Análisis semanal 456: Espiral hacia el silencio: crónica de la mujer comunicadora en Afganistán (22 de agosto de 2022)

Año: 
2022

 

En todas las regiones del sistema internacional se registra un incremento en la cantidad de mujeres que ejercen el periodismo, la producción ejecutiva y la dirección de noticieros de importancia nacional e internacional; pero aún constituye un reto significativo el mejoramiento de las condiciones laborales a las cuales son sometidas, así como las normas sociales y los estereotipos de género que rodean su labor [1]. La participación activa de la mujer en los medios de comunicación supone un indicador clave de la estabilidad democrática por medio de la libertad de expresión, por lo que observar su rol en los conflictos internos dirige a una comprensión integral del estado de los derechos humanos.

La elección del caso Afganistán se perfila como relevante debido a que, si bien es conocido el llamado de diversas organizaciones por resguardar los derechos de la mujer frente al régimen talibán, la prensa se encuentra en un punto clave como actor político y sociohistórico. Como relató Ebbaba Hameida en noviembre de 2021, “pasar de contar noticias a ser la noticia supuso el comienzo de procesos cargados de angustia” para las periodistas refugiadas y, para aquellas que se han mantenido en su tierra, un proceso gradual de censura a sus voces, sus cuerpos y el alcance de su profesión [2]. En suma, el objetivo de este trabajo consiste en analizar momentos clave para la prensa y el entretenimiento ejercidos por mujeres desde el regreso del talibán, instrumentalizando postulados de las teorías feministas de las relaciones internacionales y la comunicación.

Persecución del feminismo afgano

Desde su regreso en agosto de 2021, los talibanes como autoridad de facto han recibido reacciones y protestas en territorio afgano por parte de mujeres y niñas de toda la nación, dispuestas a enfrentarse al hostigamiento, los abusos, detenciones, reclusiones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas, con tal de resistir nuevas políticas represivas basadas en la violencia de género [3]. Asimismo, los talibanes comenzaron a detener a las víctimas de abuso intrafamiliar que se resguardaban en refugios, a estudiantes universitarias que transitaban las calles sin un mahram [acompañante varón] y a bloquear la educación de las niñas y adolescentes alegando, entre otros, problemas técnicos con sus uniformes para justificar el cierre de las escuelas.

Decenas de mujeres, como ciudadanas y como formadoras de opinión pública (entre las que se destacan artistas y periodistas) acuden a las calles rememorando sus propias luchas de infancia para conseguir derechos básicos, acto que las posiciona en la mira del régimen y sus simpatizantes. Mas, a la vez, el protagonismo de la mujer dentro del conflicto afgano ha adquirido una dimensión muy distinta a la que ostentaba al finalizar el siglo XX. Este sector de la población mantiene un estatus de agente, con una fuerza disuasoria efectuada desde y hacia las organizaciones no gubernamentales, los medios de comunicación y la construcción de alianzas, mostrando un comportamiento que trasciende la etiqueta de víctima de guerra.

Si se consideran los postulados del constructivismo, los agentes (individuos) y las estructuras (instituciones, sistemas, formas de gobierno, etc.) están mutuamente constituidos [4], una propuesta teórica que puede reconocer importantes cualidades de la mujer en el sistema internacional, y especialmente en la Afganistán de 2022. Las teorías feministas, a grandes rasgos, cuestionan la posición que se le ha asignado a la mujer por debajo del hombre (hablando en términos binarios, aunque reconociendo también los debates generados en el seno de la diversidad sexual y reproductiva) en las estructuras internacionales de dominio público [ibid.].

De tal modo, se han erigido numerosos discursos en la simpatía y la acción que se necesita de parte de otras naciones hacia ellas, los cuales se hacen cada vez más vehementes mientras el reloj sigue contando los minutos en la represión de los talibanes hacia las mujeres; el problema reside en la responsabilidad que asume el mundo occidental al evitar difundir directamente las voces de las activistas afganas y que, por consiguiente, contribuye a que se pierdan las sensibilidades culturales que hacen del feminismo afgano una práctica con estrategias y pragmatismos distintos. La mujer afgana cumple roles de negociación y mediación en los conflictos rurales y algunos procesos de toma de decisión (aunque estos últimos, según perciben las entrevistadas de un estudio de 2016, puede ser muy simbólico), más de mil mujeres mantenían negocios propios según registros de Amnistía Internacional, pero la tasa de alfabetización en mujeres se mantenía en 29,3 por ciento para 2020 [5] [6] [7]. Estos datos representan dimensiones distintas en la lucha, y tienen un vínculo con el perfil que la prensa occidentalizada les otorga.

Según lo concluido por Huma Ahmed-Ghosh en 2003: “The situation of women in the future of Afghanistan might challenge the dominant discourse on citizenship and feminism as defined by the West and provide to non-western nations and minorities in western nations an alternative that can bring social justice and economic equality to all. For women in Afghanistan participation in the economic reconstruction of the country is essential to realize their dreams of a cohesive and peaceful nation; becoming victims of Islamic burqas and Western liberation is the least of their concern.” [8]

Como toda lucha en distintas zonas del orbe, el feminismo afgano busca el reconocimiento y protección de los derechos fundamentales de la mujer: educación, salud, trabajo… Sin embargo, mantiene asperezas significativas con los feminismos occidentales blancos, que les hace enfrentar dos frentes: 1) el patriarcado talibán que tanto reconocemos, 2) la violencia simbólica y estructural ejercida por mujeres occidentales que se niegan a reconocer los derechos culturales e identitarios de las mujeres afganas, y que acabaron contribuyendo a la legitimación de la guerra para solucionar la violencia de género [9]. Este segundo frente continúa apelando a pensamientos masculinizados de la guerra, de este modo, las teorías feministas en relaciones internacionales ven la necesidad de combinarse con el decolonialismo para mitigar esta persecución, un campo en el que la prensa cumple un papel central.

Las espirales del silencio y las afganas en la comunicación

Elisabeth Noëlle-Neumann expuso en 1995 el concepto de la espiral del silencio, el cual parte de los debates referentes a la opinión pública, que a su vez parte de la observación que hacen los individuos de su entorno social [10]. La espiral del silencio retrata la disposición de una persona a expresar su opinión en público de acuerdo a la apreciación que ésta reciba; a mayor hostilidad sociopolítica, aquellos que compartan su opinión con la de las clases dominantes sentirán mayor respaldo para emitirla y enfrentar a los públicos disidentes, quienes comienzan a silenciarse progresivamente para evitar el aislamiento. “En otras palabras, podemos describir la opinión pública como la opinión dominante que impone una postura y una conducta de sumisión, a la vez que amenaza con aislamiento al individuo rebelde y, al político, con una pérdida del apoyo popular” [ibid.].

Tomando este punto de partida, es que pueden encontrarse dos espirales que gradualmente han ido eliminando a las mujeres de la retórica sobre el conflicto afgano. La tesis del régimen talibán es una bien conocida: sustituir a las directivas de los principales medios, ordenar a las periodistas de campo a cubrirse el cabello y a las presentadoras a cubrirse el rostro en su totalidad, todo esto a un año de la conferencia de prensa en la que prometieron respetar los derechos de la mujer “dentro de las posibilidades de la ley islámica” [11] [12]. Como respuesta, sus colegas masculinos comenzaron a utilizar mascarillas en vivo para mostrar solidaridad e igualdad de condiciones. Esto no solo puede verse en la prensa, sino también en otras herramientas de comunicación masiva: cine, teatro, artes plásticas… La persecución a las personas artistas y sus obras se hizo notoria a partir de noviembre de 2021.

Así, el régimen continuó empujando con el decreto de las 11 reglas para periodistas, ante las cuales una presentadora con identidad protegida declaró: “We had achieved so much, and had a robust free media, with growing presence of women in every sector. But look where we are now… in a country where I cannot even choose what to wear or what topics to report on” [13]. También se negó a ceder ante la presión, aunque la tentación de dimitir surge todos los días. “Pero no puedo renunciar. Porque somos las voces de las que no pueden ir a la escuela, a la universidad y al trabajo. Si nos vamos, ¿quién hablará por ellas?” [ibid.]. Es bajo estas reflexiones que puede apreciarse con mayor ímpetu la difusión de productos artísticos en Occidente, entre las que pueden destacarse la revitalización de la película Les Hirondelles de Kaboul (2019), el libro Mil Soles Espléndidos (2007) y el reciente documental de Deutsche Welle Las Afganas luchan por hacer cine (9 de agosto de 2022).

Además de la presión gubernamental que ha expulsado al 84 por ciento de mujeres del periodismo afgano desde agosto de 2021, la poca presencia de las mujeres facilita la creación de relaciones discursivas moldeadas por los intereses del grupo en el poder, de acuerdo con lo argumentado por Foucault en 1988 [13] [14]. Así, a lo interno se dificulta conocer sobre el estatus de ciertos derechos humanos y las posibilidades que podrían existir para organizar una oposición significativa. Inclusive, los lineamientos del régimen prohibieron la difusión de dramas y comedias protagonizados por mujeres desde noviembre, limitando además la exposición de cuerpos sin cubrir.

Ante esta conducta de sumisión impuesta por el eje político dominante, y en un contexto global de amenazas y violaciones a la libertad de prensa, el abordaje occidental ha generado intensas preocupaciones. Tras la intensificación de la censura a la prensa, el contenido de primera mano que alcanza a las principales cadenas de comunicación en la esfera se ve más limitado, mas, cabe cuestionarse el esfuerzo que se hace en estas esferas para apoyar a la mujer afgana de distintas formas; las películas producidas y actuadas por mujeres siguen estando al alcance público, así como los documentales y los productos literarios que pueden proveer una mayor sensibilización y motivar una mayor atención a los esfuerzos diplomáticos necesarios para abogar por los derechos de la mujer en Oriente.

Al abandonar la atención hacia la mujer como fuerza autónoma, poco a poco se olvida el rol crucial que las exalcaldesas, lideresas y congresistas buscaron demostrar durante los primeros meses del regreso talibán durante sus intervenciones en los medios internacionales. En general, la pérdida de la presencia femenina o su represión por medio de los discursos (11 reglas para periodistas) y simbolismos (ocultar su rostro, permitir que otros tomen su lugar en los análisis) no afecta únicamente a las mujeres afganas en Afganistán, también oprime las libertades individuales y colectivas de toda la ciudadanía dentro del país, así como de las personas refugiadas que deben enfrentar estereotipos en sus Estados receptores. Es necesario que los medios, en lugar de limitarse a reportar actualizaciones, utilicen sus plataformas para ofrecer una mayor difusión de fuentes primarias a través de las personas, pero también de sus productos, con tal de evitar perpetuar el discurso de víctima-victimario-salvador.

Notas

[1] Lanza, Edison. (2018). Mujeres Periodistas y Libertad de Expresión. Discriminación y violencia basada en el género contra las mujeres periodistas por el ejercicio de su profesión. Organización de los Estados Americanos: Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. http://www.oas.org/es/cidh/expresion/docs/informes/MujeresPeriodistas.pdf

[2] Hameida, Ebbaba. (8 de noviembre de 2021). Ser mujer, periodista y refugiada afgana: “Lo perdí todo, solo me queda mi voz”. El País. https://elpais.com/planeta-futuro/que-mueve-a/2021-11-08/ser-mujer-periodista-y-refugiada-afgana-lo-perdi-todo-solo-me-queda-mi-voz.html

[3] Amnistía Internacional. (27 de julio de 2022). Afganistán: La “asfixiante represión” talibán destruye las vidas de mujeres y niñas. Nuevo informe. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2022/07/afghanistan-talibans-suffocating-crackdown-destroying-lives-of-women-and-girls-new-report/

[4] Lozano Vásquez, Alberto. (2012). El Feminismo en la teoría de Relaciones Internacionales: un breve repaso. Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, 3 (114) 143-152.

[5] Tørholen Kristensen, Karolin. (2016). Gender and security: Afghan rural women’s participation in local conflict resolution. [Tesis para optar por el título de Maestría]. Norwegian University of Life Sciences.

[6] Chishti, Maliha & Farhoumand-Sims, Cheshmak. (2011). Transnational Feminism and the Women's Rights Agenda in Afghanistan. En Jalalzai, Zubeda & Jefferess, David. (Eds.) Globalizing Afghanistan: Terrorism, War, and Rhetoric of Nation Building (pp. 117-144). Duke University.

[7] Amnistía Internacional (2021). Pongámonos en el lugar de las mujeres afganas. https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/ponernos-en-el-lugar-de-las-mujeres-de-afganistan/

[8] Ahmed-Ghosh, Huma. (2003). A History of Women in Afghanistan: Lessons Learnt for the Future or Yesterdays and Tomorrow: Women in Afghanistan. Journal of International Women's Studies, 4 (3), 1-14. http://vc.bridgew.edu/jiws/vol4/iss3/1

[9] Instituto de la UNESCO para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida (2020). Entrevista: "La tasa de alfabetización en Afganistán ha aumentado hasta un 43%". https://uil.unesco.org/es/entrevista-tasa-alfabetizacion-afganistan-ha-aumentado-hasta-43

[10] Noëlle-Neumann, Elisabeth. (1995). La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social. Editorial Paidós.

[11] Gross, Terry. & Navai, Ramita. (4 de Agosto de 2022). Undercover journalist in Afghanistan finds Taliban are abducting, imprisoning women. NPR News. https://www.npr.org/transcripts/1115557473  

[12] Human Rights Watch. (2022). Afghans call to #FreeHerFaice. https://www.hrw.org/news/2022/05/23/afghans-call-freeherface

[13] Foucault, Michel. (1988). El sujeto y el poder. Revista Mexicana de Sociología, 50 (3), pp. 3-20.

[14] Castells, Manuel. (2009). Comunicación y poder. Alianza Editorial.