Introducción
Afganistán es gobernada bajo el régimen militar Talibán, que deviene de la transformación del grupo insurgente Muyahidín – el cual disputó un enfrentamiento con tropas soviéticas en un episodio paradigmático de la guerra fría –. De este grupo deviene, en 1994, los Talibán con apoyo de Estados Unidos.[1] Si bien no se consideraban la representación política oficial, para finales de la década de los noventa lograron avances en las ciudades más importantes del país – entre éstas la capital Kabul – lo que llevó a la formación de un “Emirato islámico”.[2]
Fuente: Efeminista
En el año 2001, tras los ataques a las torres gemelas, EEUU señaló al régimen de acoger a los responsables del atentado. De ello devino una nueva geoestrategia estadounidense que propició una futura invasión al país con el objetivo de capturar al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden que se encontraba en el país.[3] En este proceso de ocupación los Talibán se debilitaron pero no llegaron a ser totalmente derrotados, pues, aún con la invasión conservaron regiones – contando con una dinámica variable en términos territoriales a lo largo de los 20 años de presencia norteamericana.
La polémica retirada estadounidense en febrero de 2020, se dio bajo un acuerdo con los Talibanes en el que se establecía el abandono de las tropas internacionales en favor de que el régimen impidiera ingresar al territorio movimientos islamistas como Al Qaeda e ISIS.[4] Esta invasión fue uno de los episodios de la denominada “Guerra contra el Terror”, que respondía a la clásica geopolítica territorial que daba «una respuesta militar al problema del terrorismo internacional».[5] Esta estrategia plantea importantes dilemas ya que responde a otras disyuntivas alejadas de las tipologías y definiciones de la geopolítica clásica.[6]
Como cometido del análisis se plantea considerar las consecuencias que generó la salida de EEUU del país – principalmente para las mujeres y poblaciones marginalizadas – bajo el enfoque de la geopolítica feminista, cuyo aporte ha resultado valioso para el análisis de la “Guerra contra el Terror”. Se debe considerar que antes de la invasión – a finales del siglo XX con la toma de poder Talibán – el régimen operó bajo un excesivo y coercitivo control a la población femenina, con medidas como el uso de la burka como vestimenta era de índole obligatorio; la prohibición de todo tipo de educación para las mujeres, la prohibición de trabajar en el Estado y de salir de su hogar sin una compañía masculina.[7]
No obstante, las circunstancias de vida para las mujeres han empeorado a partir de la vuelta al poder del régimen Talibán en agosto de 2021. Una situación que parece difícil de imaginar, pero cuya vivencia ha sido testigo la comunidad internacional desde entonces. La última orden aplicada a la fecha prohíbe totalmente la educación universitaria para estudiantes de enfermería y obstétrica, cerrando así «una de las últimas ‘lagunas’ en su prohibición de la educación».[8] Se plantea que esta decisión traerá consecuencias significativas en el sector sanitario, considerando que el país necesita de 18,000 parteras para lograr abastecer la demanda.[9]
La geopolítica feminista nos permite reflexionar las vivencias más cotidianas y locales que quedan excluídas en el enfoque clásico de las relaciones internacionales. Bajo un “ojo antigeopolítico”, la perspectiva feminista invita a valerse de nuevas escalas de análisis espacial – que pueden ir desde las realidades locales hasta el propio cuerpo de las mujeres – con el fin de descifrar «nuevas formas sexualizadas de producción del espacio físico».[10] Para lograr este cometido, es imprescindible considerar las vivencias de las mujeres afganas en el contexto político tan complejo en el que viven, al permitir comprender que los fenómenos geopolíticos también se construyen y reproducen en las geografías cotidianas [11] y alejadas del ojo público.
Apartheid de género y políticas del cuerpo
A partir de la toma de control Talibán – hace ya tres años – las condiciones para las mujeres afganas no han hecho más que agravarse. Durante este periodo organizaciones internacionales han expresado su preocupación ante las restricciones impuestas, exigiendo el reconocimiento del apartheid de género – que responde a la dominación y opresión sistémicas sostenidas por estructuras institucionalizadas que se fundamentan en el género[12] – como crimen de derecho internacional. Amnistía Internacional considera necesario este reconocimiento legal del apartheid de género para “abordar lo que constituye una laguna importante en el derecho internacional”.[13]
Las medidas impuestas a mujeres y niñas han restringido su libertad de movimiento, vestimenta y comportamiento, así como el acceso a la educación, el trabajo, la salud y la justicia – además de privarlas de la vida política, pública y económica –.[14] El matrimonio forzado y el control sobre la sexualidad femenina constituyen violaciones a los derechos de las mujeres, entre el 60% y el 80% de los matrimonios se celebran sin el consentimiento de las mujeres involucradas, muchas de ellas menores de 15 años – infringiendo incluso la ley afgana, que establece la edad mínima para contraer matrimonio es de 15 años para las mujeres –.[15]
La suspensión de la participación de las mujeres en la educación en Afganistán constituye una de las violaciones más patentes de los derechos humanos. Esta medida afecta directamente a 1,1 millones de estudiantes y se reporta – de acuerdo con ONU Mujeres – que la prohibición ha generado un incremento del 25% en matrimonios infantiles y un 45% en casos de maternidad precoz.[16] Una de las últimas vías educativas para las mujeres fue cerrada con la prohibición de asistir a clases de obstetricia y enfermería y formarse como especialistas en salud. De esta manera se les despoja de la esperanza de no estar aisladas en casa, restringidas del público y prohibidas de trabajar.[17]
Las restricciones a la movilidad y participación pública de las mujeres por los Talibán buscan «borrar a las mujeres de la vida pública».[18] De esta manera, se han implementado leyes que prohíben a las mujeres hablar en voz alta, mostrar su rostro en público o salir de su casa con la condición de cubrirse completamente – y en compañía de un familiar varón –.[19] Las restricciones del régimen han alcanzado cada vez más ámbitos de la vida cotidiana de las mujeres. La prohibición de los salones de belleza – que proporcionaban empleo y espacios de interacción entre mujeres – se suma a medidas como el uso obligatorio del burka, la prohibición de acceso a parques, gimnasios y universidades.[20]
Las voces de las mujeres afganas
Ante esta situación, la dificultad para escuchar las voces de las mujeres afganas aumenta. Esto se pone en evidencia con la problemática conocida como “ventrilocuismo”, término utilizado para referirse a una situación en la que no son las propias mujeres quienes articulan sus experiencias, sino que otros – generalmente hombres o actores externos – hablan en su lugar.[21] La invisibilización de estas voces ocurre incluso en contextos donde las intenciones son consideradas “progresistas” como el caso de las intervenciones internacionales que buscan mejorar sus condiciones de vida, pero fallan en involucrar activamente a las mujeres – imponiendo soluciones ajenas a sus necesidades reales. Un ejemplo de ello lo narra Javier M. Ruíz:
Se trata del caso de la aldea a la que no llega el agua potable y en la que alguien decide canalizar el agua de la fuente que hay a varios kilómetros del pueblo, para evitar a las mujeres tener que dedicar horas [...] a acarrear agua a sus hogares. La sorpresa y la indignación surgen cuando, una vez finalizado el proyecto, éste es saboteado reiteradamente. [...] sorpresa se convierte en estupor cuando se llega al convencimiento de que son las propias mujeres las que sabotean las conducciones de agua ¿Locas?, ¿Fanáticas? No, simplemente mujeres que tratan de no perder la única oportunidad que tienen de abandonar sus casas, darse un paseo y charlar con sus amigas.[22]
También se observa en la manipulación del sufrimiento de las mujeres afganas por parte de grupos liberales estadounidenses para justificar la invasión del país. Así pues, la utilización del feminismo en campañas electorales “disfraza muchas veces una islamofobia que no solo generaliza sino que justifica directamente la invasión, velando ellos mismos los verdaderos motivos económicos y políticos que han dado origen a los movimientos bélicos”.[23] En este sentido la geopolítica feminista critica profundamente este tipo de intervenciones al resaltar que no es suficiente con abordar las desigualdades estructurales desde los grandes discursos de las potencias.[24]
En cambio, es necesario un enfoque situado y corporeizado que reconozca las experiencias individuales y comunitarias de las mujeres afganas – fundamentales para generar cualquier tipo de cambio –.[25] Asimismo, es necesario reconocer las complejidades de sus contextos culturales y sociales, dado que la religión y la cultura forman un papel central en su vida cotidiana. Lo anterior puede dar lugar a tensiones entre el respeto de la identidad cultural y la imposición de estándares globales en derechos humanos.[26]
Conclusión
La situación de las mujeres en Afganistán es sumamente crítica y el papel de la comunidad internacional para salvaguardar los derechos de esta población ha sido insuficiente. A pesar de vivir en una sociedad globalizada conectada a través de redes tecnológicas – que permite conocer a nivel mundial lo que ocurre en el país asiático – no parece suficiente para empatizar con las vivencias de estas mujeres. Es crucial reconocer la responsabilidad de las potencias internacionales en perpetuar esta situación, ya sea por sus intervenciones militares o por políticas fallidas que han contribuido a consolidar un contexto de opresión – como el régimen Talibán. Además, considera necesario la formulación de medidas siempre con una perspectiva de género que escuche las demandas de las propias mujeres y busque construir una sociedad con la participación activa de ellas.
Notas
[1] Congreso Nacional de Chile. “Afganistán. Crisis política y nuevo orden mundial.” Informe N° 14, (2021): 8. https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/32506/1/N_14_21_Afganistan_Crisis_politica_y_nuevo_orden_mundial.pdf
[2] Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. “Afganistán. Crisis política,”, 8.
[3] Ali Ahmad Jalali, A military history of Afghanistan : from the Great Game to the Global War on Terror. of Modern War Studies / Theodore A. Wilson, General Editor. Lawrence, Kansas: University Press of Kansas, (2017): 456.
[4] Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, “Afganistán. Crisis política,” 10 .
[5] Pere Vilanova, Afganistán: Auge, caída y resurgimiento del régimen talibán. (Spain: Los Libros de La Catarata, 2021). Digitalia, https://www.digitaliapublishing.com/a/123250
[6] Ana Santamarina Guerrero, “Guerra contra el terror: guerra contra los cuerpos. Una aproximación desde la perspectiva de la Geopolítica Feminista». Journal of Feminist, Gender and Women Studies 5 (1), (2017): 4.
[7] “Afganistán: ONU denuncia creciente represión contra las mujeres y niñas.” Naciones Unidas Noticias, 2024. https://news.un.org/es/story/2023/07/1522647
[8] “Nueva prohibición de los talibanes: impiden a las mujeres formarse como enfermeras” Infobae, 2024. https://www.infobae.com/america/mundo/2024/12/04/nueva-prohibicion-de-los-talibanes-impiden-a-las-mujeres-formarse-como-enfermeras/
[9] “Nueva prohibición de los talibanes: impiden a las mujeres formarse como enfermeras”.
[10] Santamarina, “Guerra contra el terror”, 4.
[11] Santamarina, “Guerra contra el terror”, 4.
[12] “Afganistán: ONU denuncia creciente represión”.
[13] “Global: El ‘apartheid’ de género debe ser reconocido como crimen de derecho internacional”, Amnistía Internacional Noticias, 2024. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2024/06/gender-apartheid-must-be-recognized-international-law/
[14] “Afganistán: ONU denuncia creciente represión”.
[15] Pamela Robledo Saucedo, “Apartheid: El caso de las mujeres en Afganistán.”, Asociación para las Naciones Unidas en España (ANUE), (Barcelona: ANUE, 2024): 2. https://anue.org/wp-content/uploads/2024/09/Apartheid-de-Genero_-El-caso-de-las-mujeres-en-Afganistan.docx.pdf
[16] Robledo, “Apartheid: El caso de las mujeres”, 3.
[17] “Nueva prohibición de los talibanes”.
[18] Robledo, “Apartheid: El caso de las mujeres”, 18.
[19] Robledo, “Apartheid: El caso de las mujeres”, 18.
[20] “Talibanes intensifican su “apartheid de género” en Afganistán: ahora cierran los salones de belleza y peluquerías”, Bastián Díaz, Spanished. Miami, 2023. https://www.proquest.com/docview/2835233538?accountid=28692&pq-origsite=primo&sourcetype=Wire%20Feeds
[21] Javier M. Ruíz Arévalo, “Género, derechos humanos y conciencia intercultural: El ejemplo de Afganistán.” Revista Electrónica de Estudios Internacionales, n°30 (2015): 2.https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5335856.pdf
[22] Ruíz, “Género, derechos humanos”, 3.
[23] Congreso Nacional de Chile, “Afganistán. Crisis política”, 13.
[24] Joanne Sharp, “Guerra contra el terror y geopolítica feminista”, Tabula Rasa 3 (1), (2005): 38.
[25] Sharp, “Guerra contra el terror”, 38.
[26] Robledo, “Apartheid: El caso de las mujeres”, 13.