Análisis semanal 472: Una discusión sobre el “divide y vencerás" (12 de diciembre de 2022)

Año: 
2022

 

El objetivo es discutir por qué las tasas de asistencia en las urnas cambian con el tiempo, e identificar factores macro que ayuden a comprender estas tendencias. En sí mismo, se trata de sugerir respuestas a preguntas de cierto tipo. Por ejemplo, discutiremos si las estrategias de politización en torno a la comunicación política de los mandatarios pueden verse como un mecanismo que fomenta la participación ciudadana o cómo los votantes responden a los niveles de polarización. Para ello tomaremos como ejemplo breve los resultados electorales de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas de 2018 y 2022. Al mismo tiempo, para responder a estas preguntas, también se examinará si el comunicado político del actual presidente de Costa Rica puede incentivar a una mayor participación en las elecciones de 2026, junto con la noción de identidad social, que se define como parte del sentido de identidad de un individuo que surge de pertenecer a un grupo social junto con el significado emocional asociado y cómo estos tienen una respuesta directa a la participación en las urnas con cada contienda electoral.

Creo que no es ningún disparate decir que descomponer el poder de las mayores concentraciones y dividirlo en partes es una forma de ahorrar energía social y política. O al menos, así lo asumen corrientes más cercanas a la defensa de la democracia moderna del siglo XX. Ya sea esto evocado desde una mirada más ordinaria, —a alguien mencionar la importancia de la división de poderes—, o teórica como cuando hablamos de la toma de decisiones asociada a la teoría de la elección racional. En la que se pone especial énfasis en el individualismo metodológico al que se refieren los fenómenos políticos derivados o de los intencionales. Es decir, de esas decisiones individuales que son el resultado de intereses egoístas. Sin embargo, esto no significa defender este egoísmo como algo por lo que vale la pena luchar, sino como una forma de afirmar que este hecho es cotidiano, ya que cada quien sigue sus propios intereses basado en las metas que quiera alcanzar[i]. Y como podemos imaginar, lo que Losada y Casas (2008) quieren decir con esto es que las preferencias son muy diferentes, por ejemplo: algunos preferirán cuidar el medio ambiente y otros prefieren comportarse respecto a este dependiendo de que es lo que les sirva más[ii], —en ocasiones podrían ceder un poco su invasiva proliferación ambiental en caso de que les den algo a cambio, y que se equipare, claro, a su jugosa máquina verde de hacer billetes verdes—. Sin embargo, no se trata de ganar y mantener el poder dividiendo las concentraciones de poder en fracciones, porque el concepto de “divide y vencerás” se refiere a una estrategia que rompe las estructuras sociales existentes y evita vincular a grupos de poder más pequeños. Es decir, una relación Top-Down referente a como entes de poder influencian a actores populares, y por consiguiente estos responden a favor o en contra. Y esto puede ser utilizado en cualquier área para obtener un mejor resultado, ya sea necesario o beneficioso para primero desglosar o dividir lo que va en contra de la solución o del problema inicial existente.

Quizás esto se entienda de mejor manera con la conclusión de Ronald Alfaro (2019) cuando afirma que la polarización es un mecanismo causal notorio porque está relacionado a la inoperancia de diálogo o la exaltación mecanizada de unos para dejar en mal a otros; pero que sin embargo, es importante, ya que estimula la movilización social en un escenario de elección popular. En otras palabras parecidas a lo que menciona el autor: la deliberación polarizada evoca la participación al facilitar la condición para el surgimiento de identidades partidarias dinámicas entre los votantes[iii].  Las cuales movilizan y activan al electorado cuando se encuentran en un escenario de elección popular. Pero que, a medida que disminuya la polarización social, esa fuerte lealtad partidaria comienza a disminuir, y la ausencia de votantes comienza a notarse en las urnas[iv]. Se podría asumir entonces que la presencia de una identidad política fuerte aumenta el involucramiento político. En consecuencia, una identidad vigorosa aumenta el interés y la participación política, incluyendo la participación electoral. Sin embargo, estos llamados a la polarización no responden al mecanismo de participación ciudadana, ya que las entidades son poco eficaces o de plano, a la sociedad no le terminan de calar este tipo de influencias.

Situación que podemos comparar con la conformación de una unidad política influida por la desaparición de las condiciones estructurales esenciales del populismo clásico, que se produjo a través de una amplísima transformación del orden social, político y económico en la región latinoamericana[v]. Propiamente vaticinada por la gran recesión económica del siglo XX, el pasaje de dos guerras mundiales que propiciaron la necesidad de haber un “otro”, y casi como si fuera un poema: un sin número de reestructuraciones Estatales mediadas por las dos situaciones anteriores; que influyeron en sí mismas a crear la existencia de una organización ideológica populista, y a su vez —según menciona el autor— orquestar su misma “desaparición”.

Además Novaro (1996) escribe que el estatus institucional en la región determina que la forma de las identidades y liderazgos conocidos hoy como “populistas” difiere significativamente de los movimientos populistas históricos debido al debilitamiento de las identidades y agrupamientos de intereses tradicionales, ya que:

Los partidos en el gobierno son incapaces de proveer una respuesta a los problemas más urgentes de la ciudadanía, la confianza y los sentimientos de pertenencia a dichos partidos, y en algunos casos también a los principales partidos de la oposición[vi].

Favoreciendo una desarticulación en la cúspide del sistema político, acrecentando la crisis de partidos e instituciones gubernamentales, y sobre todo, tomándose muy en serio el “divide y vencerás” solamente que queda muy en el aire que cosa se pretende vencer. Pues se está desarticulando a los actores sociales que son fundamentalmente la piedra angular de todo enlace popular, y que finalmente serían quienes responderían a propiciar un apoyo en las urnas.

Entonces quizás se pueda hablar de líderes populistas y de partidos que pertenecen, digamos, a una “tradición cultural” difusa[vii]. Pues esta o estas vigorosas entidades son retratadas tanto como personificaciones del orden, de la capacidad de gobernar y de decidir, como de paternales “protectores” del pueblo, velando por sus votantes; protegiéndolos de la dureza de economistas y técnicos, y de un mundo escamoso e insensible que aumenta los sentimientos de incertidumbre e inseguridad personal[viii]. Pero que, sin embargo, son esporádicas.

Otra cosa que menciona Novaro (1996) sobre la situación de estas entidades nuevas y vigorosas es que “en cierto sentido, los nuevos líderes están mucho más [...] sujetos a la satisfacción de demandas que sus antecesores”[ix]. Por ello, políticos como el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro o el actual presidente de Costa Rica, se han dedicado a una comunicación política conspicua con el fin de garantizar los intereses a los cuales responden, exigiendo la polarización y la mayor visibilidad posible. Pero claro, todo se transmite dependiendo del alcance de este ente vigoroso, por lo que debemos tener mucho cuidado antes de tomar una posición determinista sobre cómo se muestran estas figuras.

En el caso de Costa Rica, sin embargo, estos llamados a la polarización no responden al mecanismo de participación ciudadana mencionado por Ronald Alfaro (2019). Pero hay un hecho vistoso en esto, el autor se refiere a este mecanismo, en situaciones que se reflejan en elecciones populares, no durante el gobierno. Por lo que se podría plantear la hipótesis de que si la comunicación política del presidente continúa de la misma manera y sigue generando polarización social en los próximos años de gobierno, tendríamos una participación ciudadana muy diferente en las elecciones de 2026. O a lo mejor la comunicación no sería un factor para propiciar la polarización, sino como un medio para proponer, por ejemplo, a un enemigo. Bien lo decía Hobbes, una república puede unirse en torno a un jefe, o en torno a un enemigo. Y como otras discusiones lo han desarrollado, la mejor manera de mantener una identidad es a través de la noción de alteridad, que traducido a esta discusión sería la capacidad de enfrentarse a un enemigo[x].

En cuanto al caso de Brasil, acá se pueden anotar ciertos puntos importantes que responden a lo planteado anteriormente: Según Piovezani y Pereira (2022) Para las elecciones de 2018, uno de los rasgos sobresalientes de la actuación oratoria del entonces candidato Jair Bolsonaro, fue la producción de los siguientes efectos de sentido: franqueza, interacción, vehemencia y antagonismo[xi]. Por lo que podríamos contestar afirmativamente a que la característica conspicua de la comunicación política del entonces candidato durante las elecciones en las cuales fue electo, sí estuvo presente. Vale la pena señalar que durante su administración, del mismo modo, se alegó a una serie de prácticas y posiciones en defensa del conservadurismo social para demostrar una posición de firmeza, autoridad y condición bendecida por Dios, así como la necesidad de mostrarse como cualquier persona[xii]. Por lo que quedaría entonces preguntarse si este tipo de actitudes reflejan un cambio dentro de la respuesta ciudadana en las urnas para las elecciones de este año 2022. Y según el Portal de Datos Abiertos del Tribunal Superior Electoral de Brasil, la participación en la segunda vuelta de las elecciones de 2018 fue del 78,70% y en la segunda vuelta de las elecciones de este año rondó el 79,42%. Un aumento de un punto porcentual entre elección y elección, que se traduce a una diferencia de 13.713.600 votos[xiii], por lo que no se podría afirmar completamente si esta diferencia porcentual hace alusión a una respuesta ciudadana tras el gobierno de Jair Bolsonaro y tampoco podría alegarse este aumento de la participación electoral a la comunicación política del expresidente. Ya que para ello, debería de aplicarse un tipo de análisis más exhaustivo.

En resumen, la polarización ha sido percibida como una condición indeseable para las democracias maduras. Sin embargo, a lo largo de la lectura se señala que la polarización es un mecanismo causal para estimular la movilización de votantes para las elecciones[xiv]. Y la identidad social se define así como esa parte del sentido de identidad de un individuo que surge de la pertenencia a un grupo social (o grupos sociales) junto con el significado emocional asociado con él. En aras de, además, aspirar a una identidad social positiva que mejore su sentido de sí mismos, y que la identidad positiva es principalmente el producto de comparaciones favorables que se pueden hacer entre los grupos internos y los grupos externos relevantes[xv]. Sin embargo, en la lectura de Novaro (1996) se afirma, que en las nuevas identificaciones de populismo dejan abierta la relación entre votantes y electos, ya que el poder vigoroso de los líderes no es suficiente para cerrar esta relación. Y en otras palabras, estas consideraciones polarizadas podrían evocar la participación al facilitar las condiciones para el surgimiento de identidades partidarias dinámicas entre los votantes, sin embargo, es un escenario que no responde a los impulsos enérgicos desanimados del siglo XXI.

Notas

[i] Losada, R., & Casas, A. C. (2008). Enfoques para el análisis político: historia, epistemología y perspectivas de la ciencia política. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

[ii] Ídem

[iii] Alfaro Redondo, R. (2019). Divide y votarás.

[iv] Ídem

[v] Novaro, M. (1996). Los populismos latinoamericanos transfigurados. Nueva sociedad144(julio-agosto).

[vi] Ídem

[vii] Ídem

[viii] Ídem

[ix] Ídem

[x] Ídem

[xi] Piovezani, C., & Pereira, M. R. (2022). El habla y el silencio del mito: aspectos de la oratoria de Bolsonaro en el discurso político electoral brasileño. Semiosis and feminisms. Feminist and discourse theories, 238.

[xii] Ídem

[xiii] Portal de Datos Abiertos del Tribunal Superior Electoral de Brasil (2022). Disponible en: https://sig.tse.jus.br/ords/dwapr/seai/r/sig-eleicao-resultados/comparecimento-e-vota%C3%A7%C3%A3o?session=204094475501706

[xiv] Alfaro Redondo, R. (2019). Divide y votarás.

[xv] Ídem