Afganistán volvió, aunque de forma efímera, a las primeras planas de los grandes medio informativos el pasado 6 de julio tras el terremoto que cobró la vida de más de 1.000 personas, el más devastador de los últimos veinte años.
El sismo suma una crisis humanitaria más a un escenario en el que ya había una gravísima situación de seguridad alimentaria que afecta a 20 millones de afganos, incluidos 10 millones de niños. Pese a que ha habido un gran esfuerzo logístico por parte de agencias de Naciones Unidas, la situación sigue siendo dramática y varias decenas de miles ya enfrentan condiciones de hambruna.
Adicionalmente, la crisis económica se ha acentuado por factores como la guerra en Ucrania. El alza en los precios de los productos básicos, combinada con la reducción de los ingresos del 97% de la población, han afectado negativamente el poder adquisitivo de los afganos. Los vendedores creen que la inflación se debe a la falta de regulación de precios en el mercado, pero los funcionarios culpan a Occidente. En efecto, alrededor de US$10 mil millones de dólares de los activos del país en el exterior han sido congelados por los Estados Unidos. Además, el presidente Biden decidió el pasado 11 de febrero “incautar” los fondos del Banco Central Afgano y reutilizar la mitad del dinero como “compensación” a las víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, decisión que ha provocado reproches y acusaciones de “robo” contra Washington (1) .
La crisis afecta severamente los servicios públicos como los hospitales, que no pueden pagar los suministros médicos esenciales o los salarios del personal. En casos extremos algunas familias se ven obligadas a ofrecer a sus hijas pequeñas en matrimonio a cambio de dinero que les permita sobrevivir.
La situación para el gobierno del Emirato Islámico de Afganistán se complica además debido a la falta de reconocimiento internacional. Si bien, los talibanes mantienen contactos regulares con países como Pakistán, Irán, Emiratos Árabes Unidos e incluso India, casi un año después de retornar al poder, siguen aislados. "Pedimos a los países regionales e internacionales, especialmente a los países islámicos que reconozcan al Emirato Islámico de Afganistán... liberen todas las sanciones, descongelen los fondos (del banco central) y apoyen el desarrollo de Afganistán", fue el llamado que hizo una reunión convocada por el gobierno afgano el pasado 2 de julio y que reunió a más de 4.000 líderes religiosos y tribales del país. Esta demanda fue, no obstante, matizada con las declaraciones del líder supremo talibán Haibatullah Akhundzada, quien señaló que los extranjeros “no deberían dar órdenes” al Emirato (2).
La situación de aislamiento internacional del país no parece revertirse a corto plazo. El Sub-Secretario de Estado estadounidense para el Sur de Asia Donald Lu, afirmó hace poco que había un consenso mundial que incluía a Moscú, Beijing e Irán, respecto a que es demasiado pronto para considerar el reconocimiento de Afganistán (3). Por otro lado, el presidente Biden, anunció el 6 de julio que EE. UU. revocaría el estatus de aliado estratégico de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Afganistán, concedido en 2012 por su predecesor Barack Obama (4).
La preocupación por los temas de seguridad sigue siendo un factor fundamental a la hora de explicar la limitada capacidad de maniobra diplomática del gobierno afgano. Un reporte emitido por Naciones Unidas en mayo, indicaba que, si bien grupos afincados en Afganistán como Al-Qaeda o el Estado Islámico Provincia del Khorasan no tenían capacidad para llevar a cabo ataques internacionales, el gobierno talibán “seguía manteniendo lazos estrechos con Al-Qaeda” (5), argumentos que fueron rechazados por los talibanes (6).
Continuar ignorando a un país de más de 650.000 km2, cuya ubicación es vital en la seguridad y la geopolítica regional y que además posee una envidiable disposición de recursos minerales, es algo que no se puede perpetuar indefinidamente. Tarde o temprano los vecinos y las potencias deberán entenderse con Kabul. Sin embargo, los talibanes deberán dar señales mucho más claras y contundentes de su compromiso con el combate al extremismo, la eficiencia en el gobierno y el respeto a los derechos humanos.
Notas
1. Biden signs order to secure Afghan funds for aid, 9/11 families. Al-Jazeera. Recuperado de https://www.aljazeera.com/news/2022/2/11/us-biden-to-split-frozen-afghan-funds-between-9-11-families
2. Taliban's Large Gathering Ends With Calls for International Recognition. U.S. and World Report. Recuperado de https://www.usnews.com/news/world/articles/2022-07-02/talibans-large-gathering-ends-with-calls-for-international-recognition
3. US Says ‘It's Too Early’ to Consider Recognition of Taliban. Voice of America. Recuperado de https://www.voanews.com/a/us-says-it-s-too-early-to-consider-recognition-of-taliban-/6647419.html
4. Biden revocará el estatus de aliado estratégico no OTAN a Afganistán. Swissinfo. Recuperado de https://www.swissinfo.ch/spa/eeuu-afganistán_biden-revocará-el-estatus-de-aliado-estratégico-no-otan-a-afganistán/47732984
5. Taliban faces threat from Islamic State, new resistance: UN. The Economic Times. Recuperado de https://economictimes.indiatimes.com/news/defence/taliban-faces-threat-from-islamic-state-new-resistance-un/articleshow/91978104.cms?utm_source=contentofinterest&utm_medium=text&utm_campaign=cppst
6. Kabul Denies UN Experts' Report on Afghan Security Situation. Tolo News. Recuperado de https://tolonews.com/afghanistan-178321