba. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14705:el-ministro-de-defensa-ruso-en-cuba&catid=55:latinoamerica&Itemid=163. [B]

Diario Las Américas. (2015). Obama relaciona acercamiento hacia Cuba con estrategia de seguridad. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://www.diariolasamericas.com/4851_eeuu/2940462_obama-relaciona-acercamiento-cuba-estrategia-de-seguridad.html.

Godos, R. (2015). EE.UU. afirma que no hará concesiones a Cuba. Periódico Heraldo. [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://www.heraldo.es/noticias/internacional/2015/02/04/afirma_que_hara_concesiones_cuba_337484_306.html.

Grosfogue, R. (1997). Migrations and Geopolitics in the Greater Antilles: From the Cold War to the Post-Cold War. Review (Fernand Brauler Center), 20(1), pp. 115-145.

La Jornada. (2014). Texto íntegro del discurso de Barack Obama sobre la reanudación de relaciones EU-Cuba. Periódico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). [en línea]. [consultado el 27 de febrero de 2015]. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/12/17/texto-completo-del-discurso-de-barack-obama-8681.html.

Nye, J. (2005). Soft Power: The Means to Succes in World Politics. New York: Public Affairs.

Waltz, K. (1988). Teoría de la Política Internacional. Buenos Aires: Editorial Gel.

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