El Día de Muertos “se trata de una festividad sincrética entre la cultura prehispánica y la religión católica que, dado el carácter pluricultural y pluriétnico del país, ha dado lugar a expresiones populares diversas, transmitidas de generación en generación y a las que, con el paso del tiempo, se han añadido diferentes significados y evocaciones” [1]. Desde que fue declarado como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en el año 2003, y con la popularidad acaecida de productos audiovisuales mexicanos y estadounidenses enfocados en la festividad, distintos pueblos comenzaron a experimentar un alto flujo de turismo internacional.
El Día de Muertos representa una importante actividad que contribuye al reforzamiento de las tradiciones y cosmovisiones indígenas, así como las sinergias sociales. Mas, las comunidades han denunciado la falta de protección al estatuto social y la gestión deficiente de las numerosas visitas anuales, que se han traducido en nuevas formas de exclusión, explotación y folklorización del patrimonio cultural. Por ello, el objetivo consiste en examinar el proceso de mercantilización en torno a las festividades del Día de Muertos, comprendiendo el vínculo que podría mantener con la instrumentalización de la diplomacia cultural dentro de la política exterior mexicana y la concepción de patrimonio acuñada por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Cultura y la Educación.
Diplomacia cultural de México y significado del Día de Muertos como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad
La diplomacia cultural constituye una herramienta estratégica para la colocación de intereses nacionales por medio del intercambio de ideas, información, arte y otros aspectos de la cultura entre los Estados y sus pueblos para fomentar el entendimiento mutuo [2]. Para México resulta esencial articular estos componentes en su política exterior debido a que el poder blando y la articulación de alianzas se ha dado desde estos enfoques; a través de la diversidad cultural en foros internacionales, respuestas comunes ante los desafíos de la globalización, la preservación de la identidad y la extensión del patrimonio y el capital cultural [3].
La académica de la Universidad de La Rioja, Fabiola Rodríguez Barba, recuenta que en las primeras décadas del siglo XX, José Vasconcelos (Ex secretario de Educación Pública de México) definió una estrategia integral de cultura y educación que se tradujo, en el ámbito exterior, en las “embajadas culturales” o programas de intercambio de estudiantes con otros países americanos y, en el interior, en la creación de las primeras bibliotecas rurales y en el impulso a las “misiones culturales” [4]. Tales acciones continuaron extendiéndose, de modo que la Secretaría de Relaciones Exteriores, en su cuadernillo de propuestas a la diplomacia cultural de 2018-2024, explica:
Para fortalecer el desempeño de las agregadurías culturales, la Dirección Ejecutiva participará en el nombramiento de Agregados y responsables de cultura en el exterior, a los que organizará permanentemente cursos de capacitación y actualización, de forma presencial o virtual, en temas de Historia de México, arte y gestión cultural. [5]
En 2020, la cuenta satélite de la cultura de México reportó una participación económica del sector en el PIB nacional representó 2.9 puntos porcentuales, con un PIB del sector cultura de aproximadamente 32,000 millones de dólares, a pesar de una leve caída en comparación con los 3.1% puntos porcentuales y 36,000 millones de dólares respectivamente de 2019, debido a la desaceleración económica producida por la crisis sanitaria global del COVID-19. Las 3 primeras áreas por distribución porcentual fueron los Medios Audiovisuales (37.8), la Producción Cultural de los Hogares (20) y las Artesanías (18.3) [6]. Por ello, la diplomacia cultural mexicana se encuentra diseñada en torno a una serie de ejes temáticos: Historia, Independencia, homenajes, poesía, memoria histórica para las víctimas de actos terroristas, gastronomía, música, catolicismo, cosmovisiones indígenas y, entre otros, Día de Muertos.
La conmemoración de esta fecha, desde su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO y el reconocimiento de sus amplios aportes etnográficos, ha generado importantes réditos y estrategias que se utilizan para posicionar los derechos de libre determinación, preservación y enriquecimiento de conocimientos e identidad de los pueblos y comunidades indígenas entre las prioridades de México. Este principio se apoya en la reforma indígena del 14 de agosto de 2001 al artículo 2° de su Constitución Política:
“La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.” [7]
Aunado a ello, con el concepto de “vida cultural”, de acuerdo con la Observación General número 21 al Art. 15. 1a del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), se establece una interpretación amplia sobre la cultura, que reconoce su “dimensión dinámica, evolutiva e histórica” [8].
Sin embargo, las políticas culturales impulsadas a nivel nacional por países como México, e internacional por UNESCO, han sido consideradas por los sectores de la antropología y el activismo indígena como medidas con un enfoque que busca fomentar y promover primordialmente las actividades, espacios y efemérides que resultan rentables para el mercado [9]. De este modo, el “capital cultural” resguardado por la diplomacia pública termina siendo orientado hacia la exclusión de grupos y tradiciones que, aunque clasificados como inmateriales, tienen la capacidad de tratarse y reproducirse como mercancía para generar réditos. Bernal Lugo & Valtierra Zamudio (2020) definen este fenómeno como “folklorización”: la reinterpretación, la reinvención y la sobrefetichización de los bienes y patrimonios para la atracción de turismo y la modificación del discurso histórico e identitario de una nación en pro de sus intereses.
Día de Muertos como producto de consumo: los efectos de una concepción problemática alrededor del significado de la cultura y el patrimonio
Mientras la antropología social considera las maneras de concebir la realidad y la dimensión temporal que la cultura inherentemente posee, gracias a la memoria y a las herencias generacionales, el discurso de UNESCO para la denominación y protección de patrimonios se ha basado en considerar estos hábitos y normas desde lo material e inalterable, como las obras artísticas, las creaciones y el conjunto de valores descritos en un período particular de tiempo. Esta misma ideología es la que se ha utilizado en estrategias de diplomacia pública como la gastronomía italiana, el Hallyu coreano y los sitios históricos en Perú. En sí, estas tácticas no representan prácticas dañinas, pues son parte de la expresión creativa e identitaria de los pueblos y las comunidades. La denuncia reside en la deficiente gestión que los gobiernos hacen de estos aspectos al no diferenciarlos del mero entretenimiento, acudiendo a la explotación de personas y prácticas ancestrales como productos a suministrar [10].
Lo manifestado en Día de Muertos tiene tres aristas que podrían denominarse como turismo Sur-Sur, turismo Sur-Norte y turismo Norte-Norte; es decir, visitas organizadas por personas locales para atraer la integración cultural y los sincretismos que reivindiquen a las personas indígenas a lo largo del Sur Global, el turismo enfocado en nacionales del Norte global para atraer capital extranjero y mantenerlo en las comunidades, y los paquetes para movilizar el capital y el turismo entre empresas que aplican prácticas de gentrificación. En el último nivel, las culturas “subalternas” son obligadas a someterse a las exigencias de mercados globales que invaden el carácter personal, la significancia y su rol como operador de identidad social, comunicación y de percepción de mundo, en nombre de la maximización de beneficios para las clases dominantes que profundizan las brechas y dependencias económicas [11] [12].
Esto se relaciona específicamente con estrategias de marketing utilizadas por compañías nacionales y transnacionales (como el conglomerado cinematográfico de Disney, el cereal Kellogg’s y la cerveza “Indio”), de modo que se autoproclaman representantes del Día de Muertos a nivel internacional, apropiándose de las retribuciones sin distribuirlas entre las comunidades. La estilización y folklorización que dichas prácticas promueven, acaban quebrantando la motivación histórica que la conmemoración posee para las comunidades mexicanas. De 2016 a 2022, las emblemáticas catrinas tuvieron un incremento en el uso inapropiado que las celebraciones de Halloween hicieron de ellas, tomándolas como un recurso dentro de la estética del terror.
Pero el Día de Muertos no es un mero elemento decorativo e invariable, y de allí es de donde la diplomacia cultural debe partir. Su propio componente sincrético permite recordar las transformaciones y adaptaciones que las comunidades que lo celebran aplican de manera constante, navegando entre lo que necesitan para su supervivencia y lo que funciona para la preservación íntegra de sus tradiciones. Algunas poblaciones han comenzado a construir santuarios y altares disponibles para que los turistas internacionales coloquen fotografías de sus familiares difuntos, e incorporaron los desfiles del día de muertos tras el filme Spectre (2016) como una antesala a tours guiados en sitios históricos y museos provisionales que evitan irrumpir en las celebraciones más familiares, hogares y cementerios. Asimismo, tras los efectos de la pandemia numerosas familias latinoamericanas comenzaron a integrarse en celebraciones como el Día de Muertos para lidiar con el duelo desde el aprendizaje y el recuerdo. Los pueblos indígenas también continúan en la lucha para que otras de sus tradiciones y autonomía ganen terreno en todo el continente.
Las gestoras culturales Raquel López y Keyla Ramírez, en su estudio Día de Muertos: de la compartencia a un producto comercial, concluyen que “la cultura es el conjunto de conocimientos, creencias, costumbres, tradiciones, historia oral, gastronomía y riqueza ancestral que nos caracterizan, de acuerdo con el territorio que habitamos, su geografía y cosmovisión. Todos estos elementos nos dan pertenencia; al hilar el tejido social en convivencias, fiestas, trabajo y unidad logramos que nuestra cultura perdure más allá de la visión del desarrollo o la hegemonía cultural […] La fiesta del Día de Muertos, de Todos los Santos o Fieles Difuntos es resultado del sincretismo que debemos preservar y procurar no dejar morir bajo la guadaña del sistema actual” [13]. Esto debe trabajarse desde distintos ejes: una nueva comprensión de los derechos culturales, el liderazgo pleno de las comunidades y el reconocimiento de que las culturas no son un producto estético de consumo superficial.
Notas
[1] Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Cultura y la Educación. (2019). El Día de Muertos: el regreso de lo querido. https://es.unesco.org/news/dia-muertos-regreso-lo-querido-0
[2] Cummings, M. (2009). Research Summary, Cultural Diplomacy and the United States Government. Center for Arts and Culture.
[3] Rodríguez, Fabiola. (10 de julio de 2008). La diplomacia cultural de México (ARI). Real Instituto Elcano. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-diplomacia-cultural-de-mexico-ari/#:~:text=En%20este%20an%C3%A1lisis%2C%20llamaremos%20diplomacia,con%3C%20fines%20de%20pol%C3%ADtica%20exterior.
[4] Ídem.
[5] Secretaría de Relaciones Internacionales. (2017). La Diplomacia Cultural de México 2018-2024: Propuestas para su fortalecimiento e innovación. https://embamex.sre.gob.mx/belgica/images/NuevaDiplCultMex18-24.pdf
[6] Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. (2021). Cultura, Base 2013. https://www.inegi.org.mx/temas/cultura/
[7] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos [Const]. Art. 2. 14 de agosto de 2001 (México).
[8] Bernal Lugo, R. & Valtierra Zamudio, J. (2020). “Día de Muertos” en Oaxaca: Mercantilización y Folklorización del Patrimonio Cultural. Kamchatka. Revista de análisis cultural, 15; 497-517. DOI: https://doi.org/10.7203/KAM.15.16943ISSN:2340-1869
[9] [10] Ídem.
[11] García C., N. (1984). Cultura y sociedad: una introducción. Cuadernos de información y divulgación para maestros bilingües. Dirección General de Educación Indígena de la SEP.
[12] Giménez, G. (2005). La teoría y el análisis de la cultura, vol. 1. Conaculta.
[13] López-Pérez, R. & Ramírez-Cruz, K. (2020). Día de Muertos: de la compartencia a un producto comercial. Revista Ra Río Guendaruyubi, 4(10) 15-24.