Hacia el año 1986 un acontecimiento cambió el curso de la guerra que libraban los mujahidins contra los invasores soviéticos en Afganistán. Las precarias capacidades militares de los afganos se vieron súbitamente transformadas con la adquisición de misiles Stinger provistos por la Central de Inteligencia Estadounidense (CIA). Los Stinger cambiaron la ecuación de la guerra y generaron pánico en los soviéticos, que se vieron obligados a volar sus aviones y helicópteros de una altura de 20.000 pies para evitar ser blanco de los misiles. Aun así, el daño causado a la aviación rusa fue severo. Por ejemplo, un solo escuadrón aéreo soviético perdió 13 de sus 40 aviones en 1987, 10 de ellos derribados por Stingers. Los rebeldes lograron derribar unas 270 naves rusas gracias al uso de estos misiles. Dos años después las tropas rusas se retiraban derrotadas de Afganistán.
En algunos conflictos militares la introducción de una nueva capacidad estratégica tiene el potencial de provocar un significativo punto de inflexión. Así aconteció en Afganistán, y lo mismo está sucediendo en la guerra en Yemen. El movimiento Houthi o Ansar Allah (“Partidarios de Dios”), que resiste la agresión militar que desde 2015 llevan a cabo contra Yemen una coalición de países encabezados por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EUA), ha venido desarrollando un programa de misiles y drones que muestra creciente sofisticación y precisión, y que le ha permitido propinar golpes contundentes a sus enemigos.
El caso más reciente ha sido el ataque a las instalaciones de procesamiento de petróleo de la empresa saudí ARAMCO en Abqaiq el pasado 14 de septiembre. Ese día diez drones de largo alcance de Ansar Allah lograron causar cuantiosos daños que obligaron a Arabia Saudí a reducir su producción de crudo en un 50%, afectaron al 5% del suministro mundial de petróleo y provocaron un aumento del 15% del precio internacional del barril.
Hasta la fecha, el empleo de misiles y drones por parte de Ansar Allah se había limitado a blancos cercanos a la frontera entre ambos países. El ataque contra Abqaiq evidencia un dominio en el uso de drones de largo alcance como el Samad 2/3, que puede llegar a los 1.500 km, dependiendo de las condiciones del viento (1). Ansar Allah ha desarrollado su arsenal de drones utilizando mano de obra local y tecnología y componentes foráneos. Cuando se apoderó de la capital del país en 2014 tuvo además acceso a materia y equipo del ejército del país, como componentes críticos, motores y sistemas de guía, que son necesarios para ensamblar y desplegar los drones (2). Algunos de estos son muy similares a los desarrollados por Irán, como el Ababil-2/T, y es muy posible que se haya recibido también asesoría de ingenieros del Hezbollah libanés.
Drones: el arsenal de Ansar Allah |
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Tipo |
Misión |
Autonomía de vuelo |
Alcance |
Raqib |
Reconocimiento |
90 minutos |
15 km |
Hudhud |
Reconocimiento |
90 minutos |
30 km |
Rased |
Reconocimiento |
120 minutos |
35 km |
Samad - 1 |
Reconocimiento, suicida |
N/D |
Más de 500 km |
Qasef – 1 (similar al iraní Ababil-2/T) |
Reconocimiento y ataque (carga explosiva de 5 kg) |
120 minutos |
10-150 km |
Qasaf -2k |
Ataque (explota a 20 metros sobre el objetivo) |
N/D |
Largo |
Samad 2/3 |
(carga explosiva de 18 kg) |
Al menos 6 horas |
1500-1700 km |
Fuente: Elaboración propia con base datos de Naciones Unidas e HispanTV. |
Estas nuevas capacidades de combate de Ansar Allah y su enorme potencial destructivo plantean una paradoja en cuanto a las asimetrías que han caracterizado a este conflicto. Muchos de estos drones tienen un costo absolutamente modesto, que en algunos casos rondaría apenas los US$15 mil dólares, lo cual contrasta sustancialmente con el gasto militar saudí que, según el Stockholm International Peace Research Institute llegó en 2018 a los US$67,6 mil millones, lo que ubica a este país con el tercer presupuesto militar más grande del mundo después de Estados Unidos y China. Los ataques del 14 de septiembre evidencian, con más claridad que nunca, no solo la incompetencia de las fuerzas militares saudíes y sus aliados en la región para someter a una fuerza rival con recursos formalmente mucho más limitados, sino también la falta de eficacia de la ayuda de aquellos que han patrocinado la seguridad del reino con equipos Patriot, AWACS, satélites, entre otros. Al respecto decía Finian Cunningham en el sitio Information Clearing House:
Arabia Saudí ha gastado miles de millones de dólares en los últimos años comprando sistemas de defensa antimisiles Patriot de Estados Unidos y tecnología de radar supuestamente de vanguardia del Pentágono. Si los rebeldes yemeníes pueden volar aviones no tripulados de combate hasta 1.000 kilómetros en territorio saudí y destruir los sitios de producción de la industria petrolera del reino, entonces eso debería ser una gran vergüenza para los "protectores" estadounidenses” (3).
No es extraño entonces que, ante esta situación embarazosa Riad o Washington pretendan ahora desde desconocer las nuevas capacidades militares de Ansar Allah alegando, como lo afirmó el Secretario de Estado Mike Pompeo, que fue Irán quien estuvo “detrás de los ataques”. Claramente, saudíes y estadounidenses asumen una retórica de negación, cada vez más difícil de sostener frente a los hechos.
La guerra liderada por Arabia Saudí contra Yemen ha destruido casi por completo la infraestructura del país, ha cobrado la vida de 60.000 yemeníes y ha puesto a 8.4 millones en una situación de hambre severa. Sin embargo, la guerra ha demostrado también las capacidades de la resistencia yemení que ha infligido severas daños al enemigo. Por ejemplo, entre mayo y julio Ansar Allah y otros sectores de la resistencia llevaron a cabo 60 operaciones aéreas que permitieron atacar los aeropuertos saudíes de Jizan, Najran y Abha, así como la base de Malik Jalid. En los meses de mayo y junio las unidades blindadas yemeníes llevaron a cabo 209 operaciones y destruyeron 81 tanques y vehículos. En ese mismo periodo las unidades de ingeniería llevaron a cabo 368 operativos y las de francotiradores 2650. Todo esto les permitió hacerse con el control de decenas de posiciones saudíes (4).
Hay pocas razones para creer que una escalada del conflicto por parte de Arabia Saudí pueda revertir la presente iniciativa de Ansar Allah y las otras fuerzas de la resistencia yemení. Todo lo contrario. Tanto el nuevo equilibrio de fuerzas en esta guerra híbrida-asimétrica que ha drenado las finanzas saudíes sin ninguna victoria militar significativa, como las vulnerabilidades militares demostradas, podrían más bien hacer que Riad acceda a un acuerdo que ponga fin a esta guerra y detenga el sufrimiento de los yemeníes. Un sufrimiento que, a lo largo de los últimos cuatro años, muchos han decidido ignorar.
Notas
(1) Final report of the Panel of Experts on Yemen. Security Council. https://undocs.org/en/S/2019/83
(2) Yemen Houthi drones, missiles defy years of Saudi air strikes Reuters. https://www.reuters.com/article/us-saudi-aramco-houthis/yemen-houthi-drones-missiles-defy-years-of-saudi-air-strikes-idUSKBN1W22F4
(3) US defense failure… Why Washington has to blame Iran over Saudi attacks". Information Clearing House. http://www.informationclearinghouse.info/52278.htm
(4) ¿Cómo los yemeníes han cambiado el equilibrio de la guerra?. HispanTV. https://www.hispantv.com/noticias/yemen/435429/guerra-arabia-saudita-huties-ansarullah