El contrato social, publicado en 1752, por Jean-Jacques Rousseau, plantea el problema político a nivel del interés, destacando que el despotismo representa la forma extrema de separación entre el interés de los gobernantes y de los gobernados, por lo que instó a una reintegración de esta separación [1]. Asimismo, Rousseau, señalaba que “Hubiera querido nacer en un país donde el soberano y el pueblo no pudieran tener más que un solo y mismo interés, de modo que todos los movimientos de la máquina no se dirigieran a otro fin que el bien común” [2].
Sin embargo, más de un siglo después, se han sumado otros actores y herramientas en el interés político y social, que Rousseau en su época no se imaginaba. Una de estas herramientas, característica del siglo XXI, ha sido la tecnología.
Han sido los recursos tecnológicos los que han permitido indagar en diversos temas de interés, entre ellos, los sociales y políticos. Esta herramienta ha brindado la oportunidad a la ciudadanía de interactuar con el gobierno con más frecuencia, especialmente en temas polémicos, por lo tanto, debería ser incluida en la reintegración de la separación entre gobernantes y gobernados que plantea Rousseau.
Imagen 1: Activismo en redes sociales
Fuente: Tapp (2018) [3]
No obstante, no se debe de dejar de lado que estos recursos tecnológicos no son accesibles para todo mundo, ya que todavía hay una cultura bastante desigual en esta temática. Pero, si se comenzara a utilizar equitativamente, los ciudadanos y ciudadanas podrían preguntar sobre políticas relacionadas con temas como la corrupción, teniendo así, más oportunidades de interactuar con los gobiernos sobre sus preocupaciones políticas con mayor regularidad.
Además, cabe acotar, que el ciudadano de hoy en día, debido a la herramienta de la tecnología, es más informado y activista, interesándose aún más en información sobre política. Se podría decir, que la tecnología, constituye una posible colaboración entre la ciudadanía y la formulación de políticas, para que sean más inclusivas y reducir así la brecha de legitimidad.
Por consiguiente, es con el conocimiento de estas tecnologías que es importante que este cambio, se inscriba en la conciencia social y se vea reflejado, en la elaboración de agendas públicas, o bien, incorporándose en la reestructuración de un nuevo contrato social de convivencia que influya positivamente en los aspectos de carácter educativo, de la vida cotidiana y del contexto cultural [4].
Sin embargo, se debe de cuestionar si este nuevo contrato seria viable para toda la ciudadanía, ya que de llevar a cabo una mayor interacción entre gobernantes y gobernados por medio de redes sociales, se presentarían desafíos recurrentes en el escenario desigual en el que se ha construido y constituido la sociedad. Aunque, es un hecho que estos postulados, ya se vienen evidenciado con una mayor comunicación y “transparencia” que han tenido que comunicar los gobiernos por medio de sus redes sociales, por una ciudadanía tan informada y activista que ha estado exigiendo esta “rendición de cuentas” de sus labores; afirmando así, la gran oportunidad de renovar la legitimidad política e integrarse en un contrato social para el siglo XXI.
Notas
[1] Vergara Estévez, Jorge. (2012). DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN EN JEAN-JACQUES ROUSSEAU. Revista de filosofía, 68, 29-52. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602012000100004
[2] Ibid.
[3] Tapp, A. (28 de agosto de 2018). Social Movements and Asymmetrical Warfare in an Information Era. Recuperado de https://kclpolitics.org/2018/08/28/social-movements-and-asymmetrical-warfare-in-an-information-era/
[4] Cantú-Martínez, Pedro César. (2019). Ciencia y tecnología para un desarrollo perdurable. Economía y Sociedad, 24(55), 92-112. Epub July 01, 2019.https://dx.doi.org/10.15359/eys.24-55.7