Análisis semanal 386: Afganistán después de la retirada de las tropas de EE.UU. (29 de marzo de 2020)

Año: 
2021

 

El 14 de abril, el presidente Joe Biden anunció que, a partir del 1 de mayo, Estados Unidos comenzaría una salida “ordenada” de sus tropas en Afganistán. Se trata de una medida enmarcada en el acuerdo alcanzado en Doha el año pasado entre EE.UU.  y los talibanes, que incluía además el compromiso de estos de no atacar a las tropas estadounidenses.

A pesar de que Biden reconoció que la presencia de la potencia en este país era “cada vez más confusa”, el tono del presidente fue optimista e incluso triunfal: "lo hicimos. Logramos ese objetivo. Dije que seguiríamos a Osama bin Laden hasta las puertas del infierno si fuera necesario y eso es exactamente lo que hicimos".[1] Más allá de la “caza” de Bin Laden, la guerra ha tenido un costo altísimo para EE. UU., más de US$50 mil millones de dólares anuales dedicados a un conflicto en un país que básicamente no representa un interés estratégico significativo para la potencia. Además, en términos de la “reconstrucción” y “pacificación” de Afganistán, la presencia de las tropas estadounidense y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en las últimas dos décadas, ha supuesto resultados magros. En efecto, la violencia política derivada de las acciones tanto del talibán, como de otros grupos extremistas como el Estado Islámico, no ha menguado en los últimos años. De hecho, en el caso de la violencia contra mujeres y niños, esta se ha disparado en el último año, según la ONU.

Por otro lado, no puede asegurarse que la salida de las tropas estadounidense implique el fin de su injerencia en Afganistán, pues, como lo señala un reporte del New York Times, es previsible que la presencia de EE.UU. se prolongue a partir de “una combinación oscura de fuerzas clandestinas de operaciones especiales, contratistas del Pentágono y agentes de inteligencia encubiertos para encontrar y atacar las amenazas más peligrosas de al-Qaeda o del Estado Islámico”[2].

En todo caso, son las consecuencias a corto y mediano plazo de la salida de las tropas estadounidenses, lo que plantea incertidumbre sobre el futuro del país. Al respecto, es claro que los grandes beneficiarios serán los talibanes que controlan más territorio que nunca desde 2001, y han resistido tanto a la presencia militar de EE.UU. y la OTAN, como al Estado Islámico. Hace unos días un dirigente talibán del distrito de Balkh decía ante el anuncio de Biden: "hemos ganado la guerra y EE.UU. ha perdido (…) Estamos preparados para cualquier cosa. Estamos totalmente preparados para la paz y estamos totalmente preparados para la yihad".[3]

En el marco de su “salida ordenada”, el gobierno de Biden presentó el mes pasado una iniciativa de paz que incluye la propuesta de un gobierno interino con participación de los talibanes y una nueva constitución. Sin embargo, los talibanes no sienten ninguna presión significativa para acomodarse a la propuesta de EE.UU., mucho menos ahora que Washington anuncia formalmente la salida de sus tropas. La posibilidad de que una vez retiradas dichas tropas los talibanes recuperen el poder y reinstauren un Emirato Islámico basado en la sharía es alta, especialmente porque hay serias dudas de las capacidades del ejército y la policía afganos para resistir a los insurgentes sin el apoyo directo de EE.UU.

En el medio y sin mucho margen de maniobra está el gobierno del presidente Ashraf Ghani, que ha rechazado la propuesta estadounidense, básicamente por implicar el eventual fin de su mandato en aras de un “gobierno interino”. Ghani planteó una contrapropuesta que plantea una nueva elección presidencial en seis meses, así como un nuevo plan de paz. Sin embargo, su gobierno carece por sí solo del músculo político y militar para definir el futuro del país.

Con una cuota de poder político previsiblemente más grande para los talibanes en ese futuro, temas como las libertades, especialmente para las mujeres, plantean mucha preocupación. Por ejemplo, la organización Human Rights Watch (HRW) ha revelado que la educación de las niñas es irregular en las áreas administradas por los talibanes, y que algunos funcionarios talibanes permiten que las niñas asistan a la escuela después de la pubertad, pero otros no permiten las escuelas para niñas en absoluto.[4]

Con o sin presencia de tropas extranjeras, los afganos deberán definir qué tipo de sociedad van a construir después de casi cuarenta años de conflicto armado. Lamentablemente, no parecen haber condiciones idóneas para conciliar lo que parecen ser visiones irreconciliables respecto a la relación entre Estado y religión, la justicia o los derechos humanos.

Notas


[1] Biden anuncia la salida de EEUU de Afganistán y reconoce que la razón para estar allí "es cada vez más confusa", Europa Press. Recuperado de https://www.europapress.es/internacional/noticia-biden-anuncia-salida-eeuu-afganistan-reconoce-razon-permanecer-alli-cada-vez-mas-confusa-20210414212559.html

[2] Biden to Withdraw All Combat Troops from Afghanistan by Sept. 11. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/2021/04/13/us/politics/biden-afghanistan-withdrawal.html

[3] Afghanistan: 'We have won the war, America has lost', say Taliban. BBC. Recuperado de https://www.bbc.com/news/world-asia-56747158

[4] Rafi Sheikh, S. One step closer to a Taliban walkover in Afghanistan. Asia Times. Recuperado de https://asiatimes.com/2021/04/one-step-closer-to-a-taliban-walkover-in-afghanistan/