Análisis semanal 345: Tribunal Especial para el Líbano: ¿fallo inocuo? (10 de agosto de 2020)

El Tribunal Especial que investigó el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri emitió finalmente su veredicto el pasado 18 de agosto. La investigación se centró fundamentalmente en llamadas hechas desde una red de teléfonos móviles. Aunque la defensa argumentó que existían lagunas en las pruebas y, en el mejor de los casos, estas eran circunstanciales, el tribunal determinó que la evidencia de las llamadas analizadas mostraba el papel de Salim Jamil Ayyash, supuesto miembro de Hezbollah y desaparecido hace años, como culpable de los cargos, aunque no se encontró evidencia sólida de que otros acusados como Assad Hassan Sabra, Hassan Habib Merhi y Hussein Hassan Onneissi fueran culpables de los cargos en su contra. Los cargos contra un quinto hombre, Mustafa Badreddine, comandante del brazo militar de Hezbollah, fueron retirados después de que muriera en Siria en 2016.

El Tribunal determinó también que “no hubo evidencia de que el liderazgo de Hezbollah o Siria estuvieran involucrados en el asesinato y destacó más bien que Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah y Hariri tuvieron una buena relación en los meses anteriores al asesinato.[1]

El fallo del tribunal generó distintas reacciones. Saad Hariri, ex primer ministro e hijo de asesinado Rafik Hariri, afirmó que la familia “aceptaba el veredicto”, aunque reconoció que "las expectativas de todos eran mucho más altas".[2] Sin embargo, su hermano Bahaa ha insistido en que hay “fuertes indicios de que Hezbollah y Siria estuvieron involucrados” en el asesinato.[3] Samir Geagea, líder del partido cristiano de derecha Fuerzas Libanesas, aseveró que fue un veredicto “incompleto” debido a las circunstancias en las que operó el tribunal.[4]  El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, indicó que su país “acogía con agrado” la sentencia de condena emitida por el Tribunal y subrayó la importancia de lograr la justicia y poner fin a la impunidad”.[5] En el caso de Hezbollah, esta organización siempre consideró que el tribunal tenía un carácter “ilegítimo e inconstitucional”, y no era más que un “complot extranjero para dañar a "la Resistencia". Al respecto Hassan Fadlallah, diputado de este partido chiita, manifestó después del fallo: “la decisión y la posición de Hezbollah es que el expediente judicial del Tribunal Internacional no nos concierne”.[6]

Ciertamente el fallo del tribunal parece inocuo. Después de 15 años y un costo de más de mil millones de dólares, no se pudo determinar quién ordenó el asesinato y nadie será castigado. Que no se culpara abiertamente a Hezbollah o Siria ha sido una “decepción” para algunos sectores. ¿Qué impacto habría tenido señalar directamente a alguna organización, partido político o gobierno como responsables del asesinato? En medio de una profunda crisis económica y política, azuzada dramáticamente por la explosión del 4 de agosto en el Puerto de Beirut, un señalamiento directo habría constituido una “tormenta perfecta”, con consecuencias seguramente catastróficas. “La verdad en un tiempo es error en otro”, decía Montesquieu. Si es así, es muy probable que los libaneses nunca sepan quien ordenó el asesinato de Hariri.