Análisis semanal 567: Nigeria en agitación: Las políticas de Tinubu y el despertar de la resistencia social (26 de agosto de 2024)

Introducción

Las medidas económicas implementadas por Bola Tinubu, actual presidente de Nigeria, han tenido como objetivo estabilizar la economía del país, provocando un gran impacto en la vida de la población. Las reformas económicas, especialmente la eliminación de subsidios y la depreciación de la moneda nigeriana han ocasionado un aumento del coste de vida, elevando la insatisfacción por parte de la ciudadanía y por ende, en una serie de manifestaciones en respuesta a las condiciones económicas y decisiones implementadas por el gobierno. 

Panorama económico de Nigeria al asumir la presidencia Bola Tinubu

El 29 de mayo del 2023, Ahmed Tinubu asumió la presidencia de Nigeria en un contexto de múltiples crisis, destacando una deuda pública que ascendió al 39% del PIB, resultado de la titulización de préstamos obtenidos del Banco Central de Nigeria (BCN) en años anteriores. Además, la restricción al acceso de divisas, implementada para evitar la devaluación del naira, la moneda nacional de Nigeria, dio lugar a un mercado paralelo donde se intercambiaba a un precio significativamente más alto^[1].

Por otra parte, a pesar de que en el 2022 los precios del petróleo alcanzaron máximos no vistos en una década, en Nigeria los niveles de producción cayeron a mínimos históricos, convirtiendo al país en una de las pocas economías petroleras que no se beneficiaron de esta alza. Esto se vio influenciado por los subsidios aplicados por el gobierno nigeriano, con el objetivo de mantener los precios internos del combustible a un nivel bajo, situación que llegó a costar una cantidad mayor que la suma de los presupuestos de educación, salud y bienestar social. La situación anterior, se vio derivada de la guerra en Ucrania, llevando al país a experimentar una inflación en el 2022 de 21,35%, la más alta en las últimas dos décadas^[2].

El panorama económico estaba además marcado por importantes limitaciones estructurales, tales como los altos niveles de pobreza, identificando al 63% de la población como pobre, según Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del 2022, donde el desempleo y el subempleo contribuyeron significativamente a esta situación^[3]. La limitada disponibilidad de combustibles y tecnologías limpias, donde aproximadamente el 94% de la población no tiene acceso a equipos de cocina limpios y el 39% a electricidad^[4]. Y finalmente, los obstáculos a la inversión en Nigeria, que incluyen los pasos burocráticos excesivamente largos y la corrupción generalizada, que se han convertido en impedimentos significativos, con Nigeria ocupando el puesto 150 de 180 países, reflejando un entorno de negocios afectado por la falta de transparencia, esto según el Índice de Percepción de la Corrupción^[5].

En medio del discurso de posesión por parte de Tinubu, el recién elegido presidente reafirmó su compromiso de aumentar la economía en al menos un 6%, eliminar los obstáculos a la inversión, generar empleo y unificar el tipo de cambio, mientras también se comprometió a abordar el aumento de la inseguridad en el país^[6].

Las medidas de Tinubu para enfrentar la crisis

Desde que Bola Tinubu asumió la presidencia de Nigeria, ha implementado cambios en la política económica. Una de las primeras medidas adoptadas fue la unificación del tipo de cambio oficial, fijando un nuevo valor de referencia para el naira (750 NGN/USD) y limitando la potestad del BCN en el uso de reservas para sostener artificialmente su valor^[7], a fin de que se determinara según la dinámica del mercado.

Esta decisión, si bien representó una depreciación de la moneda en comparación al tipo de cambio anterior, fue bien recibida por el mercado, dado que el fin era mejorar la eficiencia económica y reducir las distorsiones del mercado cambiario^[8]. Sin embargo, los datos actuales muestran que para marzo de este año, la cotización del naira respecto al dólar cayó un 31%, alcanzando 1.500 NGN/USD, depreciación que ha dificultado la repatriación de beneficios para las empresas extranjeras y, como consecuencia, ha reducido drásticamente la inversión extranjera en el país^[9].

Otra de las medidas adoptadas fue el fin al subsidio de los combustibles. El mandatario, en su discurso del 29 de mayo, pidió a la ciudadanía que se sacrificaran un poco más por la supervivencia del país, indicando que el gobierno les compensaría con grandes inversiones en infraestructura para el transporte, educación, energía, salud y otros servicios^[10]. Sin embargo, esta medida provocó un aumento de más del 200% en los precios del gas, situación que afectó directamente a la población, que depende en gran medida de los generadores de gas para iluminar sus hogares y operar sus negocios^[11], seguido de las tarifas de transporte y electricidad.

Consecuentemente, también ocasionó un incremento en el costo de los alimentos básicos como el arroz, el maíz y el ñame, por lo que mediados de junio del 2023, el gobierno declaró estado de emergencia por el elevado precio de los alimentos y la escasez, afectando a aproximadamente a 25 millones de ciudadanos por no poder comer a diario^[12].

La decisión de eliminar el subsidio, se da principalmente porque, si bien su financiamiento favoreció a los nigerianos a obtener el petróleo más barato de África, el cual provenía de la Corporación Nacional Nigeriana de Petróleo (NNPC), actor clave en el sector energético del país, se volvió insostenible para el gobierno. Es importante destacar que a pesar de que estas medidas buscaban una cierta recuperación en la industria petrolera, se suma la caída del sector agrícola derivada de un menor uso de fertilizantes, debido a su elevado precio^[13], incluyendo un aumento del 33,7% de la inflación para abril del 2024, lo que reduce el poder adquisitivo de la ciudadanía^[14].

El surgimiento de las protestas

El jefe de Estado nigeriano, Bola Tinubu, ante el estado de emergencia declarado en junio del 2023, prometió otorgar 240 millones de euros para el sector agrícola, 150 millones de euros para las pequeñas y medianas empresas y 90 millones para el sector manufacturero, incluyendo la liberación de 200.000 toneladas de cereales para distribución gratuita^[15]. Adicionalmente, ante la alta inflación, cedió al aumento del salario mínimo, pasando de 30.000 NGN (19 USD) a 250.000 NGN (156 USD)^[16]. Sin embargo, estas medidas no han logrado mitigar el impacto ocasionado en la población por las reformas económicas implementadas, por lo que el 1 de agosto, la población nigeriana protestó mayoritariamente de manera pacífica en contra de la política económica del presidente Bola, causantes del aumento del coste de vida y de la inseguridad, que afecta especialmente a la población joven, dado que también eliminó el subsidio a la educación.

Estas protestas fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad, ocasionando la detención de 30 personas, varios heridos y la muerte de al menos 21 jóvenes, esto solamente en la primera jornada. No obstante, dichos acontecimientos no evitaron que las manifestaciones continuarán los días posteriores^[17].

El 4 de agosto, el presidente de Nigeria hizo un llamado a suspender las movilizaciones, en su primera comunicación pública desde que comenzaron las protestas el 1 de agosto. Sin embargo, solo dos días después, se informó la detención de 873 personas por parte de la policía nigeriana y la detención preventiva de 632 manifestantes acusados de diversos delitos como robo, conspiración criminal, reunión ilegal, allanamiento de morada e incitación a los disturbios^[18].

Perspectivas futuras y lecciones de la crisis en Nigeria

A pesar de que las decisiones por parte del gobierno se han visto necesarias para estabilizar la economía y fomentar el crecimiento, han ocasionado un impacto negativo en la vida de la población nigeriana, exacerbando las desigualdades sociales y provocando un fuerte descontento social, lo que evidencia la tensión existente entre las metas gubernamentales y las necesidades inmediatas de la ciudadanía. Dicho esto, para que la administración de Tinubu tenga éxito, es necesario no solo la implementación de reformas económicas, sino también la construcción de políticas sociales eficaces que mitiguen el descontento social, situación que favorecerá en asegurar la estabilidad política del país en el futuro cercano. Por ello, los próximos meses serán cruciales para observar cómo avanza la interacción entre el gobierno y la población, a fin de determinar si se logran alcanzar acuerdos que satisfagan tanto los objetivos económicos como las demandas sociales.