Análisis semanal 270: Sudán, la Junta Militar tiene amigos poderosos (17 de junio de 2019)

Año: 
2019

 

El escenario político sudanés se esclarece de la manera más grotesca y la posibilidad de un tránsito a la democracia en este país, uno de los más pobres el mundo árabe, se evapora. El pasado 3 de junio la junta militar o Consejo Militar Transicional (CMT), encabezado por el Teniente General Abdelfattah el-Burhan, arremetió contra los manifestantes pacíficos que mantenían -desde hace semanas- una acampada afuera del Ministerio de Defensa. La oposición ha denunciado la muerte de casi 200 personas, incluidos al menos 19 niños, así como una gran cantidad de abusos. Los hospitales fueron atacados y el personal sanitario fue objeto de ataques y violaciones por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido, el brazo paramilitar del gobierno, lideradas por el General Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como “Helmeti”.

La violenta represión de la junta constituye una categórica respuesta a la demanda de la oposición de constituir -de manera inmediata- un gobierno civil. Parece evidente también que la contundencia de esta acción es un reflejo claro del arropamiento internacional que los militares reciben de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí y Egipto, países que desde 2011 se han adjudicado la tarea de combatir cualquier amago de “revolución” democrática en la región que no solo amenace sus intereses geopolíticos, sino que pueda llegar a representar un peligroso ejemplo para sus propias poblaciones. Esto último parece ser especialmente temido por el líder egipcio Abdel Fatah el-Sisi, que mantiene a más de 40.000 presos políticos en las cárceles egipcias.

 En efecto, el porvenir de la revuelta popular que logró la caída de Omar al-Bashir en enero de este año ha constituido al país en un escenario de lucha geopolítica. Arabia Saudí no quiere arriesgar la alianza con Sudán, país que ha apoyado con tropas la polémica y militarmente cuestionable intervención militar en Yemen para combatir a los rebeldes Houties. Para esto, el reino decidió apoyar a la junta con tres billones de dólares (US$), destinados a estabilizar las tazas de cambio y fortalecer a los militares. Además, Riad pretende limitar la influencia turca en el país, que se había hecho cada vez más notable durante el mandato de al-Bashir.

Por su parte, los militares sudaneses han sabido corresponder el apoyo que viene del otro lado del Mar Rojo. A finales de mayo durante las conversaciones mantenidas con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, Dagalo prometió respaldar a sus aliados saudíes, contra "todas las amenazas y ataques" de su rival Irán.

La cercanía de Riad con Jartum es tan intensa desde el derribo de al-Bashir, que el sub-Subsecretario de Estado de Estado Unidos para Asuntos Políticos David Hale, llamó por teléfono a Bin Salman pidiéndole que el reino usara su influencia en Sudán para que la junta cesara sus políticas represivas.

La oposición reconoce plenamente el patronazgo egipcio, saudí y emiratí. "Los manifestantes sudaneses saben, al igual que muchos musulmanes de todo el mundo, que el régimen saudí y el Emirato se han convertido en los peores enemigos del Islam progresista, además de ser agentes de Occidente", dijo el profesor Abdi Ismail Samatar de la Universidad de Minnesota.

El apoyo de la triada autocrática contrasta de alguna manera con la posición adoptada por la Unión Africana, que el pasado 6 de junio decidió imponer sanciones a los miembros del CMT hasta que no entreguen el poder a una autoridad liderada por civiles. Sin embargo, esto no parece ser suficiente para contrarrestar el poder de la triada, que por cierto, también interviene activamente en Libia, a favor del general Khalifa Haftar.

La tenaz revuelta popular en Sudán cuenta entonces con enemigos poderosos, que muy probablemente estarán dispuestos a hacer esfuerzos aun mayores para someter las ansias de cambio y libertad.