Análisis semanal 331: La colonialidad del poder y la supremacía blanca en los Estados Unidos: una contribución al debate (01 de junio de 2020)

Año: 
2020

 

En el transcurso de la actual pandemia global del Covid-19, los Estados Unidos se han destacado por ser uno de los principales focos mundiales, que, desde el primer caso anunciado en el país el 20 de enero en el estado de Washington, 1.8 millones de personas han sido afectadas y más de 105,000 personas han fallecido, asimismo, la falta de pruebas ha significado un obstáculo en los esfuerzos por mitigar la pandemia en el país (1).

Durante la pandemia, la violencia estructural hacia las comunidades históricamente discriminadas y excluidas se ha profundizado, por ejemplo, las personas negras con máscaras faciales han sido confrontadas y arrestadas durante el encierro por el Covid-19 (2), por prejuicios raciales. En términos de infecciones, muertes, despidos, brechas en educación y acceso, las comunidades fuera de “las mayorías blancas” se han visto más afectadas (3).

Las divisiones raciales producidas desde la supremacía blanca en el país fueron puestas en evidencia a raíz del asesinato de George Floyd, ocurrido el 25 de mayo, siendo parte del historial de homicidios a los residentes negros en Minneapolis- al igual que en la mayoría de los estados-por agentes policiales (4). Este acontecimiento, ha disparado indignación a nivel global por su exposición en redes sociales, lo cual ha desencadenado protestas populares antirracistas a lo largo del país, en medio de una pandemia que ha dejado graves daños al país.

El oficial Dereck Chauvin, que ejerció desmedidamente el uso de la fuerza hacia Floyd hasta matarlo, fue acusado de asesinato en tercer grado, lo que resulta contrastante con sucesos como el tiroteo de Michael Brown en Missouri y el asesinato de Eric Garner en 2014, que inspiro el movimiento Black Lives Matter por la impunidad y la poca capacidad de respuesta por parte de los departamentos policiales (5), que desde las redes sociales se ha logrado visibilizar la brutalidad policial producto de las ideas racistas, xenófobas que se han ido posicionando mayoritariamente a través de discursos como el de Trump. 

Con más de ocho días de protestas multitudinarias, la confrontación directa con los cuerpos policiales ha resultado en gases lacrimógenos, balas de pimienta, entre otras formas de represión relacionadas a la poca anuencia de la administración Trump por emprender un diálogo ante el escenario de violencia racial que vive el país.

Por parte del presidente y su forma particular de “gobernar” por redes sociales como Twitter, ha evidenciado su escaza voluntad por escuchar las demandas de la población, además de su negación y su búsqueda por obviar el tema del asesinato de Floyd, apelando a China desde recientes acciones como anunciar la retirada de los Estados Unidos de la organización Mundial de la Salud, que supuestamente es influenciada por Beijing (6). Esto en el marco de una carrera presidencial en la que posiblemente un tema importante sea la violencia racial y policial.

Recientemente, Trump calificó como “matones” a los manifestantes de Black Lives Matters y las personas que han dañado propiedades y saqueado tiendas en varias ciudades, asunto que ha despertado las críticas de grupos opositores y demócratas por afirmaciones en días anteriores como “cuando comienza el saqueo, comienzan los disparos” (7), que van acompañadas de amenazas recurrentes durante las protestas como evocar las excepciones contenidas en la ley de insurrección de 1807 y sus actualizaciones modernas, que le permiten al presidente sin aprobación del congreso, emplear a los militares para uso domestico (8), en este caso, hacia las protestas.

En ese sentido, con el interés de aportar a la discusión sobre la colonialidad del poder y la supremacía blanca en los Estados Unidos, en este análisis se pretenden desarrollar los antecedentes contemporáneos del racismo en el país, la cultura política, factores de régimen político y la discusión sobre el repertorio de acciones colectivas desde el activismo negro. Esto en concordancia con un enfoque Decolonial, que hace referencia al control de todos aquellos “otros” que no son blancos ni europeos y a que las formas actuales de organizar y pensar el mundo se encuentran impregnadas por la colonialidad y articulaciones complejas de opresiones (9).

Siguiendo lo anterior, la colonialidad es entendida como uno de los elementos constitutivos del patrón mundial de poder capitalista, fundada en la imposición de la clasificación racial/étnica, a la que Quijano apunta como una colonialidad/modernidad eurocéntrica, según la cual la población del mundo se diferencia en inferiores, superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y modernos (10). Esto apunta a que la corporalidad es el nivel decisivo de las relaciones de poder, tal como se demostró partir del asesinato de George Floyd.

Antecedentes contemporáneos

La pretensión de un país democrático en el que existe un reconocimiento formal de la igualdad de derechos a las minorías, con la enmienda de los derechos civiles de 1964, ha quedado desfazada en un escenario donde una minoría demográfica blanca controla las estructuras políticas, económicas, culturales y sociales, excluyendo de poder a minorías no europeas, lo que, para inicios de los noventas, ya era el caso del 70% de las ciudades estadounidenses (11).

Los discursos racistas articulados mediante la supremacía blanca han impulsado políticas semejantes al apartheid y a proyectos políticos neo-apartheid, debido a las nuevas luchas que han surgido en los últimos años en respuesta a estos, un ejemplo es la administración Bush, donde se incorporan algunos rostros “negros”, sin embargo, las masas racializadas siguen en condición de exclusión y subordinación (12).

Estas relaciones de poder en el imperio estadounidense, existe sujetos “raciales” con una larga historia colonial, “como son los(as) afroamericanos, los(as) indígenas, los(as) chicanos(as), los(as) puertorriqueños(as), los(as) isleños(as) del pacífico, los(as) filipino(as), los(as) chino americanos(as), etcétera. Frecuentemente, el imaginario colonial metropolitano, los discursos racistas y la jerarquía racial étnica se construyen con relación a estos sujetos coloniales” (13).

Dentro de las formas en las que la colonialidad del poder opera en el país, en los hogares encabezados por mujeres latinas o afroamericanas, el 37% de la totalidad viven bajo la pobreza, asimismo, señala Angela Davis (14), que existe un vínculo ideológico entre negritud y criminalidad, en que un tercio de los jóvenes negros en el país están encarcelados, y las tasas de incremento del encarcelamiento de las mujeres negras sobrepasa la de sus contra partes masculinos, a pesar de ser una población estadísticamente baja con el total (7,4%) de encarcelamientos en el país.

En Estados Unidos, las desigualdades articuladas a los prejuicios raciales son vistas desde el discurso político como excepcionales, que han sido superadas mediante medidas legales, como la enmienda de los derechos civiles de 1964, sin embargo, es fundamental problematizar como las instituciones políticas parecen determinar la vida de personas con ciertos rasgos e historias, como acontece con los múltiples asesinatos producto de la brutalidad policial hacia minorías.

Estados Unidos es un país conformado por migrantes, en el que genera un gran interés el conocer sobre el origen de los ciudadanos por su diversidad y pluralidad, que según estudios, en el país se hablan un aproximado de treinta y cinco idiomas, que aparte del inglés, el que cuenta con mayor numero de hablantes es el español (15), con los hispanos que desde el año 2010 son el grupo étnico minoritario más grande del país, que ha sido sometido a constantes ataques xenófobos y racistas productos de campañas políticas de grupos supremacistas y de políticos como Trump, pasando por el partido republicano.

Cultura Política: configuración histórica

 A principios del siglo XIX, con términos como el republicanismo y liberalismo, la cultura política liberal en Europa y los Estados Unidos son construidas desde su vinculo con la libertad individual, con un gobierno representativo, con pilares como la propiedad privada y la supremacía blanca como enunciado de la construcción del saber, en el que el “negro” era concebido naturalmente como un objeto o propiedad privada (16). El racismo entonces, encuentra un espacio en el imaginario político para así, constituirse como régimen de poder.

Desde la época de las plantaciones de algodón, el “negro” fue construido desde la inferioridad, como extranjero y como un problema para un gobierno “con una misión civilizadora”, esto vinculado a una preocupación domestica de la época que significo un clivaje para ese proceso racializador, la revolución haitiana (17). La primera revolución de esclavos en el continente se que terminó proclamando como la primer republica negra de la historia, que estaba en contra de la esclavitud, generó gran perturbación en ese imaginario racista de la sociedad estadounidense, se percibía al suceso como una barbarie, lo que ocasiono en la guerra civil un conflicto por el reconocimiento diplomático de Haití, dado en 1862. (18)

La revolución haitiana ha sido invisibilizada históricamente, ya sea por la historiografía o las construcciones dominantes en el saber, debido a que significó un giro decolonizador, probando que otro tipo de modernidad es necesaria, sin embargo, a lo largo de su historia recibió sanciones y cientos de ataques por las potencias occidentales, ya que su influencia no debía ser propagada en el imaginario en las sociedades occidentales.

En ese contexto, se puede apuntar incluso a que los denominados “padres fundadores”, sostenían la diferencia de raza como autentica, Thomas Jefferson, en sus reflexiones Notes on the state of Virginia, sostiene que las razas existían, eran diferentes, había inferiores y superiores. (19)

Actualmente la cultura política del liberalismo y republicanismo en los Estados Unidos sigue posicionando a poblaciones como las migrantes, los latinos nacidos en el país, a los afroamericanos, como un problema, partiendo de la supremacía blanca. Esto se ha sostenido a través de imaginarios como la doctrina Monroe y el destino manifiesto. (20)

Primera enmienda y las acciones colectivas

“El Congreso no promulgará ninguna ley que respete el establecimiento de una religión o prohíba el libre ejercicio de esta; o restringir la libertad de expresión, o de prensa; o el derecho de las personas a reunirse pacíficamente y solicitar al gobierno una reparación de quejas” (21). La evolución y la interpretación del tribunal supremo de esta enmienda, así como de otra legislación, ha tornado en el castigo hacia la libertad de expresión, en momentos de criticas al gobierno o en contextos en el que se consideren peligrosas ciertas acciones, como lo fue la fundación del partido socialista en California y la distribución de su propaganda. (22)

Aunque alguna legislación castigue los discursos de odio, así como en muchos estados y municipalidades se intente legislar excluyendo ese tipo de expresiones, se resguarda el discurso racista amparado en la primera enmienda, ya que la misma no significa que no exista una institucionalidad e imaginarios raciales en el país, la segregación, asesinatos e inclusive el ser enterrados en espacios diferenciados (23). Esto es una muestra más de lo difícil que es adoptar leyes que neutralicen estos discursos, cuando existe este tipo de enmiendas y administraciones como la actual, del presidente Trump, que ejerce un poder legitimador hacia este tipo de discursos e imaginarios.

En las multitudinarias protestas, a raíz de este problema estructural que sigue tomando vidas, en un contexto de pandemia global que también ha ocasionado daños muy difíciles de remediar en la sociedad estadounidense, el repertorio de acciones ha seguido estrategias del activismo negro, desde consignas clásicas de acuerdos entre pandillas, de interrupciones en el transporte, bloqueos, vigilias, campañas virtuales, intervenciones discursivas (24) que responden a el desguace de los métodos convencionales de protesta y de la incapacidad de la clase política de atender a sus demandas.

Se han situado la disputa intra-racial, desde el género, que ha puesto en tensión las figuras martirizadas como motor del activismo, siendo los sectores racializados por la supremacía blanca, plurales, con conflictos y disputas internas, en el proceso de sus reivindicaciones y luchas populares. (25)

Conclusiones           

En un contexto de deterioro paulatino de la hegemonía estadounidense y de su liderazgo en el sistema internacional, los Estados Unidos se enfrenta a un año electoral durante la pandemia del Covid-19, que ha causado daños socioeconómicos severos en el país, con la violencia racial y policial como un posible tema que se discuta a través de los debates, además de China como una amenaza que ha ido posicionando Trump en la agenda. Asimismo, con una oposición demócrata (Biden) que se está intentado desligar de los discursos racistas y apropiado de dichas luchas para conseguir un rédito electoral.

La administración Trump no ha mostrado anuencia de dialogo, sino que ha optado por recrudecer el conflicto y mostrar liderazgo hacia sus seguidores desde sus recurrentes amenazas del uso aún más intensivo de la fuerza y de los recursos represivos hacia las protestas. Una serie de artistas y personajes relevantes para la escena nacional, han participado de las protestas exigiendo justicia y repudiando las respuestas gubernamentales.

Los cambios que se vayan visualizando en los próximos días en las protestas y en las estrategias desde el activismo negro, será vital para una escalada mayor del conflicto o un encause del mismo. Es importante recordar que desde los años sesenta con la muerte de Martin Luther King no vemos este tipo de respuestas populares y sus reivindicaciones, luchas y consignas, actualmente son acompañadas por respuestas globales, es decir, manifestaciones y posicionamientos globales en rechazo del autoritarismo, la violencia estatal y racial que ponen en evidencia la necesidad imperante de repensar nuestras relaciones sociales, desde escalas locales hacia las globales.           

Notas

(1)  Bloomerg (2 de junio 2020) Tracking the Spread of the Coronavirus Outbreak in the U.S. Recuperado de:  https://www.bloomberg.com/graphics/2020-united-states-coronavirus-outbreak/

(2) Foreign Policy (30 de mayo 2020) America’s Race Problem Erupts Anew, Layered With Coronavirus Tensions. Recuperado de:  https://foreignpolicy.com/2020/05/30/americas-race-problem-erupts-anew-layered-with-covid-19-tensions/

(3) Ibid.

(4) Ibid.

(5) Ibid.

(6) Ibid.

(7) Washington Post (3 de junio 2020) Live updates: As protests push past curfews and troops descend, CIA veterans say U.S. similar to collapsing nations. Recuperado de: https://www.washingtonpost.com/nation/2020/06/02/george-floyd-protests-live-updates/

 (8) Bloomerg (2 de junio 2020) What the Law Says About Deploying Troops on U.S. Soil. Recuperado de: https://www.bloomberg.com/news/articles/2020-06-02/what-the-law-says-about-deploying-troops-on-u-s-soil-quicktake

(9) Legler, T., Santa Cruz, A. y Zamudio González, L. (eds.). (2013). Introducción a las Relaciones Internacionales. México D.F.: Oxford University Press. ISBN 9786074264814.

(10) En Castro-Gómez, S. (2007). El giro decolonial. Bogotá: Universidad Central.

(11) Grosfoguel, Ramón. (2017). Hacia una historia del racismo en los Estados Unidos de América. Anuario Humanitas, [S.l.], n. 43. Recuperado de:  http://humanitas.uanl.mx/index.php/ah/article/view/65>

(12) Ibid.

(13) Castro-Gómez, S. (2007). Op cit. p. 15.

(14)  Citado en Gorsfoguel. (2007). En Castro-Gómez, S. (2007). Op cit. p. 22.

(15) de Alba, J. G. M., & José, G. (2006). Incoherencia semántica racista en Estados Unidos. Revista de la Universidad de México, 25, 19-24.

(16) Fonseca, Melody (2017). Republicanismo, liberalismo y excepcionalismo: Estados Unidos y la cuestión racial en el siglo XIX. Norteamérica. Revista Académica del CISAN-UNAM, 12(2),1-29. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1937/193753567003

(17) Ibid.

(18) Ibid.

(19) Ibid.

(20) Ibid.

(21) Primera enmienda de la constitución de los Estados Unidos.

(22) Cuenca, G. (2013). a., “La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica y la protección del discurso racista». In Anales de la Cátedra francisco Suárez (Vol. 47, pp. 163-182). Cátedra Francisco Suárez (Departamento de Filosofía del Derecho)

(23) Ibid.

(24) Di Filippo, Marilé (2018). Gatto, Ezequiel (2016). Nuevo activismo negro. Lecturas y estrategias contra el racismo en Estados Unidos. Buenos Aires: Tinta Limón. Papeles del CEIC. International Journal on Collective Identity Research. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=765/76555197016

(25) Ibid.