Dos fenómenos asociados están reactivando mecanismos de cooperación internacional que se habían puesto en duda o habían estado sufriendo períodos de deslegitimación. En primer lugar, la emergencia sanitaria como resultado de la expansión del SARS-coV-2 alrededor del mundo y, en segundo lugar, los efectos de la crisis económica y social que se han desprendido de las medidas tomadas por los países para evitar el contagio.
Fuente: SICA (19 de marzo de 2020). Informe 6: Centroamérica y República Dominicana unida contra el Coronavirus. https://www.sica.int/noticias/informe-6-centroamerica-y-republica-dominicana-unida-contra-el-coronavirus_1_121470.html
Una de las primeras organizaciones que supo aprovechar la coyuntura para elevar su imagen e intentar asumir algún tipo de liderazgo en la conducción de las acciones internacionales fue Naciones Unidas. El trece de marzo del 2020, el Secretario General de este organismo, António Guterres, expresó en su discurso que, ningún país podrá sobreponerse a esta situación en solitario e hizo un llamado a todos los países para que la revitalización de la economía sea posible a través de la cooperación. Solo a través de la acción conjunta, recalcó Guterres, será posible reactivar las inversiones, impulsar el comercio y dar garantía de apoyo a las personas que en el mundo se verán mucho más afectadas. “Estamos juntos en esto y lo superaremos juntos” afirmó al finalizar sus palabras.
La pandemia a despertado los temores de ingresar a un juego de suma cero en donde todos perderán en su esfuerzo por sobreponerse a la situación. Ngaire Woods, profesora de la Universidad de Oxford ha dado las alertas. Existe altas posibilidades de que las acciones de los Estados por evitar fuertes impactos en sus economías dividan más al mundo y generen tendencias hacia el conflicto o el nacionalismo.
La hipótesis de Woods señala que, si los Estados fracasan en encontrar rápidamente soluciones a la emergencia sanitaria global, empiezan a levantar barreras en las fronteras y reducen la comunicación mutua, los conflictos podrían empezar a surgir. La política internacional podría volverse tóxica. El incremento de casos en todo el mundo podría llevar a decisiones que restrinjan el comercio de equipo médico, insumos para el tratamiento de los pacientes y el suministro de alimentos, entre otros. Los conflictos podrían estar más cerca de lo que pensamos. El temor por no acceder a suministro vitales, la incapacidad para autoabastecerse y el poco diálogo internacional pueden ser factores que alimenten el miedo y las decisiones equivocadas.
Como en los textos clásicos de las relaciones internacionales el mundo se divide entre la cooperación y el conflicto, entre los intereses individuales y las posibilidades que ofrece la interdependencia para actuar me manera conjunta. Lo importante, de acuerdo con varios estudios sobre la tendencia internacional en el contexto de la pandemia, es iniciar esfuerzos hacia la cooperación. Ofrecer una plataforma de incentivos que muevan a los países para encontrar formas de solucionar los problemas de manera conjunta y pacífica. Si la cooperación no logra tener correspondencia en el escenario global en el futuro cercano habrá pocos incentivos para hallar soluciones conjuntas.
Ante este panorama, el Sistema de Integración de Centroamérica (SICA) ha visto, no solo una oportunidad para apostar por aquellos esfuerzos de cooperación para enfrentar la emergencia sanitaria, sino, además, una ocasión para legitimar su institucionalidad e impulsar su proceso de integración.
La última reunión ordinaria del Sistema de Integración de Centroamérica se llevó a cabo en diciembre del año 2019, en Antiguo Cuscatlán, El Salvador. En esa oportunidad los presidentes y jefes de Estado de los países que integran este organismo habían establecido como prioridad, “Promover en el marco del proceso de transformación funcional, a partir del 2020, un diálogo de alto nivel sobre el futuro del proceso e la integración regional, con miras a definir una agenda estratégica que propicie la integración de la región en aquellos ámbitos que se definan para tales fines.”
Incluso, en materia de seguridad y amenazas a la seguridad de la región, el conjunto de los países no visualizó ningún escenario posible frente al inicio del contagio, ocurrido en la ciudad de Wuhan entre el 12 y el 19 de diciembre de ese mismo año. Para ese momento, los esfuerzos gubernamentales apuntaban hacia conclusión del proceso de formulación del Plan Regional Intersectorial contra el Crimen Organizado (PRICCO).
Fue hasta el doce de marzo de 2020 que los países miembros del Sistema de Integración sostuvieron una reunión virtual en la que firmaron la Declaración “Centroamérica unida contra el coronavirus” y como resultado instruyeron al Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores y al Consejo de Ministros de Salud (COMISCA) para que elaboraran el “Plan de Contingencia Regional orientado a complementar los esfuerzos nacionales para la prevención, contención y tratamiento del COVID-19 y otras enfermedades de rápida propagación”. El veintiséis de marzo se aprobó este plan. El Plan tiene tres ejes prioritarios (salud y gestión del riesgo; comercio y finanzas; seguridad, justicia y migración), con un total de once componentes clave. Destacan en este plan acciones conjuntas como:
- La la Negociación Conjunta para la compra de medicamentos e insumos médicos.
- El Mecanismo de Asistencia Humanitaria.
- El Corredor Humanitario Centroamericano.
- El Fondo de Emergencia por US$1 millón para cada país, que se gestionó con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
- La asistencia por más de US$1900 millones que el BCIE brindó a los países para compra de kits de pruebas rápidas de laboratorio, el Fondo de Emergencia Fiscal, el Fondo Contingente de apoyo a los Bancos Centrales y el Programa de Liquidez a la Banca Comercial.
Ciertamente los países de la región han encontrado en la integración un espacio propicio para gestionar de manera conjunta soluciones a los desafíos que las ha impuesto la emergencia sanitaria global; pero, también el Sistema de Integración ha visto en esta coyuntura la oportunidad para legitimar su existencia y relanzar los objetivos de renovación que en diciembre del 2019 no parecían tener mayores posibilidades de avance en la agenda de los países miembros del SICA. Kant decía que la aceptación de un conjunto de reglas e instituciones son indispensables para el ejercicio de la autoridad; pero esta aceptación debía ser producto de un ejercicio reflexivo y crítico y no producto de la oportunidad que ofrece la coyuntura para lograr la aprobación.