Introducción
En la política internacional moderna, el “conflicto” entre Palestina e Israel ha sido uno de los más longevos. Usualmente, los medios de comunicación masiva suelen adjudicar que las tensiones entre los palestinos e israelíes son complicadas. Además, se le concibe a la situación como una disputa religiosa o incluso un “choque de culturas” (Moya, 2021, p.11).
Hoy día, los medios de comunicación tienen un papel protagonista pues son actores influyentes sobre otros y, a su vez, defienden determinadas posiciones e intereses de los grupos que apoyan (Vallés, 2000, p.379). En lo que respecta a esta disputa, los medios de comunicación masiva representan los intereses de la hegemonía occidental, como los de Estados Unidos, que respaldan a Israel. Ante un nuevo escenario político, muchos países ven a Israel como un potencial aliado por lo que el nivel de movilización a favor de Palestina ha caído. Por lo tanto, la representación palestina es constantemente ignorada – “cuánto menos se hable de Palestina, mejor” (Soler, 2018).
Aunque el “conflicto” tenga múltiples aristas, la situación conflictiva entre Palestina e Israel representa una disputa territorial, caracterizada como “un proceso unilateral de colonización de asentamiento sionista en Palestina, que comienza a finales del siglo XIX y continúa hasta el siglo XXI” (Moya, 2021, p.11). Durante el proceso de ocupación-colonización israelí, se ha visto impartir el sistema de apartheid, limpieza étnica, bloqueos y genocidio – incumpliendo las “reglas del juego” del derecho internacional humanitario.
Esta disputa territorial tuvo una escalada brutal luego de que, el 7 de octubre de 2023, Hamas lograra introducirse al territorio israelí lanzando bombas a ciudades y enviando militantes al territorio. Tras el ataque, se capturó a decenas de rehenes y asesinó a más de 1400 israelíes (Mpoke, 2023). La operación “Tormenta de Al-Aqsa”, representa un ataque sin precedentes a Israel, en donde actuaron por las amenazas a las mezquitas de Jerusalén (Paredes, 2023).
Como respuesta, Israel declaró la guerra e inició ataques aéreos contra la Franja de Gaza, así como un bloqueo completo que priva la entrada de alimentos, agua, combustible y ayuda humanitaria (Mpoke, 2023). Además, Israel emitió una orden para el desplazamiento de 1,1 millones de palestinos, en menos de 24 horas, del norte al sur de Gaza (Peña, 2023). El asedio total ha impedido que se atienda con urgencia la catástrofe humanitaria, pese a los bombardeos a campos de refugiados y hospitales por parte de Israel. Incluso la comunidad internacional ha hecho llamados a un cese al fuego, en donde también advierten sobre el riesgo de genocidio hacia el pueblo palestino (Naciones Unidas, 2023).
Objetivos
El presente trabajo de investigación tiene como objetivo general analizar si las decisiones, omisiones y acciones políticas sobre una solución, propuestas por organizaciones internacionales e Israel, se alinean con los intereses y aspiraciones de la población palestina. Además, como parte de los objetivos específicos pretende:
- Explicar, desde los supuestos del orientalismo, los factores históricos que han contribuido a la asimetría en la situación entre Palestina e Israel;
- Determinar los intereses y aspiraciones de la población palestina en la resolución del “conflicto”;
- Identificar las limitaciones de cooperación sobre posibles soluciones que se alineen con los intereses de la población palestina, tomando en cuenta el panorama actual.
Operacionalización de la investigación
La esencia que caracteriza la mayor parte de este trabajo de investigación es de un enfoque cualitativo. Lo anterior al considerar que una investigación cualitativa la “constituyen un acercamiento metodológico en la búsqueda del sentido de las acciones sociales, tomando en cuenta actitudes, aspectos culturales, percepciones y relaciones y estimaciones” (Neill & Suárez, 2018, p.74). A través de este enfoque, se aspira, en esta investigación, a considerar diferentes actitudes hegemónicas occidentales, así como la percepción de la población palestina sobre lo que significa una posible solución.
A medida que el enfoque cualitativo representa “un medio para explorar y entender el significado que individuos o grupos le atribuyen a un problema social o humano”, se puede llegar a conocer las relaciones de poder que existen en este “conflicto” (Creswell, 2009, p.4 como se citó en Menjívar, 2020, p.72). Más importante, se refleja el punto de vista de personas académicas palestinas. Para llevar a cabo la investigación, resulta necesario hacer uso de diferentes técnicas de investigación. Entre ellas, la mayor parte se encuentran en uso de análisis de documentos, análisis de material visual-auditivo y una entrevista.
- Orientalismo: las raíces de la asimetría de poder entre Palestina e Israel
El “conflicto” entre Palestina e Israel se trata de una disputa territorial, con un proceso sistemático de colonización entre Palestina (un Estado ocupado) e Israel (un Estado ocupante). El colonialismo, entendido como “un dominio por un pueblo de otra cultura”, ha formado parte de la escalada de tensiones entre Palestina e Israel (Philip Curtin, s.f., como se citó en Osterhammel & Jansen, 2019). Por lo tanto, resulta necesario adentrarse en las raíces históricas que contribuyeron al auge de la asimetría de poder entre Palestina e Israel.
Desde sus orígenes, los palestinos han sido los habitantes nativos de Palestina, cuya herencia multicultural forjó la identidad nacional como pueblo (Moya, 2021, p.13). No obstante, en el contexto de la I Guerra Mundial, Gran Bretaña emitió la Declaración Balfour en donde se apoyaba el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. Este resultaba un compromiso contradictorio ya que, anteriormente, habían prometido los árabes el reconocimiento de su independencia y autodeterminación. A pesar de que los británicos no tenían título sobre Palestina, la pronunciación de la declaración fue emitida sin consultarle a los palestinos (Moya, 2021, p.14).
Particularmente, la declaración fue de agrado para el movimiento sionista el cual tenía un perfil meramente político debido a los esfuerzos de su padre fundador, Theodor Herzl. Cabe destacar que, desde sus inicios, el movimiento sionista tiene como proyecto el asentamiento de un hogar nacional judío en Palestina (Moya, 2021, p16). De esta manera, buscaban tener “un refugio seguro contra la judeofobia europea y un territorio donde el judaísmo pudiera redefinirse como nacionalidad” (p.16). De este modo se empezó a dar una movilización de los sionistas judíos a Palestina.
Como parte de uno de los acontecimientos del aceleramiento de la inmigración judía, se puede mencionar el acuerdo de Ha’ avara – un pacto ratificado en 1935 entre las autoridades Nazi y representantes del movimiento sionista. Igualmente, más allá de ser una cuestión nazi, fue una política consensuada por las principales potencias occidentales. A través de acuerdo, se permitió que los judíos alemanes transfirieran sus activos a Palestina para que inmigraran allá y, particularmente, resultó en la movilización de 50 000 judíos alemanes a Palestina (Cheryl, 2012, p.474). Desde la visión del movimiento sionista, el acuerdo de Ha’ avara servía el objetivo de asentar un hogar judío en Palestina.
De la mano de lo anterior, y como parte de la propaganda sionista en Occidente, se difundió el mito de que “Palestina era ‘una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra’” (Ibarlucia, 2017, p.18, como se citó en Moya, 2021, p.17). Si bien los sionistas sabían que esta tierra estaba habitada, esta difusión hacía referencia a la “ausencia de personas con derechos” pues, dominaban los elementos de supremacía europea racista (Masalha, 2018, p.308 como se citó en Moya, 2021, p.18). Por lo tanto, en vista de que el territorio ya estaba habitado, Palestina se convirtió en un proyecto sionista colonialista donde el objetivo era apoderarse de la mayor parte del territorio palestino con la menor cantidad de palestinos. Desde el punto de vista histórico colonialista, se admite la falta de adaptabilidad de los colonos. Lo anterior, en el sentido de que muestran un irrespeto y discriminación por los pueblos colonizados (Osterhammel & Jansen, 2019).
La aceleración del proceso sistemático de colonización de Palestina se dio tras la ocupación militar en Cisjordania y Gaza en 1967, luego de la Guerra de los Seis Días. A través de la construcción de asentamientos en los territorios ocupados, se concibe un caso de colonialismo de asentamiento cuya característica principal es la intención de los colonos de apoderarse de un país (Harper, 2021, p.20 como se citó en Moya, 2021, p.39). Igualmente, hay una imposición de la cultura e ideología sobre la totalidad del territorio, sin la implementación de un mecanismo de integración para las poblaciones autóctonas.
A pesar de que Israel mantiene un sistema de colonización en Palestina, en diferentes ocasiones, el gobierno israelí ha rechazado la implementación de acciones de carácter colonialista. No obstante, al mismo tiempo, se ha desplazado a la población local para la construcción ilegal de asentamientos de los colonos sionistas. En Cisjordania, para el 2023, la cantidad de construcciones ilegales aprobadas por Israel se elevó a más de 13 000 asentamientos (EuroNews, 2023). En Gaza, Israel retiró a los colonos israelíes de la zona en 2005, pero aún sigue teniendo un control exclusivo sobre el espacio aéreo, marítimo y territorial, así como el control de electricidad y las telecomunicaciones (Amnistía Internacional, 2009, p.3).
La realidad del proceso sistemático de colonización de Palestina por Israel viene fomentada de una retórica hegemónica occidental. En Medio Oriente, Israel corresponde a una potencia militar cuyas raíces sionistas sirven al conocimiento y poder hegemónico occidental. Por lo tanto, el respaldo incondicional de distintas potencias occidentales, como lo es Estados Unidos, tiene una importancia geopolítica puesto que consideran que Medio Oriente constituye una zona crítica para la seguridad y la paz (BBC News Mundo, 2023). A través de un nuevo escenario político, varios países ven a Israel como un potencial aliado por lo que el apoyo a Palestina parece ser una maniobra política inconveniente (Soler, 2018).
Este discurso monológico, lleno de estereotipos y prejuicios, permite mantener la hegemonía de Occidente sobre el resto. El vínculo entre el conocimiento y poder hace que las ideas dominantes influyan sobre la representación y la percepción sobre ciertos fenómenos y/o situaciones (Camargo, 2015, p.58). Por lo tanto, frente al poder, se incita la superioridad racial del hombre blanco y, a su vez, se hace servicio al poder como recurso, dominado por el actor político colonial. Precisamente, esta prevalencia tiene sus orígenes en el imperialismo – una doctrina política que busca la dominación tanto política como económica de un pueblo sobre otro (Dolgopol, 2013). Por medio del imperialismo, se realizan intervenciones para “llevar paz al colonizado” (p.5). Así pues, el sionismo, como ideología colonizadora, hizo uso político de las narrativas bíblicas para “legitimar” su derecho a Palestina (Moya, 2021, p.19). Por ende, el desplazamiento forzoso y el colonialismo de asentamiento se concibe como un mandato divino. Particularmente, la retórica divina diferenció al colonialismo sionista de otros proyectos coloniales europeos (Said, 1992, p.68-69 como se citó en Moya, 2021, p.20).
Oriente resulta ser una invención europea debido a que el poder dominante es quien articula el conocimiento. Por lo tanto, en esta realidad política, es importante considerar el orientalismo como una forma de “relacionarse con Oriente basado en el lugar especial que este ocupa en la experiencia de Europa Occidental” (Said, 2008, p.19). Además, concebirlo como un discurso hegemónico occidental que “ha sido capaz de manipular e incluso dirigir Oriente”, con el apoyo de burocracias y estilos coloniales (p.22).
El orientalismo juega un papel importante en la disputa, desde los primeros asentamientos y el rechazo sionista hacia los palestinos. Como población originaria de Europa, los sionistas tenían la educación, la tecnología, el conocimiento y la mentalidad europea (Marín, 2011, p.21). Además, hoy en día, los orientalistas israelíes conciben a los palestinos como una amenaza para la democracia del Estado de Israel. Por lo tanto, el diario de los palestinos es vivir bajo estigmatizaciones de terrorismo, oculto por el interés de muchos gobiernos (Goytisolo, s.f. cómo se citó en Said, 2008, p.13,). De igual forma, parece ser que el discurso intelectual occidental lleva a que tengan poco que decir sobre el terror que los sionistas han implantado en los palestinos.
Ante esto, se evidencia la disparidad de fuerzas entre Palestina como Estado ocupado, e Israel, como Estado ocupante. En este “conflicto” no se puede hablar del enfrentamiento entre dos ejércitos. Por su parte, Israel es una potencia militar nuclear, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos (Burini, 2023). Mientras tanto, Palestina no cuenta con ejército, sino con fuerzas paramilitares del pueblo palestinos, debido a la ocupación y asedio total (El Financiero, 2023). Desde el orientalismo, es posible explicar los factores históricos – de la ocupación-colonización israelí – que han contribuido a la disparidad de poder entre el Estado ocupante y el Estado ocupado.
- Voces enterradas: entendiendo las aspiraciones de los palestinos
“En su resistencia a los colonialistas extranjeros, el palestino es o un salvaje estúpido o una masa despreciable desde un punto de vista moral y existencial”
(Said, 2008, p.404).
La experiencia palestina ha sido ignorada por la mayoría de los medios de comunicación, Estados occidentales y sionistas. Como comunidad emergida desde lo que representa el exilio, la historia Palestina ha sido incapaz de que a Occidente les interese su causa. En cambio, en los diálogos orientalistas, se dispone de una narrativa en donde se encuentra el “terror árabe” contra los civiles israelíes, la única “democracia” de Medio Oriente (Said, 1979, p.419). De esta manera, se ignoran las medidas utilizadas por el Estado de Israel para tener control sobre los territorios ocupados palestinos y, a su vez, cometer actos de violaciones contra los derechos humanos. Además, se le debe sumar la incapacidad de las organizaciones internacionales para condenar debidamente las agresiones al derecho internacional humanitario.
En su resistencia a los colonialistas, la aspiración es la autodeterminación que implicaría el fin a la ocupación y status quo. Por tanto, para la visualización de la experiencia palestina y sus aspiraciones, es importante tener en cuenta los principales actos violentos cometidos en Palestina. En primer lugar, se debe mencionar el apartheid donde, a través de leyes, políticas y prácticas discriminatorias, Israel impone un sistema de opresión y control a la población palestina (Amnistía Internacional, 2022). Este crimen se evidencia con la clasificación israelí, en donde los palestinos constituyen “personas árabes racializadas no judía (…), parte de un grupo con atributos particulares diferentes de los de otros grupos no judíos” (p.7). Además, de acuerdo con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (1998), en el Artículo 7, el crimen de apartheid es un acto lesivo y un crimen de lesa humanidad.
Por otro lado, se debe considerar que la misión de la creación del Estado de Israel no admitía “la posibilidad de compartir la tierra con los palestinos” (Moya, 2021, p.26). A través de una operación continua de exilio, desplazamiento forzado, asesinatos y otras medidas, Israel realiza una limpieza étnica en donde se tiene el objetivo común de quitar el grupo étnico de una zona, al considerarse perjudicial el asentamiento allí (Buis, s.f., p.120). De hecho, desde los inicios del sionismo, los ideólogos se refieren a la necesidad de una “transferencia de población” (Moya, 2021, p.26).
Con la declaración de guerra, el 7 de octubre de 2023, Israel dio un aviso de que “el enemigo pagará un precio que no ha conocido jamás” (Delfino, 2023). Desde ese entonces, ha hecho ataques indiscriminados a los palestinos, principalmente en Gaza, por lo que se le ha acusado a Israel de cometer el crimen de genocidio. De esta manera, se debe entender por genocidio “cualquiera de los actos […] perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal […]” (Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 1998, Artículo 6). Igualmente, como lo menciona Lemkin (s.f.), esta acción está marcada por dos etapas: el detrimento de la identidad nacional del grupo oprimido y la imposición de la identidad nacional del dominante (como se citó en Feirstein, 2016).
En este sentido, la autodeterminación palestina “sólo es posible cuando hay un ‘yo’ claramente visible que debe determinarse” (Said, 1979, p.118). Por lo tanto, pese a los intentos de garantizar la autodeterminación, esta no puede ser efectiva en tanto significaba libertad, soberanía e igualdad (The Guardian, 2017). Con relación al orientalismo, no se puede alegar la identificación sincera, desde un punto cultural y político, de los orientalistas con los árabes (Said, 2008, p.53). Por lo tanto, los “procesos de paz” representan medios que no buscan una búsqueda sincera de simetría en términos de paz, justicia y cooperación.
Además, el exilio de cientos de palestinos hace que el problema de autodeterminación sea evidente pues “ningún palestino tiene Estado como palestino por más que sea «de», sin pertenecer a, un Estado en el que actualmente reside.” (Said, 1979, p.180). Es decir, pese a que los palestinos viven en otros lugares, no hay Estado que los represente como comunidad. En este contexto, el proceso de la plena autodeterminación palestina presenta distintas problemáticas. Principalmente, porque el sentido de identidad palestina se nutre en el exilio. Por lo tanto, según Said (1979) hay:
[…] una comunidad dividida y dispersa, sin soberanía territorial propia, que se enfrenta a una constante opresión sionista y a la indiferencia mundial, a la que se le ha asignado (sin ser consultada) el papel de interlocutor ausente o totalmente negativo (p.120).
Como lo mencionó la Cónsul honoraria del Estado de Palestina en Costa Rica, Wajiha Sasa (2023), la lucha por la autodeterminación palestina incluye un panorama donde se da un alto a la ocupación y el status quo por parte de Israel (26m13s). Desde la Resolución 181 de las Naciones Unidas, los palestinos han luchado por su autodeterminación, pero mediante prácticas colonialistas, el Estado de Israel les ha impedido tener un futuro propio (Said, 1979, p.181). A su vez, como destaca Said (1979) en La cuestión Palestina, “podemos hablar en las Naciones Unidas de nuestros propios problemas, pero solo como observadores” (p.181). Por lo tanto, como parte de los intereses y aspiraciones en la autodeterminación, resulta importante la búsqueda de soluciones donde tienen que estar involucrada Palestina. Además, como lo mencionó Sasa (2023), “(…) las soluciones se buscan con las personas involucradas, no hacer otra vez un acuerdo entre Israel y Estados Unidos (…)” (28m02s). En ese sentido, resulta necesario establecer un marco político, en donde ambas partes negocien un camino de paz.
En general, los “procesos de paz” nunca han estado pensados para que se logre una sincera autodeterminación, sino para perpetuar la ocupación sin ofrecer soluciones. Desde la perspectiva del académico Said, en Palestina hay un interés de:
argumentar en contra de la injusticia que supone el día a día de una ocupación militar […] unos posibles acuerdos de paz no pueden negar ni la existencia de Israel, ni permitir la continua construcción de asentamientos israelíes mientras los palestinos permanecen casi encerrados en una prisión colectiva […]” (Camargo, 2015, p.569)
Negociación tras negociación, las aspiraciones de autodeterminación, fin de la ocupación y cese al fuego de los palestinos se ven empeoradas, en tanto la expansión de ocupación israelí avanza. La maximización del poder que Israel ejerce sobre Palestina hace que se configure una resistencia en contra de la desposesión de la tierra, el colonialismo de asentamiento, el asedio total y las violaciones a los derechos humanos. Así pues, “mientras tenga el pie encima de los y las palestinas, siempre surgirán movimientos de resistencia porque es la naturaleza de las personas…del ser humano…no es un tema de los palestinos (…)” (Sasa, 2023, 32m35s). Para los palestinos, la resistencia es una cuestión de necesidad – una cuestión de supervivencia (Checa, s.f., 530)
En este sentido, en el panorama actual, una solución al “conflicto” supondría una retirada israelí de los territorios ocupados de Palestina. Igualmente, una aspiración a la disputa implicaría el fin a la violencia, a las violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, y a los asentamientos ilegales. Por estas razones, se debe buscar un camino posible que vaya más allá de una solución militar.
- Barreras: limitaciones de cooperación sobre posibles soluciones que se alineen con los intereses palestinos
El entendimiento mutuo que reconozca la existencia del otro contempla una solución real que se alinea con los intereses de los palestinos. Precisamente así lo propone el académico Said ya que destaca la importancia de que el futuro entrelace a los copartícipes, donde tanto Israel como Palestina coexistan, reconociéndose uno al otro (Camargo, 2015, p.51/569). Sin embargo, el panorama actual muestra limitaciones de cooperación a posibles soluciones que se alineen con los intereses de la población palestina.
Desde la perspectiva israelí, se considera a todas las personas e instituciones asociadas con Hamás como objetivo legítimo (Amnistía Internacional, 2009, p.8). Las consecuencias de esta perspectiva son claras, pues se da un número creciente de asesinato de civiles en los territorios ocupados palestinos. Incluso, se dan ataques hacia hospitales y campos de refugiados de las Naciones Unidas.
De esta manera, se menoscaba uno de los pilares del derecho internacional humanitario, el principio de distinción. Precisamente, esta “norma básica” establece que, en los conflictos armados, se haga una diferenciación:
[…] entre población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos militares. (Artículo 48 del Protocolo I como se citó en Amnistía Internacional, 2009, p.8).
Desde el 7 de octubre de 2023, Israel ha bombardeado desproporcionadamente a la población civil en Gaza. Precisamente, el ataque indiscriminado, que resulte en la herida de civiles o los bienes civiles, constituye un crimen de guerra (Amnistía Internacional, 2009, p.12). Los datos del 23 de noviembre de UNRWA (2023) demuestran que, desde la declaración de guerra israelí, 14 532 personas han sido asesinadas en Gaza. Dentro de esta cifra, 74% de las muertes son de niños y mujeres.
Precisamente, los ataques indiscriminados – con riesgo a un genocidio palestino – muestra una limitación a las posibles soluciones que se alineen con los intereses palestinos. Al día de hoy, como lo estableció la Sasa (2023), el alto al fuego es necesario para poder contemplar posibles soluciones (16m38s). Por otro lado, con la escalada actual, la solución de dos Estados parece ser más compleja, considerando que Israel no ha respetado ni legitimado los acuerdos de paz ni resoluciones al cese a la ocupación de Palestina.
Por lo tanto, además de los ataques hacia los palestinos, la acción comunicativa mutua representa otra limitación. Con la asimetría de poder entre Israel y Palestina, no puede haber paz entre “un poderoso Israel y una Palestina ocupada, oprimida y desahuciada” (Camargo, 2015, p.292). Por lo tanto, desde la visión de Said, es imperante un marco donde la ocupación militar sea historia. Similarmente, Sasa (2023) considera que, ante un eventual cese al fuego, es importante mecanismos que no permitan volver al status quo.
A través de las políticas de maximización de poder de Israel, es imposible alcanzar una vía hacia la convivencia por lo que se interrumpe “todo camino posible hacia la paz” (Camargo, 2015, p.570). Por ello, se puede comprender que la lucha armada y violenta no puede ser una solución perdurable a largo plazo en tanto aleja cada vez más el horizonte de convivencia entre palestinos e israelíes. La negación constante de respetar las “reglas del juego”, y del cese al fuego, supone una dificultad a una solución de la disputa asimétrica entre Palestina e Israel.
Conclusiones
En consideración de los objetivos, se pudo comprobar que en el panorama actual de la situación entre Palestina e Israel existen limitaciones de cooperación sobre posibles soluciones. En este sentido, se expone lo siguiente:
- Adentrarse en las raíces históricas, desde el orientalismo, es crucial para explicar los factores que contribuyeron a la asimetría de poder entre Palestina e Israel. Desde los orígenes de las tensiones, se evidencia un proceso sistemático de colonización, siendo Palestina subordinada al control de Israel. Asimismo, a partir de la creación del Estado de Israel hasta la actualidad, lo que sucede entre Palestina e Israel no es un “conflicto”, en tanto en esta disputa hay una evidencia de las diferencias en las capacidades de ambas partes. En cambio, lo que actualmente sucede en Palestina es un caso unilateral de colonialismo de asentamiento, caracterizada por la intención de apoderarse de un país (Moya, 2021, p.11). Precisamente, esta intención sirve a una retórica del conocimiento orientalista y a la manera de Occidente de ver a Oriente.
- Por otro lado, considerando la resistencia palestina a los colonialistas, las aspiraciones principales en la resolución de la disputa es su autodeterminación. Por la influencia del orientalismo, la causa palestina ha sido incapaz de interesar a Occidente. En este contexto, la resistencia palestina ha significado una necesidad como cuestión de supervivencia. Como lo menciona Said (2008), desde un punto cultural y político, no se ha podido alegar una identificación sincera de los orientalistas con los árabes (p.53). Desde el punto de vista de Sasa (2023), en el panorama actual la búsqueda de la autodeterminación debe comprender la discusión de soluciones que involucren a las partes involucradas. Así pues, la autodeterminación Palestina implicaría poner fin a la violencia, a los crímenes de guerra y a la ocupación israelí.
- Por último, la solución real se basa en un entendimiento mutuo que reconozca la existencia del otro – misma idea que apoya Said. Sin embargo, en el panorama actual existe una falta de comprensión y cooperación el cual imposibilita una solución a la disputa. La falta de cooperación se ve en los ataques indiscriminados hacia la población civil los cuales menoscaban el principio de distinción en el derecho internacional. Desde el punto de vista histórico, aplicándolo en el derecho internacional, también se ve presente la maximización del poder de Israel sobre Palestina, a través del colonialismo de asentamiento.
Más de un siglo después, ni los “procesos de paz” han podido impedir el proceso sistemático de colonización. Con lo pasado el 7 de octubre de 2023, se termina por conculcar las libertades de los palestinos, mediante ataques indiscriminados hasta en hospitales y campos de refugiados, así como un bloqueo total con pocas posibilidades de ayuda humanitaria. A través de diferentes políticas de ocupación, que posibilitan la expansión del colonialismo de asentamiento, se demuestra las violaciones israelíes a la normativa de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario (Moya, 2021, p.93). En el panorama actual, con la indiferencia de la comunidad internacional y la influencia de la narrativa del “terror árabe”, la causa palestina necesita una solución real basada en el reconocimiento de su autodeterminación.
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