Análisis semanal 216: Nicaragua: primer reto para el imperialismo con características chinas en América Latina (30 de mayo de 2018)

Año: 
2018

Hay muchas formas de demostrar y ejercer poder en el escenario internacional. A lo largo del tiempo, potencias crecientes o menguantes, desenfundan la espada un ondean un  ramo de olivo en sus relaciones con sus pares de igual o menor poder así como sobre países pequeños. En el primer caso, amenazando con o empleando la fuerza y, en el segundo, mediante la diplomacia y el comercio. Actualmente, es fácil considerar la primera estrategia con el accionar de una potencia en declive (Estados Unidos) frente a sus intereses estratégicos en Oriente Medio. Pero ¿Qué pasa con la segunda forma? ¿Cuál potencia está expandiendo su poder internacional mediante una estratagema comercial y diplomática? La respuesta es la República Popular China.

Esto ha llevado a Beijing a emprender una estrategia bastante ambiciosa alrededor del mundo. De las formas más tradicionales estableciendo lazos diplomáticos con nuevos aliados, firmando acuerdos comerciales y, muy importante, generando proyectos de infraestructura, de diferente escala, en los países-objetivo. Probablemente el proyecto más ambicioso sea la iniciativa de la nueva Ruta de Seda (One belt / one road) que busca conectar comercialmente a más de sesenta países, mediante la construcción de una red de estructuras de transporte y comunicación, en múltiples continentes y países. Abarcando desde Vladivostok hasta llegar a Lisboa, pasando por África y Medio Oriente. América Latina no se encuentra al margen de la expansión china en el globo y de este proyecto geoeconómico (1).

Esto se ha traducido en inversiones chinas en la forma de instalaciones deportivas como estadios, líneas ferroviarias, autopistas, muelles, préstamos comerciales, apertura de institutos culturales y entrega de becas a estudiantes alrededor del mundo. Sin embargo, es la pretensión de la empresa china HKND-Group, liderada por el empresario Wang Jing, de construir un canal interoceánico de 278 km en Nicaragua -que rivalice con el de Panamá-, probablemente el proyecto más ambicioso que tenga este país en toda América Latina. Potencialmente, haciendo a la nación centroamericana un hub de logística e intercambio comercial, producto de los proyectos asociados al canal como aeropuertos, hoteles, carreteras, comercios, etc. Y, fortaleciendo la presencia china en Mesoamérica, acelerando el proceso de dominó que inició en 2007 con el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas y el reconocimiento por parte de San José de la política de Beijing de una sola China en detrimento de Taiwán. El año pasado lo hizo Panamá; la necesidad de pragmatismo en las relaciones internacionales y el imparable auge chino, inevitablemente hará que el resto de Centroamérica adquiera esos mismos compromisos al mediano plazo (2). Los chinos tienen el tiempo y la virtud de la paciencia de su lado.

Este proceso de penetración china en América Latina se ha facilitado por Estados Unidos. En primera instancia, por el desinterés de Washington en la región al tener que prestarse a atender focos geoestratégicos más apremiantes en Europa del este (Ucrania), el norte de África (Libia), Oriente Próximo (Iraq y Siria), la Península Coreana y próximamente Irán. A su vez, en priorizar su estrategia de containment vis a vis China conocido como el Pivot to the East, particularmente aprovechando las disputas marítimo territoriales de los vecinos de este país en el mar del sur de China (3). Dejando, de esta forma, las puertas abiertas para que la potencia asiática –sedienta de commodities y socios comerciales establezca puntos de contacto y se abra camino en el vacío de poder dejado por las últimas dos administraciones estadounidenses.

Este ingreso chino a Latinoamérica también fue facilitado por el giro hacia la izquierda que inició hace veinte años en la región. Situación que le permitió, junto a Rusia, aumentar sus aliados y proyectos bilaterales en la zona. Sin embargo, actualmente se está revirtiendo el signo ideológico de los gobiernos del continente, particularmente en Sudamérica, con una oleada de gobiernos de derecha, por un lado, y la severa crisis que está afectando al bastión de la izquierda regional en Venezuela. También, considerar el muy probable giro cubano –producto del cambio generacional dentro de la cúpula del politburó y otros círculos de toma de decisiones– hacia un modelo chino que liberalice la economía pero mantenga el firme control y monopolio del partido comunista como ente rector de la sociedad. Ahora, este cisma está llegando a Nicaragua con una serie de importantes manifestaciones, surgidas inicialmente por una reforma política local el sistema de pensiones, que han unificado a los detractores del gobierno Ortega-Murillo en los cascos urbanos (estudiantes y grupos de activistas) con los movimientos anti-canal organizados por el sector campesino en las zonas rurales (4). Llegando a unificar sus demandas, en una sola plataforma, al punto de exigir la eventual renuncia del ejecutivo sandinista.

Esto tiene una importancia geopolítica fundamental. Demuestra que China, aunque juegue en términos de softpower, la carta de imperio benigno y benevolente que busca estrategias ganar-ganar frente a sus socios, eventualmente está creando molestias en poblaciones locales en donde busca fortalecer se presencia. De esta forma creándose una imagen  proyectada al futuro de un coloso que, tarde o temprano, incurrirá en las mismas prácticas de sus antecesores europeos y estadounidense, incluso asiáticos. En el caso concreto nicaragüense, por la negativa de miles de campesinos y campesinas de ser realojados, de forma negociada o por la fuerza, de sus tierras por parte del Estado nicaragüense que funciona como gendarme de los intereses chinos en el país. Este empecinamiento de las autoridades chinas y particularmente nicaragüenses en obviar la viabilidad, tanto material y subjetiva –esta última en particular debido al histórico arraigo del campesino nicaragüense a su tierra–, ha tenido repercusiones severas. Incluso llegando a generarse focos de resistencia armada en las mismas zonas en donde operó La Contra en los ochentas (5). Sirviendo las manifestaciones de semanas recientes, indirectamente, como el primer gran escollo del imperialismo con características chinas en América Latina. 

Lo anterior en cuanto al valor que se le asigna a  la imagen que pueda proyectar un Estado, dentro del sistema internacional y frente a las sociedades de la información. Aunque la viabilidad de la aspiración china como tal, ha sido puesta en duda por expertos locales y extranjeros (6); incluso su principal impulsor, el empresario chino Wang Jing, ha visto su caudal financiero contraerse hasta un 84% (7); para China lograr incluso concretar algunos proyectos de mediano alcance (puertos de aguas profundas, oleoductos y autopistas) en la zona del potencial canal es importante. Lo anterior porque necesita proyectarse como un socio confiable  para ir incorporando  nuevos aliados en Centroamérica y el Caribe,  sedientos de cooperación internacional e inversión. Pero, por otro lado, la tradicional laxitud china sobre el comportamiento de sus contrapartes comerciales en materia de derechos humanos, ambientales y políticos –por ejemplo en África–, podría estar devolviéndole un fuerte golpe a Beijing. No en vano, es en el continente africano en donde Beijing ha optado por establecer su primera base militar fuera de sus fronteras en Yibuti, en el estratégico cuerno de África (8). Ahora, en términos más comerciales, parece ser el turno de Nicaragua, cuyo país sí ha autorizado a Moscú a establecer bases militares permanentes en su territorio.

Sobre lo anterior hay una clara preocupación de la actual Casa Blanca. El ahora ex secretario de Estado Rex Tillerson afirmaba en febrero 2018 que:

Al día de hoy, China está fortaleciendo su presencia en América Latina; utilizando su desempeño económico para atraer a la región a su órbita. La pregunta es ¿a qué precio? […] Latinoamérica no ocupa nuevos poderes imperiales que busquen beneficios sólo para su propia gente. El modelo chino de desarrollo liderado estatalmente es una reminiscencia del pasado. No tiene que ser el futuro del hemisferio. La creciente presencia rusa en la región también es alarmante, al continuar vendiendo armamento y equipo militar a regímenes hostiles que no comparten o respetan los valores democráticos. Nuestra región debe ser diligente y estar en guardia frente a potencias lejanas que no reflejan nuestros valores fundamentales compartidos en esta región (9).

Esta situación de desasosiego interno en Nicaragua puede ser explotada por Washington en caso de que intente reinsertarse en la región nuevamente. Una caída del actual gobierno sandinista –facilitada o no por la Casa Blanca– dejaría a Beijing y a Moscú sin un socio pequeño pero importante en la zona. Particularmente por los acuerdos de cooperación económica, comercial y militar suscritos entre estos estados. Lo que fortalecería la posición estadounidense en el Caribe. También, le daría músculo a la actual política de containment y de rollback que el gobierno Trump está ejerciendo sobre Venezuela al eventualmente restarle a uno de los pocos aliados latinoamericanos que aún mantiene de forma incondicional el gobierno venezolano. Sumando a lo anterior las crecientes sanciones que Washington  están imponiendo al gobierno de Nicolás Maduro y que ha encontrado eco en sus pares latinoamericanos que buscan aislar cada vez más diplomáticamente a Caracas; uno de los mayores acreedores de asistencia económica china y militar rusa en la región. Son muchas variables que se alinean a favor de Washington en este momento.

Nicaragua puede significar un laboratorio para lo que será el juego de potencias en el hemisferio occidental para las próximas décadas. Ya sea actuando o manteniéndose al margen pero con paciencia, Washington puede beneficiarse de los errores de cálculo de Beijing en este país. Usando de esta forma la fuerza de una potencia emergente en su contra para limitar los alcances de las actividades chinas y, por efecto de arrastre, rusas;  actuales y a futuro en su zona de influencia más próxima. Siempre entendiendo que no existe vacíos de poder sino sólo momentos de pugna o transición –interregnos geopolíticos– entre quién o quiénes detentan el poder en función a los otros que lo pierden o que son dominados. Nicaragua y el historial de lucha de su pueblo, bien podrían convertirse en una piedra en el ascenso del dragón del este en las Américas a favor de una ralentización del declive del águila del norte en su esfera de influencia. Como bien dice el adagio chino “no pueden existir dos tigres en una misma montaña”. 

Notas

https://thediplomat.com/2018/01/as-america-withdraws-from-latin-america-china-steps-in/

https://www.laprensa.com.ni/2017/06/13/internacionales/2246091-la-mayoria-los-paises-centroamerica-no-rompe-relaciones-taiwan-favor-china-panama

https://www.bloomberg.com/quicktake/territorial-disputes

https://www.laprensa.com.ni/2018/05/07/politica/2415340-universitarios-condenan-represion-y-llaman-sumar-esfuerzos-marcha-de-este-miercoles

https://www.laprensa.com.ni/2015/07/10/politica/1864513-armados-van-contra-el-canal

https://www.laprensa.com.ni/2017/12/01/politica/2339775-canal-interoceanico-de-nicaragua-inviable-por-que-no-derogar-ley

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151006_canal_nicaragua_wang_jing_perdidas_impacto_aw

http://www.dw.com/es/base-china-en-yibuti-indicador-de-expansi%C3%B3n-global/a-39794918

https://www.state.gov/secretary/20172018tillerson/remarks/2018/02/277840.htm