Análisis semanal 510: La estética de la protesta como fenómeno global: El caso de Francia (21 de agosto de 2023)

Año: 
2023

 

La estética es una de las ramas de la filosofía encargada del estudio de lo bello y el arte, la apreciación de este y la experiencia artística/creativa, y de forma más profunda, se puede definir como la disciplina filosófica encargada del estudio de formas sensibles. “Es decir que la estética, en cuanto disciplina filosófica, tiende un puente entre las formas sensibles -el Arte con mayúscula- la vida misma, la cual encuentra su mayor expresión en las esferas de lo políticos y lo social”. [1].

Hoy en día es innegable que este puente entre formas sensibles y la vida misma se ven potenciados por los avances de la tecnología, la industria cultural, y los medios de comunicación. En la esfera política, la actividad de la protesta se ha visto como una actividad de manifestación política legítima e incluso en algunos Estados como ilegítima, por ello las diferentes perspectivas y experiencias que pueden venir de este tipo de manifestaciones hacen que la estética pueda involucrarse en ellas, pero, ¿cúal es el puente entre la estética y las protestas? y ¿como está presente en el caso de las protestas en Francia sobre el asesinato de un joven?

La naturaleza política del arte

El arte como dispositivo de exposición y  comunicador de las experiencias individuales y colectivas en el complejo tejido de la cultura. “El arte” no es un concepto que englobe las diferentes técnicas de producción, sino, el concepto que las hace visibles.

El arte no es político antes que los mensajes y los sentimientos que transmite sobre el orden del mundo. No es político tampoco por la manera por la cual representa las estructuras de la sociedad, los conflictos o las identidades de grupos sociales. Es político por la distancia misma que toma en relación con esas funciones, por el tipo de tiempo y de espacio que instituye, por la manera mediante la cual corta este tiempo y puebla ese espacio. [2]

Mediante la aparición y consecuente activación del “actor” tanto en cuestiones políticas como estéticas a través de la agitación de la sensibilidad del “espectador” se genera una reacción donde:

Es decir que lo político no es propiamente una idea de la puesta en marcha de lo ideológico a través del arte sino, por el contrario, una condición inherente al arte mismo en su experimentación, en su vivencialidad, donde la pasividad del espectador se ve cuestionada por la incursión del “actor” –o del activador de la obra, diría yo–. Para que esta experiencia, que va encaminada a hacer visible –pues el arte es un asunto de visibilidades–, pueda llevarse a cabo es necesario crear un dispositivo o una estrategia que Ranciére denomina “le partage du sensible”. Tal distribución o reparto de lo sensible trae consigo una nueva manera de ver el mundo del arte y una reelaboración de las geografías del poder, donde el sensorium ya no sería exclusividad ni privilegio de unos pocos sino una extensión de la esfera humana y por ende de todos los sectores sociales. En este sentido, las distancias entre varias esferas de la cultura –la de élite, por ejemplo, y la de masas o popular– queda superada. [3]

Protestas: el caso de Francia

A principios de julio de 2023 un oficial de policía disparó y asesinó a un joven francés de 17 años en los suburbios parisinos de Nanterre. Debido a esto, Francia se sacudió por una serie de protestas en contra de la violencia policial, exigiendo justicia para el difunto joven francés. De forma parecida a la generada del otro lado del mundo, en Estados Unidos, provocoda por el asesinato de George Floyd, cuestión que desató protestas parecidas en Minneapolis 2020. Durante varios días de protestas hubo alrededor de 1800 personas arrestadas y 45000 policías desplegados, así reportó el Ministro de Interior Francés. [4].

Como es usual en protestas, los manifestantes tomaron la calles para hacer su demostración, creándose así como “actores” en un proceso político. Sobre esto se crea una lucha de juicios estéticos con la introducción de la policía, viéndose ésta como no solo un brazo coercitivo del Estado, sino, también como otro “actor” en sí, esto con el fin, según Walker, donde sus consideraciones de la policía se concentran en romper demostraciones, acertando que “el espacio para circular no es nada más que el espacio para circular”. [5].        

Esto a su vez contrasta con el fin de una protesta, que se puede entender como un performance, en donde quienes la conforman trabajan en-si-para-si, siendo actores y espectadores al mismo tiempo, amplificando a su vez su mensaje mediante el uso de tecnología, como lo es la presente en teléfonos inteligentes con cámara y capacidad acceso a internet, donde la utilización de este medio visibiliza aún más dicho evento, creando una sensibilización con una potencialidad globalizada.

Esto genera que dicho suceso se hable, inclusive dando campo a juicios estéticos sobre si un actor actuó de forma “fea” o “mala”, demostrando así el puente entre la estética y el fenómeno político que es la protesta.

 

Notas

[1] Arcos, Ricardo Javier. (2009). La Estética y su Dimensión Política Según Jacques Rancière. Nómadas 31, 139-155 https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105112061010 , p. 143.

[2] Ibid, p. 145.

[3] Ibid, p. 146.

[4] Chappell, Bill. (1 de julio de 2023). France is roiled by protests after police killed a teenager here’s why. https://www.npr.org/2023/06/30/1185394143/france-teen-police-shooting-protests-nahel

[5] Walker, Gavin. (2020). The Red Years: Theory, Politics, and Aesthetics in the Japanese ‘68, p.95.