Introducción
El concepto de branding político busca generar mayor reconocimiento del representante político combinando técnicas de comunicación y marketing que no solamente resaltan las características del individuo, sino también que proyecta una imagen pública que encaja con la percepción del público clave. A esto se añade el personal branding, el cual hace referencia a una marca personal, donde la herramienta de comunicación recibe el nombre y/o apellido de la persona a partir del cual se crea[1].
El actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se ha dedicado a realizar prácticas no tradicionales para hacer política, principalmente en espacios virtuales, logrando la aprobación de la ciudadanía salvadoreña de un 70,9% a 20 días para las elecciones[2], y una fuerte visualización internacional.
Recientemente, dentro de dicha estrategia mediática, está surgiendo la prensa y las redes sociales como un espacio para publicitar el interior del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), nominada formalmente, pero reconocida como la megacárcel de Bukele, cuya construcción inició en el contexto del régimen de excepción vigente, con capacidad para 40.000 personas, de máxima seguridad y restringida a visitas que no sean periodistas. Recientemente se ha dado una apertura hacia los llamados youtubers[3], quienes visitan y documentan la vida de las personas recluidas, de manera gratuita y con autorización por parte del gobierno. Sin embargo, ¿no serían estas estrategias una manera para legitimar el poder simbólico de Nayib Bukele por medio de una marca personal?