Análisis semanal 463: “NO”: los recursos audiovisuales de dos plebiscitos chilenos (10 de octubre de 2022)

Año: 
2022

 

Guadalupe Moreno y Peter Filzmaier definen tres vías para el análisis de los procesos y reglas de la comunicación política [1]: la investigación de voto (estrategias o acciones que pueden influir de forma decisiva en el comportamiento de los votantes), los canales tradicionales de transmisión (radio, televisión, propaganda gráfica) y el rol de los partidos en la preparación de los comicios (la forma en la que organizan la campaña y personifican la política). Tras los resultados obtenidos del plebiscito constitucional de Chile este 4 de septiembre de 2022, una serie de cuestionamientos generalizados se plantean sobre el fondo del borrador elaborado por la Convención, para sustituir el texto que queda como vestigio de la dictadura de Augusto Pinochet. Mas, también se plantean preguntas en torno a los vacíos que presentó la campaña del “APRUEBO” al abordar a algunos elementos de polarización social que afectaron sus estrategias de comunicación política, recordando el enfrentamiento plebiscitario de 1988. 

Por ello, el objetivo de este escrito consiste en describir las estrategias de comunicación audiovisual utilizadas por las campañas del plebiscito nacional de 1988 y el plebiscito constitucional de 2022 de Chile. Para ello, se toma como punto de partida la teoría del cine político y su aplicación en la película de 2012 “No” (dirigida por Pablo Larraín y escrita por Pedro Peirano), que será de importancia para determinar el vínculo entre memoria histórica y las tácticas utilizadas en el cine, la televisión y las redes sociales chilenas para ambos procesos electorales. Tras haber explicado los pormenores teóricos, se pasará a profundizar en los roles partidarios, los canales de transmisión y la investigación del voto en cada campaña.

Cine político y cine político chileno

El cine político es una rama del cine social, dedicada a vincular la técnica documental con el drama, la sátira o la comedia (dependiendo del público al que se dirija) con el interés de ofrecer lecturas críticas sobre eventos históricos particulares. No debe confundirse con el arte en función de la propaganda, el cual hace uso de la comunicación persuasiva, la creación de imágenes y la modificación de referentes en el imaginario colectivo para la preservación de sociedades jerárquicas [2] [3]. Desde su génesis, el cine buscó separarse de otros tipos de producción cultural por medio de una dimensión narrativa, casi naturalista, que busca posicionarse como una ventana para que el espectador refleje y reformule su visión de mundo [4]. El juego de la temporalidad, la instrumentalización de los tópicos por el diálogo, la carga emocional intencional en los planos y los escenarios, vivos y conscientes en su relación con los héroes y antihéroes… son elementos usados intencionalmente para conectar con los procesos de socialización de grandes masas ante coyunturas políticas urgentes.

Aunque todas las expresiones artísticas tienen la capacidad de generar interpretaciones políticas, el “arte político” se construye desde el deseo de la persona artista por realizar una denuncia social. Por ello, el cine político es especialmente necesario para construir y preservar la memoria histórica. En palabras de Jesús Delgado: es crítico por no ceñirse a la descripción aséptica de esa realidad: la valora, la recrea de determinada forma y ofrece un punto de vista político-moral sobre lo filmado [5]. El “cine chileno”, de esta forma, conoció su auge durante la década de 1990 para re-apropiarse de una construcción identitaria desafiada por la dictadura de Pinochet, buscando nuevas maneras de identificarse con el público, replantearse desde lo representacional, lo realista, y lo que implicaba “dar cuenta del asentamiento de las políticas culturales y económicas en el proceso de “re-democratización y pacto neo-liberal” [6].

Ahora bien, dos grandes vertientes pueden identificarse de este movimiento artístico: el cine chileno transicional y el cine chileno post-transición. El paso de una vertiente a otra se observó por medio de su relación con el Estado y la institucionalidad educativa, particularmente. El cine de post-transición comenzó a insertarse como práctica educativa, en 1990 (fin de la dictadura) comenzó a recibir financiamiento del Fondo Nacional de las Artes y en 2004, con la creación del Fondo de fomento audiovisual, se convertiría en un espacio para agrupar intereses de actores sociales muy diversos: sectores productivos, sindicatos, el mercado y el gobierno, cada uno con una visión muy distinta sobre el deber ser de la industria cinematográfica chilena [7]. Este conflicto –entre lo patrimonial, lo comercial, lo cultural, lo comunicativo y las implicaciones de distintas manifestaciones de poder sobre la producción audiovisual– es todavía un espacio de batalla sin treguas claras, por lo que su papel en la política contemporánea sigue siendo relevante. Tal es el trabajo explorado en la película “No”, de Pablo Larraín.

El plebiscito de 1988: reconstruyendo el agridulce éxito del NO

No” es una adaptación de la obra teatral “El plebiscito” de Antonio Skármeta, que se centra en explorar el proceso de creación de la franja publicitaria televisiva que determinó el triunfo del NO en el referéndum, el fin del régimen militar y la organización de elecciones presidenciales y parlamentarias. Siguiendo la presión internacional para realizar el plebiscito en 1988, “durante 27 días consecutivos tanto los opositores como los defensores del régimen dispondrían de 15 minutos de tiempo aire para persuadir a los electores mediante comerciales, sketches y spots televisivos” [8]. El filme realiza un trabajo de recopilación documental que tiene el objetivo explícito de reconstruir un imaginario colectivo perdido tras la salida de Pinochet; utiliza los archivos de voz originales, las muestras de publicidad y la rememoración de personajes políticos y de la comunicación que participaron de ambas campañas.

Algunos comunicadores chilenos, como Montero y Herrera [9], relatan que los procesos de sanación y sentido de memoria social desde una óptica discursivo-cultural, que permitieran reconocer activamente el trauma generacional surgido del régimen militar, era bastante escaso antes del cine de Larraín. “No” se encarga de hacer este ejercicio por medio de una reconstrucción narrativa que, asimismo, se permite democratizar la historia en un contexto de alta incertidumbre por la extensión de la reforma económica liberal heredada de la dictadura. “Desde un punto de vista sociológico, No es la película que mejor explica la sistemática renuncia a enfrentar el pasado que hasta el día de hoy ha impedido la construcción de un verdadero espacio de reconciliación nacional” [10].

Comprendiendo el rol de la película desde esta óptica, “No” permite observar el funcionamiento de las tres vías de análisis de Filzmaier y Moreno sobre las franjas publicitarias en el plebiscito. Entonces, regresando en primera instancia a la Investigación de Voto, la propuesta de René Saavedra (publicista para la campaña opositora) consistía en influir sobre el comportamiento de los votantes por medio de la idea abstracta de un futuro mejor. Desde 1983, Chile se enfrentaba en protestas contra la violación sistémica de derechos humanos y la crisis económica que el régimen de Pinochet lideraba, así como un atentado fallido en su contra para el año 1996. La estrategia del SÍ, se apropió de la violencia social para poner a los opositores desde un ángulo de escepticismo, la continuación de la cultura del terror y la noción de negar los mensajes que se asumiría que compartirían los partidarios opositores en su franja respectiva.

Mas, la campaña del NO adoptó una “explosión de creatividad”, energía optimista y color que obtuvo la acogida necesaria para conseguir el gane rotundo y la participación general de más de 7 millones de votantes [11]. La estrategia del NO resultó efectiva también gracias a la televisión como canal de transmisión: debido a que ambas franjas contaban con sus 15 minutos en un horario familiar, ofrecer emociones más positivas sobre la celebración de elecciones libres reflejarían una mayor apertura al diálogo y al progreso social que la denuncia gráfica. Con el eslogan “Chile, la alegría ya viene” y la participación de decenas de personas artistas para entonar el jingle, Saavedra tomó la decisión de obviar los crímenes de Estado y la represión aún activa y tajante durante la campaña, para encontrar un discurso positivo que pudiese equipararse y superar la imagen positiva creada alrededor del SÍ.

Para el futuro inmediato (el plebiscito), era necesario prescindir de las imágenes más crudas sobre tortura, persecución y desaparición forzosa para, en su lugar, buscar vender la democracia a través de una promesa de felicidad, algo tangible a punto de alcanzarse. Sin embargo, esa idealización trajo como consecuencia de largo plazo la necesidad de negación del pasado. El Rol que cumplieron las partes, que idealmente debía ser el de la personificación de la memoria histórica (y el estandarte de la lucha social y la justicia, en el caso del NO), acabó cimentando ese triunfo a costa de la memoria histórica. Por ello, regresar a estas narrativas, por medio del cine y de la observación crítica sobre las nuevas pautas publicitarias, permite “luchar por mantener viva la memoria traumática de un país en tensión permanente con su pasado” [12].

El plebiscito de 2022: revisando el lacerante éxito del RECHAZO

En 2020, la pregunta “¿Quiere usted una Nueva Constitución?” protagonizó el plebiscito nacional con la mayor participación en la historia de Chile, alcanzando una aprobación de 78,27% tras una nueva explosión de protestas en medio de la crisis sanitaria global, la inequidad social, la exclusión de los pueblos indígenas y el descontento popular por las políticas económicas heredadas por el régimen de Pinochet. Sin embargo, en el plebiscito de salida del proceso constitucional, dos años después, la mayoría del electorado rechazó la primera propuesta del nuevo texto con un 62%. Aunque se conocen los argumentos sobre el fondo y la forma, perfilándose como un texto confuso y sumamente largo, en este trabajo vale la pena revisar las estrategias que ambas agrupaciones utilizaron en términos de comunicación política.

La nueva Carta Magna se componía de 170 páginas y 388 artículos, recogiendo la mayor cantidad de derechos humanos entre todas las Constituciones vigentes en el sistema internacional, tomando un paso al frente en el reconocimiento de derechos de tercera y cuarta generación. No obstante, también ofrecía profundos cambios estructurales en cuanto a los Poderes de la República, el financiamiento de los gobiernos locales y la posibilidad de postularse por un segundo mandato consecutivo para los presidentes [13]. La campaña del APRUEBO fue relacionada directamente con la izquierda chilena, en parte por el discurso que el presidente Boric construyó durante su campaña política, y que representa una postura ideológica con la que un importante sector de la población mantiene asperezas luego de décadas donde la construcción de la paz, la compensación y el diálogo político estuvo ausente, especialmente con la detención tardía y posterior liberación de Augusto Pinochet.

Como se ha explicado en apartados anteriores, la gestión del dolor en Chile se ha reducido a la manifestación sin respuesta jurídica internacional, a la creación de obras artísticas políticas con poco o nulo apoyo estatal y, por lo tanto, con poca difusión (siendo espacios que funcionarían para crear cohesión social más allá de componentes económicos, aprovechando la cultura, la recreación y el diálogo para la reunificación social). Esto provoca una ruptura en la comunicación entre la ciudadanía y las instituciones, que es fácilmente aprovechable por agrupaciones interesadas en mantener el status quo. Así, el rol de los medios de comunicación digital se tiñó de reportajes parcializados o repletos de argumentos confusos, que no eran lo suficientemente claros para explicar las preocupaciones de ambas campañas de una manera integral, ni tan siquiera lo estipulado textualmente en la propuesta constitucional.

Sumado a ello, los recursos audiovisuales televisados fueron menos estilizados que aquellos del 88 y, al contrario, las campañas se centraron en buscar el apoyo de personalidades artísticas o políticas por medio de publicaciones sumamente cortas, apelando a la síntesis e inmediatez generada por los patrones de consumo de Facebook, Twitter, Instagram y TikTok. La campaña del RECHAZO resultó efectiva gracias a que apeló a las emociones como una herramienta de ataque, aprovechando la coyuntura de posverdades que está ganando terreno en América Latina con ayuda de la “contaminación informativa” en redes sociales [14]. Gracias a ello, los votantes cayeron en las “cámaras de eco” de sus algoritmos personalizados, algo que en 1988 no se observó gracias al espacio equitativo que las dos franjas publicitarias compartieron en televisión.

La próxima propuesta constitucional enfrentará tres retos clave: la satisfacción de las expectativas de una población con gran ausencia de consensos socioeconómicos e identitarios, la representación de un proceso de sanación colectiva sin concluir y, finalmente, la forma en la que estos dos puntos coluden para el desarrollo de estrategias de comunicación política que consigan derribar los muros de la desinformación y el trauma generacional. Más allá del cambio en las estrategias audiovisuales y las tecnologías de la información, las campañas plebiscitarias se enfrentan a la incertidumbre entre la construcción de un nuevo Chile, un futuro ideal pero demasiado abstracto, y la recaída en la política desgastada, con demasiados focos de dolor que aún no son atendidos. La memoria histórica y la construcción de la paz serán más importantes que nunca.

Notas

[1] Filzmaier, P. & Moreno Cabanillas, G. (2013). Campañas con estrategia: fundamentos y herramientas para una comunicación política efectiva. Revista Más Poder Local, 6(19) 36-45.

[2] Bellido-Pérez, E. (2020). Propaganda, arte y comunicación: propuesta teórica y modelo de análisis. [Tesis para optar por el grado de Doctorado Interuniversitario en Comunicación]. Universidad de Sevilla.

[3] DeSteno, D., Petty, R. E., Rucker, D. D., Wegener, D. T., & Braverman, J. (2004). Discrete Emotions and Persuasion: The Role of Emotion-Induced Expectancies. Journal of Personality and Social Psychology, 86(1): 43–56.

[4] Rodríguez Garnell, A. (2012). Teoría y práctica del cine como dispositivo crítico. El alcance de la modernidad y las formas de lo político desde la historia del arte al cine de los años treinta. [Tesis para optar por el grado de Doctorado en Historia del Arte]. Universitat de Barcelona. https://www.tdx.cat/handle/10803/80942#page=32

[5] Delgado, J. (2021). La teoría política en el cine y a través del cine. La imaginación cinematográfica como forma de educación emocional. https://aecpa.es/es-es/la-teoria-politica-en-el-cine-y-a-traves-del-cine-la-imaginacion-cine/congress-papers/3108/

[6] Pinto, I. (2009). Cine, política, memoria. Nuevos entramados en el documental chileno. Cinémas d’Amerique Latine, (17) 12-18. https://doi.org/10.4000/cinelatino.1501

[7] Ibid.

[8] [10] [12] Oliver, F. (2019). Cine chileno y políticas de la memoria. La trilogía de Pablo Larraín. Colindancias: Revista de la Red de Hispanistas de Europa Central, 10; 173-184.

[9] Montero, L. (2014). El cine de Pablo Larraín: La historia de un Chile demasiado reciente. https://www.academia.edu/25068302/El_cine_de_Pablo_Larra%C3%ADn_La_historia_de_un_Chile_demasiado_reciente

[11] Plebiscito en Chile: cómo fue el referendo que sacó del poder al general Augusto Pinochet en 1988. (31 de octubre, 2020). Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-54734477

[13] Nicas, J. (4 de septiembre, 2022). Chile rechaza la Constitución propuesta tras tres años de debate. The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2022/09/04/espanol/chile-plebiscito-rechazo.html

[14] Molina, P. (21 de julio, 2022). La "brutal" desinformación sobre la nueva Constitución propuesta para Chile (y algunas de las confusiones más difundidas). BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62245073