Después de más de cuarenta años de inestabilidad, las dinámicas de conflicto parecen seguir profundamente arraigadas en Afganistán. El pasado 2 de noviembre, 22 personas fueron asesinadas en un ataque de comandos en la Universidad de Kabul, reivindicado horas después por el Estado Islámico Provincia de Khorasan, como un acto contra el gobierno “apóstata afgano".[i] Se trata del segundo gran operativo de esta organización en menos de una semana, pues el 24 de octubre otro ataque cobró la vida de 18 personas en una escuela privada de Kabul. Meses atrás había atacado una maternidad y un templo sikh, eventos en los que murieron decenas de personas.
El Estado Islámico Provincia de Khorasan (EIPK), se constituyó a mediados del año 2014 como brazo local del Estado Islámico en “Khorasan”, nombre de origen medieval que designa un territorio que comprende la mayor parte del Afganistán moderno y territorios de Irán y Pakistán. Desde ese año recibió apoyo económico de las autoridades supremas del Estado Islámico en Siria e Irak, y su militancia se alimentó originalmente de ex miembros del Talibán que fueron apoyados por diversas redes religiosas salafistas.
La presencia del EIPK ha sido especialmente fuerte en las provincias orientales de Kunar y Nangarhar, en la frontera con Pakistán. En Nangarhar, la presencia del Talibán había sido siempre débil y la militancia yihadista que operaba en la región, era más bien una mezcla de miembros de grupos como Hizb-e Islami, la red Haqqani y redes criminales transfronterizas[ii]. Hasta 2015 el EIPK tenía también presencia en las provincias del Helmand y Farah, pero, fue desplazado de esos territorios por los ataques del Talibán y las campañas de drones de Estados Unidos.
Inicialmente el EIPK fue dirigido por el Emir Hafiz Saeed Khan, ex miembro de Tehrik-e Taliban Pakistan (también conocido como el “Talibán Pakistaní”), hasta que fue asesinado en julio de 2016 en un ataque conjunto de EE. UU. y la inteligencia afgana. Después de Saeed Khan, el EIPK empezó a recibir una serie de fuertes golpes. Su liderazgo fue severamente golpeado de tal forma que, todos los sucesores de Saeed Khan como Abdul Haseeb Logari, Abdul Rahman Ghaleb, Abu Saad Erhabi, Zia ul-Haq y Abdullah Orokzai, fueron eliminados o capturados. Adicionalmente, el EIPK empezó a perder su implantación territorial en Nangarhar y en junio de 2019 autoridades regionales anunciaron que había sido “extensamente suprimido” en la provincia.
A principios de año 2020 algunas facciones del EIPK se integraron al proceso de paz impulsado por el gobierno afgano, mientras que las fuerzas militares del país siguieron propinando golpes a la organización que implicaron la eliminación de decenas de sus combatientes, la captura de líderes como Abdullah Orakzai[iii] o el asesinato del jefe de inteligencia del EIPK Ziaur Rahman.
Lo anterior no ha implicado la neutralización completa de esta organización extremista. Los atentados del 24 de octubre y el 2 de noviembre evidencian claramente que, pese a los golpes propinados, el EIPK sigue siendo capaz de causar un enorme daño, especialmente en cuanto a la afectación de civiles.
La coyuntura es especialmente delicada pues, tras décadas de conflicto, el Talibán está cerca de firmar un compromiso de poder compartido con el gobierno afgano en el marco de un acuerdo de paz facilitado por EE. UU. La lógica implícita supone que, dar a los talibanes una responsabilidad parcial en el gobierno del país, podría convertir al grupo en un actor fundamental para garantizar una reducción de la violencia. El acercamiento al Talibán podría fortalecer los esfuerzos conjuntos para combatir al EIPK en Afganistán, como ya lo había adelantado desde marzo el General Frank McKenzie[iv], máxima autoridad del Comando Central de los Estados Unidos (CENTCOM). Sin embargo, el futuro es incierto. El EIPK dispone de una red global de militantes y simpatizantes, cuenta también con el apoyo de la red Haqqani y es evidente que pretende sustituir al Talibán como principal referente del radicalismo yihadista. Los terribles actos de violencia perpetrados en los últimos días buscan un efecto mediático que provea a la organización de nuevos adherentes, no solo en Afganistán, sino en toda Asia Central. Más allá de la posibilidad de un acuerdo entre el gobierno y el Talibán, la renovada amenaza del EIPK supone un enorme escollo para la consecución de la paz duradera en Afganistán.
Notas
[i] Attack on Kabul University by ISIS gunmen leaves 22 dead. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/world/2020/nov/02/gunmen-storm-kabul-university-afghanistan-attack
[ii] Garret, Casey (2016). The Rise and Stall of the Islamic State in Afghanistan. Washington, D.C.: The United States Institute of Peace.
[iii] Daesh leader for Afghanistan arrested: NDS. Pajhwok. Recuperado de https://www.pajhwok.com/en/2020/04/04/daesh-leader-afghanistan-arrested-nds
[iv] The US Is Helping the Taliban Fight ISIS, CENTCOM's Top General Says. Defense One. Recuperado de https://www.defenseone.com/threats/2020/03/us-helping-taliban-fight-isis-top-general/163665/