Análisis semanal 288: Mercantilización de la Naturaleza: (Neo)Extractivismo en Latinoamérica (25 de septiembre de 2019)

Año: 
2019
Autor(es): 

 

El año 2019 parece ser uno de enormes contradicciones y de retrocesos a nivel político, social y ambiental principalmente; por un lado el inevitable avance y preocupación de algunos sectores sociales por el cambio climático resulta cada vez más difícil de ignorar; por otro, el peso de la derecha resulta demoledor en los países americanos y europeos, logrando relegar el tema ambiental a los últimos puntos de sus agendas o “enmendar” con acciones poco efectivas y sin ningún gran impacto. El (neo)extractivismo latinoamericano es la materialización de ambos factores mencionados, teniendo como contra respuesta una gran cantidad de movimientos y organizaciones sociales que alertan sobre los impactos ambientales de dicha actividad; mientras los gobiernos y Estados latinoamericanos apoyan y modifican legislaciones para ampliar el marco de acción de transnacionales.

Según Carvajal (1), el (neo)extractivismo es un modelo político y económico que tiene como base la mercantilización y explotación desmedida de la naturaleza. Dicho modelo se profundizó en América Latina durante los años noventa, dado el aumento de los precios de algunos minerales en el mercado internacional y el agotamiento de las principales reservas en el mundo. Ha sido durante los últimos años que gobiernos autodenominados progresista o post-neoliberales –Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Uruguay y Brasil- han aumentado la intervención estatal como regulador de actividades extractivistas y en la distribución  de la renta para programas sociales; en otras palabras, son explotaciones promovidas por alianzas público-privadas. 

Tomando en consideración la riqueza y variedad mineral de los países latinoamericanos, y las dinámicas del sistema capitalista, ambos elementos dan como resultado una división internacional del trabajo en donde algunos países juegan un rol de importadores de materias primas –para posteriormente ser procesadas- y otros de exportadores; de manera que son los primeros los grandes favorecidos en términos económicos, en detrimento del deterioro ambiental y social producido en los segundos.    

Las prácticas de despojo y la ocupación de tierras indígenas, afrodescendientes y campesinas, así como las alianzas entre empresas transnacionales y fuerzas armadas –legales e ilegales-, y la persecución y amenaza sobre la vida de diferentes lideresas sociales, son otras de las graves consecuencias o “daños colaterales” que el (neo)extractivismo deja en Latinoamérica. Sin embargo, como menciona la autora, muchas de estas prácticas se esconden detrás de la legalidad cuando se crean legislaciones favorables para estas industrias, se ablandan los estudios de impacto ambiental y las licencias de explotación, acompañado de limitaciones al derecho de participación, de asociación y protesta pacífica. 

Como medio legitimador de acciones de despojo, violaciones y criminalización, las empresas transnacionales y los Estados latinoamericanos promueven un discurso tecnócrata que posiciona el crecimiento económico como principal bien, subestimando las cosmovisiones de pueblos indígenas y violentando sus derechos humanos y de autodeterminación; siendo principales cómplices los medios de comunicación. O bien, otra forma de legitimar han sido las “obras sociales” desarrolladas en el marco de la responsabilidad social empresarial, según narra Carvajal (2).   

Las caras del (neo)extractivismo

Carvajal (3) cita un atlas mundial elaborado por el proyecto EJOLT en el cual se señala que a la fecha existen 1670 casos reportados sobre conflictos ambientales; en 2015 se documentaron 1500 de los cuales el 20% terminaron en victorias judiciales, el 12% en la muerte de un(a) defensor(a) ambiental. En esta línea, cabe rescatar que un aproximado de 250 casos de movimientos por justicia ambiental son liderados por mujeres. Para febrero de 2016 se reportaban 516 conflictos de todas las categorías en América Latina y el Caribe, concentrándose en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Argentina y Chile.

Minería

Algunos datos de la CEPAL utilizados por la autora evidencian que entre 1990 y 2012 la región ganó relevancia en la producción de metales como el oro –pasando de 10% a 21%- y cobre –de un 25% a un 45%. Asimismo, la producción de plata aumentó de 34% a 48%, mientras que el molibdeno de 16% a 24%. En esta línea, el rol de la región en la minería de oro y plata ha sido fundamental, concentrando el 30% y 40% de los proyectos respectivamente. Chile y Perú sobresalen en la explotación de cobre, acogiendo el 50% de los proyectos.

La minería a gran escala representa problemas como el uso de gran cantidad de agua para su funcionamiento, contaminando las fuentes hídricas de la zona; lo cual tiene impactos directos no solo en la cotidianidad de las personas, sino en sus actividades económicas. Para este caso, la autora expone la situación de El Cerrejón, donde la explotación de carbón a cielo abierto –la más grande del mundo – llevada a cabo por las multinacionales BHP Billiton (anglo-australiana), Glencore Xtrata (suiza) y Anglo American (sudafricano-inglesa), produce alrededor de 32 millones de toneladas de carbón al año, generando 340 millones de toneladas de desechos y gastando 17 millones de litros de agua al día. Esta región ha sufrido la muerte de más de 5 mil niñas(os) del pueblo indígena Wayuú por desnutrición a causa del accionar de las empresas.

El OCMAL, menciona Carvajal (4), ha contado 209 casos en la región, implicando 219 proyectos mineros, los cuales afectan a unas 314 comunidades. México, Perú, Colombia y Argentina son los países con mayor número de conflictos de esta naturaleza.

Hidrocarburos

América Latina y el Caribe, señala Carvajal (5), es la segunda zona con las mayores reservas de petróleo en el mundo, convirtiéndose en un punto necesario de explotación en el marco de una economía global dependiente de la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, ante el agotamiento de yacimientos de petróleo, las industrias han recurrido a la búsqueda de nuevas tecnologías para la explotación de antiguos yacimientos, la aplicación de fracking, minería de petróleo, combustión in situ, explotación en zonas con temperaturas extremas y perforaciones en mares profundos; todas estas técnicas con impactos altamente negativos para el ambiente.

No obstante, gobiernos como el ecuatoriano se han manifestado a favor de la explotación petrolera en la Selva Amazónia, amenazando a nacionalidades indígenas, lo cual ha generado resistencias locales e internacionales. Cabe recordar además que fue en esta zona donde entre 1964 y 1992 la empresa Texaco-Chevron derramó 17 millones de galones de petróleo.

Agronegocios

Al hablar de agronegocios, Carvajal (6) hace referencia a las operaciones de producción y distribución de mercancías agrícolas, normalmente controlados por inversionistas privados; son grandes extensiones de un mismo cultivo –monocultivos- que requieren un uso intensivo de energía, agua, trabajo, etcétera. Sin embargo, la autora señala que los agronegocios están destinados principalmente a la producción de agrocombustibles como etanol y biodisel, esto a partir de monocultivos como la soja, maíz, caña de azúcar, palma africana, enriqueciendo a las pocas empresas que controlan dicho mercado.

Nuevamente, el Atlas EJOLT reporta 281 conflictos ambientales relacionados con biomasa. En países como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, el agronegocio surgió fuertemente con la soja en la década de los 2000. En el caso colombiano, los biocombustibles se crean a partir de palma de aceite y caña de azúcar, cuya producción inició en 2005 y para el 2013 el país ya se situaba como el segundo agroexportador en esta materia, según la autora. Asimismo, Carvajal (7), cita que el modelo forestal promovido por el Estado chileno desde la década de los setenta, ha tenido enormes consecuencias de despojo para el pueblo mapuche. En términos generales, dicha situación genera pérdida de soberanía alimentaria y violación de derechos humanos de poblaciones campesinas, afro e indígenas.

Represas

Carvajal (8) el 51% de la electricidad producida en América Latina es a partir de hidroenergía; en contraste, en los países europeos crece la oposición y presión para la suspensión de las represas más nocivas. En el caso particular de las represas, estas se esconden tras un discurso de producción de energías limpias o verdes, presentándose como alternativas viables no solo para la crisis energética, sino contra la dependencia de combustibles fósiles; sin embargo, estos son proyectos que surgen a partir de las demandas energéticas de empresas transnacionales sin consideración por las necesidades o consecuencias locales.

Baso en la privatización, el modelo hidroenergético amenaza con la destrucción de la vida de los ríos a nivel local, produciendo afectaciones a escalas nacionales e internacionales dado que se altera la totalidad –o gran parte de ella- del curso de los ríos; lo anterior, a nivel global, contribuye al cambio climático en la producción de gases invernaderos por descomposición de grandes cantidades de materia orgánica. Países como Brasil, Honduras, Guatemala, Colombia, Chile, Ecuador y México han seguido este modelo, y en respuesta diversos movimientos sociales han comenzado la defensa de los ríos en América Latina.

Concluyendo

Queda evidenciado que la actividad (neo)extractivista sobrevive en la región gracias a las alianzas público-privadas que la sostienen, así como que tales proyectos tienen como meta la satisfacción de las demandas de mercados globales y no las necesidades de las comunidades locales. Existe una desigualdad sumamente marcada entre quienes se benefician y quienes asumen las consecuencias; sin embargo, pareciera que en un futuro –no muy lejano ya- y en el contexto ambiental global, la condición de perdedores no tendrá distinciones.

Anexos

La Fundación Heinrich Böll Stiftung (9) produjo algunos gráficos que evidencias hechos y cifras del extractivismo en América Latina.

                                                                                           Exportación de bienes por categorías de productos             ¿A dónde exporta quién?

Notas

  1. Carvajal, L. (2016). Extractivismo en América Latina. Impacto en la vida de las mujeres y propuesta de defensa del territorio. Recuperado de https://cpalsocial.org/documentos/355.pdf
  2. Ibid.
  3. Ibid.
  4. Ibid.
  5. Ibid.
  6. Ibid.
  7. Ibid.
  8. Ibid.
  9. Fundación Heinrich Böll Stiftung. (2015). Hechos y cifras. Extractivismo en América Latina. Recuperado de https://mx.boell.org/es/2015/05/08/hechos-y-cifras-extractivismo-en-america-latina