Análisis semanal 192: Déjà vu ruso en Siria (07 de febrero de 2018)

Año: 
2018

 

La guerra en Siria ha entrado en una fase definitiva. Las derrotas militares propinadas por el gobierno y sus aliados al Estado Islámico (DAESH) le han confinado a apenas algunos reductos con poca importancia estratégica. El gobierno enfila ahora su ofensiva militar contra posiciones rebeldes en las provincias de Aleppo, Hama e Idlib, esta última controlada por diversas facciones entre las que predomina el grupo Hayat Tahrir al-Sham (“Organización para la Liberación del Levante”), vinculado a al-Qaeda.

Durante años, el control de los cielos por parte del gobierno y especialmente Rusia, dotó a ambos de una notable ventaja estratégica. Lo anterior no impidió que a lo largo de la guerra la Fuerza Aérea Árabe Siria (FAAS) sufriera notables perdidas. Al inicio del conflicto la FAAS contaba con 555 aviones de combate y 36 helicópteros. Hacia febrero del presente año había perdido al menos 105 unidades, entre estas, 32 aviones MIG-21, MIG-23 y Sukhoi (Su-22, Su-24 y Su-33). No todas estas pérdidas corresponden a aviones y helicópteros abatidos por los rebeldes, pues algunos se estrellaron debido a desperfectos técnicos o fueron destruidos en tierra. Sin embargo, aquellos que fueron derribados fueron alcanzados en la gran mayoría de los casos por artillería convencional o ametralladoras pesadas de tipo KPV. En el caso de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas (FAR), las pérdidas rondan las 20 aeronaves, la mayoría vinculadas a desperfectos o dificultades en el aterrizaje.

Sin embargo, un acontecimiento reciente ha creado alarma entre las autoridades rusas. El pasado 3 de febrero un Sukhoi Su-25 fue derribado en Idlib por un artefacto portátil de defensa aérea conocido como MANPAD. El piloto, Roman Filippov, logró sobrevivir al derribo de su avión, pero al verse asediado por los terroristas se inmoló activando una granada de fragmentación. Este hecho representa una amenaza grave, tanto para las FAR como para las FAAS, pues si bien el empleo de MANPAD por parte de los grupos rebeldes había sido documentado desde noviembre de 2012, su empleo había sido limitado, apenas en dos ocasiones en 2016 y otra en 2017.  

La gran interrogante es determinar cómo ahora, justo cuando la guerra parece dirigirse a un momento definitivo, este tipo de armas llega a manos de grupos como Hayat Tahrir al-Sham. Varias explicaciones se plantean al respecto. Podría tratarse de MANPADS de origen ruso vendidos al gobierno sirio antes del inicio de la guerra, y que fueron capturados por los rebeldes. Otra hipótesis apunta a Libia, país que antes del derrocamiento de Muamar el Gadafi contaba con al menos 10.000 misiles portátiles tierra-aire, muchos de los cuales fueron extraídos de forma ilícita a partir del inicio de la guerra civil en el país norafricano.

Por otro lado, el senador ruso Igor Morozov afirmó que el MANPAD había sido suministrado a los rebeldes desde Ucrania, una afirmación que no fue negada ni confirmada por el Kremlin. Otras fuentes señalan la posibilidad de que el MANPAD haya sido proporcionado directa o indirectamente por los Estados Unidos, o bien a través de algunos de sus aliados en la zona. Washington se ha apresurado a negar la dotación de este tipo de armas a los rebeldes, pero desde diciembre de 2016 el Congreso de EE.UU. había autorizado la entrega de estos equipos a los opositores al gobierno de Bashar al-Assad (1). Cabe recordar también la entrevista hecha por la revista alemana Spiegel al Ministro de Relaciones Exteriores saudí Abdel al-Jubeir en febrero de 2016, en donde el funcionario reconoció que su país enviaría MANPADS a los rebeldes: “Creemos que la introducción de misiles tierra-aire en Siria va a cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno... al igual que los misiles tierra-aire en Afganistán fueron capaces de cambiar el equilibrio de poder allí” (2).

En efecto, el derribo del Sukhoi Su-25 es para los rusos una especie de déjà vu, pues hace recordar la campaña militar llevada a cabo por los soviéticos en Afganistán en los años ochenta, cuando el empleo de Stingers (una variedad de MANPAD) aportados por la Central de Inteligencia Estadounidense CIA (por sus siglas en inglés), a los mujahideen a partir de 1986, representó un giro determinante en la guerra que implicó enormes pérdidas para los rusos y aceleró su retirada del país.

Por el momento las autoridades rusas han ordenado que sus aviones de combate vuelen por encima de los 5.000 metros de manera que sea más difícil que sean alcanzados por MANPADS. Asimismo, ha restringido el uso de los Sukhoi Su-30 y Su-35, los modelos más avanzados y sofisticado de la serie. El uso de MANPADS por parte de grupos terroristas en el área representa también una amenaza para la aviación comercial.

Aunque no es factible que un uso intensivo de MANPADS por parte de los rebeldes vaya a alterar el curso y desenlace de la guerra, definitivamente plantea la posibilidad de una escalada en el conflicto entre Rusia, EE.UU. y sus respectivos aliados en la zona, como ya se ha evidenciado en las represalias rusas contra posiciones enemigas.

Notas

(1) Congress authorizes Trump to arm Syrian rebels with anti-aircraft missiles. Al Monitor. https://www.al-monitor.com/pulse/fr/contents/articles/originals/2016/12/defense-ndaa-congress-manpads-syria.html

(2) I Don't Think World War III Is Going To Happen in Syria'. Der Spiegel. http://www.spiegel.de/international/world/interview-with-saudi-foreign-minister-adel-al-jubeir-on-syrian-war-a-1078337.html