Análisis semanal 455: Iniciativas y proyectos políticos para reducir las jornadas laborales en Europa. Una aproximación desde la Economía Política (17 de agosto de 2022)

Año: 
2022

 

Introducción

Desde la consolidación del modo de producción capitalista como lo conocemos hoy día, los principales conflictos obrero-patronales se han concentrado en torno a la remuneración salarial, las condiciones laborales de seguridad ocupacional y la cantidad de horas de trabajo en relación al precio de estas y la labor a desempeñar. Históricamente una de las grandes demandas al sistema político de los movimientos obreros y sindicales ha sido la regulación y el establecimiento de legislación laboral que estipule la cantidad de horas de trabajo a desempeñar semanalmente, como parte de reivindicaciones orientadas a mejorar la calidad de vida de estos sectores de la población. Los logros más importantes en el mundo occidental respecto al tema son los alcanzados por las organizaciones de trabajadores y partidos políticos afines a estas causas a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX por imponer la jornada laboral de 8 horas diarias.

No obstante, a pesar del aumento en la productividad especialmente luego de la década de 1950, propiciado por los avances tecnológicos, la tecnificación e incluso en años recientes la implementación de automatización y robotización de los procesos productivos, ello no ha significado en gran parte del mundo la reducción de las jornadas laborales. Aún más allá, incluso son escasas las discusiones o iniciativas políticas alrededor del mundo que busquen encaminarse hacia legislaciones laborales que disminuyan la cantidad de horas de trabajo máximas por semana. Las pocas experiencias en Europa resultan de interés dada la poca intención de reformar la legislación en cuanto a jornada laboral. Un tema, además, digno de debate especialmente en pleno siglo XXI, donde las máquinas pueden sustituir parte de la presencia humana, permitiendo a los seres humanos mayor tiempo para su desenvolvimiento y desarrollo personal y social no orientado exclusivamente a la vida productiva y laboral.  

El artículo a continuación busca presentar un breve esquema general de la situación del tiempo de trabajo con respecto a la productividad a nivel global, mencionar algunas de las teorías y sus postulados en torno al tema, así como discutir algunos de los principales factores político económicos que intervienen en la reducción de los tiempos de trabajo desde la economía política. Finalmente, relacionado con los factores económicos que sustentan la disminución de la jornada laboral, se hace especial énfasis en mostrar de manera general las particularidades y contexto político, económico y social de algunas de las propuestas y políticas laborales que buscan reducir el tiempo de trabajo en Europa, específicamente los casos de España, Reino Unido e Islandia.

Situación mundial de la cantidad de horas de trabajo: economía política del tiempo de trabajo.

Una de las particularidades del modo de producción capitalista refiere a la constante búsqueda de aumentar la productividad -cantidad de producto elaborado en relación al tiempo de trabajo-, disminuir los costos de producción e innovar procesos productivos con la finalidad de aumentar las ganancias en las distintas actividades económicas. En medio de estos aspectos entra la variable del tiempo de trabajo definido por horas diarias, central dentro de la dinámica de las relaciones sociales de producción en el capitalismo y cuyo resultado se debe entre varios factores a las históricas luchas y presiones generadas por los movimientos y organizaciones de trabajadores que buscaban una delimitación clara entre tiempo de trabajo y vida privada, a la vez que un ingreso económico constante en relación al tiempo de trabajo fijado. Por otra parte, el crecimiento de la producción industrial propició la aceptación de tiempos de trabajo definidos, porque además esto encajaba con criterios científicos de gerencia, significando además un aumento en la productividad (1).

Los avances tecnológicos alcanzados a partir de la revolución industrial han perpetuado esta dinámica, teniendo especial impacto a partir de la década de 1950, cuando la producción global experimentó un crecimiento sin precedentes. Este fenómeno, propiciado por las innovaciones tecnológicas en el campo productivo, empleo de mayor cantidad de máquinas especializadas y nuevas lógicas de manufactura y organización empresarial, aceleraron la productividad. Sin embargo, tomando en cuenta que estos aspectos reducen la necesidad de intervención humana en la creación de mercancías, ello no ha generado una disminución significativa en el tiempo de trabajo, siendo que el esquema de 40 horas semanales se mantenga como tal en la mayor cantidad de países del mundo desde hace aproximadamente un siglo, momento en el que las condiciones económicas y productivas eran otras. (2).

Desde las ciencias económicas y sociales existen autores y corrientes teóricas que tratan la relación entre producción y tiempo de trabajo. Entre estos referentes teóricos de las ciencias económicas se encuentra un interesante postulado de John Maynard Keynes, quien en 1930 visualizaba para cien años posteriores una reducción de tiempo de trabajo hasta las tres horas diarias, gracias a los avances tecnológicos y su efecto en el crecimiento de la productividad (3), los teóricos weberianos coinciden de alguna forma con la postura keynesiana, veían la disminución del tiempo de trabajo como un resultado del aumento de la productividad, la innovación y la supuesta racionalidad del sistema capitalista. Sobre el tema también existe cantidad de teoría desde la perspectiva marxista, que se ha dedicado a estudiar el tiempo de trabajo en relación a la plusvalía absoluta y relativa, la relación entre trabajo socialmente necesario y trabajo excedente, y el papel de la lucha de clases en la delimitación del tiempo de trabajo (4).

A pesar de las previsiones de diversas corrientes teóricas sobre los impactos del aumento de la productividad y la tecnificación para la cantidad de horas de trabajo, estas han experimentado poca disminución en el mundo al menos en cuanto al nivel de regulación estatal, siendo Francia uno de los casos más significativos al establecer la jornada en 35 horas a la semana en al año 2000  y el reciente caso de Islandia, que en el año 2015 aprobó un plan piloto para una semana laboral de 36 horas, en ambos casos, con la misma cantidad de remuneración salarial, lo cual significó un avance en la materia. Otros proyectos se han probado en menor escala en países industrializados y de renta alta.

De acuerdo a datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que van del 2009 al 2020 el promedio de horas de trabajo semanales a nivel global por persona empleada se encuentra en 40,28 horas (5). Por otro lado, la productividad en términos de producto generado por hora de trabajo de más de 25 países con los que se cuenta con datos desde 1950 hasta 2019, muestra en promedio un cambio relativo del +740,6% (6). En otras palabras, la productividad en 25 países, dentro de los cuáles se encuentran las mayores economías del mundo -a excepción de Rusia que tiene datos desde 1992, China desde 1973, Corea del sur desde 1953 e India desde 1970- , muestra en promedio, en un período de casi 70 años aumentos de 740,6% en la productividad. De igual forma, extendiendo el análisis para un total de 66 países con los que se cuenta con datos al menos desde 2001 -caso de Sudáfrica-, el promedio de cambio relativo en la productividad para 2019 es de +501,63% lo cual continúa siendo una cifra importante, sin tomar en consideración la falta de datos de varios países por un período considerable de años que evita tener una mirada más precisa de los aumentos acumulados de productividad por hora a nivel mundial y a través del tiempo (7). Todo esto, sin embargo, no ha significado a excepción de Alemania -en el caso alemán las jornadas son definidas en gran parte por las negociaciones entre patronos y trabajadores- y Francia, una disminución en las horas de trabajo acordes a las tasas de productividad, como mencionan algunas de las teorías citadas anteriormente, que vinculan el aumento en la productividad con una menor cantidad de horas de trabajo necesarias para la producción de bienes.  

Gráfico 1. Comportamiento de la producción por hora de trabajo en términos de USD de las diez economías más grandes para 2021 e Islandia, España y Costa Rica.

Fuente: Universidad de Oxford: Our World in Data. Con datos de Feenstra et al. (2015) y Penn World Table 10.0

Esta situación de inmovilidad en los tiempos de trabajo puede contener diversas explicaciones.  A pesar de que la evidencia señala que existen aumentos considerables en la productividad y un crecimiento en la tecnificación del trabajo, un argumento económico a favor de la reducción de las jornadas laborales, el tema no se limita únicamente al plano económico y está completamente relacionado al quehacer político. La experiencia tanto del establecimiento de las jornadas de 8 horas diarias en múltiples partes del mundo, y más reciente la de las 35 horas semanales en Francia, muestra que estos avances fueron posibles por el conjunto de actores políticos incluidos gobierno, partidos políticos y fuerzas sociales que demandaron una regulación y posteriormente una reducción de la jornada en la legislación laboral (8). Existe una dimensión política enteramente relacionada a la situación económica en torno a las reformas laborales donde se pueden identificar actores políticos centrales como partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales y al Estado propiamente.

De igual forma, si bien el tema en su ámbito económico no depende únicamente del crecimiento de la productividad, a pesar de ser uno de los principales factores determinantes, algunos autores apuntan a que otros aspectos como la necesidad de una economía sana, baja tasa de desempleo y apoyo e intervención estatal deben presentarse para que la disminución de tiempo de trabajo se pueda efectuar. Además, la reducción de las horas laborales, se argumenta, vendría a ser una medida para promover la disminución de las tasas de desempleo al necesitar rotación y contratación de personal adicional para continuar con la producción, no obstante, esto podría darse en puestos de trabajo y sectores económicos donde cierta organización y tareas favorezcan la rápida adopción del nuevo personal adicional, sin representar mayores gastos o contratiempos para los empleadores. Un gran factor que influye en la factibilidad de esta medida es si la cantidad de salario se reduce acorde al tiempo que se deja de trabajar, o si bien la disminución de la jornada se realiza con el mismo ingreso salarial anterior, caso contrario la medida podría incluso perder apoyo por parte de las personas trabajadoras (9).

Estos factores anteriormente expuestos, por lo tanto, condicionan la posibilidad de alcanzar disminuciones en el tiempo de trabajo, donde si bien  una voluntad e iniciativa política en esa dirección es completamente determinante, otra serie de factores como las condiciones y rendimientos económicos de los distintos países, donde la producción y la utilización de tecnología en el proceso productivo, específicamente la implementación de la automatización, se ven como variables necesarias para que política y económicamente la reducción de las jornadas sea una medida viable.

La automatización cumple un papel central en las posibilidades de reducir las horas de trabajo. Siguiendo el argumento de que, entre mayor productividad esto propicia que se necesite dedicar menos horas de trabajo, este aumento en la productividad se puede dar efectivamente mediante el uso de mecanismos de automatización en los procesos productivos. Algunos modelos estiman que la automatización puede aumentar la productividad a nivel mundial entre un 0.8 y un 1.4% anualmente (10).  

La experiencia de Islandia y las iniciativas en España e Inglaterra.

Posterior a la experiencia francesa en el año 2000, y a pesar de lo expuesto anteriormente, sobre las posibilidades que brindan los cada vez mayores niveles de productividad para reducir el tiempo de trabajo necesario en las actividades laborales, pocas han sido las discusiones e iniciativas políticas que propongan o busquen la disminución del tiempo de trabajo. No solo en el marco europeo, sino a nivel global, especialmente en América Latina, Asia y África. No obstante, recientemente se pueden localizar iniciativas y proyectos orientados a la disminución de las jornadas laborales, como lo son los planes pilotos que se espera se comiencen a implementar en la Comunidad Valenciana con apoyo del gobierno de España y el plan piloto inglés que se ha comenzado a implementar desde el año 2022.

El caso de Islandia viene a ser una experiencia ya consolidada por casi 6 años, y cuyos resultados brindan importantes aportes y evidencia sobre la factibilidad y los impactos que tienen la adopción de la disminución de los tiempos de trabajo.  En el año 2015 el gobierno de Islandia, liderado por la primera ministra Katrin Jakobsdottir del partido Movimiento de Izquierda-Verde, decide implementar en el gobierno local de Reikiavik en 2015 y en el gobierno nacional en 2017 la reducción de 40 a 35 y 36 horas por semana (11).  Los resultados apuntan a un aumento en la productividad, mejor ambiente y desenvolvimiento colectivo en el lugar de trabajo, así como una mejoría en la salud física y mental de las personas trabajadoras. En cuanto a la vida privada, los efectos se vieron reflejados en un mayor bienestar general, mayor participación en las tareas domésticas, menos estrés en casa e incluso mejoras en la vida familiar (12).  

El plan piloto diseñado en Inglaterra involucra empresas de todas las áreas económicas en las cuales se reduce la semana a 4 días laborales, a las cuales con el apoyo del gobierno mediante subsidios y aportes estatales se les reducirá la jornada laboral con la misma cantidad de salario anterior. Esta iniciativa ha sido apoyada, impulsada y construida en gran parte por la organización 4 Week Day Global, convirtiendo así estas organizaciones y think-tanks en importantes propulsores de políticas públicas destinadas a la reducción de las jornadas laborales (13).

Similar al caso del Reino Unido, en la Comunidad Autónoma de Valencia, España, entre el 27 y 28 de mayo de 2022, tuvo lugar la I Cumbre Internacional sobre la Semana Laboral de Cuatro Días, organizada por la Generalitat Valenciana, donde se encontraron gran cantidad de académico, intelectuales y personalidades políticas que abogan por la reducción de la jornada laboral (14). El proyecto español consiste en dos programas a nivel nacional y uno por aplicar en la Comunidad Autónoma de Valencia que establece una jornada laboral de 32 horas semanales, o lo que vendrían a ser 4 días de trabajo por semana por la misma cantidad de salario. Inicialmente sería un plan piloto aplicado a algunas empresas y apoyado y subsidiado por el Estado español por un período de 3 años (15). En España tanto en el gobierno como en la Congreso de los Diputados esta iniciativa tiene especial apoyo y compromiso político, comenzando con la segunda vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz Pérez, proveniente de la coalición electoral Izquierda Unida.

Díaz ha sido una de las principales propulsoras de la iniciativa, y en su rol de jerarca de trabajo ha buscado reformas y soluciones a las problemáticas del empleo informal, las plataformas digitales y el subregistro de horas extra (16). Por otra parte, la propuesta tiene importante apoyo en el congreso español, de la mano del líder del partido izquierdista Más País, Íñigo Errejón, quien incluso construyó gran parte del proyecto y pactó su aprobación e implementación con el gobierno de coalición que actualmente gobierna España (17). El lugar donde se pretende instalar la medida, la Comunidad Autónoma de Valencia, cuenta con un gobierno local que recibe con buenos ojos la propuesta y que ha adelantado previsiones optimistas.

Luego de repasar las particularidades de las políticas que se busca implementar, es importante mencionar y analizar que, en dichos países sus condiciones macroeconómicas ofrecen la posibilidad de que la reducción de la jornada laboral sea una cuestión técnicamente factible. Tanto España como Reino Unido se encuentran dentro de los 15 países más ricos del mundo (18). Siendo la excepción Islandia, que se ubica en el puesto 109, aunque su PIB per cápita se ubica entre los primeros 20 del mundo, por encima de España y Reino Unido (19). Los rendimientos de productividad de los tres países se encuentran entre los primeros 20 lugares (20). Con respecto al potencial de automatización, especialistas afirman que este se concentra en los países con mayor población y/o salarios altos, teniendo el G5 de Europa, donde se incluyen España y Reino Unido, un potencial del 46% de automatización (21). Dando de ese modo posibilidades económicas que facilitan y vuelven técnicamente justificable la adopción de reformas en el tiempo de trabajo, sin afectar los rendimientos y las actividades económicas. Realidad muy distinta a países de ingresos medios o bajos, que además de contar con bajas tasas de productividad, carecen en ocasiones de grandes entramados industriales que permitan por ejemplo la automatización, inclusive, es importante la presencia de un Estado que intervenga y propicie la adopción de proyectos de reforma laboral en conjunto con empresas.

Los casos anteriormente mencionados exponen la importancia no solamente de las condiciones y la realidad concreta de la situación económica, también la relevancia del aspecto político y de que estas iniciativas sean convertidas en demandas y proyectos políticos por parte de los sectores sociales interesados en la conquista de menos tiempo de trabajo por la misma cantidad de ingreso salarial. Así como la jornada semanal de 35 horas en Francia fue producto de intensas luchas y demandas por parte de organizaciones de trabajadores, sindicatos y otros movimientos sociales en la década de 1990. En el caso de España este proyecto posee apoyo del gobierno, especialmente la figura de Yolanda Díaz, y en el congreso con la promulgación y apoyo por parte del partido Más País, también ha comenzado a ser respaldado por las organizaciones sindicales que se han comenzado a involucrar como grupos de presión a favor de la medida. En medio de las discusiones, el Sindicato Unión General de Trabajadores y Confederación Sindical de Comisiones Obreras se ha pronunciado a favor de llevar a cabo el proyecto, mientras que las organizaciones patronales como la Confederación Española de Organizaciones Empresariales se han comenzado a posicionar en contra (22). De ese modo queda retratada así la lógica de la dinámica política en torno a las reformas laborales y el mejoramiento de las condiciones de las personas trabajadoras, que conlleva el inherente conflicto obrero-patronal y donde el equilibrio de poder en las negociaciones ostenta un factor determinante.   

En un contexto global donde los indicadores de producción no parecen cesar de crecer, y donde el rol de la automatización y la robótica parece tomar cada vez mayor participación en los procesos productivos, por otra estas condiciones no han significado una reducción significativa a nivel mundial en la cantidad de tiempo invertido en la vida laboral. Por ello mismo es relevante traer a la agenda pública y política la discusión sobre la reducción de las jornadas laborales. Además, en su parte más política, es importante que los Estados inviertan en programas de apoyo para desarrollar en la práctica estas iniciativas y fases de prueba, así como las fuerzas sociales interesadas busquen la promoción de proyectos de prueba que brinden experiencias y datos empíricos sobre los impactos de la reducción de los tiempos de trabajo.

Como se ha expuesto, el debate público y la búsqueda de la disminución de las horas de trabajo que invierten las personas trabajadoras resulta en una discusión imposible de ignorar en la actualidad. La reducción de las jornadas de trabajo, según la evidencia disponible hasta el momento, traerían consigo beneficios no únicamente a nivel personal, mediante el mejoramiento de las condiciones de salud tanto física como mental y en una mejoría en la calidad de vida propiciada por la posibilidad de experimentar y disponer de mayor tiempo de ocio. A nivel social, los impactos en el ambiente, la equiparación de tareas en el hogar e incluso un aumento en el consumo y promoción de empleo parecen ser efectos positivos de una reivindicación histórica como la disminución del tiempo de trabajo de las personas trabajadoras.   

   Notas

  1. Peter Berg, Gerhard Bosch y Jean Charest. «Working-time configurations: A framework for analyzing diversity across countries» ILR Review 67 (2014): 807-808. http://www.jstor.org/stable/24369627
  2. Hermann, Christoph. Capitalism and the Political Economy of Work Time. New York: Routledge, 2015. 1-3.
  3. Keynes, John Maynard. «Posibilidades económicas para nuestros nietos», Essays in Persuasion, New York, 1963.
  4. Hermann, 2015, op cit pp. 8-31
  5. International Labour Organization. « Statistics on working time». https://ilostat.ilo.org/topics/working-time/
  6. Our World in Data. « Productivity: output per hour worked». https://ourworldindata.org/grapher/labor-productivity-per-hour-pennworldtable
  7. Ibíd
  8. Hermann, 2015, op cit pp.137-142.
  9. Gans, Herbet J. « Work-Time Reduction: Possibilities and Problems». Challenge 56 (2013): 65-67. https://www.jstor.org/stable/23524405
  10. James Manyika, Michael Chui, Mehdi Miremadi, Jacques Bughin, Katy George, Paul Willmott y Martin Dewhurst. Un futuro que funciona: automatización, empleo y productividad. McKinsey Global Institute (2017).
  11. Haraldsson, Guðmundur D. y Kellam, Jack. Going public: Iceland’s journey to a shorter working week. Autonomy (2021), 19-22.
  12. Ibíd. 33-46
  13. 4 Day Week Global. « UK Pilot Programme». https://www.4dayweek.com/ukpilot
  14.  Four Day Week International Summit. «Cumbre Internacional sobre la Semana Laboral de Cuatro Días». https://www.fourdayweeksummit.com/es/
  15. Caballero, Álvaro. (mayo,2022). La jornada laboral de cuatro días trata de abrirse paso en España: "Ya no me acuerdo de cómo era trabajar un viernes". https://www.rtve.es/noticias/20220527/jornada-cuatro-dias-abre-paso-espana-no-recuerdo-trabajar-viernes/2351585.shtml
  16. Romero, Alexis. (mayo, 2022). Yolanda Díaz: "En un tiempo récord hemos demostrado que la reforma laboral funciona". https://www.publico.es/politica/yolanda-diaz-record-hemos-demostrado-reforma-laboral-funciona.html#analytics-buscador:listado
  17. Caballero, Álvaro. (diciembre 2020). Productividad, conciliación y menos emisiones: las claves de una jornada laboral de cuatro días. https://www.rtve.es/noticias/20201212/productividad-conciliacion-jornada-laboral-cuatro-dias/2059666.shtml
  18. Banco Mundial. «Gross domestic product 2021». https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD?end=2021&start=1960&view=chart
  19. Our World in Data. «GDP per capita». https://ourworldindata.org/grapher/gdp-per-capita-growth
  20. Our World in Data. « Productivity: output per hour worked». https://ourworldindata.org/grapher/labor-productivity-per-hour-pennworldtable
  21. James Manyika, Michael Chui, Mehdi Miremadi, Jacques Bughin, Katy George, Paul Willmott y Martin Dewhurst. Un futuro que funciona: automatización, empleo y productividad. McKinsey Global Institute (2017).
  22. Público. (mayo 2022). Díaz, Errejón y Oltra insisten en la necesidad de reducir la jornada laboral a cuatro días "sin reducción salarial". https://www.publico.es/politica/diaz-errejon-oltra-insisten-necesidad-reducir-jornada-laboral-cuatro-dias-reduccion-salarial.html