Análisis semanal 545: Política internacional y el desafío del fentanilo: un análisis de las ciudades fronterizas México - Estados Unidos (10 de abril de 2024)

El origen del fentanilo

En 1995 la U.S. Food and Drug Administration (FDA) aprobó el Oxycontin, un potente opioide altamente adictivo, que con el respaldo del gobierno fue presentado como un medicamento que no causaba adicción y que podía ser recetado a prácticamente cualquier persona. El año siguiente comenzó una agresiva campaña publicitaria donde se motivaba a los médicos a recetar el medicamento para cualquier dolencia, lo que llevó a que el medicamento fuera un éxito en el mercado y que la mayoría de los estadounidenses tuvieran acceso a este opioide.[1] Tiempo después el gobierno comenzó a restringir este medicamento debido a la gran cifra de personas que se volvieron dependientes de este.

Las restricciones en el acceso al Oxycontin hizo que las personas adictas buscaran alternativas de consumo; es ahí donde el fentanilo, otro poderoso opioide, se convirtió en una alternativa al Oxycontin. Este medicamento también se encontraba aprobado por la FDA, pero únicamente para personas que sufrían de cáncer y enfermedades terminales. A pesar de conocer su potencial adictivo, en 2012, un medicamento a base de fentanilo fue aprobado por la FDA tomando ventaja de un vacío legal que dejaba a consideración de los médicos si una persona necesitaba el medicamento. A raíz de esto, la compañía farmacéutica Insys sobornó a muchos médicos para que recetaran su medicamento[2], misma técnica que fue utilizada por otras farmacéuticas, resultado que inició una crisis de adicción a lo largo de Estados Unidos.

Desafíos del fentanilo y su relevancia global

Se ha observado en los últimos años un importante aumento en la producción y tráfico de fentanilo en México, concretamente en la región de Sinaloa, ubicada en el noroeste del país. Si bien el opioide ha estado presente en suelo mexicano durante aproximadamente una década, la magnitud de su producción y tráfico ha experimentado un crecimiento significativo. Según el Informe sobre la Oferta de Drogas en las Américas 2022 de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), “entre 2016 y 2020, México incautó un total de 961 kilogramos de fentanilo. No obstante, un solo operativo en julio de 2022 resultó en la aprehensión récord de 542 kg de fentanilo por parte del ejército mexicano en Sinaloa”.[3]

La mayor parte de la producción de fentanilo se dirige a Estados Unidos por la frontera norte, principalmente por puertos marítimos y cruces terrestres, mezclado con otras drogas o prensado en pastillas. Gran parte de las divisiones de la Administración para el Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) informan que el fentanilo se encuentra "fácilmente disponible” y que las incautaciones de fentanilo son más frecuentes en estados fronterizos del suroeste y en Massachusetts, New Jersey y New York, siendo este último el mayor mercado y centro de distribución en Estados Unidos. La DEA también marca un “drástico aumento en la presencia de fentanilo en los envíos de drogas incautados, superando las 20 veces entre 2014 y 2019. En 2019, la DEA incautó un total de 3,138 kilogramos de fentanilo y compuestos relacionados”. [4]

Esta existente demanda de fentanilo se relaciona con su gran rentabilidad, esta sustancia se puede cultivar en un laboratorio sin necesidad de la amapola, lo que la convierte a diferencia de otros narcóticos en una droga muy rentable; por ejemplo, “genera entre tres y cinco veces mayor ganancia que la amapola, y 20 por ciento más rentabilidad que la heroína”.[5] Esta gran rentabilidad ha propiciado el desplazamiento de otros narcóticos como la heroína y cocaína, según los datos “la heroína ahora representa menos del 7 % de las dosis de opioides incautadas en la frontera. Hace cuatro años era el 80 %”.[6] Por su parte, la cocaína se ha convertido en una droga para un mercado más reducido por su elevado precio en comparación con otras drogas.

En la producción del fentanilo se encuentran involucrados, de acuerdo con la DEA, dos países: China, que se encarga de producir los químicos necesarios para fabricar el narcótico y México, donde se encuentran los laboratorios clandestinos donde se produce el fentanilo. [7] Esto es negado por los gobiernos de los respectivos países.

En relación con las acusaciones hechas hacia México, señalándolo de productor de fentanilo, el Gobierno de Estados Unidos también culpó a México de estar bajo el control de los cárteles de drogas y no estar haciendo lo suficiente para frenar el tráfico.[8] En respuesta, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, negó que se desarrollara la producción y el tráfico de fentanilo en México, afirmando que “el fentanilo tiene origen en China”.[9]

Posteriormente, Estados Unidos anunció una serie de acciones que tomará para luchar contra la creciente amenaza del fentanilo para la seguridad nacional e internacional, entre ellas sanciones a los traficantes y fabricantes de fentanilo, reforzar las alianzas entre las diferentes agencias de seguridad del país, además de aumentar la cooperación internacional y la construcción de una "coalición global" a través de las Naciones Unidas. En materia de cooperación internacional, Estados Unidos y México llegaron a acuerdos para desarrollar esfuerzos conjuntos con el fin de desmantelar el tráfico de fentanilo controlado por los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación a ambos lados de la frontera.[10]

También se firmó una declaración conjunta entre Estados Unidos, México y Canadá, donde los países se comprometen a colaborar de manera conjunta en el control de los químicos y equipos relacionados a la elaboración de fentanilo, además de desarrollar y aplicar un protocolo común de análisis de drogas que facilite el entendimiento de los países de tendencias relacionadas a los narcóticos a nivel regional.[11] En cuanto a la “coalición global”, tiene el objetivo de que se desarrolle un esfuerzo en conjunto para la prevención de la producción y tráfico de drogas sintéticas, identificar nuevas tendencias en narcóticos y reaccionar con efectividad a los estragos de estas para la salud pública.[12]

Ciudades fronterizas como puntos críticos

En la zona fronteriza de México y Estados Unidos se localizan ciudades específicas que se destacan como puntos críticos en el tráfico de fentanilo, al ser los sitios donde se encuentran los laboratorios de producción de sustancias, se introducen a Estados Unidos y se distribuyen. Estas ciudades se encuentran bajo el control de dos carteles, el cartel de Sinaloa, que controla la costa del Pacífico, tiene sus centros de distribución en las ciudades de Phoenix, Los Ángeles, Denver y Chicago e introduce las drogas por la frontera de los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas. El cartel de Jalisco, por otro lado,  tiene sus centros de distribución en las ciudades de Los Ángeles, Seattle, Charlotte, Chicago y Atlanta e introduce las drogas a través de Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Matamoros y Nuevo Laredo.[13]

Estas ciudades, al ser puntos tan importantes y estratégicos para el tráfico de fentanilo, enfrentan múltiples situaciones que son consecuencia de este tráfico y del control de los carteles sobre ellas. En la ciudad de Manzanillo del estado de Colima se encuentra el puerto más grande de México, donde por año entran millones de contenedores que provienen de muchas partes del mundo, con diferentes cargas, incluso con productos químicos que se utilizan para producir drogas sintéticas como el fentanilo. La lucha por el control de este puerto se ha convertido en el escenario de conflictos sangrientos y en el 2022 provocó que esta ciudad, junto con Colima, tuviera la tasa de homicidios per cápita más alta de México.[14]

Otros estados como Tijuana se han visto afectados por el conflicto entre cárteles por el control del territorio: solo en enero de 2023 la cifra de asesinatos fue 156, convirtiéndola en una ciudad con altos índices de violencia. Esta ciudad es un importante centro para la producción y tráfico de fentanilo hacia California y para el uso local[15]. Este consumo local se ha convertido en una epidemia, estudios han demostrado que “uno de cada tres cadáveres en Tijuana contiene fentanilo”,[16] además que 52,8 % de las jeringuillas recogidas en los espacios de reducción de daños tienen residuos de fentanilo.[17]

Varios estados de Estados Unidos se han visto fuertemente afectados por las consecuencias del consumo de esta droga. En Texas más de cinco personas mueren por día a causa del fentanilo y en el condado del paso este narcótico fue el causante del 85 % de las sobredosis accidentales.[18] Esto a pesar de las iniciativas de los gobiernos de México y Estados Unidos para frenar el tráfico y consumo de esta droga.

Conclusión

El análisis de la crisis del fentanilo en las ciudades fronterizas México-Estados Unidos revela la complejidad de una problemática que va más allá de las fronteras nacionales. Desde su inicio con la crisis del Oxycontin hasta el surgimiento del fentanilo como una alternativa peligrosa, este fenómeno ha adquirido dimensiones globales con consecuencias profundas.

El vínculo entre China y México en la cadena de producción del fentanilo, así como las medidas adoptadas por Estados Unidos destacan la necesidad de una respuesta internacional coordinada. Los acuerdos bilaterales y multilaterales de los países afectados apuntan a la comprensión de las causas fundamentales de la crisis y la importancia de la implementación de estrategias tanto a nivel nacional como global.

En el escenario de la lucha contra esta crisis, se destaca la urgencia de una colaboración coordinada entre naciones y la aplicación de políticas integrales. La crisis del fentanilo no solo representa un desafío para la salud pública, sino que refleja la importancia de entender cómo las decisiones políticas y sociales en diferentes países están entrelazadas y pueden tener repercusiones a nivel internacional. Construir un futuro libre de estas crisis implica un compromiso continuo con los planes desarrollados de manera colaborativa, reconociendo que solo mediante estos esfuerzos unificados se podrá superar este complejo desafío.