Análisis semanal 277: La ecología política feminista y su invitación a (re)pensar América Latina (19 de agosto de 2019)

Año: 
2019
Autor(es): 

 

El nacimiento de la Ecología Política Feminista

Marcada por procesos de colonización, inestabilidad política, conflictos civiles y fuertes desigualdades sociales, América Latina cuenta con diferentes puntos de encuentro en su larga historia de vida; en la cual los marcos analíticos y teóricos desde los que se ha pensado, definido y entendido, no solo su pasado, sino también sus poblaciones y actuales contextos no necesariamente se libran de procesos de colonización epistémicos e identitarios.

Es ante tal escenario que la Ecología Política Feminista (EPF) se presenta como una alternativa en construcción para estudiar diferentes objetos y sujetos, de manera que se produzcan conocimientos donde las poblaciones históricamente marginadas tengan un papel en dicho proceso y se logre teorizar sobre las relaciones de poder y su estrecho vínculo con la naturaleza, la cultura, la economía y los imaginarios sociales. Según Elmhirst (1), la EPF identifica y desafía prácticas masculinas dominantes de conocimiento y autoridad, asimismo promueve prácticas investigativas alternativas e inclusivas.

La génesis de la relación entre feminismo y ecología se ha entablado y desarrollado a lo largo de cinco siglos –tal vez no de manera directa y en los presentes términos-, según lo expone LaDanta (2); la teología ecofeminista representa la fase superior de la teología feminista, esta nace en los años noventa del siglo XX y es en el marco de la Cumbre de la Tierra que un grupo de teólogas feministas deciden repensar los límites del antropocentrismo—dichas teólogas eran mujeres influenciadas por la teología de la liberación.

El ecofeminismo como pensamiento y movimiento social se refiere básicamente a la conexión ideológica entre la explotación de la naturaleza y la explotación de las mujeres dentro del sistema jerárquico-patriarcal. Desde el punto de vista filosófico y teológico, el ecofeminismo puede ser considerado como una sabiduría que intenta recuperar al ecosistema y a las mujeres. Estas fueron relegadas por el sistema patriarcal, y particularmente por la modernidad, a ser fuerza de reproducción de mano de obra –“vientres benditos”-, en tanto que la naturaleza se tornó objeto de dominación para el crecimiento de capital. (3)

La  teología ecofeminista evidenció el sesgo antropocéntrico y androcéntrico de la teología de la liberación, según señala Barredo-Pantí. De manera tal que, según LaDanta (4),  dicho grupo de teólogas feministas comienzan a deconstruir la imagen del Dios patriarcal, se da una reconstrucción del significado de Trinidad, un cuestionamiento a los símbolos cristianos, etcétera. Esto da como resultado una nueva antropología, epistemología, cosmología y ética, en las cuales estaban incluidas las mujeres empobrecidas. A partir de tales concepciones se comienzan a crear diferentes colectivos latinoamericanos que logran articular y ejecutar una praxis de trabajo colectivo, horizontal y de red.

Derecho al territorio, autonomía, soberanía alimentaria, reconocimiento de los derechos de diversos grupos de mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, el autocuidado y autoconocimiento, fueron algunos de los temas de la agenda del ecofeminismo en la década de los ochenta y noventa, narra LaDanta (5); muchos de los cuales continúan siendo metas por alcanzar en la actualidad. Recientemente se han agregado temáticas como la defensa del agua y del territorio-cuerpo-tierra, la reivindicación de los conocimientos tradicionales, activismo internacional, derechos de niñas y jóvenes, entre otros.

Algunas líneas de investigación en la Ecología Política Feminista

Elmhirst (6) expone cuatro líneas de investigación y análisis que integran las EPF. La primera de ellas es La EPF y las dinámicas de género en el acceso a los recursos y su despojo, la cual cuenta con un fuerte legado marxista de la ecología, no obstante ha realizado un esfuerzo por considerar escalas políticas más cercanas a los hogares y comunidades. Se entiende que el capitalismo transforma y produce la naturaleza, siendo procesos que se cruzan con las jerarquías de género; en esta línea, se estudian los impactos en el género que tienen los patrones de privatización y comercialización. El género representa una variable crítica en los procesos de cambio ecológico, logrando mostrar la interrelación entre dicha categoría, la etnia, edad y el paisaje en la configuración de impactos y sus diversas respuestas ante la privatización y la mercantilización.

La autora expone que la segunda línea, Ontologías poshumanistas, cuerpos y materias, comprende la naturaleza no como un contexto objetivo, sino a partir de una ontología relacional poshumanista; es decir, se reconceptualiza la naturaleza y el dominio humano sobre naturalezas no humanas. Se examina cómo el género, etnia, clase, edad, etcétera, intervienen en el entendimiento de las relaciones humanas con la naturaleza.

Algunos autores de esta línea proponen una ecología política del cuerpo, tomando en consideración las fuerzas estructurales, la producción de conocimiento y significado, y una ontología relacional donde los procesos emocionales y dinámicas afectivas son estudiados a partir de los posibles efectos de los sistemas sociales y ambientales.

Suficiencia, los comunes y una ética feministas del cuidado, esta es la tercera línea que Elmhirst (7) expone, la cual representa una alternativa poscapitalista a las formas neoliberales de desarrollo basado en la extracción y consumo de recursos naturales, de manera que se analizan formas de consumo ético. Lo anterior se aborda desde la intersección existente entre la economía de los cuidados, los bienes comunes y el cuestionamiento al consumo globalizado.

Finalmente, Ecología política feminista decolonial, es la última línea explicada por la autora; en ella se intentan identificar los diferentes conocimientos situados, tomando en consideración los privilegios epistémicos y de autoridad existentes incluso en la EPF. En contextos de supremacía blanca, se propone repensar el mundo desde los territorios históricamente explotados y marginados.

A modo de cierre

La EPF representa una manera relacional e integral de pensar(nos) y cuestionar el accionar naturalizado que ha establecido la era capitalista, de manera que se entienda que el cambio ambiental no es un proceso neutral dependiente de cuestiones técnicas, sino que son procesos políticos atravesados por subjetividades complejas como el género, la edad, la clase social, etcétera. Asimismo, la EPF se presenta como un medio para la construcción de saberes diversos y más locales, combatiendo el mito de la universalidad del conocimiento implantado a partir de procesos de globalización y con estos sus diferentes consecuencias para territorios y poblaciones ya maltratadas.

Notas

  1. Elmhirst, Rebecca. 2018. Ecologías políticas feministas: perspectivas situadas y abordajes emergentes. Ecología Política 54.
  2. LasCanta, LaDanta. 2018. De la teología al antiextractivismo: ecofeminismos en Abya Yala. Ecología Política 54.
  3. Ibid.
  4. Ibid.
  5. Ibid.
  6. Ibid.
  7. Ibid