Análisis semanal 203: La batalla de Ghouta (21 de marzo de 2018)

Año: 
2018

 

La batalla por Ghouta Oriental, uno de los escenarios de combate más intensos de la guerra en Siria, parece acercarse a su fin. El gobierno del presidente Bashar Al-Assad ha llegado a un acuerdo para la evacuación de unos 1.500 militantes y 6.000 de sus familiares bajo la supervisión de la Media Luna Roja. Para las autoridades gubernamentales este acuerdo es una señal de “victoria” sobre los grupos opositores que venían controlando este suburbio de unos 100 km2 y habitado por unas 250.000 personas, ubicado al noreste de Damasco.

Durante cinco años unos 20.000 combatientes de grupos de orientación salafista-yihadista como Jaysh al-Islam (“Ejército del Islam”), Hay'at Tahrir al Sham (“Organización para la Liberación del Levante”) y Ahrar Al-Sham ("Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante"), junto a Faylaq al-Raḥmān (una Brigada del grupo opositor Ejército Libre Sirio) resistieron en Ghouta Oriental el cerco del gobierno y sus aparatos de seguridad.

Presentados condescendientemente por la prensa occidental como “rebeldes” e incluso como “moderados”, algunos de estos grupos son en realidad organizaciones terroristas con un amplio historial de violencia y sectarismo. Por ejemplo, Jaysh al-Islam proclamó desde hace varios años su voluntad de “limpiar” (léase eliminar) a Siria de los chiitas y alevíes. Estos grupos han contado durante años con el patrocinio de varios países de la región empeñados en promover una guerra por delegación en el país, y remover a Bashar Al-Assad del poder. Jaysh al-Islam ha sido apoyado por Arabia Saudí, mientras que Qatar ha apuntalado a Faylaq al-Raḥmān, y Ahrar Al-Sham es considerado como el “favorito de Turquía. La derrota de estas organizaciones es –sin duda- también una derrota para estos países.

Durante las últimas semanas la lucha por el control de Ghouta Oriental ha causado un enorme costo humano. Desde que el gobierno inició el pasado 19 de febrero la operación para retomar el control del enclave, los militantes incrementaron el lanzamiento de ataques con misiles y morteros contra áreas residenciales de Damasco, y han impedido que muchos civiles evacuaran las zonas de combate a través de los puntos de seguridad que el gobierno había identificado a través de volantes que fueron arrojados desde el aire. Por otro lado, los bombardeos de la aviación siria han causado también numerosas muertes entre los civiles.

Dada la importancia estratégica de este territorio, retomar su control supone para Damasco una significativa victoria militar. Ghouta Oriental es atravesada por la carretera M5 que desde 2012 había sido bloqueada por los militantes. Esta carretera conecta a Damasco con Homs y Aleppo. Además, Ghouta Oriental se localiza en las principales vías que unen a la capital con Deir ez-Zor, Palmira y la frontera con Irak.

La zona era uno de los últimos enclaves de la oposición en el área de Damasco. Si cae bajo el control del gobierno (que ya domina el 80% del territorio de Ghouta Oriental), las áreas sometidas por los militantes prácticamente se reducen a pequeños reductos al sur de la ciudad como Al-Hajar al-Aswad, Mukhayyam al-Yarmuk, Babbila y Beit Sahm, algunos de los cuales son controlados por el Estado Islámico. Retomar el control de estos enclaves seguramente será la prioridad del gobierno en los últimos meses, una tarea que no debería representar un reto estratégico significativo, como si lo será recuperar la gobernación de Idlib en el noroeste del país, que se ha convertido en el reducto opositor más sólido, y que ha recibido a miles de combatientes opositores que a lo largo de varios años han sido expulsado de otros puntos de la geografía siria. Terminada la batalla de Ghouta, la batalla de Idlib se dibuja en el horizonte como el episodio final y decisivo de la guerra en Siria.