El conflicto armado en Cabo Delgado, Mozambique, ha desatado una crisis humanitaria de proporciones devastadoras. Desde su estallido en 2017, este conflicto ha sumido a la región en la violencia y ha dejado a miles de personas desplazadas y asesinadas. Cabo Delgado se caracteriza por su riqueza en recursos naturales, y por esta y demás razones que se exponen en este análisis, ha sido el escenario de ataques por parte de grupos insurgentes que buscan imponer su ideología radical y ejercer su control en la zona. Es necesario comprender la complejidad y los desafíos de este conflicto para reconocer sus causas fundamentales y buscar soluciones duraderas que restauren la paz y propicien la estabilidad.
Una provincia a corazón abierto
Cabo Delgado es una provincia de Mozambique que ha madurado para el conflicto desde hace bastantes años. Al analizar el desarrollo del conflicto, se inicia desde el año 2017, sin embargo las revueltas se remontan al año 2007 protagonizadas por mozambiqueños radicalizados en ideales religiosos que fueron rechazados por líderes musulmanes locales (sufíes) con afinidad al gobierno. Por el rechazo y la fuerza de estos mismos ideales formaron sectas, entre ellas la secta fundamentalista Ansar al Sunna, misma con la que comenzaron a desafiar la autoridad de los líderes religiosos locales. La violencia comenzó a hacerse presente entre el movimiento religioso y las fuerzas de seguridad. [1]
Estos conflictos de índole política-religiosa no han cesado, y para el año 2020 se generaron ciertos cambios importantes en la evolución del conflicto con la insurgencia yihadista del grupo Al-Shabaab. Se trata de una organización religiosa armada que lucha por la imposición de un nuevo orden social, la instauración de la sharía y la lucha contra las élites políticas y religiosas locales. Este grupo cuenta con armamento pesado, ametralladoras y vehículos blindados. Se reconoce que “el cambio más radical en la identidad del grupo estaría ligado a su vinculación con ISIS, específicamente a la rama vinculada al Islamic State in Central Africa Province (en adelante ISCAP).” (Benítez, 2020, p. 2) [2]
Para 2023 este conflicto ha cobrado la suma de aproximadamente 6,000 muertos y las personas que logran huir (cerca de 90,000 personas desplazadas) sobreviven en condiciones deplorables dentro de campamentos improvisados a lo interno del país. Uno de los ataques más violentos y convulsos se dio en marzo de 2021, cuando los insurgentes lograron controlar la Ciudad de Palma. Con este suceso creció el nivel de insalubridad y miseria en la provincia, sin contar que Mozambique es una de las naciones con más problemas de todo el mundo, ocupando el puesto 185 del Índice de Desarrollo Humano. [3]
Muchos intereses en juego: causas del conflicto
La problemática en Cabo Delgado no solo comprende la situación compleja entre los grupos religiosos y la dinámica política, sino también los intereses sobre la tierra y los recursos naturales, ya que hay grandes proyectos extractivos en la zona. [4] Parte del mayor problema desde este sentido nace por los proyectos de explotación.
Los proyectos de explotación de los yacimientos de gas del norte de la provincia, en la cuenca del río Ruvuma, junto a la frontera con Tanzania, por parte de diferentes empresas transnacionales, están provocando la falta de acceso a los recursos naturales vitales de las comunidades costeras y su desplazamiento, en tanto que las autoridades locales están adquiriendo sus propiedades y fijando zonas de exclusión reservadas para inversores extranjeros. (Cunha, 2020, p. 12) [5]
Al establecer un escenario de causas, se visualizan factores que responden a la complejidad del conflicto y señalan las razones predominantes para la violencia existente. Primeramente, la guerra contra el gobierno, en la que median intereses relacionados con las disputas por tierra y los desplazamientos forzados, así como la fuerte corrupción.
En 2016, un programa de préstamos ilegales de 2,000 millones de dólares provocó una crisis debido a la deuda oculta, que supuso la congelación de más de 250 millones de dólares de los donantes y que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cancelara su programa financiero. (Tebas, 2022, p. 215) [1]
En este mismo contexto se señala la problemática del desempleo, el deterioro de las condiciones de vida, la falta de participación en la toma de decisiones políticas y los abusos de poder en los que no solo hay participación de las autoridades, sino también de las transnacionales que han desplazado a mineros artesanales en favor de sus concesiones mineras comerciales. [1] Lejos de ser una población beneficiada por su riqueza mineral (gas, petróleo, mármol, grafito, oro, madera de excelente calidad), se trata de una población desplazada para poder explotar su propia tierra. [3]
Se debe señalar a su vez que, factores como las divisiones étnicas y lingüísticas, han jugado un papel importante en el conflicto, como en el caso de la religión. Dichos factores han propiciado tensiones sociales, falta de homogeneidad para luchar en conjunto y un espacio vulnerable para depender de influencias externas que solo fomentan la discordia y el odio.
Horizontes del conflicto: desplazamientos
Diversas fuentes demuestran que uno de los principales problemas de este conflicto yace en los desplazamientos forzados que generan mayor pobreza, inestabilidad y peligro para las personas que han tenido que dejar sus hogares. Existen refugios en los que viven hasta 1,200 personas con historias marcadas por la inseguridad, el hambre, los ataques violentos y el miedo. [3] El conflicto y dichos desplazamientos han generado una mayor inseguridad alimentaria por el limitado acceso a la tierra y al agua, la falta de infraestructura productiva y la casi nula productividad por la ausencia de tecnologías apropiadas y la escasa resiliencia climática. Les aqueja la escasa capacidad de inversión y el abandono por parte del Estado para auxiliar esta crisis humanitaria. [4]
A modo de conclusión, se destaca a esta situación como una crisis humanitaria que requiere de una respuesta urgente de la comunidad internacional. La violencia, los desplazamientos forzados y masivos de personas, así como la destrucción de infraestructuras básicas; han dejado a la población local en una situación desesperada, enfrentando graves privaciones y sufrimientos. La inseguridad alimentaria asedia, es necesaria la atención médica y la educación. “Se requieren inversiones urgentes en desarrollo y fortalecimiento de la resiliencia no solo para promover los derechos humanos y la justicia social, sino también para limitar el impacto de las crisis actuales y ayudar a prevenir las futuras.” (ONU, 2021) [6]
Notas
[1] Tebas, J. A. (2022). Conflicto de Cabo Delgado (Mozambique): ¿riesgo de «sahelización» en África Meridional? https://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/PGC2022/PGC2022_Capitulo08.pdf
[2] Benítez, R. (2020). Cabo Delgado: explicando una insurgencia poco convencional. Instituto de Relaciones Internacionales: https://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2020/09/a2020africaArtBenitez.pdf
[3] Rodríguez, J. I. (2023). Las heridas abiertas de Cabo Delgado: casi un millón de desplazados por la insurgencia yihadista. El País : https://elpais.com/planeta-futuro/2023-04-13/las-heridas-abiertas-de-cabo-delgado-casi-un-millon-de-desplazados-por-la-insurgencia-yihadista.html%204
[4] Abellán, B., & Guereña, A. (2021). Conflicto armado y desplazamiento forzado como motores de la inseguridad alimentaria. https://iecah.org/wp-content/uploads/2021/11/caso_Cabo-Delgado-ES-LR.pdf
[5] Cunha, T. (2020). Estudio de caso: Cabo Delgado (Mozambique). Red Gernika : https://territoriolab.org/wp-content/uploads/2020/03/Mod-8-CAS-Mozambique.pdf
[6] ONU. (2021). Las Naciones Unidas están profundamente preocupadas por el agravamiento de la crisis humanitaria y la escalada de violencia que obliga a miles de personas a huir en la provincia de Cabo Delgado. https://unsdg.un.org/es/latest/announcements/las-naciones-unidas-estan-profundamente-preocupadas-por-el-agravamiento-de-la