Análisis semanal 317: Victoria conservadora en Irán (24 de febrero de 2020)

En medio de protestas populares recurrentes motivadas por la severa crisis económica acentuada por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, un enfriamiento –temporal- de las tensiones con esa potencia y un alarmante incremento en los casos de coronavirus, los iraníes fueron a las urnas el pasado 21 de febrero para elegir a un nuevo parlamento, conocido en Irán como Asamblea Consultiva Islámica o Majlis.

Antes de los comicios parecía inminente tanto una baja votación, como un triunfo de los sectores conservadores o principistas frente a los políticos reformistas o moderados que antes de la elección constituían una mayoría parlamentaria.

 En efecto, a pesar de que el gobierno amplió el horario de votación, el resultado de los comicios evidenciaron una muy baja concurrencia de los electores, apenas el 42% del padrón y solo un 25% en la provincia de Teherán. Se trata de la participación más baja en la historia de la República Islámica.

La débil concurrencia a las urnas evidencia una aparente apatía de la población, sin embargo, el Ministro del Interior Abdolreza Rahmani Fazli, achacó más bien la escaza votación al coronavirus y a “circunstancias políticas”, como la crisis con EE.UU. o  el derribo del avión de Ucranian Airlines, el pasado enero. Por su parte, el Líder Supremo Alí Jameneí se refirió a la supuesta “propaganda negativa generalizada de los enemigos del país que apuntaba a decepcionar a las personas de participar en las elecciones”, e indicó que "Dios Todopoderoso había decidido hacer que la nación iraní fuera victoriosa a pesar de todos esos esfuerzos viciosos” (1).

Frente al discurso oficial, algunas de las críticas de los sectores reformistas fueron severas. Yasser Rafsanjani, hijo del ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, afirmó que “la sociedad iraní estaba enferma física y políticamente” y añadió que la democracia en Irán había sido "castrada" por fuerzas externas al parlamento, incluida la milicia” (2).

Las elecciones presentan una arrolladora victoria para los sectores conservadores. Los moderados y reformistas, afines al presidente Hassan Rounani han visto como su espacio en el nuevo parlamento se reduce prácticamente a la irrelevancia. Es preciso recordar que el Concejo de Guardianes (shura-ye negahb), instancia gubernamental integrada por clérigos y juristas que filtra las listas de candidatos a partir de criterios como el “compromiso de los candidatos con el Islam” o la “creencia en el sistema de derecho religioso y la República Islámica”, ya había descartado las candidaturas de casi 7000 aspirantes, muchos de ellos moderados o reformistas. Consecuentemente, estos sectores carecieron de candidatos en la disputa de 230 de los 290 escaños del Majlis. Por ejemplo, el Consejo de Coordinación del Frente Reformista, una organización que agrupa a diversos partidos reformistas, decidió no presentar una lista electoral en la capital en protesta por las descalificaciones del Concejo de Guardianes. Al final de la jornada electoral, los conservadores obtuvieron alrededor del 80% de los escaños, frente a solo un 5% de los reformistas (3).

Entre los conservadores sobresale en Teherán el triunfo de Mohammad Bagher Ghalibaf, ex alcalde de la capital, veterano de la guerra entre Irán e Irak y ex comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI). Seguramente la contundente victoria de su lista electoral denominada “Salvando la economía iraní”, permitirá a Ghalibaf convertirse en speaker del parlamento y empoderará su perfil como posible candidato presidencial en los comicios del 2021. Hay que recordar que Ghalibaf ya fue candidato en 2005, 2013 y 2017.

Otros notables conservadores que han sido electos en estos comicios son Mostafa Mir-Salim, ex ministro de cultura y guía islámica que fue también candidato presidencial en 2017, obteniendo apenas el 1.16% de los votos y que representa el segmento pro-islamista de la clase media tradicional bazaarí de Irán, y Morteza Agha Tehrani, clérigo y cabeza del Frente de la Estabilidad de la Revolución Islámica, considerado uno de los partidos más ultra-conservadores del país. Por otro lado, al menos 13 oficiales del CGRI han obtenido escaños en el nuevo Majlis, lo cual evidencia -una vez más- la enorme influencia política que tiene ese cuerpo armado en el país.

¿Qué cabe esperar después del resultado de estos comicios? En primer lugar, los sectores conservadores más cercanos ideológicamente al Líder Alí Jamenei, controlan ahora todas las principales ramas del poder político en Irán, con la excepción de la presidencia de Hassan Rouhani, cada vez más debilitada debido a su pobre desempeño en el plano económico. En segundo lugar, el desenlace de los comicios es una derrota para los sectores que habían apostado por un mayor compromiso con Occidente. Ciertamente el parlamento carece de atribuciones significativas en materia de política exterior, pero es seguro que el nuevo escenario político dominado ahora por los sectores conservadores y ultra-conservadores, supondrá un endurecimiento de las posiciones frente a Occidente, restringiendo las opciones de política exterior de Rouhani y limitando la posibilidad de un nuevo acuerdo sobre el programa nuclear del país.

Estos comicios son un preámbulo de las elecciones presidenciales que se realizarán el próximo año y que seguramente serán también hegemonizadas por los conservadores. Mientras tanto, el centrista Rouhani, deberá sortear una tirante relación con un parlamento fervientemente hostil a sus políticas.