Análisis Semanal 250: La VOX populi: la derecha manda en Andalucía (21 de enero de 2019)

Es un hecho que el mundo está pasando por un período de volatilidad política; cae la izquierda cimentada por Lula Da Silva y se posicionan Jair Bolsonaro y la extrema derecha en Brasil, el fundamentalismo “trumpiano”, a pesar de lo encendido de su discurso, empieza a ver erosionada su base popular al perder el control de la cámara de representantes en las elecciones de medio período y, con la victoria de VOX en Andalucía se quiebran cuarenta años de control socialista del gobierno autónomo andaluz.

VOX sigue la corriente de los partidos políticos que explotan el discurso de ser “no políticos”; se declaran como

“[…] profesionales, autónomos, amas de casa, jubilados, emprendedores, empleados, trabajadores, funcionarios, estudiantes, etc.., que nunca hemos vivido en la política, que nos hemos sentido defraudados por los políticos actuales y que hemos dado un paso al frente para CAMBIAR esta situación.”¹

El partido se rehúsa a aceptar la etiqueta de “extrema derecha”, declarándose a sí mismos como de “extrema necesidad” y fundamentan su plataforma en la renovación y el fortalecimiento de la democracia española; con propuestas como reformar la ley electoral que sustituya las circunscripciones y que fortalezca el vínculo de representantes-representados, atacar el establishment político al eliminar 81 934 cargos (266 senadores, 17 cámaras de representación, 12 800 cargos ejecutivos de libre designación, entre otros.), medidas fiscales como la disminución del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) al tipo único del 21 % y la adopción a rajatabla de políticas contra el fundamentalismo islámico.

La victoria del partido, según expertos², se da en una coyuntura de desempleo, de intolerancia migratoria y de polarización que surgen como secuela del nuevo fervor independentista de la región de Cataluña.

José Fernández-Albertos, del Consejo Nacional de Investigación de España (CSIC)³ indica que el mensaje de VOX “[…] es el de una derecha muy clásica: apoyan la ley y el orden, y están en contra de la inmigración.” (Hedgecoe, 2018.)

En la era de las redes sociales y la vídeo política, el equipo de comunicación⁴ de VOX; conformado por un periodista, una socióloga y un graduado de un postgrado de comunicación aprovecharon la situación crítica de los medios tradicionales de comunicación para controlar la narrativa del partido; estrategia que le funcionó al presidente Donald Trump en Estados Unidos, a Jair Bolsonaro en Brasil y a Matteo Salvini y su Liga Norte en Italia.

Con una página web con diseño sencillo, con las propuestas claras y con barras dirigidas a los puntos centrales de su discurso, VOX consiguió un total de 59 941 seguidores en enero del 2018, con una clara ventaja ante todos sus rivales.

En Instagram, la red con más crecimiento en el 2018, tienen un total de 175 000 seguidores y la manera de manejar la plataforma les da mayor credibilidad; su lenguaje sencillo, sin editar y poco sofisticado atrae a una generación más joven y, de acuerdo a estudios del tráfico de la plataforma, a las mujeres.

Un nuevo jugador en las políticas de las redes sociales viene en la forma de WhatsApp; la plataforma de mensajería que VOX utilizó para mandar mensajes masivos y un contacto que podían agregar los que apoyaban al partido. Esta táctica de bola de nieve, donde un contacto envía un mensaje, este se lo envía a otros y rápidamente se viraliza, fue utilizado también en la exitosa campaña de Jair Bolsonaro, probando ser efectiva, ya que en esta el simpatizante adopta un rol más activo, compartiendo el mensaje, a diferencia del pasivo que le asignan los otros partidos.

Como se mencionó anteriormente, la victoria de VOX se analiza como algo puramente coyuntural, catalizado por los afanes separatistas de cerca del 90 % de los catalanes (según la Generalitat, como resultado del referendo del 2017, de cerca del 50 % según sondeos de firmas especializadas), cosa que también pudo ser la razón de que la izquierda se quedara en sus casas.

Durante las elecciones, VOX ganó en los municipios que eran prolongadamente de derecha, así como en los cuales el índice migratorio es más alto; la victoria de VOX se puede resumir en que su discurso estaba en contra de la independencia, buscando proteger la unidad española y frenar la inmigración.

La corriente nacionalista parece ser el virus que ataca al mundo, Llaneras⁵ (2018) describe el fenómeno de la siguiente manera:

“En muchos países occidentales hay una reacción que pide cerrar la sociedad, levantar fronteras físicas o culturales y reivindicar identidades nacionales y diferenciadas. Es algo que permite unir el “América primero” de Donald Trump, el Brexit, las fuerzas de Le Pen en Francia, el antieuropeismo en Italia y Grecia, o el crecimiento de partidos antiinmigración en Suecia o Alemania.” (Llaneras, 2018.)

A pesar de que la victoria del partido es sólo en una región de este país, presenta un quiebre de décadas en el accionar político de esta y, a largo plazo, podría presentar una influencia muy grande en el debate nacional; incluso llegando a afectar la manera en que el partido oficialista y los ciudadanos toman posición hacia diferentes temas de importancia política.

Las nuevas corrientes de derecha parecen ser el “tsunami” del que pocas regiones se han salvado; el descontento y la inestabilidad política que sufren la mayoría de las naciones, activa las masas migratorias, lo que ocasiona descontento y una plataforma para que los discursos de derecha se catapulten hasta llegar al poder, gradualmente como en el caso de VOX, de la noche a la mañana como en el caso de Brasil. ¿Será esta situación un reflejo de la intolerancia e indiferencia o solo otra estrategia política? Al fin y al cabo, llegar al poder es el objetivo final. Pero, ¿a costa de qué y de quiénes?