Análisis semanal 185: Alemania y la incertidumbre de la espera (10 de enero de 2018)

Año: 
2018

 

Han pasado ya cerca de tres meses y medio desde las elecciones federales en Alemania y la mayor economía de Europa sigue sumida en la incertidumbre respecto al futuro de su gobierno. La jornada del pasado 24 de setiembre fue histórica en muchos sentidos: no solo reportó los peores resultados de los grandes partidos que han gobernado durante las últimas décadas, sino que también vio la llegada de un partido de ultraderecha (AFD) al parlamento (1). En la acera socialdemócrata (SPD), su magro 20,5% llevó a su recién electo líder y fallido candidato, Martin Schulz (2), a rechazar abiertamente cualquier posibilidad de una nueva coalición con el bloque socialcristiano (CSU/CDU), que también vio reducido su caudal apenas a un 30,2%.

Descartada casi de antemano cualquier posibilidad de coalición con la izquierda (9,2%) y con la ultraderecha, la opción para Merkel era entonces sentarse a negociar con los verdes (8,9%) y la derecha (FDP 10,7%), para tratar de conformar la coalición Jamaica, denominada así porque la unión de los colores de estos tres partidos dan vida a la bandera del país caribeño.

Los socialcristianos se encontraban en una posición difícil: al haber obtenido la mayor cantidad de votos, era quienes estaban llamados a gobernar, sin embargo, la madurez del modelo alemán reconoce la necesidad de contar con una mayoría significativa que garantice estabilidad y músculo legislativo. Así las cosas, se abrían tres posibilidades: buscar la coalición Jamaica, gobernar en solitario o repetir el proceso electoral. Después de varias semanas de intensas negociaciones, el FDP anuncia su salida del proceso de negociación, aniquilando así la posibilidad de la coalición Jamaica (3).

Frente a esta disyuntiva que ponía a prueba la clase política alemana, el SPD, cuestionado por su propia militancia y en medio de un proceso de necesaria reflexión interna (4), decide echar marcha atrás en su rotunda negativa, y abrirse a una nueva coalición con Merkel (5). La nueva posición del SPD era necesaria para Alemania, pero complicada para el partido. El saldo de varias coaliciones con los socialcristianos se había probado negativo en las urnas, sin embargo, la posibilidad de un gobierno en minoría o de nuevas elecciones, solo le ganarían más adeptos a la ultraderecha. A esto debe sumarse el rol central que juega Alemania en el concierto europeo y mundial. Las posibilidades de trabajar en repensar y reformar el sistema europeo de la mano del presidente francés Emmanuel Macron, así como la apremiante necesidad de afrontar el fenómeno Trump (6) reafirmaban la importancia de garantizar un gobierno estable que pudiera asumir las pesadas responsabilidad del contexto internacional y llenar el vacío en el liderazgo de la democracia occidental. Posiblemente fue esta la lectura del presidente alemán, el ex ministro de relaciones exteriores y figura del SPD Frank-Walter Steinmeier, quién a pesar de ocupar un cargo eminentemente ceremonial, tuvo un protagonismo marcado en insistir en la responsabilidad de todos los partidos de lograr un gobierno estable (7) (8).

Así las cosas, el inicio formal de las negociaciones entre Merkel, Seehofer (presidente del CSU, partido aliado de Merkel) y Schulz está pactado para el miércoles 10 de enero (9). A pesar de no enfrentar terreno desconocido, los tres partidos son conscientes de que sus posibles acuerdos, o más bien la falta de ellos, impactará no solo en términos generales la política europea y alemana, sino que también puede fortalecer aún más los movimientos antieuropeos que se han traducido en partidos nacionalistas de ultraderecha en el continente (10). Mientras tanto, Alemania (y Europa) se mantiene en vilo a la espera de una nueva coalición que garantice la necesaria y determinante estabilidad del gobierno de Berlín.