La construcción y reproducción del discurso sobre securitización vinculado a la migración irregular toma diversas expresiones que hacen uso de distintos recursos argumentativos, como por ejemplo, el énfasis sobre el “tráfico ilícito de migrantes” y la “trata de personas”, lo cual ha incidido y se ha materializado en formas de gobernabilidad que, desde distintas escalas, se traducen en una lógica de victimización y desprotección cotidiana.
Repensando el discurso anti-trafficking: Crimen Organizado y Seguridad Pública Transnacional
El paradigma de securitización de la migración irregular ha despertado repertorios discursivos que, a nivel regional, nacional y local, se asientan sobre la relación migración-inseguridad. Este tratamiento sobre el tema migratorio, se ha canalizado sobre una suerte de criminalización que construye a la migración irregular como un problema nacional y trasnacional de seguridad pública, resultado de sus formas de vinculación con el crimen organizado. (1)
No obstante, en el marco de este debate, surgen hipótesis de distintas autorías[1], que plantean la necesidad de releer los discursos y la medidas securitarias a la luz de sus materializaciones (legislativas, policiales, militares) cotidianas de control, aunado a un contexto de transnacionalización de políticas migratorios provenientes del norte que instauran ciertas formas regionales de trabajar, como lo menciona Stefanie Kron (2), estos “problemas” transfronterizos de seguridad.
En este sentido, este reforzamiento del control territorial (y de los cuerpos), se ha centrado sobre el discurso “anti-trafficking” como una herramienta argumentativa que elabora, una “nueva forma de gobernabilidad (que) tiende a subjetivar el individuo de movilidad transfronteriza como un “potencial portador de riesgos” (4). El énfasis que desde los estados y las organizaciones internacionales se ha puesto sobre los temas “tráfico ilícito de migrantes” y “trata de personas”, ha problematizado a la “migración irregular como una potencial forma de crimen organizado transfronterizo” tornándolo en un problema de seguridad pública a través de elementos de criminalización y victimización, generando:
(...) la construcción discursiva de un actor criminal amenazante, extralegal y ‘privado’ –el “smuggler” o “trafficker” – que amenaza la seguridad pública de los Estados afectados por la migración irregular y viola sistemáticamente los derechos humanos de migrantes irregulares. Al mismo tiempo se construye al migrante irregular como una víctima de estas formas del crimen organizado. Mientras tanto, debates sobre poblaciones de migrantes irregulares como portadores de derechos laborales, de derechos a la salud o a la educación etc. y de cómo los Estados involucrados en la migración internacional podrían garantizar estos derechos, no forma parte de los discursos dominantes de los RCP[2]. (5)
Es decir, al recodificar la migración irregular únicamente en términos de crimen organizado y de víctima-victimario se crea una descontextualización social y se invisibiliza un mundo más grande y complejo de conflictos y desigualdades que condicionan y acompañan a la migración, además de eliminar los procesos de subjetivación y agenciamiento que se gestionan desde la persona migrante.
Ilustrando el discurso: Trabajo sexual y Control Migratorio
La relación entre el trabajo sexual, la trata de personas y control migratorio de las mujeres, ejemplifica esas formas de agenciamiento que, desde el discurso dominante de la securitización se invisibilizan pero que recibe directamente sus efectos. En esta línea, Megan Rivers-Moore (6), resalta la imbricación entre el pánico moral sobre la trata y el discurso histórico de las mujeres como eternas víctimas.
Los cuerpos como objeto del poder disciplinario forman parte de los recursos de argumentación y legitimación estatal, así, las actividades sexuales de las mujeres migrantes no dejan de ser objeto del control fronterizo. No obstante, el discurso de protección “anti-trafficking” se encuentra con una “tensión entre salvar a víctimas de trata y encontrar a mujeres migrantes que, en vez de ser engañadas, más bien han logrado engañar a los controles migratorios”(7). Es, frente a esta aparente contradicción, que según Rivers-Moore (8), se despliegan las representaciones históricas sobre las “las prostitutas como víctimas que requieren la intervención del estado, y no como agentes de derechos”. (9)
Lo anterior, borra la el agenciamiento de las mujeres migrantes, y “el resultado es que la violencia de género y los discursos sobre la esclavitud moderna toman el lugar de las luchas políticas sobre migración y derechos sexuales y laborales” (10), con lo cual se consolida un enfoque que busca parar la migración y deja de lado la discusión sobre opciones laborales seguras o derechos laborales para estas mujeres. De forma que, como lo menciona Ditmore (2008),
Con el propósito de proteger a las mujeres de la trata y de la prostitución, limitan la movilidad de las mujeres. Pero los esfuerzos de fortalecer los controles fronterizos y el movimiento de migrantes son precisamente los que hacen que los y las migrantes sean más determinados y entonces más vulnerables a la trata. (11)
Breves reflexiones finales: De la costura a los derechos
En tiempos de cada vez mayor complejidad social y expansión de fenómenos históricos, como el migratorio, resulta necesario repensar los procesos, discursos y acciones que le acompañan tanto a escala regional como local. Así, un acercamiento desde sus formas de regulación más discursivas y simbólicas permite un abordaje desde otros rostros de su complejidad, como lo es la relación migración-seguridad y sus materializaciones.
La reflexión central de este breve artículo no recae en obviar la importancia que debe suscitar temas como el de la trata de personas, sino, busca ampliar la discusión sobre las formas en los cuales temas de importancia social se tornan en agendas discursivas de los estados, dejando de lado, “la multiplicidad del poder, las muchas formas en que las prácticas posicionan a las personas, los distintos modos de jugar entre sí, (y la producción de) lagunas y contradicciones” (13). Por tanto, en medio de la debilidad cotidiana del estado, emergen contradicciones que, sobre discursos de crimen, castigo y seguridad pueden criminalizar prácticas cotidianas y de sobrevivencia.
Notas al texto
[1] Véase Sandoval (2005) para profundizar sobre la concepción nacional-territorial de mecanismos de control de la migración, o Castillo (2003) sobre la extensión de la frontera hacia el sur. (3)
[2] “Los Procesos Regionales de Consulta son foros informales, flexibles y abiertos. Operan en forma de red y reúnen a actores nacionales y supra-nacionales con el fin de debatir asuntos migratorios a nivel regional”. (12)
Notas bibliográficas
- Kron, S. (2010). “La frontera norte tiene tres problemas: tráfico de armas, de drogas y de migrantes”. Migración irregular y discursos “securitarios” en Centroamérica: el caso de Costa Rica. Encuentro XLII (87): 38-60.
- Ibíd.
- Ibíd.
- Kron, S. (2010). Op cit.
- Kron, S. (2010). Op cit.
- Rivers-Moore, M. (2011). Los usos de la trata en Centroamérica: Migración, Género, Sexualidad. Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, (37): 87-103.
- Rivers-Moore, M. (2011). Op cit.
- Ibíd.
- Rivers-Moore, M. (2011). Op cit.
- Ibíd.
- Ibíd.
- Ibíd.
- Rivers-Moore, M. (2011). Op cit.